Tweet
El inestimable lector apodado Rata me acerca la noticia de que los noruegos están construyendo "un depósito mundial de semillas en Svalbard, en el Océano Artico, para asegurar la continuidad de las especies agrícolas y del ser humano en caso de catástrofes naturales, guerras nucleares o sabotajes terroristas." La noticia completa la pueden encontrar aquí.
Todo muy bonito, muy altruístas estos noruegos.
Pero por supuesto, yo no me lo creo. Tengo razones para desconfiar de lo que hacen estos muchachos, que ya nos hicieron una broma con lo del pinguino . Todavía se deben estar riendo (sólo un poco).
"Bueno", me dirá el inquieto lector, "¿Entonces qué están haciendo los noruegos allá en Svalbard?".
Como podrán entender, no puedo irme hasta el océano Artico a chusmear las instalaciones, paseándome por ahí con la manos en los bolsillos y silbando una tonadilla nórdica mientras le pregunto al pasar a un operario "Che, Olaf, ¿en qué andan ahora? ¿Qué es esa cajota?", sobre todo porque estoy vigilado , pero puedo hacerles llegar a ustedes estas 7 hipótesis, fruto de más de 16 minutos de reflexión:
1) Están incubando una nueva raza híbrida de noruegos con genes brasileros y argentinos para producir unos individuos mezcla de Maradona, Ronaldinho y Olaf el Vikingo, y ganar así todos los campeonatos mundiales de fútbol hasta que por fin el mundo se de cuenta de que el fútbol es aburrido.
2) Están construyendo una nave espacial para mandarse a mudar en cuanto las papas quemen. ¿Que adonde se van a ir? Que se yo... a Finlandia, que es otro país sospechoso. ¿Y por qué no se van en auto, en barco o a pie, que para eso Finlandia les queda ahí cerquita? No se, son noruegos.
3) Están construyendo esa especie de refugio pero adentro no van a guardar ninguna semilla, sino una recopilación de los mejores 35 millones de chistes de fiordos, que es lo único que les interesa preservar si se arma la podrida.
4) En realidad no van a guardar ninguna semilla, sino a los 400 noruegos más notables junto con una inmensa provisión de bacalao, así si se pudre todo ellos van a seguir siendo una raza evolucionada, mientras el resto de los sobrevivientes vamos a estar pegándonos garrotazos en la cabeza por la posesión de una cucaracha.
5) Como una muestra del típico humor noruego (excluyendo los chistes de fiordos), lo único que van a guardar ahí son porotos. Por alguna razón, los noruegos se mueren de risa cuando a uno de nosotros nos dan flatulencias. No, ellos no se tiran peditos.
6) Van a guardar ahí su arsenal de armas de destrucción masiva, consistente en espinas de bacalao.
7) No se me ocurre nada más, pero había escrito que iba a presentar 7 hipótesis y yo soy capaz de negar el segundo principio de la termodinámica con tal de tener razón.
Buenas noches.
lunes, 26 de junio de 2006
martes, 13 de junio de 2006
Panegírico del Pelado
Tweet
Hay quienes llevan la alopecía como una carga, recurriendo a toda clase de ridículos procedimientos para ocultar su condición. Los verán peinando sus cabellos supérstites en inverosímiles diseños, ocultándose bajo artificiales cabelleras de dudosos colores, cubriéndose con sombreros inefables, frotándose la testa con menjunjes variopintos, en fin, proclamando a la humanidad que se sienten menos por el simple hecho de haber sido señalados por la genética para pertenecer un grupo que lleva como característica el no tener pelos en la cabeza.
Desprecio enfáticamente a estos estos calvos indignos, y en cambio saludo con enorme respeto a sus opuestos, de los que formo parte con orgullo: los Pelados con mayúscula. Ya sea que rapemos a cero nuestros restos capilares, los dejemos crecer con despreocupación o les prodiguemos frugales y mínimos cuidados, jamás nos veremos tentados por la opinión superficial de la estética dominate, que supone que sólo quienes ostentan densas matas surgiendo de sus cráneos son ejemplares dignos del homo sapiens.
Antes bien lucimos desafiantes nuestra testuz yerma, soportando con estoicismo las inclemencias de los crudos inviernos y de los soles abrasantes, y recibimos con sincera indiferencia toda clase de epítetos acuñados por chuscos greñudos, porque las palabras de los chistosos de ocasión resbalan por nuestras calvas lisas para caer por su propio peso hacia los más bajos estratos de la estulticia.
Sonreímos indulgentes al ocurrente que nos propone como referencia geográfica señalando que "el Sr. González es ese que está parado allí, al lado del pelado". Contestamos mordaces ante las sempiternas preguntas de los simpaticones que cuando nos lavamos la cara nos detenemos en el trasero, que nos lustramos la mollera con cera para automóviles, que en efecto diferenciamos cabezas de rodillas porque son estas últimas las que generosamente abren sus mujeres ante nuestras lampiñas presencias.
Los Pelados no recurrimos a leyendas hormonales para alegar supuestas compensaciones naturales; no es nada lo que perdimos, nada habremos de ganar a cambio.
Lejos de afeites, tocados, tinturas, peinados, shampúes, estilistas y otros engaños los Pelados partimos a la conquista provistos únicamente de armas nobles, desdeñando a los pavos reales que sin sus plumas vistosas serían simplemente, pavos.
Atrás han quedado las épocas en que una cabeza despoblada era signo de locura, intervención quirúrgica, fantismo religioso o enfermedad. La evolución está de nuestro lado, los hirsutos son un anacronismo, un resabio de nuestros antepasados simiescos y un hombre cuya frente se detenga apenas arriba de sus cejas para dar paso a pelambres intrincadas y cochambrosas parece una estampa de museo de ciencias naturales al lado del elegante perfil de un Pelado de ley.
Somos Pelados, y si alguna vez en nuestra juventud temprana intentamos combatir nuestro insobornable destino fue porque no supimos entonces apreciar el regalo que Natura nos ofrecía, y cuando nos rendimos en esa lucha imposible, fue cuando disfrutamos de la victoria. Portamos laureles invisibles coronando nuestras molleras límpidas, tan desprovistas como las del mismísimo Julio César.
De manera que no se confunda la gente del común: nada tiene que ver un calvo acomplejado y temeroso con un Pelado ufano y arrogante, existe entre ellos parecida relación que entre un lamentable pollino y un caballo pour sang de porte real.
Joven que lees estas líneas y observas preocupado cómo lentamente tu frente se despeja, como una tonsura de santo se insinúa en tu coronilla, abandona toda lucha: si tu hombría, tu talento, tu presencia y tu belleza residen en lo que excreta tu epidermis, entonces nunca has tenido ninguna de esas cosas, y perderás. Si en cambio has cultivado aquello que está por dentro y no por fuera de tu crisma, entonces ya has ganado, y marcharás triunfante junto a nosotros, los felices, los serenos, los elegidos cófrades de un glorioso ejército de señeros portadores de relucientes calvas que brillan insolentes bajo los primeros rayos de un venturoso amanecer. Serás un Pelado, joven, y no podrás estar más feliz de serlo.
Buenas noches
Desprecio enfáticamente a estos estos calvos indignos, y en cambio saludo con enorme respeto a sus opuestos, de los que formo parte con orgullo: los Pelados con mayúscula. Ya sea que rapemos a cero nuestros restos capilares, los dejemos crecer con despreocupación o les prodiguemos frugales y mínimos cuidados, jamás nos veremos tentados por la opinión superficial de la estética dominate, que supone que sólo quienes ostentan densas matas surgiendo de sus cráneos son ejemplares dignos del homo sapiens.
Antes bien lucimos desafiantes nuestra testuz yerma, soportando con estoicismo las inclemencias de los crudos inviernos y de los soles abrasantes, y recibimos con sincera indiferencia toda clase de epítetos acuñados por chuscos greñudos, porque las palabras de los chistosos de ocasión resbalan por nuestras calvas lisas para caer por su propio peso hacia los más bajos estratos de la estulticia.
Sonreímos indulgentes al ocurrente que nos propone como referencia geográfica señalando que "el Sr. González es ese que está parado allí, al lado del pelado". Contestamos mordaces ante las sempiternas preguntas de los simpaticones que cuando nos lavamos la cara nos detenemos en el trasero, que nos lustramos la mollera con cera para automóviles, que en efecto diferenciamos cabezas de rodillas porque son estas últimas las que generosamente abren sus mujeres ante nuestras lampiñas presencias.
Los Pelados no recurrimos a leyendas hormonales para alegar supuestas compensaciones naturales; no es nada lo que perdimos, nada habremos de ganar a cambio.
Lejos de afeites, tocados, tinturas, peinados, shampúes, estilistas y otros engaños los Pelados partimos a la conquista provistos únicamente de armas nobles, desdeñando a los pavos reales que sin sus plumas vistosas serían simplemente, pavos.
Atrás han quedado las épocas en que una cabeza despoblada era signo de locura, intervención quirúrgica, fantismo religioso o enfermedad. La evolución está de nuestro lado, los hirsutos son un anacronismo, un resabio de nuestros antepasados simiescos y un hombre cuya frente se detenga apenas arriba de sus cejas para dar paso a pelambres intrincadas y cochambrosas parece una estampa de museo de ciencias naturales al lado del elegante perfil de un Pelado de ley.
Somos Pelados, y si alguna vez en nuestra juventud temprana intentamos combatir nuestro insobornable destino fue porque no supimos entonces apreciar el regalo que Natura nos ofrecía, y cuando nos rendimos en esa lucha imposible, fue cuando disfrutamos de la victoria. Portamos laureles invisibles coronando nuestras molleras límpidas, tan desprovistas como las del mismísimo Julio César.
De manera que no se confunda la gente del común: nada tiene que ver un calvo acomplejado y temeroso con un Pelado ufano y arrogante, existe entre ellos parecida relación que entre un lamentable pollino y un caballo pour sang de porte real.
Joven que lees estas líneas y observas preocupado cómo lentamente tu frente se despeja, como una tonsura de santo se insinúa en tu coronilla, abandona toda lucha: si tu hombría, tu talento, tu presencia y tu belleza residen en lo que excreta tu epidermis, entonces nunca has tenido ninguna de esas cosas, y perderás. Si en cambio has cultivado aquello que está por dentro y no por fuera de tu crisma, entonces ya has ganado, y marcharás triunfante junto a nosotros, los felices, los serenos, los elegidos cófrades de un glorioso ejército de señeros portadores de relucientes calvas que brillan insolentes bajo los primeros rayos de un venturoso amanecer. Serás un Pelado, joven, y no podrás estar más feliz de serlo.
Buenas noches
miércoles, 7 de junio de 2006
Los buscas
Tweet
Así llega la gente a esta página. Buscando, por ejemplo:
vieja lavanda fulton
Oiga, vaya a la farmacia que aquí no usamos perfume de vejetes...todavía.
dibujo perezoso de la era del hielo
Hay que ser específico...y tener mucho tiempo libre.
caracteristicas de bugman
Ah, no. Si quieren conocerme, tendrá que ser a suerte y verdad. Que no todo lo que escriben sobre mí es cierto. ¿Escriben sobre mí? ¿Es cierto?
lada laika historia
Debe ser algo así: un ruso diseñó un auto, y le puso Laika en honor a la perra que fué al espacio. Qué lindo título para una novela: "La Perra que fue al Espacio".
diccionarioarabe españoñ
Bueno, así dice. Debe ser "árabe español", supongo. Yo en árabe puedo decir almohada, alfajor, y Alhambra.
triangulo alimentario
¡Gracias a mi prédica, dejaron de llamarlo "pirámide"!
imagenes de erisipela porcina
No me digan que esa enfermedad existe y todo...
defectos bugman
Vamos, esto sí que está bueno. Alguien que quiere conocer mis defectos pero ni siquiera se molesta en preguntarle a alguien que me conozca. SU defecto, mi estimado internauta, es que es demasiado perezoso. (Y encima lo busca 2 veces). Esta bien, si insiste, le digo : mi mayor defecto es...no, mejor no le digo nada.
funcional hiela para el orzuelo
Un tanto críptico, el muchacho. ¿Será uno de los hermanos Pica?
organon de la medicina hahneman
¡Un simpatizante de la homeopatía! Pero no me dejó ningún cometario indignado.
veni bugman
Ya voy, ya voy...
la pelicula de bugman
¿Cómo se enteraron? Bueno, está bien, sí. Y el protagonista va a ser este actor
Buenas noches.
Así llega la gente a esta página. Buscando, por ejemplo:
vieja lavanda fulton
Oiga, vaya a la farmacia que aquí no usamos perfume de vejetes...todavía.
dibujo perezoso de la era del hielo
Hay que ser específico...y tener mucho tiempo libre.
caracteristicas de bugman
Ah, no. Si quieren conocerme, tendrá que ser a suerte y verdad. Que no todo lo que escriben sobre mí es cierto. ¿Escriben sobre mí? ¿Es cierto?
lada laika historia
Debe ser algo así: un ruso diseñó un auto, y le puso Laika en honor a la perra que fué al espacio. Qué lindo título para una novela: "La Perra que fue al Espacio".
diccionarioarabe españoñ
Bueno, así dice. Debe ser "árabe español", supongo. Yo en árabe puedo decir almohada, alfajor, y Alhambra.
triangulo alimentario
¡Gracias a mi prédica, dejaron de llamarlo "pirámide"!
imagenes de erisipela porcina
No me digan que esa enfermedad existe y todo...
defectos bugman
Vamos, esto sí que está bueno. Alguien que quiere conocer mis defectos pero ni siquiera se molesta en preguntarle a alguien que me conozca. SU defecto, mi estimado internauta, es que es demasiado perezoso. (Y encima lo busca 2 veces). Esta bien, si insiste, le digo : mi mayor defecto es...no, mejor no le digo nada.
funcional hiela para el orzuelo
Un tanto críptico, el muchacho. ¿Será uno de los hermanos Pica?
organon de la medicina hahneman
¡Un simpatizante de la homeopatía! Pero no me dejó ningún cometario indignado.
veni bugman
Ya voy, ya voy...
la pelicula de bugman
¿Cómo se enteraron? Bueno, está bien, sí. Y el protagonista va a ser este actor
Buenas noches.
jueves, 1 de junio de 2006
El mundo unido por un balón
Tweet
No me gusta el fútbol. No hay en esta afirmación deseo alguno de autoerigirme en un ser humano egregio, de intensa vida intelectual que desprecia a todo aquel que prefiera a Maradona antes que a Cervantes. Nada de eso, pienso que seguramente me estoy perdiendo de gran cosa, a juzgar por las multitudes que siguen con pasión las evoluciones de los jugadores en el campo corriendo detrás de la vejiga esférica.
Es cierto, alguna vez he jugado un partido, más que nada por la necesidad de los contendientes de completar un equipo. De nada sirvieron mis advertencias acerca de mi escasa solvencia, y mi convicción de que en todo caso mi aporte al equipo siempre sería aplaudido por los contrarios. Lo lamento, muchachos, no estoy diseñado para el balompié (y para casi ningún deporte peloteril).
Confieso que en esas contadas ocasiones tuve algún momento de esparcimiento casi siempre a expensas de mí mismo, pero al parecer las torpezas de un jugador no divierten a sus compañeros, de modo que las cosas terminaron en general en amargas discusiones que yo observé con una mezcla de incredulidad y regocijo.
Ver fútbol es para mí algo tan aburrido como quedarse encerrado en un ascensor con un contador público diplomado. No entiendo a los aficionados que a falta de un partido donde participe su equipo preferido, ven cualquier otro. Recuerdo que hace muchos años por alguna razón que se me escapa hubo una larga temporada en la cual no hubo partidos locales de fútbol. Uno supondría que los hinchas aprovecharían el receso para hacer otras cosas, qué se yo, pintar la casa, y que los canales de televisión pondrían películas, documentales o dibujitos animados para cubrir las largas horas que de repente les quedaban vacías en la programación. Pues no, pasaban fútbol. Los campeonatos griegos, rusos, haitianos o croatas eran seguidos con interés por multitud de fanáticos vernáculos que a los pocos días ya se habían hecho simpatizantes del Olimpik Espartacus, el Vudú Boys o el Stolenkyaia de Minsk. Toda esta introducción viene al caso para decir que para alguien que no disfruta el deporte de la pelota, el hecho de que se acerque el Capeonato Mundial no es precisamente una buena noticia.
Con meses de anticipación una legión de anunciantes de los más variados productos nos avisan (como si hiciera falta) que gran acontecimiento se avecina. Las empresas se disputan el extraño privilegio de ser "el producto oficial" del campeonato o de la selección. Tenemos la cerveza oficial, la camiseta oficial, el teléfono celular oficial, el chicle oficial, la pizza de jamón y morrones oficial, el hilo de coser oficial y el talco para bebés oficial. Todo acompañado de largas piezas publicitarias que apelan a las imágenes en cámara lenta, las canciones pegadizas y muchas banderas.
Las polémicas sobre si el director técnico hizo bien en seleccionar a tal o cual jugador se multiplican, y todos participan como expertos.
Se hacen apuestas, se arriesgan pronósticos, se preparan cábalas, se anticipan reuniones, se postergan proyectos y se compran televisores grandotes.
Como resultado, aún antes de que empiece a rodar el balón, el Mundial me tiene harto.
Oscuros días vendrán, con gente hablando de fútbol, viendo fútbol, comiendo fútbol, respirando fútbol.
Yo pienso aprovechar las horas en que nuestra selección dispute sus encuentros para pasear, desplazarme con el auto cómodamente por la ciudad, hacer compras y molestar a los comerciantes con preguntas mientras miran la tele de reojo. Si nuestro equipo gana uno o más partidos seguramente la gente saldrá a las calles a festejar, y entonces yo podré ir al cine. Probablemente no tenga de qué hablar con la gran mayoría de la gente, pero eso no me preocupa, porque por regla general yo nunca hablo con la gran mayoría de la gente. Y si por azar Argentina gana el campeonato, quizás me contagie un poco de la alegría imperante y desbordado de fervor y entusiasmo, diga en voz muy bajita : viva.
Citas:
"Por fin terminó esa fiesta canalla." (Jorge Luis Borges, con motivo de la finalización del Mundial de 1978).
"...ven pasivamente cómo corren por el terreno sus jugadores y los rivales. Cuando sus jugadores marcan un gol, caen en éxtasis y cuando lo hacen los contrarios, caen en la desesperación. Su felicidad e infelicidad dependen de los caprichos de una bola inflada y en caso de la derrota sus caras tienen un aspecto del fin del mundo". (Janez Drnovsek, Presidente de Eslovenia).
"Igual siempre gana Brasil." (Bugman)
Buenas noches
No me gusta el fútbol. No hay en esta afirmación deseo alguno de autoerigirme en un ser humano egregio, de intensa vida intelectual que desprecia a todo aquel que prefiera a Maradona antes que a Cervantes. Nada de eso, pienso que seguramente me estoy perdiendo de gran cosa, a juzgar por las multitudes que siguen con pasión las evoluciones de los jugadores en el campo corriendo detrás de la vejiga esférica.
Es cierto, alguna vez he jugado un partido, más que nada por la necesidad de los contendientes de completar un equipo. De nada sirvieron mis advertencias acerca de mi escasa solvencia, y mi convicción de que en todo caso mi aporte al equipo siempre sería aplaudido por los contrarios. Lo lamento, muchachos, no estoy diseñado para el balompié (y para casi ningún deporte peloteril).
Confieso que en esas contadas ocasiones tuve algún momento de esparcimiento casi siempre a expensas de mí mismo, pero al parecer las torpezas de un jugador no divierten a sus compañeros, de modo que las cosas terminaron en general en amargas discusiones que yo observé con una mezcla de incredulidad y regocijo.
Ver fútbol es para mí algo tan aburrido como quedarse encerrado en un ascensor con un contador público diplomado. No entiendo a los aficionados que a falta de un partido donde participe su equipo preferido, ven cualquier otro. Recuerdo que hace muchos años por alguna razón que se me escapa hubo una larga temporada en la cual no hubo partidos locales de fútbol. Uno supondría que los hinchas aprovecharían el receso para hacer otras cosas, qué se yo, pintar la casa, y que los canales de televisión pondrían películas, documentales o dibujitos animados para cubrir las largas horas que de repente les quedaban vacías en la programación. Pues no, pasaban fútbol. Los campeonatos griegos, rusos, haitianos o croatas eran seguidos con interés por multitud de fanáticos vernáculos que a los pocos días ya se habían hecho simpatizantes del Olimpik Espartacus, el Vudú Boys o el Stolenkyaia de Minsk. Toda esta introducción viene al caso para decir que para alguien que no disfruta el deporte de la pelota, el hecho de que se acerque el Capeonato Mundial no es precisamente una buena noticia.
Con meses de anticipación una legión de anunciantes de los más variados productos nos avisan (como si hiciera falta) que gran acontecimiento se avecina. Las empresas se disputan el extraño privilegio de ser "el producto oficial" del campeonato o de la selección. Tenemos la cerveza oficial, la camiseta oficial, el teléfono celular oficial, el chicle oficial, la pizza de jamón y morrones oficial, el hilo de coser oficial y el talco para bebés oficial. Todo acompañado de largas piezas publicitarias que apelan a las imágenes en cámara lenta, las canciones pegadizas y muchas banderas.
Las polémicas sobre si el director técnico hizo bien en seleccionar a tal o cual jugador se multiplican, y todos participan como expertos.
Se hacen apuestas, se arriesgan pronósticos, se preparan cábalas, se anticipan reuniones, se postergan proyectos y se compran televisores grandotes.
Como resultado, aún antes de que empiece a rodar el balón, el Mundial me tiene harto.
Oscuros días vendrán, con gente hablando de fútbol, viendo fútbol, comiendo fútbol, respirando fútbol.
Yo pienso aprovechar las horas en que nuestra selección dispute sus encuentros para pasear, desplazarme con el auto cómodamente por la ciudad, hacer compras y molestar a los comerciantes con preguntas mientras miran la tele de reojo. Si nuestro equipo gana uno o más partidos seguramente la gente saldrá a las calles a festejar, y entonces yo podré ir al cine. Probablemente no tenga de qué hablar con la gran mayoría de la gente, pero eso no me preocupa, porque por regla general yo nunca hablo con la gran mayoría de la gente. Y si por azar Argentina gana el campeonato, quizás me contagie un poco de la alegría imperante y desbordado de fervor y entusiasmo, diga en voz muy bajita : viva.
Citas:
"Por fin terminó esa fiesta canalla." (Jorge Luis Borges, con motivo de la finalización del Mundial de 1978).
"...ven pasivamente cómo corren por el terreno sus jugadores y los rivales. Cuando sus jugadores marcan un gol, caen en éxtasis y cuando lo hacen los contrarios, caen en la desesperación. Su felicidad e infelicidad dependen de los caprichos de una bola inflada y en caso de la derrota sus caras tienen un aspecto del fin del mundo". (Janez Drnovsek, Presidente de Eslovenia).
"Igual siempre gana Brasil." (Bugman)
Buenas noches
Suscribirse a:
Entradas (Atom)