domingo, 16 de diciembre de 2012

Cadenas eran las de antes.


Joven, usted, ¿alguna vez recibió una de esas cadenas? ¿Cómo que cadenas? ¡Cadenas, joven, cadenas de cartas! Dele, ahora pregúnteme que es una carta y ya está, me voy a sentar a bajo de ese árbol hasta que me muera. Ah, una carta sí sabe lo que es. ¡No, no es un e-mail impreso! En fin.

Resulta, joven, que antes no había e-mail, ni chat, ni mensajitos de texto ni ninguna de esas paparruchadas que usan ahora, ¿sabe?. Sí, teléfono teníamos, no se haga el vivaracho. ¿Qué se cree, que soy de la época del miriñaque, yo? Miriñaque. Era como un armazón que se ponían las mujeres abajo de las polleras para...oiga, ¿por qué me habla de polleras, joven? Yo le hablo de cartas y usted me pregunta por polleras. 

Ya se lo dije antes, joven, esa falta de concentración que tiene usted no puede ser buena. Un concuñado mío empezó así y resultó que tenía  como unos bichitos adentro de la cabeza, que le iban comiendo de a poquito los sesos. Sí, un asco, joven, yo dije lo mismo. Pero este muchacho, mi concuñado, se debe haber pescado esos bichos en algunos de esos viajes que él hacía. Porque era un aventurero, mi concuñado. ¿Eh? ¡La boca se le haga a un lado, joven, mi concuñado está vivo! Dije que "era" un aventurero porque después consiguió trabajo. 

¿Pero qué tiene que ver mi concuñado con el miriñaque? ¿Cartas? ¡Ah, cadenas de cartas, sí! ¿Alguna vez recibió una, joven? 

Es que antes, cuando no había e-mail ni Internet ni nada de estas cosas que ustedes los jóvenes creen que existieron siempre, nos mandábamos cartas. Escribíamos en papel, lo metíamos en un sobre, íbamos al correo, hacíamos el envío y esperábamos la respuesta. Qué podía tardar días. O meses. O no llegar nunca. ¿
Me entiende, joven? Una conversación de esas que ahora se tienen por e-mail tardaba tres años, por lo menos. ¡Ah, qué tiempos! ¿Cómo que aburrido? Usted no entiende, joven, las cartas eran otra cosa...no cuarenta palabras escritas con lo pies. ¿Qué cadenas? ¡Ah, las cadenas!

De vez en cuando llegaba una carta con una oración, un rezo, o algo así, y decía que había que mandar diez copias a diez personas porque eso iba a traer mucha suerte, y al revés, si uno no mandaba las diez cartas le iban a pasar cosas horribles, no sé, que se le cayera todo el pelo. Claro que era un cuento de viejas y...¿Qué mira, joven? ¡La calvicie es hereditaria! ¿Usted nunca lee nada?

Ah, ahora entiende de qué le hablo, joven, sí, era parecido al espam ese, pero a mano. Ahora si a usted le mandan un mail y le dice que se lo mande a todos sus amigos, usted hace clicki-clicki y en dos minutos listo el pollo. Pero en mis épocas a los pollos había que pelarlos, no sé si me interpreta. No, joven, no. No nos vendían los pollos con plumas y todo, es una metáfora, es como cuando uno dice "ahí está la madre del borrego". ¿No sabe lo que es un borrego? ¡Un corderito, joven! Sí, la madre del borrego viene a ser la oveja. ¡Yo que sé por qué se dice "ahí está la madre del borrego" en lugar de decir "ahí está la oveja"! ¿Usted me quiere volver loco, joven?

La cuestión es que si uno recibía la cadena y la quería seguir tenía que mandar diez cartas. Y no me venga con fotocopiadoras y esas cosas, joven, que antes la gente no era tan vaga como ahora. La gente escribía con la mano en un papel, ¿sabe? Y usaba todas las palabras,  no como ahora que mis sobrinos nietos me mandan un mensaje de texto y no sé si me están saludando o leyendo un aviso clasificado. 
Y además tenía que buscar diez direcciones para mandar las cartas, que podían ser de amigos pero mejor no, porque si uno de los amigos reconocía la letra se podía enojar. 

Y entonces escribía las diez cartas, las metía en sobres y las mandaba por correo y esperaba que le pasaran cosas buenas. Sí, joven, yo seguí la cadena. No, joven, claro que no funcionaba. ¿Me ve millonario a mí? ¿Le parece que yo tengo una vida maravillosa? ¿Eh? ¡La calva es hereditaria, cuántas veces se lo tengo que decir!

Ah, así que a su edad nosotros éramos unos pánfilos que se creian cualquier cosa, ¿eh? A ver, joven, usted que es tan vivaracho, dígame que no se creyó el mail de "solidaridad con Brian" ¿Cómo que no sabe de qué le hablo? ¿Y el de Microsoft diciendo que le iba a dar un millón de dólares si reenviaba el mensaje a sus contactos tampoco? Ah, ese se lo contó su padre... ya veo.

Joven, ¿me puede hacer un favor? Deme su dirección. No, la de mail no, la otra la de verdad, la que no tiene arroba. No se preocupe, no lo voy a ir a visitar ni nada.. Le voy a mandar una carta, nomás. 


Buenas noches.


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