¿Usted hace mucho que no va a comer afuera, joven? A un restaurante, le digo, no me venga con ese chiste de que siempre sale a comer al patio de su casa, porque ya lo hacíamos antes de que usted aprendiera a atarse los cordones de los zapatos, y ya era viejo. No, yo no era viejo, el chiste era viejo.
El otro día mi sobrino que trabaja en una empresa muy importante, que ahora no me acuerdo cómo se llama, nos llevó a comer afuera. Pero, no me acuerdo cómo se llama...bueh...ya me va a salir. A un restaurante, fuimos, uno todo moderno de esos que hay ahora, ¿sabe? Porque festejaba que lo habían ascendido en esa empresa donde trabaja, una muy importante. Y no me puedo acordar....bueh.
En fin, le decía, ¿hace mucho que no va a comer afuera? Claro, usted seguro que come en esos Mac Pato, que hacen cosas con lombrices, me dijeron. Cuídese, joven, comer mucho de eso no es sano, claro, ahora qué le importa, pero cuando llegue a mi edad y el médico le prohíba las milanesas va a ver. Porque en esos Mac Pato no sirven milanesas ¿no? ¡Milanesas! Eso era lo que yo quería comer el otro día, que mi sobrino nos llevó a un restaurante porque quería festejar que lo habían ascendido en la empresa. No me acuerdo, no hay caso, no me acuerdo cómo se llama...Pero bueno, resulta que en ese restaurante todo moderno no había milanesas, ¿a usted le parece joven? ¿Cómo no va a haber milanesas en un restaurante? Es como que no haya ..¿eh? ¿qué médico? Ah, no, el médico no me deja comer milanesas. ¿Pero cómo sabe eso, joven? ¿Usted es médico? No, le pregunto porque me salió un bultito acá que no me gusta nada...ah, no, claro, mejor lo veo en el consultorio...¿Cómo que no es médico, joven? ¿Y entonces para qué quiere que le muestre...oiga, ¿usted no pretenderá algo conmigo, no? Porque está muy bien, que se casen y todo, pero conmigo no que yo soy chapado a la antigua. Cómo será que con la patrona nada hasta la luna de miel...¿eh?
Ya está. Ahora sí que me olvidé lo que le estaba contando. ¡Ah! ¡Mi sobrino que trabaja en la empresa, que no me acuerdo el nombre! Sí, al restaurante, fuimos, y uno de los mozos, porque vio cómo es en esos lugares, que hay como cuatro mozos, uno le trae el pan, el otro le sirve agua, el otro le trae la comida y el otro le trae el pan. No estoy repitiendo nada, joven, le traen pan dos veces, ¿usted vino conmigo el otro día? Bueno, entonces escuche, no me interrumpa que me olvido de...de algo.
Uno de los mozos, digo, porque había como cuatro, trajo la carta y yo no entendía nada, mitad porque los platos tenían unos nombres raros y mitad porque no había llevado los lentes de ver de cerca, y entonces le pedí a mi sobrino que pidiera por mí, que después de todo pagaba él, no sé si le dije que nos invitó a todos porque lo ascendieron en la empresa. Ay, casi me sale el nombre, pero no. Bueno, entonces mi sobrino agarró y pidió para comer algo que no escuché bien, pero seguro que milanesas no era porque ahí no había, y cuando pregunté el mozo, uno de los cuatro, medio que ser rió y mi sobrino un poquito también, y yo pensé y estos de qué se ríen, pero no dije nada porque a ver si mi sobrino se enojaba o algo y me parecia que a mí la plata para pagar la cuenta no me iba a alcanzar. Ah, porque era carísimo, ese restaurante todo moderno. Yo la carta mucho no la pude leer, pero alcancé a distinguir unos números y a no ser que ahora al lado de los platos de la carta pongan el teléfono del cocinero eran bastante salados. No, los platos no eran salados, ¿cómo sabía lo que le iba a contar ahora? ¿Además de médico es adivino, joven?
Sí, justo, la comida que trajeron era distinta a la comida que come la gente, y además tenía cosas dulces, como frutas, y yo le dije a mi sobrino que era un chambón, que por hacerse el vivo y no preguntar se había equivocado y había pedido un postre. Pero igual para postre también era raro, ¿sabe? Porque vea, tenía una cosa que parecía flan, pero con gusto a pollo, otra que parecía puré pero con gusto a melón, y una pelotitas azules que me dieron miedo de probar pero parecían uvas, aunque quise pinchar una con el tenedor y se partió como si estuviera hecha de galletita . Yo no quería despreciarle el plato a mi sobrino, porque la cuenta le iba a salir carísima, pero vea, joven, a mí tráigame un pollo que parezca un pollo, un melón que parezca un melón, y en lo posible separados, que primero me como el pollo y después el melón de postre. Y bueno, al final le pregunté a mi sobrino si él entendía algo de eso, que a lo mejor en la empresa lo llevaban a comer esas cosas raras y...casi, casi me acuerdo el nombre de...pero no. Y me explicó que eso era cocina molecular y que era lo más moderno que había, y que cada plato de esos raros llevaba un montón de tiempo y unos trabajos como de laboratorio y aparatos modernos y no sé que cosa más. Y a mí me dio no se qué, porque mi sobrino la verdad es que iba a gastar mucha plata y aunque a mí no me gustaba ni medio que el pollo tuviera forma de flan me lo comí igual y le dije que estaba rico y que de postre podíamos comernos un helado de merluza. Bueno, mi sobrino está con todas esas cosas nuevas, que para mí que se las enseñan en esa empresa importante donde trabaja...no, no hay caso, no me acuerdo.
Al final cuando volví a casa me fui a la heladera y me comí unos fideos fríos, que eso sí, tenían forma, y gusto de fideos, porque ¿sabe? está muy bien que ahora hagan esas cosas raras para comer, y tendrá lo suyo ponerse a inventar eso, y hay gente como mi sobrino que va y paga un platal por esa comida moluscular , pero yo a pesar de que el médico no me deja me hubiera comido una milanesa, de esas que hacía la patrona antes, cuando...¡Guillermo! Guillermo, se llama mi sobrino, no me podía acordar, caramba.
Buenas noches