domingo, 28 de diciembre de 2008

Todo está bien si termina bien

Algunas veces tenemos el dudoso privilegio de observar la decadencia de alguien  que tuvo su época dorada, brilló con fuerza, disfrutó las mieles de la fama y el favor de un público veleidoso. 

La sensación que produce un personaje que se apaga es agridulce. Para los que disfrutaron de su esplendor, duele comprobar que el paso del tiempo opaca el virtuosismo, limita las destrezas y destiñe los colores. Y al mismo tiempo se puede encontrar entre las arrugas y las torpezas un atisbo, una chispa, una alegoría de un pasado de grandeza. Los que no lo conocieron , en cambio, creen estar asistiendo a la presentación de un capítulo más de la historia del ridículo.

En todo caso, el balance siempre es cruel.

Hay que saber retirarse a tiempo, señores. Prolongar un éxito más allá de lo recomendable lo convierte en un ineludible fracaso.

Y si esto es cierto para quienes llegaron a grandes alturas, no lo es menos para quienes volamos bajito, apenas separándonos de la tierra, aleteando gallináceamente por sobre las cabezas de un pequeño grupo de personas próximas y atentas.

Señores, ha sido muy divertido. He obtenido mucho más de lo que he dado, y como en el azar y en los negocios, es prudente terminar mientras hay ganancias.

Gracias a todos.

Buenas noches.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

We wish you a Merry Christmas


No iba a hacer saludo navideño porque en general estas fechas más que llenarme de alegría, paz felicidad, armonía y bondad me llenan de fastidio, impaciencia, desesperación, enojo, nerviosismo y aburrimiento, pero justo en el blog de Claude se anunció el resultado de la elección del ubersexual del año, y el organizador eligió poner una imagen del ganador (¡ejemp!) con gorro de Papa Noel, y si eso no es una coincidencia de esas que hay aprovechar entonces yo ya no se qué será un coincidencia de esas que hay que aprovechar, así que me dije: "Che (porque yo me tuteo), por qué no aprovechás la foto de Bugman con gorro de Papa Noel que hizo Claude para ilustrar el resultado de la elección del ubersexual del año y la ponés en LSB así como imagen navideña y de paso te las das de interesante porque ganaste eso del ubersexual, ¿eh?" Y me contesté: "Ajá", porque yo conmigo mismo soy bastante parco. 

De manera que Felices Fiestas para aquellos que disfrutan como locos de estas cosas, que les sea leve a quienes las sufrimos y que les vaya bonito a los que no les va ni les viene todo este asunto.

Buenas noches. (Sí, son las tres de la tarde, pero no importa, yo saludo así. Y a lo mejor ustedes leen esto de noche, caramba).

domingo, 21 de diciembre de 2008

Qué barbaridad

Parece que los firindulis de Últimos Comentarios y Comentaristas Top se rompieron, están como locos, no andan más. O eso, o realmente estamos en Abril de 2008, y entonces no entiendo cómo es que la gente anda hablando de la Fiestas y comprando regalos y yo estoy tan, pero tan cansado y no se cómo voy a hacer para llegar a Diciembre. 

¿Alguien de entre los amables lectores utiliza esos firindulis y también se le rompieron, o esto es algo personal?

Todos contra mí. Lo sospechaba.

ACTUALIZACIÓN (23/12/2008): Los muchachos de Blogger ya están al tanto del asunto, y dicen que están buscando una solución. O sea que el problema es del señor Blogger, no del firinduli.  Y yo lo escribo aquí como si a alguien le interesara.

martes, 16 de diciembre de 2008

El graduado

Cuando yo era un tierno parvulillo que concurría al jardín de niños, esa etapa preacadémica era considerada una especie de antesala, un lugar adonde ir todos los días a jugar y a aprender que existían en el mundo otros niños que tal vez pudieran competir con nosotros por la posesión de un juguete. Eventualmente y luego de algunas reyertas incorporábamos el insólito concepto de que no todas las cosas del planeta nos pertenecían, y entonces con no poco fastidio comenzábamos a relacionarnos y a  compartir.

Creo recordar que fui un solo año al jardín de infantes, y que allí hice el primer amigo que tuve en mi vida, que se llamaba Sergio y era japonés. Existe una fotografía en algún rincón del archivo familiar donde Sergio y yo posábamos disfrazados de indios, con pluma y todo. Recuerdo también haber ido a jugar a la casa de Sergio y que sus padres estaban vestidos con el tradicional kimono, y que sonreían todo el tiempo y que me dieron una galletita con dulce de leche. Creo que mi simpatía hacia los japoneses proviene de esas borrosas pero a la vez felices imágenes. 

No se que habrá sido de la vida de Sergio, probablemente ahora sea un alto ejecutivo en NEC o Sony, tenga un sueldo de cinco cifras y maneje un Toyota.

Pero no era mi intención contarles estas minucias. Como dije al principio, el jardín de infantes era una etapa casi opcional en la vida estudiantil de la que se egresaba mediante el simple trámite de cumplir años y acreditar así la edad reglamentaria para ingresar a la escuela primaria, escalón fundacional de la educación formal.

Así las cosas, no existía mérito alguno en terminar el jardín de infantes. No había exámenes finales, no debíamos hacer ni defender una tesis, del tipo "La plastilina como vehículo de la expresión artística" o "A guardar, a guardar, cada cosa en su lugar, ¿Es el Jardín de Infantes una escuela de Conformismo?". Podía ser que algunos estudiantes avezados salieran de allí sabiendo escribir trabajosamente su nombre, tal vez nos enseñaran a contar hasta cincuenta y siete, pero en general no se esperaba mucho más de nosotros que algún grado de integración con nuestros pares y que no nos peleáramos a mordiscos. 

Había tal vez una fiestita de fin de año en el Jardín donde ni siquiera nos despedíamos de nuestros compañeritos porque todo era medio confuso y no entendíamos mucho eso de que el año que viene íbamos a ir a la escuela. Así lo recuerdo yo, por lo menos. En todo caso, no era una graduación. Claro que no, no estábamos locos, o en todo caso nuestros padres no lo estaban y entendían que una graduación implica obtener un grado.

Esas felices y razonables épocas han quedado atrás. Debido a que mi mujer es maestra jardinera me entero sin proponérmelo de que ahora se estila hacer una ceremonia donde los niños usan birretes de bachiller universitario (aunque por ahora no le ponen togas), y se entregan diplomas. Los padres, contentísimos, como si el nene estuviera recibiéndose de abogado en Harvard. Ah, pero esto no termina allí. Después celebran en un salón, es decir hacen una fiesta porque el nene acumuló méritos suficientes para alcanzar su grado de...nene. 

Miren, no me opongo a que la gente festeje lo que le venga en gana. Es más, estoy a favor de que la gente haga fiestas sin motivo alguno.

Lo que me preocupa un poquito es que se perciba el hecho de terminar el jardín de infantes como un logro. Celebrar un logro tiene sentido cuando implica un esfuerzo, cuando es más probable no obtenerlo que obtenerlo, o al menos existe alguna posibilidad de fracaso. En este caso, señores padres, su retoño no tiene otro mérito que el de permanecer hasta haber alcanzado cierta edad. Y tampoco es mérito de ustedes, no se hagan los próceres porque le dieron de comer al niño y no se lo vendieron a una pareja de holandeses. 

Si seguimos con esta tendencia a festejar cualquier cosa va a ser difícil distinguir lo meritorio de lo inevitable, lo excelente de lo mediocre, lo mínimo de lo superlativo. Si todo merece un festejo, si todo es especial, entonces nada lo es.

Pero no me hagan caso. Probablemente yo sea un amargado y no tenga nada pero nada de razón, y esté muy bien hacer una fiesta porque este año el nene no fue preso, porque aprendió a atarse los cordones de las zapatillas o porque dejó de patear al perro. 

Buenas noches.

ACTUALIZACIÓN (16/12/2008): Los muchachos de Democracia China me han declarado "persona no grata" ¿Vamos a permitir esta afrenta? ¡A por ellos! 

martes, 9 de diciembre de 2008

Cositas sueltas 17

-Después de haber practicado la meditación trascendental, el yoga, la respiración conciente y el método Schultz, he llegado a la conclusión de que lo que más me relaja es que dejen de molestarme.

-Alguien incapaz de matar una mosca no es necesariamente bueno y compasivo. Puede ser un malvado con mala coordinación motora.

-He vivido muy apurado. La crisis de los cuarenta la tuve a los veintiocho.

-Lo bueno de conocer gente nueva es que uno puede contar las mismas anécdotas una y otra vez. 

-Una técnica de supervivencia que supera en importancia incluso a la de hacer fuego con dos palitos, es la de fingir interés en lo que una persona nos está diciendo mientras pensamos en cualquier otra cosa.

-La tecnología ha avanzado tanto que las fotografías de papel que antes se arruinaban por la humedad ahora las tenemos almacenadas digitalmente en CDs que se arruinan por cualquier cosa, incluyendo la humedad.

-Me gustan las personas que en su perfil se describen como muy frontales.


INVITADOS ESPECIALES

-Dos tipos excitados buscan a la misma chica para tener sexo con ella. La chica deberá elegir a uno (y sólo uno) de ellos para realizar el acto. A eso yo le llamo disyunción eréctil.

(The Jab)

-Ahora que estamos tan mal es cuando me siento más tranquilo porque cualquier medida que adopten nuestros políticos no podrá hacernos ir a peor.

-La vanidad es súper molesta, a mí el año pasado empezó a estorbarme mi ego y me tuve que mudar a un piso más grande.

-Me encantaría emborracharme alguna vez y recordarlo, para saber qué se siente.

(Esperando a Dodot)


Buenas noches.


viernes, 5 de diciembre de 2008

Teléfonos celulares eran los de antes

Oiga joven, no me venga a mostrar su teléfono celular que hace toda clase de ruiditos y saca fotografías y le avisa si tiene que ir al dentista o si en la calle Saragusti están haciendo trabajos de bacheo, que yo ya tenía teléfono celular cuando usted todavía comía zapallo hervido.

Claro que no eran como ahora, que usted lo lleva en el bolsillo o colgado del cuello, no, si usted agarraba los celulares de antes y se los colgaba iba a andar encorvado como un basquetbolista en una mina de carbón, porque esos aparatos eran muy pesados, ¿sabe?

Era como llevar un revólver, si se lo colgaba del cinturón a lo mejor se le caían los pantalones, no sé, pesaban como doce kilos, a ver, no, doce kilos es mucho, eso no pesa un revólver, no, joven, yo no andaba con revólver, ¿me vió cara de delincuente, a mí? 

Bueno, no sé, póngale medio kilo, que es mucho, no va a creer, usted dice "ahhh, medio kilo, pero eso no es nada", pero yo le doy medio kilo para que lo ande cargando todo el día y ahí hablamos. Y eso hacíamos con los teléfonos, hablábamos, no como ahora que se la pasan dele que te dele apretando botoncitos y mandando mensajes de texto, ¿qué es esa mariconada de mandar mensajes de texto?. Uno tiene un aparato que le permite hablar, pero no, lo usa para mandar y recibir mensajes y tarda media hora en tener una conversación llena de faltas de ortografía y simbolitos y cosas raras. 

Nosotros hablábamos, pero poco, porque en esa época a usted le cobraban si llamaba o si recibía la llamada, y le cobraban mucho. No sé, digamos, cien dólares la media hora. No, espere, eso era lo que cobraba Lulú, pero bien que los valía, Lulú hacía cosas que las demás chicas no querían hacer, claro que ahora es todo un relajo y todos andan haciendo chanchadas con todos y no tienen que pagar nada. ¿Pero por qué me hace hablar de Lulú, que me agarra la nostalgia?  Usted siempre igual joven, si hablamos de chorizos me saca el tema de las carreras de lanchas, y yo no tengo ningún problema en hablar de carreras de lanchas, que yo tenía un primo que tenía una lancha, claro que no corría carreras, la usaba para ir a pescar, pero ahora hablamos de chorizos. ¡No, de teléfonos celulares! ¿Usted está bien, joven? Porque mire que no se puede hablar por teléfono desde un chorizo, ¿sabe?.

Y los teléfonos que usábamos nosotros no tenían figuritas, y musiquitas y cámaras de fotos y calculadora y todos esos firindulis que se usan ahora, ¿sabe?. No, eran unos aparatos grandes como un ladrillo, ¿usted vió los ladrillos?¿Que se usan para hacer casas? Bueno, así de grandes, pero costaban mucho más que un ladrillo, entonces no todo el mundo tenía teléfono celular, yo tenía porque me lo daba mi empresa, y un poco me molestaba porque me podían llamar en cualquier momento. Sí, ahora es normal, pero en esa época a uno todavía le gustaba estar tranquilo sin que lo molestara nadie. 

Claro que igual las baterías de esos teléfonos duraban muy poco, entonces uno siempre tenía la excusa de que se había quedado sin batería. Jeje, yo siempre decía eso,a las cinco de la tarde apagaba el dichoso teléfono y si al otro día alguien me decía que había tratado de llamarme yo le decía que me había quedado sin baterías. También podía ser que no hubiera señal, era muy común eso, ¿sabe?. Bueno, ahora también, pero menos.

Y los aparatos tenian una pantalla negra con números rojos, que te mostraban el número que ibas marcando, y nada más. ¿Para qué necesita algo más, si el teléfono es para hablar por teléfono? 

Pero no, a algún genio se le ocurrió que eso no alcanzaba, entonces le fueron agregando firindulis y ahora están todos como paparulos haciendo toda clase de cosas con el aparato, escuchan música, miran películas, sacan fotos, escriben, juegan, de todo, vea. Oiga, ¿me está prestando atención? Deje de mirar esa pantallita un minuto , ¿quiere?

Como le decía, andábamos por ahí con el revólver, no, no, con el teléfono, y hablábamos poco porque también se decía que si hablabas mucho se te freía el cerebro, o te salían cálculos en la vesícula, o algo. Es que tenían una radiación medio fuerte, esos teléfonos. Me contó un amigo que su cuñado conoce a un tipo de un banco que una vez cuando fue a sacar plata, se lo encontró, porque el tipo del banco siempre está en el banco, es que trabaja ahí, en cambio el cuñado de mi amigo va solamente cuando tiene que sacar plata. No se por qué no usa los cajeros automáticos, será que es medio inútil con la electrónica, hay gente así. ¿Eh, qué le dijo qué a quién? ¡Ah, sí! Le dijo que un tipo en el banco estaba hablando por teléfono celular y se murió. De un infarto, me parece. O lo atropelló un auto a la salida, no estoy seguro. Por eso le digo que no hay que hablar tanto por celular, ¿sabe?. Igual ahora lo que menos hacen es hablar. ¿Puede parar de apretar botoncitos, joven?. Me está poniendo nervioso.

Ah, y una cosa, los teléfonos de antes hacían "ring-ring" o "pirulí-pirulí", no como ahora que uno está en cualquier parte y suenan toda clase de ruiditos raros, y músicas, y no falta el gracioso que le pone al teléfono una cosa que grita "¡Eh, Mamerto, teléfono!", imagínese que uno está, por ejemplo, en una reunión de Escribanos y justo lo llaman y se escucha "¡Eh, Mamerto, teléfono!". Un papelón, a quién se le ocurre llamarse Mamerto.

Buenas noches.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Al vuelo III

De vez en cuando me pasa, como ahora, que no me faltan ideas para escribir un artículo, y sin embargo lo empiezo y al tercer o cuarto párrafo me doy cuenta de que no me gusta. En esos momentos me siento como si hubiera estado pintando el piso de la habitación y a la mitad de la tarea me diera cuenta de que la puerta quedó del otro lado. 

Este tipo de artículos que arbitrariamente denomino al vuelo, donde me comprometo a escribir sin preocuparme por el resultado ni el tema y sin detenerme a corregir lo escrito deben ser el equivalente a los ejercicios de digitación que hacen los pianistas antes de tocar una pieza de verdad. 

Claro que no me atrevería a llamar a mis artículos una pieza de verdad, quizás mis escritos habituales son los ejercicios de digitación, y esto que estoy escribiendo es algo así como hacer crujir los dedos. La obra de verdad sería, quién sabe, ese libro que probablemente nunca escriba. Se me dirá que tampoco se puede estar haciendo ejercicios de digitación todo el tiempo, y yo diré que por qué no, si a mí me divierte.

La palabra diversión está tan asociada a disfrute, recreo y pasatiempo que frecuentemente se olvida que también quiere decir desviar la atención, distraer. Por eso cuando de niño yo veía películas o leía libros sobre guerras donde se mencionaba que tal o cual ejército había hecho un ataque de diversión yo me imaginaba soldados vestidos de payasos, música, papel picado. El enemigo seguramente se uniría a la fiesta y entonces otros soldados pero sin disfraz irían y les robarían todas las municiones. Yo hubiera sido un estratega genial, con un par de batallones muy fiesteros hubiera terminado la Segunda Guerra Mundial en tres o cuatro días.

Estrategia y táctica son dos conceptos que suelen emplearse en forma más o menos indistinta, pero no significan exactamente lo mismo. Supongamos que usted quiere el puesto de su jefe. Como usted es un miserable sin una pizca de talento, decide emplear la estrategia de involucrar a su superior en un escándalo para que lo despidan de la empresa. Su táctica será, por ejemplo, convencerlo de que su esposa tiene amoríos con González de Contaduría, y entonces va y le llena la cabeza con  que González esto, que González aquello, hasta que el tipo no da más y lo agarra a González de Contaduría y lo tira del quinto piso. Ahora su ex jefe va a ir preso, y lo mejor de todo es que usted odiaba a González, de Contaduría . Me corrijo . Usted no es un miserable sin una pizca de talento, es un miserable sumamente eficaz. Mis respetos.

Me cuesta mucho escribir sumamente, tiendo a escribir sumamante. Que es una palabra que podría tener, si existiera, un montón de acepciones. 

He llegado a ese punto en el cual si no dejo de pintar el piso me voy a quedar otra vez del lado equivocado de la habitación, así que mejor dejo el rodillo y espero a que se seque la pintura.

Buenas noches.

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