He recibido una simpática amenaza invitándome amablemente a actualizar el blog, y como yo soy muy sensible a los pedidos de esta naturaleza, aquí está lo que salió. A mi querido amenazante, le advierto que esto es lo que se obtiene cuando me hacen trabajar bajo presión.
Entre las 23432 cosas que me ponen nervioso, está la falta de precisión en el lenguaje. Me refiero al leguaje cotidiano, que si los técnicos de la NASA le dijeran al jefe de misión que apunten el transbordador "más o menos por donde está esa estrella azulcita", imagino que irían a parar a la estrella azulcita impulsados mediante propulsión pédica.Y es que la gente (para los que no son lectores habituales, cuando yo digo "la gente quiero decir "todos menos yo") tiene la tendencia a manejarse con datos deliberadamente vagos. Tengo la teoría de que al actuar así evitan hacerse responsables de las consecuencias de sus decires. En efecto, se tiene por costumbre que si alguien te dice que va a estar en determinado lugar " a eso de las 8", (o peor aún "tipo las 8 "), se dará por cumplido si llega entre las 7:45 y las 8:15, siendo aún estos amplios límites inexplicablemente elásticos.
Me resulta detestable que alguien diga que "está a 5 minutos" de donde está uno, porque eso es mentira en el 99,999999% de los casos. Si la persona viene en su automóvil, la única manera de cumplir ese plazo es que esté bajando en ese preciso momento de su coche ya estacionado, y que el punto de encuentro esté a menos de tres cuadras, siempre que no haya una avenida de por medio ni un ascensor que abordar. Claro que en ese caso, te dicen "ya llegué". Pero cómo demonios vas a haber llegado, si yo estoy acá y no te veo? Por qué diantres me llamás de tu celular si estás al lado mío? No llegaste nada, vas a tardar 15 minuto o más, me estás mintiendo, y te detesto!Si la llamada realizada desde el auto en movimiento tiene por objeto avisar que están "a 15 minutos", póngase cómodo. La única manera de llegar adonde está usted en 15 minutos es en helicóptero. Y que usted esté parado en el helipuerto. Y que no haya viento.
Otro aspecto de la falta de precisión se refiere a las direcciones. No me explico por qué pero las personas prefieren abundar en todo tipo de detalles intrascendentes cuando deben decirte dónde está un lugar. En vez de decirte "Nos encontramos en el restaurante "El bife alegre" que queda en Capitán Tarambuso 3452" prefieren "Nos encontramos en el restaurante de los bifes, queda en Capitán Tarambuso, o en Juan de la Mocha, es ahí donde están todos los restaurantes, tiene una entrada con un toldito verde, fijate, es el que tiene un tipo parado en la puerta".Pensando en que quizás podamos encontrar la dirección acudiendo a la bienamada Internet tratamos de saber cómo se llama el restaurante y nos dicen "el bife contento o algo así". Y allí vamos, como el protagonista de la novela "Mensaje a García". Si por obra del azar llegamos luego de recorrer media ciudad frenando abruptamente ante cualquier toldito verde con un tipo parado abajo, estaremos solos. Porque obviamente nos dijeron que iban a estar "tipo las 9" y apenas son las 8:30 (por supuesto, nosotros salimos con mucha anticipación para compensar nuestra ignorancia geográfica).
Esta falta de rigor también se manifiesta cuando hay que acudir a una esquina cualquiera. "En Intendente Paguzzi y Sargento López", nos dicen como si no supieran que hay 4 (CUATRO) esquinas que llenan ese requisito. Como llegamos antes que todos, nos paramos en una de las 4 posibles ubicaciones y barremos el horizonte metódicamente cual faro de Alejandría, hasta que el impreciso aparece (media hora tarde). Yo tengo un sistema de coordenadas absolutamente infalible para estos casos, que consiste en decir "calles x y z, par-par". Esto significa que voy a estar en la calle x del lado par de la numeración, en la intersección con la calle z, también del lado par. Como verán solo una esquina cumple la condición (puede ser par-impar, o impar-par, pero en ese caso puede haber una confusión en el orden , por eso prefiero par-par o impar-impar). Por supuesto, todos se ríen de mí.
En las zonas rurales esta vaguedad alcanza niveles épicos. Traten de preguntarle a un aparcero dónde queda la estancia de Fulano de Tal y se encontrarán tratando de averiguar cuántos kilómetros mide una legua, a qué distancia se tira un piedra o cuán alto puede volar un pájaro. Está bien, se disculpa en el campo, donde los minutos duran entre 60 y 450 segundos. (Pero yo sería feliz si el gaucho sacara del bolsillo de su bombacha un GPS y ofreciera sincronizarlo con el mío por medio del puerto infrarrojo).
También me resulta perturbador cuando alguien pretende darme idea de distancia utilizando unidades de tiempo: "Está muy lejos el cruce de San Peperonio?" "A 15 minutos". 15 minutos de qué? 15 minutos en bicicleta? 15 minutos caminado hacia atrás calzado con sandalias? Sí, es cierto. Uno puede deducir que está a 15 minutos desplazándose de la manera en que uno se desplaza cuando hace la pregunta, pero de todas maneras no es más fácil decir a 20 cuadras? Un poco de seriedad, señores. La única unidad de distancia que "parece" de tiempo es el año luz, e incluso esta es horriblemente mal utilizada cuando un ígnaro cualquiera dice muy suelto de cuerpo que tuvo que esperar "10 años luz" hasta que lo atendieron. Einstein se revuelve en la tumba mientras estruja un papel con la Teoría del Campo Unificado y se felicita por no haberla publicado nunca. Total los muy salames siguen explicando la Relatividad mientras comen empanadas esparciendo trocitos de carne picada al decir "Todo es relativo, macho, me entendés?".
Tal vez tenga mi de-formación ingenieril tenga algo que ver, pero estoy convencido de que la precisión es buena, no cuesta gran cosa y evita pérdidas de tiempo. A esta altura de mi vida si hubiera ahorrado todo el tiempo que perdí por culpa de la imprecisión ajena, probablemente dominaría el Esperanto. Me encantaría poder decir "calle Saragatuza esquina Bolaños, par-par" en Esperanto.
No me voy a extender sobre la notable tendencia femenina a describir dispositivos complejos con palabras como "cosito","ruedita" y "ganchito". Sobre todo porque entre los lectores puede haber alguna ingeniera que me espere a la salida de mi departamento y me atraviese con un "cosito" del tamaño de una cimitarra.
La única vez que la precisión me trajo algún problema, se debió paradójicamente a un malentendido. Yo había contratado los servicios de una mujer que venía una vez por semana a limpiar mi departamento, lo cual era maravilloso. En esa época les podía decir incluso de qué color era el piso. Y podía caminar sin que los zapatos se quedaran adheridos a una mancha parduzca de origen hipotéticamente orgánico. Esta mujer prestaba el mismo servicio en la casa de un amigo, que se entretenía en contarle historias un tanto escabrosas acerca de mi trabajo. De un modo obviamente impreciso le daba a entender a esta buena señora que yo tenía algo que ver con la policía, el ejército o alguna agencia de seguridad. Probablemente la abnegada doméstica fuera algo impresionable, y esto unido a que yo no me dedicaba a conversar con ella ni darle detalles de mis actividades iba conformando una extraña imagen de mi persona. Una mañana me llama este amigo para salir a andar en bicicleta y yo, con mi habitual precisión contesto "correcto, a las mil cuatrocientas, DTC". "DTC" significaba "Esquina del Arbol Peligroso" por sus siglas en inglés, que era un punto de referencia obligado desde que yo me había pegado un interesante porrazo contra el mentado árbol. Aparentemente esta especie de jerga de SWAT terminó de convencerla de que yo era un tipo poco recomendable. Puede ser que el hecho de que en ese momento yo me estuviera limpiando las uñas con un enorme cuchillo de paracaidista tuviera algo que ver. El asunto es que la fámula no volvió a aparecer nunca más. Y ahora tengo que decidir entre pasar la aspiradora o el arado por el piso de mi departamento.
Buenas noches.
Entre las 23432 cosas que me ponen nervioso, está la falta de precisión en el lenguaje. Me refiero al leguaje cotidiano, que si los técnicos de la NASA le dijeran al jefe de misión que apunten el transbordador "más o menos por donde está esa estrella azulcita", imagino que irían a parar a la estrella azulcita impulsados mediante propulsión pédica.Y es que la gente (para los que no son lectores habituales, cuando yo digo "la gente quiero decir "todos menos yo") tiene la tendencia a manejarse con datos deliberadamente vagos. Tengo la teoría de que al actuar así evitan hacerse responsables de las consecuencias de sus decires. En efecto, se tiene por costumbre que si alguien te dice que va a estar en determinado lugar " a eso de las 8", (o peor aún "tipo las 8 "), se dará por cumplido si llega entre las 7:45 y las 8:15, siendo aún estos amplios límites inexplicablemente elásticos.
Me resulta detestable que alguien diga que "está a 5 minutos" de donde está uno, porque eso es mentira en el 99,999999% de los casos. Si la persona viene en su automóvil, la única manera de cumplir ese plazo es que esté bajando en ese preciso momento de su coche ya estacionado, y que el punto de encuentro esté a menos de tres cuadras, siempre que no haya una avenida de por medio ni un ascensor que abordar. Claro que en ese caso, te dicen "ya llegué". Pero cómo demonios vas a haber llegado, si yo estoy acá y no te veo? Por qué diantres me llamás de tu celular si estás al lado mío? No llegaste nada, vas a tardar 15 minuto o más, me estás mintiendo, y te detesto!Si la llamada realizada desde el auto en movimiento tiene por objeto avisar que están "a 15 minutos", póngase cómodo. La única manera de llegar adonde está usted en 15 minutos es en helicóptero. Y que usted esté parado en el helipuerto. Y que no haya viento.
Otro aspecto de la falta de precisión se refiere a las direcciones. No me explico por qué pero las personas prefieren abundar en todo tipo de detalles intrascendentes cuando deben decirte dónde está un lugar. En vez de decirte "Nos encontramos en el restaurante "El bife alegre" que queda en Capitán Tarambuso 3452" prefieren "Nos encontramos en el restaurante de los bifes, queda en Capitán Tarambuso, o en Juan de la Mocha, es ahí donde están todos los restaurantes, tiene una entrada con un toldito verde, fijate, es el que tiene un tipo parado en la puerta".Pensando en que quizás podamos encontrar la dirección acudiendo a la bienamada Internet tratamos de saber cómo se llama el restaurante y nos dicen "el bife contento o algo así". Y allí vamos, como el protagonista de la novela "Mensaje a García". Si por obra del azar llegamos luego de recorrer media ciudad frenando abruptamente ante cualquier toldito verde con un tipo parado abajo, estaremos solos. Porque obviamente nos dijeron que iban a estar "tipo las 9" y apenas son las 8:30 (por supuesto, nosotros salimos con mucha anticipación para compensar nuestra ignorancia geográfica).
Esta falta de rigor también se manifiesta cuando hay que acudir a una esquina cualquiera. "En Intendente Paguzzi y Sargento López", nos dicen como si no supieran que hay 4 (CUATRO) esquinas que llenan ese requisito. Como llegamos antes que todos, nos paramos en una de las 4 posibles ubicaciones y barremos el horizonte metódicamente cual faro de Alejandría, hasta que el impreciso aparece (media hora tarde). Yo tengo un sistema de coordenadas absolutamente infalible para estos casos, que consiste en decir "calles x y z, par-par". Esto significa que voy a estar en la calle x del lado par de la numeración, en la intersección con la calle z, también del lado par. Como verán solo una esquina cumple la condición (puede ser par-impar, o impar-par, pero en ese caso puede haber una confusión en el orden , por eso prefiero par-par o impar-impar). Por supuesto, todos se ríen de mí.
En las zonas rurales esta vaguedad alcanza niveles épicos. Traten de preguntarle a un aparcero dónde queda la estancia de Fulano de Tal y se encontrarán tratando de averiguar cuántos kilómetros mide una legua, a qué distancia se tira un piedra o cuán alto puede volar un pájaro. Está bien, se disculpa en el campo, donde los minutos duran entre 60 y 450 segundos. (Pero yo sería feliz si el gaucho sacara del bolsillo de su bombacha un GPS y ofreciera sincronizarlo con el mío por medio del puerto infrarrojo).
También me resulta perturbador cuando alguien pretende darme idea de distancia utilizando unidades de tiempo: "Está muy lejos el cruce de San Peperonio?" "A 15 minutos". 15 minutos de qué? 15 minutos en bicicleta? 15 minutos caminado hacia atrás calzado con sandalias? Sí, es cierto. Uno puede deducir que está a 15 minutos desplazándose de la manera en que uno se desplaza cuando hace la pregunta, pero de todas maneras no es más fácil decir a 20 cuadras? Un poco de seriedad, señores. La única unidad de distancia que "parece" de tiempo es el año luz, e incluso esta es horriblemente mal utilizada cuando un ígnaro cualquiera dice muy suelto de cuerpo que tuvo que esperar "10 años luz" hasta que lo atendieron. Einstein se revuelve en la tumba mientras estruja un papel con la Teoría del Campo Unificado y se felicita por no haberla publicado nunca. Total los muy salames siguen explicando la Relatividad mientras comen empanadas esparciendo trocitos de carne picada al decir "Todo es relativo, macho, me entendés?".
Tal vez tenga mi de-formación ingenieril tenga algo que ver, pero estoy convencido de que la precisión es buena, no cuesta gran cosa y evita pérdidas de tiempo. A esta altura de mi vida si hubiera ahorrado todo el tiempo que perdí por culpa de la imprecisión ajena, probablemente dominaría el Esperanto. Me encantaría poder decir "calle Saragatuza esquina Bolaños, par-par" en Esperanto.
No me voy a extender sobre la notable tendencia femenina a describir dispositivos complejos con palabras como "cosito","ruedita" y "ganchito". Sobre todo porque entre los lectores puede haber alguna ingeniera que me espere a la salida de mi departamento y me atraviese con un "cosito" del tamaño de una cimitarra.
La única vez que la precisión me trajo algún problema, se debió paradójicamente a un malentendido. Yo había contratado los servicios de una mujer que venía una vez por semana a limpiar mi departamento, lo cual era maravilloso. En esa época les podía decir incluso de qué color era el piso. Y podía caminar sin que los zapatos se quedaran adheridos a una mancha parduzca de origen hipotéticamente orgánico. Esta mujer prestaba el mismo servicio en la casa de un amigo, que se entretenía en contarle historias un tanto escabrosas acerca de mi trabajo. De un modo obviamente impreciso le daba a entender a esta buena señora que yo tenía algo que ver con la policía, el ejército o alguna agencia de seguridad. Probablemente la abnegada doméstica fuera algo impresionable, y esto unido a que yo no me dedicaba a conversar con ella ni darle detalles de mis actividades iba conformando una extraña imagen de mi persona. Una mañana me llama este amigo para salir a andar en bicicleta y yo, con mi habitual precisión contesto "correcto, a las mil cuatrocientas, DTC". "DTC" significaba "Esquina del Arbol Peligroso" por sus siglas en inglés, que era un punto de referencia obligado desde que yo me había pegado un interesante porrazo contra el mentado árbol. Aparentemente esta especie de jerga de SWAT terminó de convencerla de que yo era un tipo poco recomendable. Puede ser que el hecho de que en ese momento yo me estuviera limpiando las uñas con un enorme cuchillo de paracaidista tuviera algo que ver. El asunto es que la fámula no volvió a aparecer nunca más. Y ahora tengo que decidir entre pasar la aspiradora o el arado por el piso de mi departamento.
Buenas noches.