jueves, 28 de junio de 2007

La caída


Tengo desde pequeño cierta curiosidad por descubrir cómo funciona todo artilugio que cae en mis manos. Debido a esa tendencia que no me ha abandonado aún, me resulta natural aprender todas las funciones de cualquier aparato moderno en un tiempo relativamente corto, sin hacer uso de manuales o folletos explicativos. Denme el cacharrito, déjenme jugar con él un rato y listo.

Esto me ha puesto en una posición en la que se me ha reverenciado como a un gurú tecnológico entre familiares y conocidos, habida cuenta de que pertenecí por años a la elite que era capaz de hazañas tales como programar la videograbadora para que registrara un programa de televisión cuando yo me encontraba ausente, o calcular el tiempo que hace falta para descongelar un pollo en el microondas.

Durante las primeras épocas de la computación personal, cuando en vez de Windows y todas estas mariconadas se usaba el DOS puro y duro, yo me sabía una docena de comandos y despertaba una mezcla de temor y admiración entre los analfanuméricos que me observaban hacer cosas increíbles como copiar un archivo en un disquette.

Fue hermoso. Todas aquellas personas que habían caído por debajo de su línea de incompetencia merced a la complicación creciente de la vida cotidiana me adoraban, me aplaudían, me envidiaban. Hasta pensé en usar una túnica blanca como vestimenta, y rodearme de querubines.

Pero eso se terminó. El día de ayer marcó mi caída hacia los mundanos niveles de la incomprensión tecnológica de la gente del común.


Hace unos pocos días mi viejo teléfono celular se negó a mostrarme su pantallita de colores brillantes. Mejor dicho, me la mostraba, pero negra. Muerta. Inútil.
Si bien es cierto que no uso el teléfono para ver películas, resulta bastante incómodo no poder leer mensajes, ni poder buscar un número en la agenda incorporada ni ninguna de esas funciones que hacen que los telefonitos sean, además de un incordio permanente, unos aparatos medianamente útiles.
Yo ya había tenido mis problemas con el aparatejo, así que decidí cambiarlo. Me compré un modelo un poco más moderno que a pesar de que no ser una de esas monstruosidades que tienen cuarenta prestaciones de dudosa utilidad, es bastante decente. Tiene un formato clamshell, es decir con tapita.
Ayer al abrirlo para hacer una llamada descubro que el teclado no se ilumina. Lo cierro y lo abro otra vez, y nada. Otra vez, nada. A la tercera, sí, A la cuarta, otra vez sí. Otra vez, y no (podría seguir así unas horas, pero creo que los amables lectores ya se habrán percatado de que hablo de una falla intermitente).

Maldiciendo mi mala suerte celular, me fui raudo hasta el service autorizado dispuesto a zapatear arriba de un escritorio, llamar a la prensa y atrincherarme hasta que viniera un juez y me garantizara que yo iba a salir de ahí con un teléfono nuevo. Ya ni siquiera me conformaba con la reparación.

Llegado mi turno, me atendió una señorita muy sonriente, a la que incluso antes de decirle cual era el defecto, le conté toda mi historia previa con teléfonos celulares de esa marca, y le exigí una solución inmediata, total, satisfactoria, completa y permanente.
La mujer me escuchó con una paciencia encomiable, y cuando al fin le dije que el teclado no se encendía, tomó el teléfono, lo puso debajo del mostrador y después lo sacó con el teclado brillando en toda su gloria. Ah, pero yo estaba preparado y totalmente dispuesto a ser irreductible. Le dije con una sonrisa perdonavidas que ya sabía que eso iba a suceder, porque la falla era intermitente. "In-ter-mi-ten-te", le silabeé la palabra para que la degustara.

Con toda amabilidad, la fémina me explicó: "Señor, este teléfono tiene un sensor lumínico. Si el teclado se encuentra en un ambiente iluminado, no se encenderá. Si en cambio hay poca luz, si está oscuro, entonces sí se activará la luz".

Un poco escéptico, tomé el teléfono y lo llevé cerca de la ventana. Al abrirlo el teclado no se iluminó. Después lo abrí otra vez tapando la luz con mi sobretodo, y ¡voilá! ,un arbolito de navidad.

Lo único que atiné a decir fue "Ah, estupendo", y salí de allí a toda velocidad con cara de que se me hacía tarde para ser humillado en otra parte.

De manera que hoy, queridos ineptos tecnológicos que leen este blog, hoy soy vuestro hermano. Ya no los miraré con sorna, ya no les haré sentir el peso de mi intelecto superior. Ya nada me separa de ustedes, tengan piedad de mí y acéptenme entre sus numerosas filas olvidando auqellos tiempos en que mi persona se alzaba dos centímetros por encima de vuestra cabezas abrumadas por la complejidad de las creaciones del hombre. Mezclémonos en alegre multitud, en indistinta algarabía, tropecemos con los botones y pantallas y tomados de la mano, quedémonos mirando como embobados al elegido que ante nuestras atónitas miradas extrae dinero del cajero automático.

Buenas noches.


Actualización: ¡Aquí está la promotora sin bombacha! (Gracias, Gustav, nos ha salvado a todos).


lunes, 25 de junio de 2007

Servicio a la comunidad


Es un tópico entre los bloggers publicar de vez en cuando las búsquedas que llevaron a sus ocasionales visitantes a encontrarlos por casualidad.

Ultimamente la cantidad de desorientados que han caído en estos lares ha aumentado muchísimo, y yo siento una especie de responsabilidad por haberle hecho perder el tiempo a tanta gente.

He seleccionado algunas de las palabras que estos infortunados navegantes han googleado (fíjense que moderno que soy, utilizando el flamante neologismo) y me dispongo a darles alguna retribución por los segundos que han gastado en comprobar que aquí no hay nada de lo que buscan.



"la verdad sobre los ovnis"
Aquí por suerte puedo ayudarlo, amigo. Ya lo vengo diciendo hace rato, los OVNIS provienen de Noruega. Evidentemente mi prédica no ha alcanzado aún a las masas. Debo esforzarme más.

"bugman judío"
A buena hora me lo dicen. Me perdí el Bar Mitzvah, me bautizaron, tomé la comunión, fui a misa, y ahora me entero de que me esforcé tanto para nada. Me equivoqué de club. Pero ya es tarde. A mí no me circuncidan ni con ayuda de la fuerza pública.

"promotora sin bombacha en la exposicion del automovil"
Mire, espero que la haya encontrado. Ya se acabó la exposición y no pude ir. ¿Pudo al menos obtener fotografías? Envíenos alguna.

"que hay que darle a un elefante con diarrea estival"
Esta es fácil, a un paquidermo con dicha afección, lo primero que hay que darle es espacio. Mucho espacio.

"catalogo peliculas porno aleman de los 80"
Celebro la visita de un sibarita de la pornografía. Nada de "cualquier cosa donde haya chiqui-chiqi". No señor. Tiene que ser alemán y de la década del 80. En esa época yo era un adolescente, pero no conservé nada del material utilizado. Y además era un desordenado, nunca se me ocurrió catalogar nada. Una pena.

"videos de chicas suizas"
Necesito que sea más específico, caballero. ¿Chicas suizas haciendo qué cosa? Tengo un institucional de una fábrica de relojes cu-cu, ¿le sirve? Tal vez convenga que se ponga en contacto con el de la pornografía alemana. Ya sabe desvestidas, una suiza y una alemana son casi lo mismo.

"cosas que van unidas"

Veamos. Causa y efecto. Smith y Wesson. Don Qijote y Sancho Panza. Sacco y Vanzetti. Ying y Yang. Tuerca y tornillo. Dr. House y Vicodin. Porotos y flatos. Carne y uña. Culo y calzoncillo. Si necesita más, estamos a sus órdenes.

"foto de persona sin ropa de toda la edades"
¿Las edades se refieren a la ropa o a la persona? Ya quisiera ver a una persona de todas las edades, con ropa o sin ella.

"como abrir un carrito de supermercado"
En primer tiene que tener un carrito de supermercado cerrado. Esto ya plantea una dificultad, siendo proverbial la costumbre que tienen estos contenedores rodantes de tener la parte superior desprovista de tapa alguna. ¿Seguro de que en su país no les llaman carritos de supermercado a otras cosas, digamos, a las latas de atún? Porque si se trata de abrir una lata de atún, lo puedo ayudar. Justamente acabo de leer la obra "instrucciones para abrir esta lata" que viene gratuitamente con cada envase de atún en lata.

"juegui"
Qué divertidi que es jugar un juegui. Pasamos el rati muy entretenidi, con Pati, Mechi, Roli, Tonti y Cuchi. ¡Besis!

"como agarrar los perfiles de los otros"
Lo primero que me viene a la mente es la conveniencia de agarrar los perfiles ajenos antes que los propios. Es evidente la dificultad del último caso, teniendo que controlar nuestras acciones de reojo en un espejo. Eso debe causar tortícolis. Pero no lo estoy ayudando, disculpe. Use esta mano para agarrar perfiles. No, esa no, esta. Ahora sí.

"busco coyote para pasar ausa"
Pasar Autopistas Urbanas Sociedad Anónima con un coyote. Debe ser una política para tratar de morigerar el tránsito. Probablemente si uno llega a una cabina de peaje llevando a un coyote como pasajero lo dejen pasar sin pagar. Y después dicen que nadie hace nada para desalentar el uso del automóvil. Claro que al mismo tiempo nos tratan de vender el último modelo con el truco de utilizar promotoras sin bombacha.

Este fue un servicio de Los sin-logismos de Bugman para algunos de los despistados por Google, que cada día se parece más a esos tipos a los que les pedimos instrucciones para llegar a algún lugar y en vez de decir simplemente "no tengo ni idea" nos mandan al Congo Belga (a no ser que estemos buscando justamente el Congo Belga, en ese caso nos mandan a cualquier otro lado).

Buenas noches


ACTUALIZACION: A pocas hora de haber escrito este artículo, el blog se me está llenando de visitas de tipos que buscan "promotora sin bombacha".
ACTALIZACION 2: A ver si encuentran de una vez a la dichosa promotora y la entregan, que las multitudes se están agolpando y temo por mi seguridad.

jueves, 21 de junio de 2007

Pato contra tigre


Para la mayoría de ustedes probablemente el hecho haya pasado desapercibido, pero el domingo pasado, el golfista argentino Angel "Pato" Cabrera ganó el Abierto de Estados Unidos (uno de los torneos de golf más importantes del mundo) superando nada menos que al invencible Tiger Woods.
¿Y a mí qué demonios me importa?, dirá el amable lector a quien el golf le interesa en la misma medida que la tierrita que se acumula debajo de su cama, o quizás menos.
Es que este triunfo es también el suyo. Permítame explicarme.








Casi todo el mundo conoce a Tiger Woods. Aunque usted sea una de esas extrañas personas a las que el golf no puede provocarle más que bostezos, es virtualmente imposible no toparse con una foto de él ya sea jugando o haciendo publicidad de algo. El tipo es millonario, tiene un esposa lindísima y hace muy poco tuvo un hijo.

Tiger tiene un físico que parece hecho en un laboratorio. Unos músculos a la vez armoniosos y contundentes unidos a un flexibilidad de bailarín que le dan una gran potencia y una elegancia exquisita al ejecutar sus perfectos movimientos de golfista.
Toda su ropa fue diseñada especialmente para él por la firma Nike.
En el campo de juego es una verdadera máquina: frío, preciso, y eficaz. Pocas veces pierde la compostura, nunca está desaliñado, hasta se diría que le extirparon las glándulas sudoríparas o nació sin ellas.
Entrena obsesivamente, es capaz de practicar durante meses el efecto que sobre su swing tiene un cambio en el agarre del palo donde mueve dos milímetros uno solo de sus dedos.
Todo un atleta, y un antipático.

Por el otro lado tenemos a Angel "Pato" Cabrera.
Macizo, de cuello corto y ancho, incipiente pancita y un andar cómico. Cuando juega se ríe, se enoja, se agarra la cabeza. No es insólito verlo fumar durante sus presentaciones. (Cuando le preguntaron por qué fumaba en el campo, contestó "Y bueno, otros tienen psicólogo, yo me enciendo un cigarrillo).
El "Pato" es un tanto cascarrabias, una vez lo fui a ver en un Torneo de Maestros en Buenos Aires, y justo antes de ejecutar la salida del hoyo 9 sonó un teléfono celular y lo desconcentró. La mirada que le propinó al avergonzado espectador que huía hacia los árboles mientra trataba desesperadamente de apagar, destruír o directamente tragarse el maldito aparato fue una de esas que paralizarían a la Gorgona. Lo puedo jurar porque yo fui el desgraciado del telefonito.
Cabrera no tiene pinta de atleta. Parece un gordito un poco atorrante, amante de los asaditos del domingo regados con un buen tinto y capaz de quedarse con sus amigos jugando a las cartas hasta las tres de la mañana.



Esta edición del U.S. Open, por lo tanto, fue la vez que el gordito atorrante le ganó al atleta perfecto. Fue el triunfo de una desmañada pasión sobre la fría técnica, fue cuando el tipo normal se llevó a la mujer más linda en la cara del dueño del Porsche y la sonrisa luminosa.

El domingo pasado, señores, se demostró que nosotros, que salvo raras excepciones somos más parecidos al Pato que a Tiger, también podemos.

Vaya pues mi homenaje para Angel Cabrera, al que imagino celebrando la victoria más importante de su carrera obteniendo uno de los trofeos que todo golfista profesional sueña con alcanzar, simplemente haciendo un asadito para sus amigos, controlando que no se pase el vacío y pinchando los chorizos mientras sostiene con la otra mano un vaso de vino tinto.

¡Salud, Pato!

Buenas noches.


martes, 19 de junio de 2007

Que los cumplas como fuere

Mi primer recuerdo parece ser de mi cumpleaños número tres. Tengo una imagen borrosa en la que estoy corriendo hacia la puerta de la cocina de la casa de mis padres donde se estaba desarrollando una improvisada sesión de títeres.
Recuerdo otra ocasión celebratoria por el estilo en la cual no se por qué motivo yo estaba furioso e insistía en que mis amiguitos debían retirarse en forma perentoria.
Otra memoria de un onomástico me trae a mi madre explicándome lo inexplicable: ¿por qué los invitados debían llevarse una bolsita con pequeños juguetes, siendo que yo era el homenajeado y por lógica todos los juguetes debían ser para mí?.
Pasados los años y los aniversarios, esa vaga sensación que percibo en las remembranzas de mi niñez se ha definido y acentuado: no me gusta celebrar mis cumpleaños.


En primer lugar, no creo que haya mérito alguno en cumplir años. Toda clase de personas desagradables y malvadas lo hace año tras año mediante el sencillo trámite de mantenerse con vida. Reconozco que debe tener lo suyo celebrar el aniversario 120 de nuestro natalicio, pero antes de eso, vamos, es apenas una cuestión estadística (al menos en esta parte del globo). (*)

Acercándose la fecha señalada por la naturaleza para sumar un dígito a nuestra edad biológica, comienza a repetirse la pregunta: "¿qué vas a hacer para tu cumpleaños?". Nada, hombre, no voy a hacer nada. No voy a a organizar ninguna celebración, no voy a contratar magos ni bailarinas, no voy a reservar mesas en ningún restaurante, ni hacer asados ni, Dios nos pesque confesados, fiestas de disfraces.

No puedo evitar la celebración familiar en virtud de que el aniversario de mi natalicio cae fatalmente cerca del Día del Padre, por lo cual nos juntamos a comer y matamos dos pájaros de un tiro.
La ceremonia de la torta alusiva, con velitas y todo y una familia numerosa coreando la dichosa cancioncita me provoca el deseo de desmaterializarme y volver a juntar mis moléculas a unos miles de kilómetros de distancia.

Después está el asunto de los regalos. Soy lo suficientemente humano como para que me guste que me regalen algo, pero siempre hay un conflicto latente en un obsequio de cumpleaños. Ultimamente a todo el mundo se le da por regalarme ropa que por alguna razón no me conviene. Cuando no es el talle es el color o la función de la prenda elegida, y entonces ahí voy a cambiarla, y no, este modelo solamente viene en naranja con rayas verdes, y se nos acabó el tamaño y te puedo ofrecer este otro pero es más caro y uno termina pagando la diferencia por algo que ni remotamente pensaba comprarse.
A la mayoría de los hombres no nos gusta comprar ropa. Desconfiamos de los vendedores que nos alaban obsecuentemente e insisten en que el tipo que se ve en el espejo, lejos de ser el sujeto ridículo que nos informan nuestras retinas es poco menos que la versión moderna de un dios griego.
Por eso insisto en que me regalen cosas muy baratas que uno pueda olvidar en el fondo de un cajón sin el menor asomo de culpabilidad.

Si es de rigor hacer un regalo, ¿por qué simplemente no se pasa un sombrero o una bolsa entre los presentes y cada uno desliza allí discretamente algún billete, se mezcla todo y se lo entrega al cumpleañero? De esa manera nunca habrá problemas, uno se compra lo que quiera, o se lo gasta en tonterías (que suele ser la manera más satisfactoria de gastar dinero) o lo ahorra o paga una deuda o lo que sea. No me vengan con aquello de la elección del presente, de la gente que piensa en uno y acierta con sus deseos o gustos, de lo prosaico del metálico comparado con una camisa con un estampado de cebras azules. A mí no me molesta en lo más mínimo comprarme mi propio regalo, les aseguro que voy a elegir algo que me va a gustar o al menos va a cubrir una necesidad impostergable.

No me malinterpreten, si me invitan al cumpleaños de alguien a quien le guarde un mínimo de aprecio hasta es probable que asista. Y si además me alcoholizan hasta soy capaz de divertir a la concurrencia. Aunque es extremadamente raro que yo me alcoholice, me han dicho testigos confiables que me convierto en una persona sumamente festiva. Pero repito, ha sucedido muy pocas veces. La última de ellas en una despedida de solteros, y me aseguran que yo andaba gritando a voz en cuello la consigna "¡Yo pago!" mientras agitaba un ramillete de tarjetas de crédito. Debe ser verdad porque al mes siguiente me llegó la cuenta. Esto, unido al hecho de que me desperté en cama ajena, determina la escasa probablidad de que yo vuelva a presentar semejante espectáculo. Pero me estoy yendo por las ramas. Lo que quiero decir es no me gustan mis cumpleaños.

Como habrán deducido astutamente los amables lectores, cumplí años hace pocos días, y no hice nada en especial. Fui a jugar al golf como todos los sábados, y me propuse hacer los nueve hoyos en una cantidad de golpes igual a mi edad. No lo logré, pero tomé el asunto con filosofía.
En vez de corresponder a mi condición de mediocre golfista, el resultado tal vez sea una indicación de que voy a vivir muchos años.

Buenas noches.


(*) Tengo la impresión de haber escrito algo parecido antes, pero no tengo ganas de buscar. Sean buenos y disimulen.

miércoles, 13 de junio de 2007

Las 8 (meme)


La señorita Cosmo me ha pasado otro meme. Esta vez se trata de poner en consideración de los amables lectores ocho cosas sobre uno mismo.
Estoy bastante seguro de que después de tres años y unos días de andar leyendo este blog, todos conocen más de ocho cosas sobre mí, de manera que trataré de no repetirme.

Lo que me preocupa es que este jueguito ya viene circulando hace varios días, y se supone que debo pasárselo a ocho bloggers más, que a su vez contarán ocho cosas sobre ellos y le pasarán la posta a otros ocho y así sucesivamente. Un poco de matemáticas dicen que, a un ritmo de propagación semanal, en ocho semanas tendremos 134.217.728 datos acerca de 16.777.216 bloggers circulando por la red, y antes de terminar la novena semana ya habremos terminado con toda la blogósfera escribiendo cosas sobre sí mismos. Nos conoceremos demasiado. No faltará el desprevenido que escriba datos personales que pudieran comprometerlo. Entonces vendría la extorsión y el chantaje. Probablemente, desesperado, alguien decidirá cometer un asesinato para librarse de tan desgraciada situación. La noticia se difundirá rápidamente, y en poco tiempo estaremos todos tratando de matar a alguien, huyendo al mismo tiempo de nuestros propios asesinos. Finalmente, todos los bloggers menos uno serán eliminados. Y ese blogger recibirá en su blog todas las visitas del mundo, pondrá publicidad y se hará millonario. Claro que estará en la cárcel, condenado a cadena perpetua.


Las reglas son:

1.-Cada jugador cuenta 8 cosas de sí mismo.
2.-Además de las 8 cosas tiene que escribir en su blog las reglas.
3.-Por último tiene que seleccionar a otras 8 personas y escribir sus nombres/blogs.
4.-Por supuesto, no hay que olvidar dejarles en un comentario, que han sido seleccionados para este juego.

Bien, veamos mis ocho cosas:

UNO.-Nunca llamo por teléfono a nadie, a no ser que tenga algo específico que decirle. No me gustan las charlas telefónicas.

DOS.-Soy tan poco romántico como un adoquín, una licuadora o un cactus.

TRES.-Considerando la poca atención que les dispenso a mis amigos y familiares, resulta poco menos que increíble que todavía me dirijan la palabra.

CUATRO.-Tengo la cabeza llena de datos irrelevantes. No es insólito que reciba llamados telefónicos a cualquier hora de amigos preguntando por el nombre de un actor, el título de una película o la marca de un producto. No me molesta.

CINCO.-No puedo beber el último resto de una botella (conocido popularmente como "culito"). Se me ocurre que esa porción supérstite de cualquier líquido debe estar repleta, por obra de la decantación, de toda clase de sedimentos asquerosos y malsanos.

SEIS.-De más joven quería ser ingeniero nuclear.

SIETE.-Tengo una decoloración de la piel en una parte del cuerpo que rara vez ve la luz.

OCHO.-Sufro de astigmatismo, y en las horas crepusculares, justo antes de que empiece la noche, no distingo a dos en un burro.

Bien, ahora las reglas exigen que designe a ocho bloggers para que sigan el asunto y de paso acaben con parte de la civilización. Luego de pensarlo como doce segundos elijo a:

Emeefe
Patricia
Caro
Garfio
Gaby
Norberto
Oscar
Roxy

(Dispénsenme de dejarles el comentario, cuando pasen por aquí se enteran, tampoco es cuestión de andar comprometiendo a la gente, y además quiero demorar la catástrofe el mayor tiempo posible).

Buenas noches.

lunes, 11 de junio de 2007

Fuimos actores

Hace algunos años, un amigo me dijo que estaba tomando clases de teatro.
Ustedes coincidirán conmigo en que tomar clases de teatro es propio de mujeres fáciles, hombres poco viriles y gente de izquierda.
Lo curioso es que mi amigo no encuadraba en ninguna de esas clasificaciones; por el contrario, era un respetable padre de famila y empresario.
Además de venirme con la novedad me desafió a unirme al grupo de bohemios actores.
Verán, yo he cometido un sinnúmero de desatinos impulsado por la desafiante frase "a que no te animás". Este fue apenas uno de ellos.


Me comuniqué con el profesor (un actor cuyo nombre me reservo para su protección) y asistí a mi primera clase.

Resultaba evidente que mi amigo y yo destacábamos en el grupo como monjas en la nieve. Allí había gente que trabajaba de cualquier cosa con tal de poder pagarse sus clases de actuación, querían ser actores profesionales y sacrificaban cualquier cosa con tal de vivir del arte. Por el contrario nosotros éramos a la vista de los demás dos burgueses con algo de tiempo libre.

En esa época yo viajaba mucho por trabajo, y me resultaba muy divertido ver la cara de los demás cuando anunciaba que no podría asistir a la próxima reunión "porque tenía que ir a arreglar un asunto en el extranjero".
Así y todo me las arreglé para tomar clases por dos años y medio, cuando las cosas en el trabajo se pusieron un poco peludas.


Nuestro profesor insistía en que teníamos talento, pero yo sospecho que lo que pasaba en realidad es que éramos los únicos alumnos que pagábamos la cuota puntualmente y el muchacho tenía que vivir, como todo el mundo.

Las fotos que ilustran este artículo pertenecen a las muestras de fin de año del taller, porque si uno se dedica a las artes, no asiste a un curso, asiste a un taller (literario, de teatro, de pintura). En mi caso la denominación resultaba harto apropiada, porque como actor yo no tengo arreglo.

Recuerdo que una vez me tocó encarnar a un homeless (primera foto), y yo estaba bastante conforme con mi caracterización, hasta que el profesor-director me dijo que parecía un profesor universitario desocupado. Bueno, ¿acaso los pordioseros no pueden ser cultos, caramba?

La segunda foto corresponde a mi interpretación de una escena de una obra de Tennessee Williams, que todavía debe estar revolcándose en la tumba. Al menos tuve la decencia de no meterme con Shakespeare.

Se que entre ustedes, amables lectores, hay un par de privilegiados que han sido testigos de mis escasas presentaciones públicas.

Los demás tendrán que hacer uso de su imaginación, porque difícilmente esto se repita.

Por el bien del Teatro, claro.

Buenas noches.


miércoles, 6 de junio de 2007

D.O.L.A.P.E. Propuesta 1



El año pasado lanzamos el D.O.L.A.P.E. (Demócratas Organizados Liberales Alopécicos Populares Eclécticos ).

Prometíamos en aquella oportunidad dar a conocer nuestras propuestas.


Nos hemos tomado un tiempo para pensarlo (no nos gusta que nos tachen de improvisados), y consideramos que ha llegado el momento, habida cuenta de que este es un año electoral en Argentina.

Sin más preámbulos, ponemos a vuestra consideración la Propuesta 1.



Propuesta 1 del D.O.L.A.P.E.

En la actualidad, salvando unas pocas excepciones, la gente tiene que trabajar para vivir. Se trabaja hasta que uno se hace viejito y después se jubila.
Entonces uno tiene mucho tiempo libre para quejarse de lo poco que cobra de jubilación, y vive amargado y sin saber donde ponerse para no molestar a la gente que trabaja y está demasiado ocupada como para hacerle caso a uno, que no hace más que quejarse.

En el D.O.L.A.P.E. pensamos que esto no tiene por qué ser así.

Nuestra propuesta es terminar de una vez por todas con el sistema de jubilación, y reemplazarlo por el innovador sistema de noicalibuj.

Noicalibuj es, como su nombre lo indica, lo contrario a la jubilación.
Se trata, en términos sencillos, de que las personas no tengan la obligación de trabajar hasta los 55 años, y mientras llegan a esa edad perciban de parte del Estado o una administradora privada una cuota mensual en concepto de noicalibuj, que les permitirá atender a sus necesidades de vivienda, alimentación, vestido y esparcimiento.
Superada la edad límite, se suspende el beneficio y se debe empezar a trabajar para devolver lo recibido. Esta devolución se hace en cuotas deducibles del salario, que son proporcionales a lo que la persona haya percibido en su etapa noicalibujatoria.

El sistema de noicalibuj tiene innumerables ventajas sobre la actual jubilación:

-Los mayores no tendrán tiempo de aburrirse ni amargarse, ocupados como estarán trabajando.

-Gracias a la ciencia, la gente vive cada vez más años; esto combinado con la tasa de natalidad decreciente hace que haya cada vez más viejitos que puedan trabajar para mantener a los jóvenes (el sistema tenderá a ser superavitario, al contrario del actual).

-Siendo los viejitos la base de la economía, habrá un nuevo respeto por los mayores y un mayor interés por mantenerlos vivos todo el tiempo posible, creándose un verdadero círculo virtuoso si combinamos esta ventaja con la expuesta en el punto anterior.

-Al no haber tenido que trabajar por 55 años, la gente llegará a esa edad sin asuntos pendientes, sin la frustración de no haber hecho algunas cosas, y con una condición física y mental envidiable.

-Todos tendrán tiempo de estudiar una, dos o tres carreras universitarias, el mundo será impulsado por personas mayores con una preparación académica de excelencia.

-El ritmo frenético de la vida actual será reemplazado por una cadencia más propia de la madurez, la fuerza y la belleza de la juventud no serán desperdiciadas en terminar rápidamente tareas que perfectamente pueden esperar hasta mañana.

-Las velocidades máximas en autopistas y calles serán reducidas para adaptarse al modo de manejar de los ancianos, y los accidentes de tránsito disminuirán en consecuencia (o no pasarán de una pequeña abolladura en el paragolpes).


Probablemente al principio resulte raro ser atendidos por un empleado de 75 años en un MC. Donalds, o nos moleste un poco circular por autopistas atestadas de viejitos que conducen a 30 kilómetros por hora, pero terminaremos acostumbrándonos y aceptando las ventajas de la
noicalibuj.
¿Después de todo, si no tenemos que trabajar, para qué apurarnos?

Esta es apenas la primera propuesta que el
D.O.L.A.P.E. tiene para mejorar la vida de todos de una forma tan innovadora que usted se quedará perplejo preguntándose cómo fue que a nadie se le había ocurrido antes.
Recuerde, estamos pelados porque pensamos con muchísima fuerza. Pensamos en usted.

D.O.L.A.P.E.
Ni un pelo de zonzos.


Buenas noches.

domingo, 3 de junio de 2007

T


Timoteo trabaja en Tribunales. Todo el tiempo trajina trámites y tratados.
Tarde tras tarde, traqueteando, el tren transporta a Timoteo a tomar té con Tatiana. Tatiana lo transforma, lo tranquiliza y lo termina. Tatiana es tersa y turgente. Tiene trenzas. Y tremendas tetas.
Timoteo tratará de tener a Tatiana.
Timoteo teme. ¿Teme Timoteo la traición de Tatiana? Tonterías. Tatiana es transparente, no trama ni trampea. Timoteo teme su torpeza, su timidez.
Timoteo tiene que tratar de tenerla sin temor.
El tren traza su travesía, Timoteo , tenso, trepida y tiembla.

Tatiana tiene té y tostadas. Termina una torta. Todas las tardes Timoteo termina su trabajo y toma té con Tatiana. Tatiana trasega té tristemente. Tratará de terminar con Timoteo, todo trámite y tratado, todo ternura y timidez. Timoteo trae tedio a Tatiana y Tatiana teme que el tedio termine tragándola.
Las tertulias con Timoteo tienen que terminar. Trata Tatiana de trocar su talante triste.

Timoteo y Tatiana toman té. Timoteo termina la tostada, Tatiana toma la taza. La tarde transcurre tachonada de trivialidades. Tarde o temprano tendrán que tocar el tema, tomar su tesitura.
Timoteo: "Tatiana, tengo que tenerte, tocarte, tomarte". Y Tatiana: "Timoteo, tenemos que terminar".

¿Transitará Timoteo la tristeza , o transformará con tino la tragedia en triunfo?

No tenemos testigos.
(Titubeamos en terminar el texto con tremenda trampa de Tatiana transfigurada en Tito, travesti que trafica travesuras tarifadas con turistas).



Blog Widget by LinkWithin