sábado, 17 de marzo de 2012

Manual de Supervivencia del Soltero Urbano: Capítulo 5

Normalmente no hago caso a los pedidos de los amables lectores cuando se refieren a los temas que yo debería abordar en este opúsculo. No anima esta actitud soberbia alguna, sucede que tales pedidos se caracterizan por una cualidad que los convierte en inoperantes: su inexistencia. Sin embargo, hace unos días recibí por correo electrónico una solicitud que reúne en su constitución todo lo necesario para ser tenida en cuenta: es. Esto es para usted, querido lector.


Ponemos a consideración de los amables lectores un nuevo capítulo de esta guía destinada a que los jóvenes deseosos de abandonar el nido paterno puedan desplegar sus alas sin estrellarse contra la primera pared que se les cruce.

Hasta el momento, hemos tocado diversos tópicos en anteriores entregas:


Hoy habremos de considerar un aspecto de la vida del SU que suele ser ignorado completamente hasta que su propia dinámica lo hace insoslayable.

Nos referimos a la limpieza del hábitat.

El SU promedio acaba de abandonar un alojamiento de cuyo funcionamiento desconoce casi todo. Para él , siempre han sido operaciones misteriosas y ocultas aquellas mediante las cuales la comida aparecía en la mesa, la ropa se acomodaba en sus estantes y las habitaciones, baños y todas las estancias que componían el establecimiento se encontraban en un estado de higiene notable. 
Cuando, instalado en su departamento, el SU comienza a notar que ninguna de esas cosas sucede automáticamente, al principio sospecha que su vivienda está defectuosa. 
En algún momento, sin embargo, ya sea por deducción, ensayo y error, o porque otros SUs con más experiencia lo instruyen, comprenderá que todas esas tareas forman parte de la interminable lucha  del hombre contra la entropía, y requieren por lo tanto ser repetidas periódicamente con el consiguiente gasto energético.

Para los aspirantes a SU que no interpreten el lenguaje de las ciencias, podemos resumir la situación en las siguientes palabras: para que algo permanezca limpio, hay que limpiarlo de vez en cuando.

Ahora bien, un SU sin experiencia puede pensar que el modo en que vive, ahora que no tiene a nadie controlándolo, es su problema, y si quiere retozar entre hedores, desperdicios y superficies pringosas, nadie habrá de impedírselo. 
Hay una multitud de buenos argumentos para rebatir esta suerte de independencia mugrosa, desde sanitarios hasta legales (recuerde que el SU es por definición, un inquilino), pero apelaremos a uno de fundamental relevancia: a las mujeres no suele gustarles la cochambre. (Piense, estimado aspirante a SU, sobre las derivaciones de la afirmación anterior. Tómese su tiempo. ¿Ya está? Sí, nos referimos precisamente a eso).

Ya que hemos establecido la conveniencia de mantener cierto grado de higiene en el entorno del SU, podemos enfocarnos en los aspectos prácticos de la cuestión. Estimado aspirante a SU, siga estos consejos, nacidos de la pura experiencia:

  • Usted puede hacer su propia limpieza. Un SU promedio no habita en grandes superficies, de manera que no le llevará demasiado tiempo ni esfuerzo.
  • El secreto consiste en determinar la periodicidad de la labor. Las operaciones demasiado separadas en el tiempo harán que cada una sea más trabajosa debido a la proverbial costumbre que tiene la suciedad de penetrar, acumularse, incrustarse y diseminarse; un ciclo demasiado corto significará un desperdicio de recursos valiosos.
  • Según nuestra experiencia, una limpieza semanal evita el brote de la mayoría de las enfermedades infecciosas, mantiene a raya a casi todas las alimañas conocidas e impide la aparición de especies vegetales en alfombras y rincones.
  • Un principio fundamental de la limpieza es evitar en lo posible la acumulación. No deje que se acumulen ropa sucia, restos de comida, cadáveres o indigentes.
  • Las alfombras poseen una proverbial simpatía con la mugre. Si posee alfombras, ocúpese de ellas con frecuencia, adquiera una aspiradora y úsela. Las alfombras son superficies muy dúctiles, si se encuentran en buenas condiciones. Confíe en nuestra experiencia.
  • Si en algún momento duda sobre la necesidad de asear su habitáculo, haga la prueba de la inspiración: salga del departamento durante quince o más minutos, luego regrese, abra la puerta e inspire fuertemente el aire interior. Si sus ojos comienzan a lagrimear, siente mareos o náuseas, pierde momentáneamente la visión, sufre de alucinaciones o se le caen las cejas, es posible que una acción urgente de saneamiento sea necesaria.
  • Tenga en mente la limpieza cada vez que piense en incorporar un mueble a la dotación de su vivienda de SU. Recuerde que los muebles atesoran cochambre. Manténgase minimalista.
Una recomendación final.

Es posible que luego de algún tiempo, usted, estimado aspirante a SU, goce de alguna mejora en sus finanzas, y esté en condiciones de delegar las tareas de aseo en personas especializadas. No nos oponemos a esta mejora en su nivel de vida, un SU no es menos SU porque no friegue sus propios pisos. 
Pero recuerde: nunca, jamás, por ninguna razón, en ninguna ocasión, en ninguna circunstancia contrate personal de limpieza que a su vez trabaje en casa de madres, novias, madres de novias, ex novias, amigas de novias, amantes, amigas de amantes, novias de amigos, esposas de amigos, compañeras de trabajo, y en general toda mujer que tenga un grado de relación con usted tal que conozca su nombre y su rostro. 
Una vez más, confíe en nuestra experiencia.

Buenas noches.



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