El hombre está intentando seducir a la señorita de buen ver. En un momento de la velada, ella le pregunta a qué se dedica, y el contesta, con cierto afectado orgullo:
-Soy Director Adjunto de la Subsecretaría de Programación Regional para la Coordinación de Subsecretarías Regionales del Plan Nacional de Recuperación y Descentralización de la Administración de Recursos Marginales.
-Oh -dice ella- qué interesante.
-¿De veras?
-No, pero no me gusta ver llorar a los hombres. ¿Está usted llorando?
-No, no, es una alergia.
-¿Alergia a qué cosa?
-A mi patética vida.
Ya sea que usted trabaje en un empresa privada o sea un eficaz y productivo (jiji) miembro de la Administración Pública, hay una manera bastante precisa de determinar qué grado de influencia tiene en las decisiones que realmente importan: mientras más largo sea su título, más alejado estará de quienes cortan el bacalao.
Así, el infortunado muchacho del acápite probablemente pase sus jornada laborales escribiendo memorandos que nadie leerá y fantaseando con abandonar todo y dedicarse al tráfico de válvulas solenoides (vamos, no me diga que usted nunca ha fantaseado con dedicarse al tráfico de válvulas solenoides).
En cambio, imaginemos el siguiente diálogo (el hombre intentando seducir a la señorita y todo eso...)
-Trabajo en la Policía Secreta.
-Oh, ¿y cuál es su puesto?
-Soy el Jefe.
-Qué impresionante. ¿Puede mandar a matar gente?
-No puedo darle esa información. Pero digamos que le conviene que esta velada termine en una sesión de sexo particularmente salvaje.
Nótese la extrema brevedad del título del segundo muchacho. "Jefe". Simple, conciso (y en este caso perturbadoramente sugerente).
Y es que cada palabra añadida a su tarjeta de negocios representa un nivel de responsabilidad por encima del suyo. Un título de una sola palabra es poderoso (Presidente), una palabra compuesta un poco menos (Vicepresidente), dos palabras ya no son tan buenas (Gerente General), y si seguimos descendiendo podemos encontrar al Asistente del Subjefe de Departamento de Contabilidad, que ya comienza a darnos un poquito de pena.
Algo parecido pasa con los nombres de las empresas. Si le nombran a la Compañía Integral de Recreación Canina, puede ser que a primera vista le suene muy profesional, pero no es más que un tipo y su cuñado, que sacan a pasear los perros de gente ocupada (probablemente redactando memorandos inútiles).
La empresas realmente poderosas tienen nombres cortos (Apple, Microsoft, Samsung, Coca-Cola), y si en alguna época fueron largos (International Business Machines, Minnesota Mining and Manufacturing) luego los reemplazaron por siglas o abreviaturas (IBM, 3M). Los máximos jerarcas de esas mismas empresas tienen títulos que se escriben con siglas de tres letras: CEO, CFO, CIO.
Incluso las personas adoptan nombres mas cortos a medida que ganan dinero y poder: William Henry Gates III, es simplente, "Bill".
Entonces, estimado lector, si usted tiene un trabajo cuya descripción sea de una o dos palabras, felicitaciones. También es digno de mi respeto si no existe descripción alguna (por ejemplo, trabaja en Mueblerías "Roberto", y usted es Roberto).
Pero, si en cambio tiene una tarjeta de presentación que se pliega como un mapa de carreteras porque no hay otra manera de que su título quepa en una tipografía legible, tal vez sea hora de que empiece a hacer un pequeño estudio de mercado sobre las válvulas solenoides.
Buenas noches.
Bugman
Asistente del Subdirector Interino de Generación de Contenidos de la Dirección de Publicaciones en Medios no Tradicionales de Los Sin-logismos de Él Mismo.
PD: Me acabo de enterar de que falleció Dennis Hopper. Y bastante cerca de mi fecha de cumpleaños. Perturbador.