lunes, 2 de abril de 2007

Grandes Olvidados (II) : El Gran Circo Grand. Capítulo 5

¿Y ustedes pensaron que después de haber trabajado tanto en la historia de los hermanos Grandichenko la iba a abandonar así como así? Confieso que tuve ganas, pero se equivocaron.

Previamente, en "Grandes Olvidados (II) : El Gran Circo Grand"...
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Y ahora, otro capítulo:

El viaje de Iván Nicolaievich Korsacovsky a Buenos Aires en 1917 poco tuvo que ver con el accidentado periplo de los sufridos patateros Dimitri y Feodor.
Iván llegó en un lujoso buque de línea, luego de pasar una temporada en Europa.

Su padre, descendiente directo del zar Nicolás I, y jefe de una de las familias más acaudaladas de Rusia, lo había embarcado con la excusa de "enviarlo a conocer el mundo". Pero lo cierto es que la cosa estaba un tanto agitada en la tierra del vodka y sabiendo que podía anticiparse que los bolcheviques no serían precisamente amables con la familias nobles, el viaje de Iván era antes que nada, una forma de protegerlo de la furia revolucionaria.

Fue por esto que al despedirse, emocionado le dijo a su único hijo dos cosas: una, "que no dudara en prolongar su estadía allí donde viera que la vida le resultara atractiva" y la otra, que "cuidara con especial celo la maleta azul".

Iván era un joven de 20 años, culto, refinado y ávido de aventuras, de manera que no hizo ningún reparo a la travesía. Estando ya en altamar, sintió curiosidad por el contenido de la famosa maleta y al abrirla dedujo inmediatamente que su viaje sería solamente de ida. Gran parte de la fortuna de su familia se encontraba allí, en la forma exquisita de 25 huevos Fabergé primorosamente labrados.

Durante todo el trayecto el joven Iván repitió a los miembros de la tripulación la frase que habría de ser su sello personal hasta el fin de sus días:
"Por favor, no me rompan los huevos"

Luego de desembarcar en Buenos Aires Iván le escribió a su padre, preocupado porque las noticias que venían de Rusia no eran precisamente tranquilizadoras. Nunca obtuvo respuesta. La revolución había estallado, y él era un noble ruso en el exilio.

La alta sociedad porteña, siempre ávida de personajes pintorescos y de sangre azul lo acogió con los brazos abiertos. Iván era extrovertido y encantador, su elevada estatura y su porte real impresionaban por igual a hombres y mujeres y gracias a la precaución paterna era inmensamente rico.

Pronto fue un invitado obligado en cada banquete y cada familia de advenedizos comenzó a presentarle a sus mejores exponentes femeninas con la esperanza de emparentarse con una familia con títulos nobiliarios que no hubieran sido comprados a precio de liquidación a un conde europeo acosado por sus acreedores.

Iván pronto comprendió que Buenos Aires era ese lugar donde la "vida resultaría atractiva" y compró una mansión donde afincarse. Solía decir que "le había costado un huevo", lo cual era al mismo tiempo un humorada y una verdad. Se dedicó a comerciar con obras de arte obteniendo un notable éxito, lo cual le hizo acrecentar aún más su fortuna, y no tuvo necesidad de vender los 24 huevos Fabergé que le quedaban, a los que llamaba cariñosamente "los huevos de papá".

Pocos años después se casó con Margarita Sánchez Orellana Radcliff Thompson, una joven de familia patricia que lo conquistó precisamente rechazándolo en numerosas oportunidades. "Cosaco bruto", le decía, pero Iván lejos de ofenderse se reía y profería gritos salvajes y hacía la mímica de estar cabalgando como enloquecido.

Margarita murió en la extraña epidemia de fiebre reumática de 1925 (*), no sin antes darle una hija a Iván: Margarita Ivanovna.

En estos y otros recuerdos iba cavilando el ruso aquella tarde de 1944 cuando luego de ver la actuación de los patateros pidió hablar con el dueño del circo .

La oficina de Bartolini se encontraba a unos metros de la pista, y camino hacia allí, Iván pasó por la jaula donde Dimitri y Feodor seguían comentando los últimos sucesos en voz baja. Se detuvo frente a ellos y sonriendo los saludó:
Zdrastvuytyie!

Continuará...

Buenas noches.

(*) Lo extraño fue que le llamaran epidemia, ya que Margarita fue la única paciente registrada.

8 comentarios:

Angie dijo...

jajajajaja. "los huevos de papá" jajaja "por favor no me rompan los huevos"
hoy estoy muy simple pero me gustó este capítulo, mínimo ahora no les diste bichos de comer :)

¡...ya me estoy encariñando con esta historia!

¡besos!

MissRoxyMusic dijo...

Dimitri y Fedor!!!
Me he estado preguntando que seria de ellos?
Que pasara en el circo???
Por cierto Bugman, yo con uno de esos webos me compraria una bella casa!!!
No es extrana la muerte de Margarita?
Cada vez me gusta mas esta historia!
Te dejo Besos

Virginia dijo...

Pobres tipos...

al menos ya van mejorando...

¿le costo un huevo?, jajaja, en realidad ese juego de palabras es genial...

a los que les esta costando un huevo (o los dos) es a los hermanos Grandichenko...

Saludos!!!

Anónimo dijo...

SR BUGMAN MUY INTERESANTE SU ARTICULO SOBRE EL CIRCO TAMBIEN SU COMETARIO DE LOS BUGMAN SER USTER ESCRITO POR SU ARTICULOS ME PREGUNTO SI NO PURIEDA ESCRIBI SOBRES LAS VEGAS VIAJE ME GUSTO EL VIAJE ESCRIBE SOBRE SU FAMILIA BUGMAN Y DE LOS GALOS

Anónimo dijo...

HECTO LOPEZ S

Bugman dijo...

Angie, el hecho de que no lo escribiera no quiere decir que los Grandichenko estuvieran disfrutando de una comida gourmet...(jojo...los huevos de papá...jijiji)

Roxy, lo peor de todo es que ni yo mismo se que va a pasar después, espero tener los huevos de terminar la historia...(jojojo...los huevos...jejejej)


Virginia, sí...bueno, paremos un poco de hacer chistes de huevos, que me ...(jeje...un huevo...jijiji)

Héctor, me halaga mucho su atención, en serio, pero empiezo a sospechar que es usted un agente noruego. Dele mis saludos al rey Harald.

Pola dijo...

Ah... esa debe ser una de las características típicas de los Ivanes: "Siempre la gente se esfuerza por romperme los huevos" (en especial las cajeras del supermercado)... ¿karma?

Bugman dijo...

Pola, no conozco el supermercado Karma, debe ser hindú (lo siento, lo siento, estoy en uno de esos dìas, mil disculpas)

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