
Aprovechando que se acerca el Año nuevo, les traigo un anécdota del 31 de diciembre de...algún año.
Yo estaba de un mal humor que es bastante frecuente en mí, agravado por el hecho de que llovía copiosamente y me encontraba esperando un colectivo* (detesto viajar en colectivo) para ir a la casa de mis padres a recibir el año.
Bajo uno de esos refugios con techo transparente que son comunes en Buenos Aires, tan coquetos ellos, nos reuníamos unas seis o siete personas, casi todas de un humor parecido. Y digo "casi", porque entre ellas se encontraba una anciana entrada en carnes que presentaba todos los signos de la demencia : hablaba sola, gesticulaba y gritaba de vez en cuando cosas ininteligibles.
La susodicha se fue acercando a mí, tal vez porque yo hab¡a conseguido una ubicación especialmente privilegiada bajo el techo de plexiglás, y mientras más se acercaba, más se animaba, hasta el punto en que se puso a hablar en voz muy alta y en forma ininterrumpida.
En fin, me molestó.
Le dediqué una de mis miradas menos dulces (con la ceja izquierda levantada y la derecha fruncida, tengo una habilidad pasmosa para controlar mis cejas en forma individual) con la esperanza de intimidarla para que se callara. Y esto tuvo un efecto espectacular : Dejó de hablar inmediatamente...por unos cinco segundos. Luego, abrió los ojos hasta que parecieron dos huevos duros, me señaló con el dedo y empezó a gritar como lo que era (un caso clínico) :
"¡¡¡SATANAS!!! ¡¡¡ES SATANAS!!!! ¡¡¡ES EL DEMONIO!!!!!! ¡¡¡EL DEMONIO!!!"
Se refería a mí.
El resto de los refugiados, y un par de ocasionales transeúntes inmediatamente giraron sus cabezas hacia nosotros, lo cual es comprensible : no todos los días uno tiene la oportunidad de ver al Maligno en persona, esperando el 152.
La denunciante se entusiasmaba cada vez más, y empezaba acompañar sus afirmaciones con un movimiento espasmódico de sus brazos, como si estuviera espantando algunos demonios subalternos que yo le enviara para vengarme, o divertirme. (ahhh...si eso hubiera estado a mi alcance.....)
Mi situación era ya bastante incómoda, y prometía empeorar con el transcurso de los minutos, ya que la concurrencia comenzaba a crecer.
¡¡¡ES EL DEMONIO!!!!!! ¡¡¡EL DEMONIO!!!
No la aguanté más.
La miré con cara de energúmeno (nada más apropiado), y exploté gritando:
"¡¡¡¡¡CALLESE SEÑORA!!!!!!!".
(S¡, claro, hubiera sido muchísimo más divertido lanzar una carcajada diabólica, pero recuerden que yo no estaba de ánimo festivo.)
La vieja se quedó como galvanizada por un segundo. Pero después reaccionó, y afortunadamente, hizo lo que cualquier persona decente haría si se encontrara a Lucifer con cara de pocos amigos (o en este caso, con un humor de los mil diablos) : Salió corriendo, pegando alaridos, y agitando los brazos
por encima de la cabeza.
Los curiosos se dispersaron, no sin antes mirarme furtivamente un par de veces. Algunos de los que esperaban el 152, de repente decidieron que una noche lluviosa no era tan mala para caminar un poco.
El colectivo llegó, finalmente, y yo subí solo, entre miradas y cuchicheos de los que se quedaron abajo.
Qué salames.
A cambio de su alma, yo les hubiera conseguido un taxi.
Buenas noches.
*"Colectivo" es un ómnibus en Argentina
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Más o menos por estas fechas, hace dos años, hablaba de los balances de fin de año
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------