sábado, 29 de diciembre de 2007

Metas mediocres

En estos días aciagos en que a todo el mundo se le da por hacer balances, también existe otra superstición: los "propósitos de Año Nuevo".

Yo no se de donde salió esta costumbre de proponerse metas a cumplir en el año que todavía no empieza, sospecho que del mismo lugar de donde salen todas las cosas entre cursis y molestas : las películas o series norteamericanas.

No tengo opinión formada acerca de si es bueno o malo señalarse metas (me refiero aquí a la vida en general, no al trabajo donde no sólo nos ponen metas sino que además si no las cumplimos nos pasan cosas poco agradables).
Esos tipos que planifican su vida como si de un proyecto de organización industrial se tratase, estableciendo hitos con definición completa de acción, atributo y horizonte de tiempo me ponen un poco nervioso. La gente cambia. O debería.

Un pariente menor de esas metas de vida son los propósitos de fin de año. Se supone que uno promete hacer tal o cuales cosas durante el año que sigue. Por lo general las cosas que uno tiene la intención de hacer son buenas, en el sentido en que no dañan a nadie. Y por lo general son difíciles de cumplir, que si no no sería necesaria toda la liturgia del propósito.

Basado en el hecho de que no se cuál es el porcentaje exacto, me animo a adivinar que el 75 % de los propósitos de fin de año no se cumplen. Esto trae frustración, baja de la autoestima, aumento de la presión sanguínea, consumo de psicofármacos, consultas a los psicoanalistas y tendencias a elegir la profesión de escribano público.

¿Cuál es el problema? ¿Por qué no se cumplen los propósitos? Muy sencillo: metas inalcanzables.
Casi todo el mundo quiere pasar por un ser noble, sacrificado, con una templanza a toda prueba y un fuerza de voluntad indoblegable, cuando la verdad es que somos perezosos, egoístas y débiles.

Es por eso que para evitar frustraciones y culpas, yo propongo que si han de hacerse los dichosos propósitos, se apunte bajo. Establézcance metas mediocres al alcance de cualquier pelafustán, que puedan ser logradas con mínimo esfuerzo, casi en forma automática, rozando lo inevitable.

Esto dará por resultado una multitud de gentes haciendo balances maravillosos, observando lo mucho que han logrado, que han mejorado, que han avanzado. Serán tal vez los mismos pelandrunes del año pasado, pero en casi ningún caso serán peores.

Pongamos algunos ejemplos de metas alcanzables, de propósitos fáciles de cumplir:

-Usted tiene algún hábito inconveniente. (Fumar, beber en exceso, drogarse, espiar a los vecinos, no bañarse, masticar ajo, etc). En vez de proponerse abandonarlo y fracasar miserablemente, elija otro hábito para no tener. El propósito será algo así:
"El año que viene no comenzaré a revisar la basura de gente famosa"

-
En lugar de proponerse ir al gimnasio tres veces por semana y cumplirlo a medias durante tres días, propóngase encariñarse con su barriga.

-No se ponga como meta terminar ninguna cosa. Propóngase disfrutar del hecho de hacerla. Si quiere ser más extremista, propóngase abandonar todo lo que no haya terminado el año anterior.

¿Se entiende por donde va la cosa?
De esta manera, estimado lector, usted llegará al fin del próximo año satisfecho por haber realizado todo lo que se ha propuesto.

¿Que las metas mediocres no nos hacen mejores personas, que donde está la búsqueda de la excelencia, el deseo de superarnos, la voluntad de trascender?

Desde mi punto de vista, la gente no hace más que empeorar año tras año. Y eso que se plantean objetivos de lo más elevados. Si con propósitos blandos la gente no mejora, pero tampoco empeora, hay una ganancia evidente. Y no, querer que la gente solamente no sea peor no es una meta mediocre en sí misma. Con lo tentador que es abandonarse a la entropía.

Buenas noches.


viernes, 21 de diciembre de 2007

No saludo


Estimados lectores, ustedes saben cómo me pongo para estas fechas, de manera que este año no voy a hacer saludo alguno.

Ni piensen que les voy a desear que la pasen bien en compañía de sus seres queridos, que festejen en paz y que renueven sus grandes o modestas esperanzas.

De ninguna manera voy a caer en la cursilería de decir que aprecio que hayan estado aquí en forma tan consecuente y que espero que sigamos encontrándonos en este lugar por mucho tiempo más.

Ni siquiera se me pasa por la mente recomendarles que festejen con alegría pero con prudencia, que no se saquen un ojo con el corcho de la sidra y que no pierdan uno o varios dedos jugando con pirotecnia.

En consecuencia, no podría estar más lejos de mis intenciones el mandarles un fuerte abrazo a ustedes y sus familias.

Buenas noches.

PD: Otra vez se viene una semana complicada, incluyendo un viaje relámpago cruzando los Andes. Nos encontramos en unos días.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

La babas de Babilonia

Tengo un cliente que cuando ve pasar una señorita de impactante fuselaje comienza a proferir unos susurros insinuantes en voz muy baja, que suenan algo parecido a bsbsbsbbssfggmuerdo...cosita....bsfgggbsbsbsssagarro. En las ocasiones en que mi presencia física coincide con uno de estos episodios, me siento como cubierto por una sábana confeccionada con hilos de saliva fría.

Digámoslo de una vez: un hombre baboso es repugnante.
Más cuando el baboseo ni siquiera tiene la intención de alcanzar a la dama avistada (que las más de las veces ni se entera de nada) sino establecer una especie de complicidad con nosotros, involuntarios testigos de la aparición de lo peor de nuestra condición sexual.

Hay otros salivadores que sí procuran que el objeto de sus guarradas se entere de su hazaña. Dicen la barbaridad en voz alta, y allí la fémina es la que debe sentirse salpicada por una sustancia pegajosa y malsana.

Aclaremos prontamente que yo siento el mayor de los respetos por los caballeros que saben cómo dirigirse a una dama desconocida y alaban su belleza en forma elegante y eficaz, sin intenciones ulteriores y con el único propósito de dejar explícitamente declarada su admiración, y de paso alegrarle el día a una mujer que merece ser homenajeada por su contribución a la armonía del Universo. Si acaso estos poetas reciben por toda paga una sonrisa, a veces ni eso.

Pero regresemos con los indignos ejemplares que pervierten el piropo hasta convertirlo en un insulto.
Es evidente que no esperan que una señorita abordada de tan mala manera responda con interés al torcido estímulo. Me pregunto cuál sería su reacción si la afectada se plantase declarando : Muy bien. Aquí estoy. Cumpla su promesa, hágame todo eso que me dijo. (Mi abogado me sugiere que les aclare a las lectoras del blog que de ningún modo estoy recomendando ese curso de acción. Que es una pregunta retórica. Que no me hago responsable de las consecuencias en caso de estar erradas mis suposiciones).

Una técnica ligeramente menos agresiva es la que aplican los babosos que se desplazan en vehículos motorizados. Estos repulsivos móviles reaccionan ante la vista de la belleza femenina haciendo una corta pulsación de la bocina. Algunos entusiastas acompañan el efecto sonoro con el murmurar viscoso, lo cual ya parece demasiado. Incluso si se quedan en silencio se los puede ver a través del parabrisas mordiéndose el labio inferior con cara de famélicos sexuales.
Digo yo, ¿existe en algún lugar un registro, un testigo, una prueba documental de que en alguna ocasión esto de tocar la bocina haya resultado en alguna reacción de algún tipo por parte de la dama en cuestión? No, ¿verdad? ¿Entonces por qué lo siguen haciendo? ¿No ven que se rebajan, que nos rebajan?

Mujeres bellas han provocado asesinatos, peleas y suicidios. Ejércitos han marchado a la batalla bajo el influjo de unos ojos hechiceros, unas piernas con tobillos finos como los de los caballos de pura sangre, unas caderas poderosas o unos senos perfectos. El hombre que tiene algún grado de sensibilidad siente un pequeño estrujamiento del alma ante la sublime majestad de un esplendoroso ejemplar femenino. Algunos incluso experimentan una súbita tristeza al descubrir que esa mujer no será para ellos. Otros, como decíamos, tienen la habilidad de expresar su deleite con palabras de homenaje.

Pero lo que no toleramos es la verborrea masturbatoria, la rastrera e indigna ostentación de mal gusto, el acto cuasi violatorio, agresivo y estúpido.
Un baboso es un tipo que degrada la belleza, la ensucia, la pone al mismo nivel de disfrute de un eructo.

Y encima molestan tocando la dichosa bocina.

Buenas noches.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Bleu, blanc, rouge



Gracias a Claude.

Me encanta como quedó. Me parece que la voy a poner como mi foto de perfil.

viernes, 14 de diciembre de 2007

La casa del terror: el hidromasaje de la muerte

Si el mundo fuera como a mí me parece que tiene que ser, a los potenciales compradores de una casa se les debería permitir vivir a prueba en el inmueble por unos días. Podría pactarse un precio por el alquiler temporario con opción a compra, que sería descontado del valor total si es que el candidato decidiera hacer la transacción.
De esta manera el aspirante a propietario podría descubrir las ocultas fuerzas que habitan en la morada, fuerzas como las que se han desatado en la última semana en mi propia y flamante casa, fuerzas que me tienen completamente a su merced y que combato malamente con la escasa dotación con que la madre naturaleza me ha provisto.


El sábado pasado bien temprano unos robustos señores se llevaron de mi departamento de Soltero Urbano los últimos bártulos de grandes proporciones y los trajeron aquí, a mi casa suburbana. Hicieron lo propio con las pertenencias de mi novia, de suerte que al mediodía teníamos casi todos nuestros bienes muebles amontonados en una suerte de campamento de refugiados en medio de la sala.

Gran parte del día me lo pasé levantando cosas y moviéndolas de aquí para allá, y luego nuevamente para aquí, decidiendo finalmente que mejor quedaban allá.

Por la noche con la espalda adolorida, y aprovechando que estaba solo (mi mujer se había ido a dormir a su departamento porque al otro día tenía que hacer no me acuerdo qué cosas, a lo mejor despedirse de su amante), se me ocurrió que era una excelente ocasión para probar mi bañera con hidromasaje.

Pequeña digresión: varios comentaristas han expresado una mezcla de admiración y envidia por el hecho de que quien escribe sea poseedor de tan exclusivo artefacto. Se me ocurre que están pensando en esos jaccuzzis que salen en las películas donde el protagonista se mete con tres rubias y toman champagne y se ríen todo el tiempo quién sabe de qué cosas. Bueno, no. Lo mío es una bañera de proporciones normales, con la única diferencia que tiene unos agujeritos (tres) por donde salen chorros de agua a presión. No es para tanto. Fin de la digresión.

Me dispuse a llenar entonces la tina, operación que llevó su tiempo (próximanente en este blog, "La bomba hidroneumática del espanto"), y mientras tanto procedí a lavarme concienzudamente, que un hidromasaje con mugre flotante es algo asqueroso, se asemeja más a un puchero en plena cocción que a un caballero disfrutando de la hidroterapia.

Finalmente apreté el botón y el ingenio hidráulico se puso en marcha.

Debo confesarlo, por unos minutos fui casi feliz. La agradable presión sobre el cuerpo me hizo olvidar por un momento de todo el asunto de la mudanza, del caos, de los detalles faltantes que me va a llevar toda una vida terminar, del cansancio, de las deudas que estoy acumulando alegremente.
Semisumergido, sentía que me estaba haciendo líquido yo también, arrullado por el suave ronroneo del motor que impulsaba el agua por los jets, que algunas veces se convertía en una suave tos.

Y de pronto, sentí como una sacudida. Más precisamente una sacudida eléctrica.
Y la oscuridad.

No, no me desmayé, se cortó la luz. Salí de la bañera y noté que el piso del baño estaba mojado. Mejor dicho, estaba cubierto con unos dos centímetros de agua que escurría por partes iguales hacia la rejilla y hacia la habitación (sí, es un baño en suite, a ver si aprenden a vivir, caramba).
Ataviado c0n toalla enrollada en la cintura como todo ropaje, bajé las escaleras hasta encontrar la caja de interruptores y comprobé que había saltado el disyuntor diferencial .(No se preocupen si no saben lo que es. Vayan y compren uno y hagan que un electricista se los instale en la casa. Les puede salvar la vida).

Volví al baño, esta vez munido de una linterna, y abrí la tapa donde está el motor de la bomba del hidromasaje, y ahí encontré el problema : estaba casi completamente bajo el agua, se ve que alguna junta, brida, cañito o lo que sea estaba mal puesto y tenía unas fugas que ríase de Alcatraz. Esto hizo que el agua llegara a ponerse en contacto con un conductor eléctrico , se electrificara redondamente y me produjera la sacudida. El maravilloso disyuntor detectó la anomalía y cortó la alimentación de toda la casa, evitando que yo saliera en los diarios al otro día. Estoy tan agradecido que si llego a tener un hijo le voy a poner Disyuntor de primer nombre y Diferencial de segundo. Eso, y le voy a enseñar artes marciales. O le voy a comprar un revólver.

Buenas noches.

martes, 11 de diciembre de 2007

Telegrama

Publicando desde la oficina. Stop.
En proceso de mudanza. Stop.
Sin Internet aún en casa nueva. Stop.
Apasionante disputa territorial con golondrinas. Stop.
Casi me electrocuto con la bañera de hidromasaje. Stop.
Habrá más novedades, y relato detallado. Stop.

Stop.
Stop.
Stoooooooop.

lunes, 3 de diciembre de 2007

O.T.P.

¿Se acaba de comprar el último modelo de teléfono celular, ese que saca fotos en infrarrojo, blanquea los dientes y pide una pizza por usted?
¿Está leyendo esto en su nuevo monitor LCD de 19 pulgadas con "super bright" y "maxi flupi"?
¡Disfrútelo!
Mientras pueda.




Todavía no leyó el manual de su chiche tecnológico, ni siquiera le sacó la lámina protectora a las pantallitas, tal vez esté cargándole las baterías por primera vez, y alguien ha decidido que ya es obsoleto.

Lo que reemplazará al flamante adminículo que usted tiene en sus manos ya está siendo producido en este preciso momento, y el que vendrá a dejar a ese al nivel de un hacha de sílex ya está en el tablero de los diseñadores.

Es que los fabricantes son perversos hasta el paroxismo. Saben que los consumidores somos débiles, que deseamos eso que están vendiendo, que queremos más megapíxeles, más megabytes, más megaflupios, más superdupper, más de todo aunque no tengamos la menor idea de para qué.
Y los que sabemos sufrimos incluso más, porque tenemos una cabal idea de los que nos estamos perdiendo.

Para un tecnófilo como el que escribe, la idea de que lo que todavía no terminamos de pagar ya ha sido superado por un nuevo modelo es francamente ultrajante. Como si fuera poco, normalmente al aparecer la versión mejorada la anterior baja de precio dramáticamente y nos quedamos con la sensación de que no sabemos comprar. Lo peor es que es cierto.

Hasta cierto punto yo intento minimizar estas calamidades apuntando al segundo modelo de la línea. ¿La mejor cámara digital es la H367? Bueno, deme la H366. Por lo menos la semana que viene, cuando salga la H368, la que compré no va a costar la mitad.
Claro que igual me quedo con la sensación de tener entre mis manos una pieza de colección. De pronto me doy cuenta de que con mi cámara no puedo hacer fotografías para imprimir en murales de dos por dos metros. Nunca se me hubiera ocurrido imprimir una fotografía de ese tamaño, pero resulta que ahora, con la H368, se puede. Me acaban de imponer una limitación, me acaban de negar una posibilidad que ni siquiera conocía, me están diciendo en la cara que hay algo nuevo y maravilloso que ay, qué lástima, no está a mi alcance.

Es endemoniadamente cruel y completamente premeditado.

La Obsolescencia Tecnológica Planificada (O.T.P.) es una estrategia comercial con cierta historia que se ha ido intensificando con los años.
Apunta a que tipos como yo, que sufren de una especie de lujuria por los juguetitos modernos, gasten todo su dinero cambiando su dotación electrónica a cada rato.

Dolorosamente he tenido que desarrollar cierta disciplina para no dejarme caer en una debacle de compras y deudas y angustias y desenfreno consumista.

Lo que yo hago es demorar mi compra hasta que salga el último modelo de lo que sea. Cuando aparece el adminículo, lo analizo, busco información, visito sitios de Internet que opinan sobre el aparatejo, busco precios, comparo marcas, todo con tranquilidad. Mientras este proceso se verifica, ¡Zas! ya aparece el modelo nuevo, y empiezo todo otra vez.
Tarde o temprano me canso y decido que después de todo, no necesito ese chiche, y me ahorro un montón de plata.

Una de las áreas en donde la O.T.P. se manifiesta con mayor virulencia es la informática. Afortunadamente para el consumidor promedio que usa la computadora para cosas tan inútiles como leer este blog mientras el cacharro encienda y funcione bien (que en todo caso es un concepto subjetivo) no hay necesidad de cambiarlo.
Pero ¡ay de los que trabajamos con estos aparatos!. Los fabricantes de software y los de computadoras son aliados en la conjura, entonces la versión nueva del programa que utilizamos todo el tiempo apenas si se arrastra en nuestra vieja máquina, que por supuesto ya no vale nada y es imposible de actualizar con poco dinero. Y ni hablar si resulta que además nos encantan los juegos. Para ver los increíbles gráficos cuasi cinematográficos del último matasoldaditos necesitamos un aparato que perfectamente se podría encontrar en el escritorio de un ingeniero de la NASA. Estamos atrapados.

Recuerdo con nostalgia la época en que mis padres compraban una heladera y no la cambiaban en 25 años. No había ninguna necesidad. Enfriaba, y con eso bastaba. Si se rompía, se reparaba. Había toda una industria paralela de repuestos y técnicos. Cambiar un electrodoméstico porque había salido al mercado un modelo mejor era absurdo. Y no estaba al alcance de una familia de clase media el tener tan extravagantes costumbres. Claro, no todo el mundo tenía toda clase de aparatos, la industria podía vivir perfectamente de quienes adquirían su primer televisor, su primer lavarropas, su primer tocadiscos.
Con el tiempo, cuando los potenciales consumidores tuvieron sus necesidades tecnológicas cubiertas, los fabricantes desarrollaron la O.T.P.

Y ahí está mi VCR, en un rincón oscuro donde pronto la acompañará la reproductora de DVD, esta computadora donde estoy escribiendo y una bolsa llena de teléfonos celulares que ya no sirvan porque la tecnología TDMA cambió por GSM y en poco tiempo se abandonará por G3 o Gplus o como se llame lo que están inventando ahora para arruinarme la efímera alegría de disfrutar de los últimos logros del ingenio humano.

Buenas noches.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

No, si me lo piden así...

Los enlaces hacia otros blogs que aparecen en la barra de la izquierda están ahí porque son los que visito con cierta periodicidad.
La mayoría de esos blogs tiene a su vez un enlace recíproco, pero no es obligatorio. De la misma manera debe haber por allí blogs que me enlazan y yo ni enterado.

No suelo hacer mucho caso a quienes me solicitan que los ponga en la lista con motivos promocionales porque este no es un blog terriblemente popular. No es lo mismo aparecer aquí que en el blog de Casciari, o el de Podeti .

Sin embargo, hace pocos días me llegó un e-mail de un lector marplatense que me halagaba profusamente, y hoy me pidió el link. Recurrió este muchacho a la táctica de mencionarme en su propio espacio, utilizando frases como "Los Sin-Logismos de Bugman"... es una pequeña gran obra maestra y Ojalá pudiera estar a su altura o "apenas".

Qué barbaridad, miren si voy a ablandarme con adulaciones, pensé. Por supuesto, me ablandé. Vamos, que no soy de polipropileno.

Octavio tiene un blog en el que habla de...cualquier cosa, como solemos hacer aquí. Es dueño de un ciberlocutorio (y me permito recomendarle que explote ese tópico en su espacio, porque me imagino que ese ambiente tiene que ser una buena fuente de anécdotas).

Noticias de Octavio es el sitio, ávido de visitantes y comentarios como el que más.

Octavio, mi joven Padawan, sigue adelante por una senda digna hacia un futuro promisorio.


Buenas noches.



PD: Debido a un corto viaje de negocios que tengo que emprender mañana, probablemente no esté escribiendo ni contestando comentarios por unos días. Saludos.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cositas Sueltas 12


-Los estúpidos inevitablemente producen sinergias, aunque no tengan la menor idea de lo que signifique.

-El fin del mundo ha sido anunciado falsamente en tantas oportunidades, que cuando finalmente suceda temo que me encuentre con los calzoncillos agujereados.

-Es hora de que alguien reivindique la función social que cumplimos los Pelados al servir de punto de referencia (Su butaca es la tercera de esta fila contando a partir del pelado, señora).

-Definición de melancolía: un hombre observando que el profiláctico que guardaba en la billetera ha superado su fecha de expiración.

-Una idea revolucionaria: que todos los que no tengan nada que decir se queden callados.

-A los bajitos les cuesta mucho estar a la altura de los acontecimientos.

-Si todos los hombre del mundo nos diéramos las manos seguro que a mí justo en ese momento me dan ganas de orinar.



Invitados especiales

-Trabajar no es que te paguen por hacer algo que te gusta, es que te paguen por hacer algo que alguien más no quiere hacer. (Gustav, pensares de vuelo gallináceo)

-El auge de los blogs hizo que tipear la palabra Globo sin equivocarse sea complicadísimo. (Korochi)


Buenas noches


PD: A ver quién es el guapo que me critica ahora por poner fotos de bichitos adorables.


ACTUALIZACIÓN: Debido al notable interés que ha despertado entre los amables lectores la foto del bicho espantoso, les informo que se trata de un isópodo gigante ( Bathynomus giganteus), crustáceo que habita en los mares de todo el mundo a una profundidad de entre 200 y 1200 metros. Es de la misma familia de los bichos de humedad (también llamados bichos bolita por su costumbre de enroscarse en su dura caparazón para defenderse). El ejemplar de la foto, según tengo entendido mide unos 60 centímetros, pesa unos 5 kilogramos y fue obtenido en los mares de Brasil, lo cual lo convierte en o bicho bolita mais grande do mundo.
(Ay, qué feo el bicho, que malo, fuchi, fuchi, fuera bicho).

jueves, 22 de noviembre de 2007

Dos más dos es igual a naranja



Si de alguna manera necesariamente misteriosa me despertara un día con el don de comprender cabalmente el funcionamiento de la mente femenina, estoy seguro de que simultáneamente podría dominar los arcanos del Algebra de espacios vectoriales que tan arduos me resultaron en mis épocas universitarias.





Una tarde de diciembre me encontraba disfrutando de la playa de Ipanema, en Río de Janeiro (es una forma de decir, no me gustan mucho esos lugares) acompañado de la dama que ocupaba mis afanes en esos tiempo.

Generalmente llevo algo de lectura liviana para engañar al aburrimiento que fatalmente me asalta a los diez minutos de estar sentado sobre una toalla sin hacer nada. En esa ocasión tenía un libro que contenía problemas de ingenio de diferentes niveles. Me sentí con suerte y ataqué uno que me pareció especialmente desafiante. No recuerdo el planteo, pero me llevó unos buenos treinta minutos de concentración, esfuerzo, diagramas trazados con el dedo sobre la arena húmeda, razonamientos errados, idas, venidas, frustraciones e iluminaciones hasta que ¡voilá! la solución apareció ante mis ojos revelada en toda su majestuosa belleza.

¡AJA! grité cuando comprobé que la respuesta (digamos, catorce) era correcta.

Mi acompañante, medio adormilada en su reposera, abrió un ojo y preguntó a qué se debía tanto alboroto.
Le dije que había resuelto un problema dificilísimo gracias al impecable razonamiento que mi disciplinada mente era capaz de elaborar.

No pareció impresionada en absoluto. Para más datos, hizo ese irritante sonido que se suele describir como chasquear con la lengua.

Yo no estaba dispuesto a dejarme caer del pedestal intelectual que tan trabajosamente acababa de construirme, así que con toda premeditación y alevosía la desafié a que resolviera el ejercicio, a ver si aprendía a respetar las mentes brillantes. Como la mía.
Era una crueldad. El problema estaba planteado en forma deliberadamente confusa, y para llegar a buen término había que utilizar algunas herramientas matemáticas complejas. Pero se lo tenía merecido. Qué le costaba decir "¡Ay, que inteligente, mi amor!". Ni siquiera tenía que decirlo en serio.

Ella se incorporó a medias en la reposera, y desganadamente tomó el libro. Entre bostezos, leyó el enunciado, miró hacia el mar, se rascó un brazo, se distrajo observando un parapente, volvió a leer y tomó un poco de agua.

Era evidente que no tenía la menor idea del asunto, que estaba ganando tiempo para inventar alguna excusa. No existía ninguna posibilidad de que estuviera concentrada en el problema. Y no era un problema que pudiera resolverse sin una intensa concentración.

Unos diez minutos continuó esa farsa. Finalmente dejó el libro sobre la arena y se dió vuelta para seguir dormitando. Pero antes dijo:

-Catorce.

Si en ese momento Elvis se hubiera materializado delante de mis ojos, mi sorpresa hubiera sido menor. Le pregunté, a lo mejor había escuchado mal. Pero lo repitió. Catorce.

Una mezcla de temor y reverencia se apoderó de mi hasta entonces confiada persona. Estaba ante una especie de gigante mental, un genio en topless. Balbuceando, le pedí con toda humildad que me explicara cómo había llegado al resultado tan rápido y con tan poco esfuerzo.

Casi bufando, me lo dijo. No lo pude creer. Le pedí que me lo repitiera. Lo hizo. Otra vez no lo pude creer.

No era posible. No existía ni un ápice de lógica en su razonamiento. De hecho, no existía razonamiento alguno. Eso invalidaba cualquier respuesta. Era como concluir que los árboles crecen debido a que el apellido más común en Corea es Park. Me indigné.

Fue quizás la discusión más extraña que tuve con una mujer, yo defendiendo la lógica utilizándola a la vez para argumentar, ella defendiendo la intuición (o no supe muy bien qué cosa) mientras me decía estructurado cada tres palabras.

Obviamente perdí. Aunque no lo supe hasta la noche, cuando mis requerimientos venéreos fueron rechazados de plano.

Desde entonces la mente femenina ha sido un campo de investigación que he evitado prudentemente. Si una mujer me dice que debido a que las gallinas ponen huevos existen los taxis, me limito a contestar cortésmente "Que interesante". La única manera de ganar ciertas batallas es rindiéndose de antemano.


Buenas noches.


domingo, 18 de noviembre de 2007

Héroe


Las referencias a algunos hechos reales de mi pasado que se han utilizado como excusa para el último concurso han despertado la curiosidad de algunos de los estimados lectores.



Haciendo un esfuerzo sobrehumano para desprenderme de mi natural modestia, pasaré entonces a relatar aquella oportunidad en la cual intervine para ayudar a una dama que acababa de ser víctima de un robo:




Hace unos años, me encontraba a punto de subir a un colectivo (1) que me llevaría de regreso a casa luego de mi clase de Sipalki-do (2).
Se que esta revelación (el hecho de que haya existido un período de mi vida en que yo viajaba en colectivo, no que practicara artes marciales) puede ser algo difícil de digerir para aquellos lectores que imaginan que siempre tuve chofer y limousine, pero ya era hora de que supieran que yo, alguna vez, fui un joven de escasos recursos antes de convertirme en un adulto de recursos escasos. Y mejor ni les cuento que en esa época tenía pelo.

Como fuere, estaba subiendo la escalerilla del colectivo, cuando alguien me tomó del brazo y la voz suplicante de una jovencita sollozante pronunció las palabras: "Por favor, ayudame, acaban de robarme".
Me volví para ver de dónde provenía tamaña solicitud, y supuse por un momento que la damita en cuestión (unos 15 años, medianamente atractiva, demasiado joven para mí incluso en aquellos años) me estaba pidiendo que le pagara el boleto, cosa que estaba a mi alcance, pero para mi sorpresa me dijo que el ladrón apenas terminaba de arrebatarle la billetera, y todavía se encontraba en las inmediaciones. Quería que yo lo atrapara.

Ni siquiera lo pensé. Fue por supuesto una imprudencia, pero vaya en mi favor que en aquellos años Buenos Aires era una ciudad orgullosamente segura, existían rateros de poca monta que ni siquiera portaban armas y era extremadamente improbable que uno fuera acuchillado en un asalto cuyo botín fuera un teléfono celular, que a la sazón no existían.

En un estado mental un tanto confuso, le requerí a la fémina que ya trotaba a mi lado escrutando los muchos paseantes que se arremolinaban por los alrededores que me facilitara alguna seña particular del malhechor.

"Es pelirrojo", me contestó, y enseguida pensé que el maleante no había acertado al elegir ocupación. Un ladrón debe ser invisible, debe ser capaz de confundirse tranquilamente entre la multitud, tener un rostro común y corriente. Una persona con el aspecto de tener la cabeza en llamas no es la más adecuada para un oficio que suplica sigilo. Para el caso, tampoco sería un buen agente secreto. Tal vez en Irlanda, pero no en esta parte del globo.

Todo eso iba pensando, y una cosa más. ¿Y que tal si el caco fuera una especie de oso colorado, un hombretón grande como un ropero vestido con camisa de leñador y con unas manazas capaces de arrancar cabezas de jóvenes compelidos a demostrar una hidalguía poco reflexiva?. Mis impulsos caballerescos mermaron un poco, y empecé a desear que el criminal se hubiera esfumado, cuando la voz de la víctima me trajo a la realidad: "¡Ahí está!".

Efectivamente tenía el cabello de un color rojo-anaranjado, y se destacaba como una vaca en un quirófano. Pero no era nada parecido a la imagen que en una pesadilla fugaz me acababa de imaginar. Tuve que confirmar la identificación, no podía creer que fuera él.

Porque lo que me señalaba la jovencita era casi un niño, no debía tener más de trece años, y repito, en esa época los niños de trece años no portaban revólveres y en las escuelas cuando un alumno levantaba la mano era porque quería decir algo, no porque el alumno del banco de atrás lo estuviera asaltando.

El pequeño ladronzuelo estaba distraído, nos acercamos rápidamente y antes de que se diera cuenta ya lo tenía tomado del brazo y mi protegida le pedía que le devolviera sus pertenencias a voz en cuello.
Protestó inocencia, se trató de soltar y me insultó de una manera que avergonzaría a un bucanero, de manera que le propiné el tratamiento estándar para niños malcriados: lo agarré de una oreja y lo sacudí con entusiasmo.
Esto tuvo un efecto inmediato, arrojó al piso la billetera birlada, y mientras la damita en apuros revisaba que el contenido estuviera completo, yo mantuve mi presa.

Mientras tanto otro pequeñajo, presumiblemente un cómplice al que no habíamos visto, se me acercó por detrás y me patéo un tobillo. Me enojé. Rápidamente estiré el brazo y agarré al segundo por los pelos mientras mantenía al primero por la oreja y los dos proferían toda clase de epítetos irreproducibles. Le pedí por favor a la víctima que terminara su recuento, porque la situación se me estaba poniendo incómoda, habida cuenta de que algunos transeúntes empezaban a mirarme y el hecho de ver a un joven agarrando a dos casi niños evidentemente contra su voluntad podía dar lugar a interpretaciones equívocas.

Finalmente la niña asintió: todo estaba en su lugar. Solté a los delincuentes precoces que se separaron un par de metros y luego me lanzaron sendos escupitajos que afortunadamente no dieron en el blanco. Después se fueron corriendo y a intervalos se volvían para ver si los perseguía y de paso aprovechaban para extender los insultos a mi familia, unas catorce generaciones hacia arriba.

La jovencita me miró. Se compuso un poco, y me dijo simplemente "Gracias". Y después, tímidamente se me acercó y me dio un casto beso en la mejilla. Me puse rojo como un tomate maduro.

Y se fue, y seguramente esa noche le contó a su familia y después a sus amigas cómo había sido víctima de un robo y un joven la había ayudado y había atrapado no a uno sino a dos ladrones y los había obligado a devolverle sus pertenencias.

Y tal vez alguien no le creyó, pero fue cierto.

Yo estuve allí.

Buenas noches.


PD: Ya parece broma, pero me acaban de dar otro premio más. Esta vez es Fzerox, de The place I´ll return to...someday, que eleva mi cuenta a ...bueno, ya perdí la cuenta de los Blogger del Día que me dieron. Como digo siempre, gracias, no somos dignos, no somos dignos. Un día los vendo por Ebay y hago un asado para todos.


(1) En Argentina, ómnibus, transporte público de pasajeros.
(2) Arte marcial de origen coreano, caracterizada por ser bastante violenta y poco elegante.

Ilustración tomada de la página http://www.bugsorus.co.nz . La encontré por casualidad. (Pero diganme si no parece hecha especialmente, hasta es pelado, el dibujito).

miércoles, 14 de noviembre de 2007

El cortejo

Una de los espectáculos más curiosos de la naturaleza es el ritual de cortejo de las diversas especies animales. Los documentales de Animal Planet nos muestran invariablemente a los machos responsables de tan exhuberantes ceremonias ejecutando complicados bailes, profiriendo estentóreos chillidos, inflándose como globos o saltando como electrocutados, todo en pos de llamar la atención de las hembras y cumplir con el imperativo de perpetuar la especie.

El homo sapiens no escapa a esta ancestral necesidad, aunque la ha convertido en algo menos simple.




Desgraciadamente lo nuestro no se limita a pegar dos o tres alaridos, golpearnos el pecho, mostrar los dientes o cazar una gacela a mordiscones y depositar el cadáver palpitante frente a la candidata. Nuestro fortuito papel de animales superiores hace que tengamos que recurrir a argucias mucho más sofisticadas, y por lo general más costosas. Por ejemplo, descubrir en qué maldito restaurante sirven gacela, invitar a la dama y pagar por la cena.

Como en casi todas las especies los machos cargamos con la parte más activa del asunto, y es así que debemos esforzarnos en parecer mucho mejores de lo que realmente somos, con la esperanza de que cuando se den cuenta de cómo somos realmente ya sea demasiado tarde.

En realidad todo es una gran simulación : la hembra decide si nos va a elegir como candidatos a producir descendencia (o a realizar los procedimientos relacionados, que de eso se trata) aproximadamente once segundos luego de habernos conocido, pero como no lo sabemos o preferimos ignorarlo pasamos por todo el proceso con nuestra mejor sonrisa, nuestras más elegantes ropas y toda nuestra capacidad de ser espléndidamente encantadores.

Eventualmente el objetivo es alcanzado y entonces lentamente volvemos a ser quienes siempre fuimos. Las hembras notan inmediatemente la declinación y, o bien lo toman con naturalidad (en el fondo todos sabemos que se trata de un juego) y la pareja queda formada, o se aferran a la imagen que les vendimos y reclaman su regreso en forma perentoria y a base de reproches. Sobreviene entonces el desengaño y la separación.

Desde ese punto de vista resulta casi increíble que la raza humana no se haya extinguido, habida cuenta del abismo que separa al macho en cortejo exhibiendo las mejores cualidades de la especie del mucho menos magnífico ejemplar que se rasca las partes nobles viendo la televisión.

Las cosas podrían ser diferentes.

El cortejo humano debería ser exactamente lo contrario de lo que es. Deberíamos ofrecer lo peor que tenemos, deberíamos ser desconsiderados, sucios, aburridos, chauvinistas, tacaños y un algo brutales. Las hembras deberían aparecer a nuestros ojos sin maquillaje ni vestidos diseñados para insinuar y esconder al mismo tiempo. Dotados de letal sinceridad deberíamos bostezar ante una anécdota aburrida, hacer regalos baratos o no hacerlos en absoluto, y jamás abrir una puerta o acomodar una silla. No bastaría con mostrarnos como somos naturalmente, tendríamos que hacer un esfuerzo por ser epantosamente inadecuados.

Entonces, y solo entonces, si resultara que a pesar de todo nos elegiéramos mutuamente, ya no habría lugar para el desengaño, para el incordiante recordatorio de que antes éramos diferentes, para el doloroso reconocimiento de la normalidad. Por el contrario, si nos esforzamos en ser peores, el cese del todo esfuerzo nos haría inevitablemente mejores. Todo sería ganancia. El más pequeño detalle de amabilidad, de respeto, de consideración, sería un acontecimiento extraordinario y feliz.

Hay sin embargo una posibilidad que por remota no puede descartarse de plano: existen quienes se enamoran de lo peor de nosotros. Será entonces necesario mantener una constante vigilancia para evitar comenter acto alguno que nos saque de ese papel de individuo despreciable que trabajosamente hemos construído. Todo sea para evitar las lágrimas de una mujer que sollozando nos reproche: "Antes no te bañabas todos los días".

Buenas noches.






PD: ¡Ultimo momento! Mejo Dieron acaba de darme otro premio de "Blogger del Día". No voy a seguir el meme, como dije antes, están todos premiados, pero le agradezco a Mejo porque no importa cuantas veces me den estas cosas cada una significa que alguien disfruta de mis insolventes escritos, y
eso me infla el ego de una manera que después no me entra la camiseta.( Sí, estoy usando camiseta, ¿y qué?. Hace frío. Hace 5 grados, qué pretenden, que me abrace al almanaque y salga a la calle en camisa de mangas cortas diciendo "es noviembre, hace calor, es noviembre hace calor"? ).

lunes, 12 de noviembre de 2007

Mentiras verdaderas

Luego de la publicación del artículo histórico-político del Licenciado Palotes, llega ahora el turno de Alice, también ganadora del concurso.

Mis abogados me insisten con que aclare eso de que no soy responsable de las opiniones de terceros y esas cosas.

Como en la ocasión anterior, le solicito a la estimada Alice que se haga cargo de atender a los invitados.

(Esto de sentarme a ver cada vez me gusta más.)


Como resultado de un mágico momento que viví entre el fin de un año y el nacimiento del siguiente tomé la decisión de dejar de decir mentiras. Todo tipo de mentiras, grandes y pequeñas, incluso aquellas que a simple vista parecieran insignificantes. Y lo hice, durante varios años.

Como resultado de no decir mentiras me metí en un montón de problemas. La mayoría causados por interacciones con personas quienes preferían una mentira breve, una mentira grande, una verdad disfrazada. Cualquier cosa menos la verdad dura y a la cabeza.

Entonces me di cuenta que como animales sociales es indispensable generar, archivar, y utilizar en el momento adecuado una red de mentiras que deben de utilizarse constantemente, para asegurar la feliz convivencia de los seres humanos con los que lidiamos día con día.

Y en ese momento valió madre mi propósito de decir la verdad y nada más que la verdad. En realidad me cansé de enfrentarme con conflictos y dramas derivados de decir en voz alta lo que realmente pienso. Aunque lo que realmente pienso, lo sigo pensando, en ese pequeño voice over interno, pero me cuido mucho más de lo que digo, mucho de ello con base en lo que he aprendido por experiencia que la gente quiere escuchar.

¿Porqué decimos mentiras? En buena medida para conservar la paz. "¿Se me ve bien este vestido?" "Absoluta y rotundamente que si", "¿A qué hora llegaste anoche?" "A la hora que me dijiste que llegara, no te avisé llegando porque no te quise despertar".

Muchas de estas mentiras sociales se entregan como respuesta. Es decir, te enfrentas a una pregunta y no tienes remedio más que buscar en tu archivo la respuesta correcta, no la verdadera, sino la correcta. La velocidad de respuesta es importante porque encima de decir la mentira no quieres que te cachen que lo estás haciendo, y aunque se den cuenta, si lo dices con naturalidad todos podemos seguir la conversación y ser felices pretendiendo.

En la búsqueda de la paz rápido aprendemos el valor de decir "Yo no fui, así estaba cuando yo llegué", como le enseña Homero a Bart (pero, seamos honestos, de chamacos la descubrimos al primer regaño después de confesar que sí fuimos los causantes de la inundación del baño, del fuego en la cocina, del perro pintado de colores o del accidente con la pelota y la ventana), lo aprendes y lo llevas a la práctica. De todos modos hay cosas que no vale la pena defender tu autoría, como los golpecitos al coche: "Le pasó en el estacionamiento, yo me bajé al banco y cuando regresé así estaba".

Entonces, con fines meramente educacionales y con ganas de poner mi grano de arena en la promoción de la paz mundial (y si no la mundial por lo menos la de su círculo cercano), acá una lista de respuestas para que amplíen su acervo:

* "Ya está listo". Sirve tanto en la variación casera como en la laboral. Ya recogí mi cuarto, préstame el coche. Ya mandé el mail, no tengo idea porqué no lo has recibido. Ya terminè la presentaciòn la verás en tu escritorio a primera hora en la mañana. La alternativa es aceptar que eres un huevón.

* "Muchas gracias, me encantó". Sirve en la escena social, sobre todo en los cumpleaños, aniversarios y navidad. Todavía que compramos un regalo no queremos que nos digas que es lo más espantoso que has visto o nos cuestiones si lo sacamos del ropero en el último momento camino a la fiesta. Un simple me encantó es cordial y siempre puedes burlarte del obsequio después cuando no esté la persona que te lo regaló ahi.

* "Claro que si, Pancho estuvo ayer en la noche conmigo". Sirve porque para eso son los amigos, para hacerles el paro pase lo que pase. Ayuda cuando tu amigo te avisa que te va a usar de coartada antes, pero si la llamada es inesperada hay que responder con un inequìvoco si. Tiene mucho menos valor cuando te llaman para avisarte que Pancho está en el hospital y si puedes explicar donde estabas tu cuando dijiste que estaban juntos y tuvo aquel accidente.

* "Soy rubia, de ojos azules,m mido 1.80 y me tiene cansada mi trabajo de modelo". Sirve cuando conoces a alguien por internet.

* "Tengo 29 años" Sirve cuando llegas a los 30, y a los 31, y a los que vengan...

* "Claro que sé hablar alemán, también francés, italiano y por las tardes quiero tomar cursos de ruso". Sirve en una entrevista de trabajo. No sirve si no es cierto y en ese momento el entrevistador cambia de idioma para valorar tus conocimientos.

* "Estoy buscando el reto intelectual, la verdad es que el dinero no me motiva tanto". De nuevo, para una entrevista de trabajo. Sirve porque confesar que estás desesperado y que ni en el McDonald's te quieren contratar es una verdad que nadie quiere escuchar.

En fin.

-a-

viernes, 9 de noviembre de 2007

Los patines de Cachito

Antes del artículo, algunas noticias domésticas:

-Nuevamente estoy sin Internet en mi casa, gracias Fibertel, te queremos, te queremos.

-Agradezco a La Mascarada, que en su blog La Mascarada dice me nomina para un premio que se llama Thinking Blogger Award, algo así como Premio al Blogger Pensante. Muchas gracias, seguramente debe ser un error, pero demasiado tarde, ya lo agarré. Era el único que me faltaba de esos que andan dando vueltas por ahí, así que ya tengo la colección completa. Hasta que alguien invente otro, claro.

------------------------------------------------------------------



El Lic. Juan de los Palotes Medrano nos ha enviado su artículo. Me dicen mis abogados que debo aclarar que no soy responsable de lo escrito y que por cualquier cosa se dirijan al Lic. Palotes.


Tal vez los lectores que no son argentinos no logren captar el contexto histórico particular de la narración, pero es igual de disfrutable sin eso.

(Licenciado, espero que se haga cargo de los comentarios ).



Una de las cosas que me gusta de internet, es la posibilidad de dejar un registro de lo que pensamos, vivimos y sentimos, para que nuestros nietos, y los nietos de nuestros nietos, puedan conocer fácilmente esas experiencias, cuando nada quede de nosotros en este mundo.

Los quejosos de siempre me dirán que esto era ya posible desde la invención de la escritura, y mucho más desde el desarrollo de la imprenta, pero aún así, me parece evidente que internet ha multiplicado (y facilitado) muchísimo ese proceso, y ya no es necesario ser un filósofo consagrado, ni un literato excelso, ni un millonario, ni un gobernante, para escribir cualquier cosa, sobre cualquier tema, y ponerla inmediatamente a disposición del mundo entero, para siempre.

Esto me hace envidiar un poco a quienes nacerán –pongámosle- en el 2207, pues tendrán la posibilidad de conocer nuestras ideas, nuestros sueños, nuestros miedos, y nuestras vidas, mucho mejor de lo que nosotros hemos conocido a quienes nacieron hace doscientos años.

Me pregunto, por ejemplo, que nos hubieran contado los bloggers de la época durante el régimen nazi, o durante los primeros años de la colonización americana. Sobre ambos períodos tenemos excelentes obras (me vienen a la memoria el Diario de Anna Frank, y las crónicas de Ulrico Schmidel), pero no dejan de ser visiones particulares, y por tanto incompletas, de lo que la gente vivió en aquellos momentos de la historia.

En el caso particular de la Argentina (este extraño país que alguna vez se creyó Golliat, y así le fue), pienso que sería especialmente bueno conocer mejor las experiencias de los hombres y las mujeres que aquí vivieron y murieron, para entender mejor nuestro pasado, y no caer en las simplificaciones pueriles tan de moda hoy en día, según las cuales toda sociedad se divide entre buenos buenísimos y malos malísimos (el estilo Pigna, que le dicen).

Por desgracia no podemos llevar internet al pasado, ni dotar de materia gris a Pigna. Lo que podemos hacer, es rescatar nosotros las anécdotas que nuestros mayores nos han contado a lo largo de nuestras vidas, y dejarlas plantadas en este rincón del espacio, para que alguien, algún día, en doscientos, quinientos, o mil años, pueda aún conocerlas, y nutrirse de ellas.

Con ese espíritu, contaré ahora una pequeñísima historia ocurrida en el seno de mi familia paterna, que si bien no interesará seguramente a ningún historiador, puede servir para pintar el grado de polarización –y también de intolerancia– que se vivía en la Argentina hacia finales de los ’40, principios de los ‘50:


Transcurría el primer gobierno de Perón. Un grupo de chicos de 9, 10, o 12 años, se juntaba todas las tardes en las calles de su barrio, Palermo, para jugar a la pelota, a la escondida, o simplemente para pasar el rato. No había grandes apuros, y las horas de esas tardes pasaban lentamente, junto a los tranvías que aún fatigaban las calles de Buenos Aires.

Un día, uno de esos chicos escuchó en la radio una increíble revelación: Quien escribiera una carta a Evita Perón pidiéndole algo, cualquier cosa, lo recibiría en su casa sin costo alguno, más rápido incluso que si se lo pedía a los Reyes Magos (que por aquel entonces, eran bastante más populares que Papá Noel).

El notición no tardó en difundirse entre los chicos de aquella barra, y fue así como “Cachito” (mi papá) redactó con esmero una prolija carta dirigida a la “abanderada de los humildes”, que pronto -y sin que se enterase mi abuela- despachó en el correo.

Pasaron unos pocos días hasta que un inmenso camión se detuvo frente a la puerta de su casa, y entregó un paquete dirigido a él. Al abrirlo, Cachito encontró una reluciente Nro. 5, que inmediatamente corrió a exhibir a sus amigos.

En este punto la historia se vuelve algo difusa, pero lo cierto es que, pese a tan extraordinaria demostración de generosidad por parte de la ‘jefa espiritual de la nación’, Cachito no tardó en tomarle fastidio, y de hecho unos años después, festejaría como uno más la caída de aquella banda.

Desde siempre conocimos con mis hermanos la historia de aquella pelota que le había regalado Evita, aunque al preguntarle porqué había sido tan ingrato con ella, una vez se sinceró: Si, es cierto, la pelota me la mandó, pero después le escribí para pedirle unos patines, y nunca jamás me llegaron!

La cosa no pasó de ahí, y cada vez que se recordaba esta anécdota en mi familia, sólo servía para ratificar lo que todos creíamos (y creemos) sobre Perón, y su patético legado.Hace unos años, sin embargo, y siendo mi abuela ya muy mayor, tuvimos que vaciar algunos placards de su casa a raíz de una mudanza, y en lo más alto (y profundo) de uno de ellos, encontramos un extraño bulto, envuelto con papel de diario y atado con vetustos piolines.

Antes de abrirlo, interrogamos a mi abuela sobre su contenido, pero con un gesto de indignación que no llegamos a entender, sólo atinó a decir: “Tiren esa porquería”.Lejos de extinguir nuestra intriga, esa orden terminó por interesarnos en el paquete, por lo que esperamos que se distrajera, y nos escondimos en el baño para abrirlo sigilosamente.

La verdad es que al ver el contenido de aquel enigmático paquete, nos desilusionamos bastante, y si mal no recuerdo, pronto lo dejamos por ahí arrumbado, para seguir vaciando los placares y roperos que quedaban. Sin embargo, en seguida notamos algo extraño en la expresión de “Cachito”, quien había clavado sus ojos sobre aquellos objetos metálicos, y luego de unos segundos sin articular palabra, atinó a preguntar a mi abuela: Pero, mamá! ¿Entonces…..? No me digas que…

Y fue en ese momento que mi abuela se quebró, y entre risas confesó que, medio siglo atrás, un camión había llamado a la puerta de la casa, y le había dejado un par de flamantes patines, que la ‘Fundación Eva Perón’ había decidido regalar a su Cachito. Aprovechando que éste estaba en ese momento en la escuela, ella los había envuelto con lo primero que encontró, y los había guardado en el lugar más recóndito que se le ocurrió, donde durmieron hasta que el destino quiso que los encontráramos.

Alguna vez he pensado que quizás, y sólo quizás, si ese camión hubiera llegado un rato más tarde, yo podría haber sido un peronista más, de esos que todavía se emocionan al escuchar la marcha, y creen de verdad que el Justicialismo fue una gran cosa que le sucedió al país.

Bueno, eso era todo. Como habrán advertido, no era una historia especialmente apasionante. Pero era una historia, y junto a las suyas, seguramente sirva para explicar una época.
Lo que me gustaría, por ende, abusando ya descaradamente de la confianza de don Bugman, es invitar a los innumerables visitantes de su blog, a que se animen a relatar en los comentarios de este post, algunas otras historias similares, parecidas (o incluso antagónicas!) a la que acabo de contar, que hayan escuchado en sus familias, o hayan oído en algún momento de sus vidas.

Quizás no todos tengan –como yo– una madre a la que obligaron a escribir “Perón me ama” en su cuaderno de primer grado inferior, pero todos tenemos alguna tía-abuela a la que hicieron bajar del tranvía por hablar mal de Evita, o algún abuelo al que obligaron a asistir a su fastuoso velatorio. Me gustaría leer esas pequeñas historias. Pero mucho más me gustaría que los nietos de mis nietos puedan disfrutarlas algún día.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Entremés

Mientras esperamos que a Alice y a Juan los visiten las musas (oigan, no es para tanto, en serio, relájense y gocen), les presento un nuevo capítulo de "El Grito Desesperado de Bugman"



Ya hace un mes que te fuiste, Marita. Y no me atreví a tocar nada en mi departamento, todo está exactamente igual que como lo dejaste, porque se que un día de estos vas a entrar por esa puerta y todo va a volver a ser como antes.

En la mesita de luz todavía está el vaso donde dejabas la dentadura postiza por las noches, ni siquiera me atreví a cambiar el agua. Me entretengo viendo a los pequeños animalejos que han aparecido allí, como por arte de magia. ¡Hemos creado vida, Marita! Hasta les puse nombre, aunque me cuesta distingirlos unos de otros. No, no te voy a decir cómo se llaman, será una sorpresa.

Aunque ahora tengo toda la cama para mí solo, sigo durmiendo acurrucado en un rincón, como cuando estabas y ocupabas casi todo el espacio disponible. A veces me despierto sobresaltado por las noches, igual que cuando me gritabas con esa voz aguardentosa tan tuya "¡Imbécil, estás roncando!".

Ah, Marita. Las cosas que hacíamos en esa cama. Desde ahí, acostada, te encantaba ver la lucha libre en la televisión, comiendo pollo con la mano. Mientras escribo esto acaricio una a una las muchas manchas de grasa que quedaron en el colchón. Si hasta me parece estar escuchando las risotadas con que festejabas cada evolución de los luchadores, y las protestas de los vecinos. Ahora paso la mano sobre la cicatriz que me dejaste el día que quise cambiar el canal y me tiraste con el velador. ¡Cómo te reías cuando el médico de urgencias me suturaba la herida!. Extraño tanto esa risa tan inconfundible, mezcla de graznido y cristales rotos.

Todavía sigo recibiendo esos llamados telefónicos misteriosos sobre los que prometí no preguntarte después de que me rompiste dos dedos. La culpa fue toda mía Marita, no debí ser tan curioso. La verdad es que estabas en todo tu derecho a no contarme quiénes son El Pata de Catre, El Runfla, El Carnicero y El Cicatriz.

Marita, qué solitario y enorme se ve este departamento desde que no estás. Y silencioso, sobre todo silencioso. Tu presencia era polifónica. A veces trato de simular esos ruidos vitales, esa algarabía incesante caminando por toda la estancia y eructando, pero mis tristes intentos ni siquiera se comparan con esos estruendos magníficos que provenían de tus entrañas y hacían temblar los vidrios de las ventanas, esparciendo al mismo tiempo unos aromas que persistían, que aún persisten.

Todo me recuerda a tí, Marita. Un hipopótamo bostezando en el zoológico, un documental sobre ballenas, un guiso de mondongo, un pájaro muerto en la calle y aplastado por un automóvil. Es curioso cómo se disparan los recuerdos.

¡Ay, Marita, cómo te extraño! Pero se que volverás, y te espero. Ahora que ya no te gastas mi sueldo apostando a los caballos estoy ahorrando algo de dinero y en poco tiempo más lograré reunir lo suficiente para comprarte esos guantes de box que tanto querías.

La esperanza de ver tu sonrisa cuando te los calces hace más llevadera mi espera.


Buenas noches.

lunes, 5 de noviembre de 2007

¡Tenemos un ganador! (o muchos)

Las respuestas de los estimados comentaristas iban a ser examinadas por un jurado de notables compuesto por ínclitos representantes de diversas disciplinas. Desgraciadamente a último momento todos me avisaron que no tenían el menor interés en perder el tiempo con estas tonterías, así que me quedé solo.

Revelemos para empezar que viajé en un crucero de lujo y compartí el jacuzzi con tres agraciadas señoritas, me palmeó el hombro un Presidente intentando hacerse el simpático conmigo y yo no le hice el menor caso, fui atropellado torpemente por un mediocre y enorme actor argentino en un campeonato de golf y atrapé un ladrón pelirrojo y lo llevé de la oreja ante su víctima obligándolo a devolver el botín. No me extenderé más en cada una de estas anécdotas, tal vez merezcan en el futuro uno o varios artículos.

Por lo tanto, la anécdota falsa es la número 4, en la que yo cometía una gaffe imperdonable con un conocido al encontrármelo luego de algunos años sin verlo.

Acertaron, pues, Alice, Juan de los Palotes Medrano, Estrella, Capitanfla, Andre, No tan iguales, Gabriela, Garfio, Caro, Mejo Dieron, Bruno, Adriana ,El Profe y Opiniones independientes. (He tenido que descalificar a Candorosa porque aunque sí eligió la opción 4, también por las dudas, mencionó la 3 y así no vale). Roxy al final dudó y casi cambia su voto por la 5 y se va por la 4 gracias al proselitismo de Juan de los Palotes Medrano, pero no estuvo segura.

De entre todas las razones que expusieron los que eligieron la opción 4, la más cercana a la realidad es la de Garfio : "Sospecho que usted no comentaría sus encuentros con la dama a otro señor". Es cierto, no suelo ventilar asuntos de alcoba, ni siquiera entre amigos.

Sin duda el motivo más halagador fue el que adujo Andre: "Voto la cuatro una mujer que ha estado con Ud. no se casa con otro hombre". Es también el más errado, las mujeres que estuvieron conmigo no sólo se casaron con otros hombres sino que además la mayoría lo hizo inmediatamente después de estar conmigo. No se me ocurre cómo interpretar eso.

Debo mencionar a Juan de los Palotes Medrano, que argumentó su elección con solvencia y convicción y animó a todos a seguir su ejemplo.

Alice sin embargo fue la primera en acertar, y lo hizo de un solo disparo, con el pulso firme y sin dudar.

Me asalta en este momento la tentación de declarar ganadores a todos los que acertaron y así les dejo el blog por una temporada y yo me dedico a criticarlos, pero tengo miedo de que los estimados lectores se den cuenta de que al final lo mío no era taaaan bueno y que los invitados lo hacen estupendamente, me cambien la cerradura y ya no pueda volver a mi blog nunca más.

Así que voy a adoptar un solución que no va a dejar conforme a nadie más que a tres personas, declarando dos ganadores:

¡Suenen pífanos, sacabuches, cornos, fagots y oficleidos para saludar a:
Alice y Juan de los Palotes Medrano!

Máximas felicitaciones para ambos, ya pueden enviarme sus artículos por e-mail (buscar en mi perfil)

No hay restricciones sobre el tema, formato o extensión de lo que quieran publicar, pueden referirse a sus blogs (que son Alice dice y El Lineman, respectivamente), hablar mal de mí o lo que quieran.

Muchas gracias a todos por participar, los que no han resultado ganadores ahora ya tendrán oportunidad, o no, qué se yo. Vieron cómo es esto.

Buenas noches

viernes, 2 de noviembre de 2007

Gran concurso gran




Festejando el...no, eso no. Bueno, festejando la...no, tampoco. Al demonio. ¡Sin ningún motivo aparente, Los Sin-logismos de Bugman lanza otro fabulantástico concurso para casi todos los lectores!








Pondré a consideración de los distinguidos lectores cinco recuerdos de circunstancias en las que me he visto envuelto.

Todas son reales, menos una.

Resultará ganador del concurso el primer lector que adivine de cuál se trata. Por razones obvias, no están calificados para participar aquellos lectores que tengan el inconmensurable placer de conocerme en persona, a los que ruego discreción so pena de verme obligado a declarar nulo el jueguito.

¿El premio? ¡El ganador o ganadora tendrá la posibilidad de publicar un artículo de su autoría en este prestigioso blog! (*)

¿Ah, les parece poco? ¿Quieren dinero, un trofeo, un lavarropas? A la tele, señores, aquí somos serios. Y además me gasté toda la plata en muebles para la casa.

Sin más preámbulos, aquí están los cinco recuerdos:

1) Atardecer, un crucero de lujo se aleja lentamente de las costas de Saint Thomas. Bugman observa el ocaso desde un jacuzzi en cubierta, que comparte con tres atractivas jovencitas de distintas nacionalidades.

2) Quinta Presidencial de Olivos. El Presidente en ejercicio se acerca a Bugman, le palmea el hombro y le dice algo así como Ehhh. Bugman se lo queda mirando y le pregunta : ¿Ehhh qué?.

3) Campeonato Abierto de Golf de la República Argentina. Bugman está desplazándose siguiendo la actuación de Angel Cabrera. Un espectador muy alto y corpulento viene en dirección contraria y se lleva a Bugman por delante, que termina en el suelo. Bugman se incorpora dispuesto a decir un par de cosas y se percata de que el espectador torpe le lleva unos cuantos centímetros de estatura. El espectador se disculpa de mala gana. Es Víctor Bo.

4) Bugman se encuentra con un viejo conocido al que no ve desde hace años, y se ponen a hablar de viejos tiempos. En un momento de la conversación se trae al ruedo la figura de una dama que solía resultar atractiva para ambos. Bugman refiere que ha tenido un par de encuentros íntimos con la mujer en cuestión, pero que no ha seguido frecuentándola porque le resulta un poco estúpida. El conocido no hace ningún comentario, y se despiden. Días después, hablando con un tercero en común, Bugman se entera de que el conocido se ha casado con la mencionada fémina hace un par de años.

5) Subiendo a un colectivo, una jovencita que está detrás de Bugman le pide ayuda porque acaba de ser víctima de un robo. Bugman no lo duda, se baja del transporte y se pone a disposición de la dama en apuros, que le relata que fue robada por un ladrón pelirrojo. Rápidamente los dos recorren las inmediaciones y localizan al malhechor. Bugman lo persigue, lo alcanza y agarrándolo de una oreja lo obliga a devolver el botín.


¡A concursar, estimados lectores! Se aceptan respuestas hasta el martes.


Buenas noches

(*) El ganador o ganadora deberá enviarme el artículo por e-mail, y yo lo publicaré (sin editarlo, naturalmente) con los anuncios correspondientes.


Actualización 04/11/2007: He decidido acortar en un día la recepción de respuestas. Mañana por la noche, habrá ganador, o ganadora.

martes, 30 de octubre de 2007

Tirando, que es gerundio

En pocos días abandonaré mi último departamento de Soltero Urbano para mudarme a una casa en las afueras de la ciudad.

Como parte de los arduos preparativos de la mudanza aparece la oportunidad de deshacerse de una cantidad de objetos que se vienen acumulando hace años en cajones, cajas, carpetas, bolsas y recipientes varios.





Todavía recuerdo cuando gané mi independencia y me convertí en un Soltero Urbano. La mudanza fue de lo más sencilla; sólo me llevé lo imprescindible, compuesto en su mayor parte por indumentaria que cabía cómodamente en un bolso de viaje. El resto lo dejé en la casa de mis padres, y no era un resto muy voluminoso que digamos.

A lo largo de los años la inagotable capacidad del ser humano para rodearse de cosas se fue manifestando inevitablemente y cada movimiento fue más dificultoso que el anterior.

Así llegamos a este momento en que acumulo en mi departamento todas las cosas que fui agregando a mi patrimonio, más aquello que había permanecido en la casa paterna (que mis padres me querrán mucho, pero tampoco es cuestión de utilizarlos de depósito) más toneladas de papeles, facturas y documentos que legalmente no me permiten tirar o utilizar para envolver pescado.

Se impone, pues, una decidida selección de aquellos elementos que revisten la jerarquía de trasladables para proceder a su embalaje y posterior transporte y separarlos así de los destinados al relleno sanitario.

Afortunadamente no soy un sentimental. Puedo proceder con la mente fría y sin atisbo de arrepentimiento a desechar toda clase de recuerdos de viaje que no hayan sido concebidos como tales. Paso a explicarme: si en un viaje compré una gorrita de baseball con el logo del equipo de la ciudad visitada, es evidente que lo hice con toda intención y eso es un recuerdo. Pero los boletos del tren, el menú del restaurante y la entrada al Animal Kingdom son papeles, y a la basura. Algunas veces guardo los mapas de las ciudades, pero eso es porque tienen alguna utilidad. Todavía no se la he encontrado, pero seguro tienen alguna. No sé, a lo mejor si los utilizo mientras cuento alguna anécdota puedo dotarla de una especie de verosimilitud documental. Claro que eso me obligaría a cargar los mapas todo el tiempo, nunca se sabe cuando se debe contar una anécdota sobre algo que sucedió, pongamos por caso, en Frankfurt.

Otro rubro que no me plantea problema alguno es (y griten de horror las damas presentes) el de las antiguas cartas de amor. Las considero algo escrito por una persona que ya casi ni conozco bajo el influjo de unos sentimientos que han desaparecido y que tuvo por destinatario alguien que ya no soy yo. Pueden ser, además, el doloroso recordatorio de un fracaso, o de una vergüenza, o de un fastidio. Por otra parte, a no ser que se hayan tenido romances con Laura Esquivel o Isabel Allende estas misivas suelen tener la impronta de una escritura adolescente e insoportablemente cursi. Prefiero recordar los amores pasados bajo el sutil velo del tiempo y la memoria y no con la crudeza casi obscena de una ortografía descuidada y una sintaxis errante. A la basura con ellas.

Va inmediatamente con destino al Ejercito de Salvación o institución equivalente cualquier prenda de vestir que no haya sido utilizada al menos en un año. Es fácil reconocerlas, suelen tener una fina capa de tierra adherida a su superficie y el olor característico de las catacumbas romanas. Algunas están nuevas porque fueron el presente de cumpleaños de alguien que no nos conoce mucho y tiene un insobornable mal gusto. Es momento también de desechar prendas gastadas agujereadas, manchadas, y aquellas que guardábamos porque cuando nos pusiéramos en forma nos iban a volver a quedar bien. Las medias solitarias que han perdido a su compañera se van. Está permitido sin embargo guardar esa camiseta deteriorada, desteñida y deformada que nos gusta tanto. Así somos los hombres.

Los libros no se tocan. No puedo tirar un libro, tengo una cuestión con los libros. No es negociable, lo siento. Las fotografías tienen un valor documental, y tampoco ocupan tanto lugar. Se salvan.

Tarjetas de negocios de señores que ya no me acuerdo quiénes son pero que seguramente ya no ocupan más el cargo de Auditor Adjunto de Perfoverificaciones Comparadas de la Compañía General de Máquinas de Oficina no resisten el menor análisis. A la hoguera.

Y así llegamos al grupo de objetos que me pone en serios problemas. Partes, piezas, repuestos, máquinas, cualquier dispositvo mecánico, elécromecánico, electrónico o eléctrico.

Cuando observo la notable colección de tecnología obsoleta o inservible que he logrado reunir me vienen a la mente los cientos de diseñadores, científicos, técnicos, operarios que deben haber intervenido y las miles de horas-hombre que se han invertido en fabricar las maravillas que se amontonan en los rincones de mi actual vivienda. Me asalta también la fantasía de poder utilizar piezas de varios aparatos para construir algo nuevo, qué se yo, a lo mejor un escudo energético personal o un control remoto para abrir la puerta del garaje del vecino. No me digan que no les gustaría tener alguno de esos. Recuerdo entonces que apenas si domino en una forma incompleta y lunar los rudimentos básicos de la electrónica y probablemente terminaría destruyendo tres o cuatro cosas sin lograr nada. Ah, pero sería divertido intentarlo. Por otra parte los artículos electrónicos poseen una belleza que va más allá de su diseño. Caramba, esos circuitos tan elegantemente proyectados, esa economía de espacio, esa eficiencia. Va más allá de mis capacidades apreciar estas cosas en profundidad, pero las intuyo.

No me puedo decidir a arrojar a la basura ese módem de 2400 baudios, ese cable tan raro que no puede conectar nada que yo conozca, ese adaptador para un teléfono celular que no se fabrica hace diez años, esos cacharritos llenos de motorcitos, lucecitas, palanquitas, botoncitos y displays luminosos.

Debo hacerlo, no tiene ningún sentido acumular cosas inservibles, pero ¡ay! cómo me cuesta. Ayer destripé un viejo lector de CD-ROM que ya no funcionaba para recuperar el láser. No tengo la menor idea de lo que voy a hacer con eso pero es un avance, de un aparato del tamaño de un libro mediano extraje un elemento que ocupa menos espacio que una moneda y deseché todo lo demás.

Ahora que lo pienso, esa no es mala estrategia. Le sacaré los servomotores a la lectora de zip drives, la pantalla de cristal líquido a los teléfonos, los pequeños tornillos al resto de los aparatos, guardaré todos los cables, las fuentes de poder, los resortes, los parlantes, uno o dos transitores, algunas bandas de goma, uno que otro LED, arandelitas de plástico (utilísimas para amortiguar vibraciones), engranajes y ejes. Eso puede guardarse fácilmente en una caja no demasiado grande. Y puede servir para algo, seguro que sí. Mi futura casa va a necesitar un sistema de riego automático.

Buenas noches.

domingo, 28 de octubre de 2007

Cositas Sueltas 11



Echando un poco de quevedos para desgongorizar el ambiente.






Primero una noticia:
Me han premiado no, una, ni dos, ni tres, ni cuatro sino cinco veces con un premio que se llama "Blog del Día".
Muchas gracias a Has, Garfio, Romina, TheJab y Capitanfla, tanto por señalarme como merecedor del premio como por los términos elogiosos con que me mencionan en sus respectivos weblogs (para los que recién se inician en esto, así les decíamos antes a los blogs, ¿saben?).

Se supone que yo debería entregarle a otros siete bloggers este mismo premio, pero como a mí me lo dieron cinco veces eso me daría derecho a elegir nada menos que a treinta y cinco candidatos, y la verdad es que me parece demasiado. De manera que en un acto de repugnante demagogia, declaro que todos los blogs que figuran en los links de la barra izquierda están premiados, y los que no figuran porque todavía no los puse, también. Y los que no tienen blog también, para que no me acusen de discriminación.

No crean que no aprecio estos actos de amabilidad, me encantan, pero esto de premiarnos entre nosotros se parece un poco a los casamientos entre primos, terminaremos todos medio tarados y siendo parientes.

Continuamos con la transmisión habitual:

-Inflación reprimida es un señor que usa calzoncillos muy apretados y al que no hacen más que molestarlo todo el tiempo.

-La lotería, las citas a ciegas y las elecciones se basan en el mismo principio: la disposición del ser humano para hacer cosas completamente irracionales con la esperanza de acceder a recompensas increíblemente improbables.

-Hay una ciudad cuyo nombre no puede revelarse donde todos andan completamente desnudos. Naturalmente existen clubes de vestidistas donde unas mujeres sobre el escenario se mueven en forma lasciva mientras se ponen prenda sobre prenda. Cuando teminan luciendo tapado, sombrero y guantes, se arma tal batahola que algunas veces tienen que entrar policías con las pistolas en la mano para controlar al público enardecido (generalmente compuesto por señores mayores impecablemente desvestidos).

-Esta frase tiene exactamente cuarenta y cinco letras.

-Normalmente un optimista es alguien que no está bien informado.

-La cacería de patos va a ser un deporte el día que los patos tengan escopetas. Y los cazadores puedan volar, claro.


Buenas noches.


PD: ¡Ahhhhy...qué lindo el conejito, qué dulzura, con esas orejitas caídas, todo peludito y suavecito...ahhhh...ahhhh...!

Actualización: 29/10/2007. Eramos pocos...y Bruno también me concedió el premio. Ahora tengo seis. Sí, seis. Jeje. Muéranse de envidia.
Actualización 2 : 30/10/2007. Continúa la cosecha. Ahora es La Mascarada, (gracias, gracias, no somos dignos), que tiene un blog de chismes de espectáculos y noticias de la farándula quien me señala como acreedor de otro premio. Además, me llama "gurú". Me encanta. Ya fundé un partido político, ahora voy por la secta. Sospecho que vestido con túnica blanca y rodeado de querubines me vería estupendo.
(Me acabo de percatar de que no son todos el mismo premio, unos son "Blog del Día" y otros "Blogger del Día", pero no importa, ya tengo siete, siete, ¡siete!, ¿sabe?).


viernes, 26 de octubre de 2007

A votar, botarate.



El domingo hay elecciones presidenciales en Argentina.
Como un servicio al ciudadano, Los Sin-Logismos de Bugman presenta el PQNPPQPSQP (Preguntas Que No Preguntaron Pero Que Podría Ser Que Preguntaran) electoral.













P: ¿Si entro al cuarto oscuro cantando "Durazno a cuarenta el ciento" me anulan el voto?
R: No, querido ciudadano. Usted se refiere seguramente a lo que se llama "voto cantado", que pese a su nombre no requiere que usted entone melodía alguna. Se denomina así al hecho de declarar a viva voz a qué candidato ha de favorecer con su sufragio, o portar elementos de propaganda proselitista. Por ejemplo, si grita "Lo voy a votar al Licenciado Pandolfi, y los que no lo voten son todos unos imbéciles", esto es voto cantado. Si lo dice con voz de barítono y con la melodía de un aria de Puccini, también. Y si se queda callado pero lleva una camiseta con la leyenda "Pandolfi Presidente, y ríase la gente", también. Pero nada le impide entrar cantando un tango, una guaracha o la marcha de San Lorenzo.


P: ¿Antes de depositar el sobre en la urna, le tengo que dar propina a las autoridades de la mesa?
R: No, estimado ciudadano, esa no es la costumbre. Y si alguna autoridad pretende darle propina a usted, mientras le guiña un ojo y le da un sobre ya cerrado, rechácela cortésmente.


P: Una tía mía me dijo que en su época hasta los muertos votaban. ¿Es obligatorio exhumar al abuelo y llevarlo a votar?
R: No, ciudadano. Su tía se refiere a algún procedimiento irregular aprovechando los errores en los padrones electorales. Deje a su abuelo tranquilo, que además ya debe estar medio deteriorado como para andar transportándolo.


P: ¿Es verdad que si voto en blanco ese voto lo cuentan igual y se lo dan al que va ganando?
R: No, ciudadano, eso no es cierto. Se cuentan solamente los votos válidos, o sea los que no están vacíos.


P: ¿Entonces si en el sobre pongo una foto de Bob Esponja, no está vacío y Bob Esponja puede ser Presidente?
R: No, ciudadano, usted no está muy informado, ¿verdad? Se requiere que adentro del sobre haya una boleta electoral de las que encontrará en el cuarto oscuro. De lo contrario su voto será nulo y tampoco contará para el escrutinio, a los efectos prácticos será igual que el voto en blanco.


P: ¿Y si pongo una empanada adentro del sobre?
R: Usted no es muy astuto, ciudadano, le acabo de decir que tiene que haber una boleta.


P: ¿O sea que si pongo adentro del sobre la boleta de la tintorería sí vale?
R: No, tontuelo, no. Una boleta electoral. ¿Tiene usted problemas para comprender textos sencillos?.


P: ¿Y si todo el mundo pone una boleta de la tintorería?
R: Es igual, estúpido. Con que un solo ciudadano haga un voto correctamente emitido alcanza, y ese solo ciudadano elegirá al Presidente. No sea pavote, vote bien.


P: ¿Pero si tooooooodoooos, pero tooooodooooos ponen la boleta de la tintorería, y ni uno solo la de un partido político?
R: A ver imbécil. No puede pretender que tooooodoooos tengan la misma tara mental que usted. Hay ciudadanos responsables, y hay gente que tiene interés en que gane algún candidato en especial. Y gracias a los paparulos irresponsables como usted esos van a decidir quién lo va a gobernar por los próximos cuatro años. ¿Le parece bien? ¿Eh? ¿Le parece bien dejar que otros decidan por usted?


P: Yo quiero que me gobierne Bob Esponja. ¿Qué tengo que hacer?
R: ¡Pero no, pedazo de idiota, ignorante, tarado! ¡Bob Esponja no es un candidato! ¡Bob Esponja es un dibujo animado! ¡No existe! ¡Tiene que elegir entre los candidatos registrados!


P: ¿Y a Calamardo? ¿No puedo elegir a Calamardo? Es gracioso, Calamardo.
R: ¡Es lo mismo! ¡Tampoco existe! ¡¿Qué le pasa, se golpeó la cabeza?! ¡Tonto, más que tonto!


P: Uh, qué carácter. Bueno, entonces dígame a quién voto.
R: No, no puedo hacer eso, salame. Usted tiene que elegir, de eso se trata. Mire, elija al que le parezca más honesto, más trabajador, más capaz. O si no le termina de convencer ninguno, al que menos le disguste. ¡Pero elija uno, no sea estúpido! ¿¿Cómo se lo tengo que decir??


P: ¿Puedo votar a otro candidato pero decirle al presidente de mesa que protesto porque me hubiera gustado votar a Bob Esponja?
R: Ufffff. Sí, si quiere haga eso. Lo van a mirar raro, pero haga eso, no hay problema.


P: ¿Y si al final gana Bob Esponja y yo me siento mal porque no lo voté?
R: ¡¡¡NOOOOOOO!!! ¡¡¡BOB ESPONJA NO PUEDE GANAR!!! ¡¡No es candidato!! ¡¡Idiota, idiota, mil veces idiota!!


P: ¿Ah, usted es uno de esos que hacen encuestas y le dicen a la gente quién va a ganar? ¿Y entonces si ya sabe quién va a ganar para qué votamos? Yo me quiero quedar en casa viendo Bob Esponja.
R: ¡¡NOOO!!¡No soy de las encuestas!¡Y es mentira que se sabe quién va a ganar!¡Los encuestadores también se equivocan!....Ahhhh...Espere...Ahhh....ya me tranquilicé. Mire, tarambana, usted en su infinita imbecilidad dijo algo cierto. Si las encuestas fueran absolutamente confiables, no habría necesidad de ir a votar. Pero como en las encuestas no le preguntan a todos, pero a todos todos a quién van a votar, puede que muchos a los que no le preguntaron voten a otro candidato que el que dicen los encuestadores que va a ganar, y entonces gana otro. Además, la gente miente en las encuestas. Yo lo hago todo el tiempo.


P: ¿En las encuestas figuraba Bob Esponja?
R: Mire imbécil rematado, maldito montón de carne y huesos sin cerebro, cabeza de chorlito, adoquín con pelos, se lo voy a decir por última vez. Bob Esponja es un personaje de dibujos animados. Ningún encuestador serio le preguntaría si va a votar a Bob Esponja. ¡¡¡PORQUE BOB ESPONJA NO PUEDE PRESENTARSE A ELECCIONES PRESIDENCIALES!!!! ¡¡¡ME ENTIENDEEE!!!!


P: ¿Oiga, no le va a hacer mal ponerse así? Un tío de mi cuñado una vez se puso así y quedó con un ojo mirando para allá y otro para acá, y ahora tiene que usar pañales.
R: ¿¿¡¡Y COMO QUIERE QUE ME PONGA!!?? ¡¡¡A USTED QUE LE IMPORTA!!! ¡¡¡ME PONGO COMO QUIERO!!! ¡¡¡MIRE, MIRE, ME PONGO COMO LOCO!!! ¿QUE VA HACER USTED? ¿EHE? ¿¿¿¡¡¡EHEEE!!!??? ¡¡AHORA TENGO QUE RECIBIR CONSEJOS DE UN DESCEREBRADO IDIOTA QUE NI SIQUIERA SABE QUE BOB ESPONJA....AAARRGHHHHH...EL PECHO...ME DUELE...ARGHHH!!!!


P: ¡Señor, señor! ¿Se siente bien? Uy, parece como el tío de mi cuñado, que se quedó con los ojos así...
R: Argghhh...Bob...Esponja....grfrrrrrfdgggg....


P: Oiga...¡ppstt! ¿Me escucha? ¡Eh! No, parece que no me escucha...En fin. Yo el domingo lo voto a Bob Esponja...
¡Vive en una piña debajo del mar!
¡Lalalalala lalalalalá!
¡Bob- Es -pon-ja! ¡Bob- es- pon- ja!



Buenas noches.


PD: Fuera de broma, el domingo vayan a votar, y voten bien. No sean botarates. No voten en blanco, no anulen su voto. Voten con alegría, con esperanza y con coraje, o voten con amargura, con los dientes apretados y al borde de las lágrimas. Pero de ninguna manera se entreguen, no regalen su derecho. Dejen por un día de ser simples habitantes de este pais y conviértanse en Ciudadanos. La política es demasiado importante como para dejársela a los políticos.
Blog Widget by LinkWithin