martes, 30 de octubre de 2007

Tirando, que es gerundio

En pocos días abandonaré mi último departamento de Soltero Urbano para mudarme a una casa en las afueras de la ciudad.

Como parte de los arduos preparativos de la mudanza aparece la oportunidad de deshacerse de una cantidad de objetos que se vienen acumulando hace años en cajones, cajas, carpetas, bolsas y recipientes varios.





Todavía recuerdo cuando gané mi independencia y me convertí en un Soltero Urbano. La mudanza fue de lo más sencilla; sólo me llevé lo imprescindible, compuesto en su mayor parte por indumentaria que cabía cómodamente en un bolso de viaje. El resto lo dejé en la casa de mis padres, y no era un resto muy voluminoso que digamos.

A lo largo de los años la inagotable capacidad del ser humano para rodearse de cosas se fue manifestando inevitablemente y cada movimiento fue más dificultoso que el anterior.

Así llegamos a este momento en que acumulo en mi departamento todas las cosas que fui agregando a mi patrimonio, más aquello que había permanecido en la casa paterna (que mis padres me querrán mucho, pero tampoco es cuestión de utilizarlos de depósito) más toneladas de papeles, facturas y documentos que legalmente no me permiten tirar o utilizar para envolver pescado.

Se impone, pues, una decidida selección de aquellos elementos que revisten la jerarquía de trasladables para proceder a su embalaje y posterior transporte y separarlos así de los destinados al relleno sanitario.

Afortunadamente no soy un sentimental. Puedo proceder con la mente fría y sin atisbo de arrepentimiento a desechar toda clase de recuerdos de viaje que no hayan sido concebidos como tales. Paso a explicarme: si en un viaje compré una gorrita de baseball con el logo del equipo de la ciudad visitada, es evidente que lo hice con toda intención y eso es un recuerdo. Pero los boletos del tren, el menú del restaurante y la entrada al Animal Kingdom son papeles, y a la basura. Algunas veces guardo los mapas de las ciudades, pero eso es porque tienen alguna utilidad. Todavía no se la he encontrado, pero seguro tienen alguna. No sé, a lo mejor si los utilizo mientras cuento alguna anécdota puedo dotarla de una especie de verosimilitud documental. Claro que eso me obligaría a cargar los mapas todo el tiempo, nunca se sabe cuando se debe contar una anécdota sobre algo que sucedió, pongamos por caso, en Frankfurt.

Otro rubro que no me plantea problema alguno es (y griten de horror las damas presentes) el de las antiguas cartas de amor. Las considero algo escrito por una persona que ya casi ni conozco bajo el influjo de unos sentimientos que han desaparecido y que tuvo por destinatario alguien que ya no soy yo. Pueden ser, además, el doloroso recordatorio de un fracaso, o de una vergüenza, o de un fastidio. Por otra parte, a no ser que se hayan tenido romances con Laura Esquivel o Isabel Allende estas misivas suelen tener la impronta de una escritura adolescente e insoportablemente cursi. Prefiero recordar los amores pasados bajo el sutil velo del tiempo y la memoria y no con la crudeza casi obscena de una ortografía descuidada y una sintaxis errante. A la basura con ellas.

Va inmediatamente con destino al Ejercito de Salvación o institución equivalente cualquier prenda de vestir que no haya sido utilizada al menos en un año. Es fácil reconocerlas, suelen tener una fina capa de tierra adherida a su superficie y el olor característico de las catacumbas romanas. Algunas están nuevas porque fueron el presente de cumpleaños de alguien que no nos conoce mucho y tiene un insobornable mal gusto. Es momento también de desechar prendas gastadas agujereadas, manchadas, y aquellas que guardábamos porque cuando nos pusiéramos en forma nos iban a volver a quedar bien. Las medias solitarias que han perdido a su compañera se van. Está permitido sin embargo guardar esa camiseta deteriorada, desteñida y deformada que nos gusta tanto. Así somos los hombres.

Los libros no se tocan. No puedo tirar un libro, tengo una cuestión con los libros. No es negociable, lo siento. Las fotografías tienen un valor documental, y tampoco ocupan tanto lugar. Se salvan.

Tarjetas de negocios de señores que ya no me acuerdo quiénes son pero que seguramente ya no ocupan más el cargo de Auditor Adjunto de Perfoverificaciones Comparadas de la Compañía General de Máquinas de Oficina no resisten el menor análisis. A la hoguera.

Y así llegamos al grupo de objetos que me pone en serios problemas. Partes, piezas, repuestos, máquinas, cualquier dispositvo mecánico, elécromecánico, electrónico o eléctrico.

Cuando observo la notable colección de tecnología obsoleta o inservible que he logrado reunir me vienen a la mente los cientos de diseñadores, científicos, técnicos, operarios que deben haber intervenido y las miles de horas-hombre que se han invertido en fabricar las maravillas que se amontonan en los rincones de mi actual vivienda. Me asalta también la fantasía de poder utilizar piezas de varios aparatos para construir algo nuevo, qué se yo, a lo mejor un escudo energético personal o un control remoto para abrir la puerta del garaje del vecino. No me digan que no les gustaría tener alguno de esos. Recuerdo entonces que apenas si domino en una forma incompleta y lunar los rudimentos básicos de la electrónica y probablemente terminaría destruyendo tres o cuatro cosas sin lograr nada. Ah, pero sería divertido intentarlo. Por otra parte los artículos electrónicos poseen una belleza que va más allá de su diseño. Caramba, esos circuitos tan elegantemente proyectados, esa economía de espacio, esa eficiencia. Va más allá de mis capacidades apreciar estas cosas en profundidad, pero las intuyo.

No me puedo decidir a arrojar a la basura ese módem de 2400 baudios, ese cable tan raro que no puede conectar nada que yo conozca, ese adaptador para un teléfono celular que no se fabrica hace diez años, esos cacharritos llenos de motorcitos, lucecitas, palanquitas, botoncitos y displays luminosos.

Debo hacerlo, no tiene ningún sentido acumular cosas inservibles, pero ¡ay! cómo me cuesta. Ayer destripé un viejo lector de CD-ROM que ya no funcionaba para recuperar el láser. No tengo la menor idea de lo que voy a hacer con eso pero es un avance, de un aparato del tamaño de un libro mediano extraje un elemento que ocupa menos espacio que una moneda y deseché todo lo demás.

Ahora que lo pienso, esa no es mala estrategia. Le sacaré los servomotores a la lectora de zip drives, la pantalla de cristal líquido a los teléfonos, los pequeños tornillos al resto de los aparatos, guardaré todos los cables, las fuentes de poder, los resortes, los parlantes, uno o dos transitores, algunas bandas de goma, uno que otro LED, arandelitas de plástico (utilísimas para amortiguar vibraciones), engranajes y ejes. Eso puede guardarse fácilmente en una caja no demasiado grande. Y puede servir para algo, seguro que sí. Mi futura casa va a necesitar un sistema de riego automático.

Buenas noches.

domingo, 28 de octubre de 2007

Cositas Sueltas 11



Echando un poco de quevedos para desgongorizar el ambiente.






Primero una noticia:
Me han premiado no, una, ni dos, ni tres, ni cuatro sino cinco veces con un premio que se llama "Blog del Día".
Muchas gracias a Has, Garfio, Romina, TheJab y Capitanfla, tanto por señalarme como merecedor del premio como por los términos elogiosos con que me mencionan en sus respectivos weblogs (para los que recién se inician en esto, así les decíamos antes a los blogs, ¿saben?).

Se supone que yo debería entregarle a otros siete bloggers este mismo premio, pero como a mí me lo dieron cinco veces eso me daría derecho a elegir nada menos que a treinta y cinco candidatos, y la verdad es que me parece demasiado. De manera que en un acto de repugnante demagogia, declaro que todos los blogs que figuran en los links de la barra izquierda están premiados, y los que no figuran porque todavía no los puse, también. Y los que no tienen blog también, para que no me acusen de discriminación.

No crean que no aprecio estos actos de amabilidad, me encantan, pero esto de premiarnos entre nosotros se parece un poco a los casamientos entre primos, terminaremos todos medio tarados y siendo parientes.

Continuamos con la transmisión habitual:

-Inflación reprimida es un señor que usa calzoncillos muy apretados y al que no hacen más que molestarlo todo el tiempo.

-La lotería, las citas a ciegas y las elecciones se basan en el mismo principio: la disposición del ser humano para hacer cosas completamente irracionales con la esperanza de acceder a recompensas increíblemente improbables.

-Hay una ciudad cuyo nombre no puede revelarse donde todos andan completamente desnudos. Naturalmente existen clubes de vestidistas donde unas mujeres sobre el escenario se mueven en forma lasciva mientras se ponen prenda sobre prenda. Cuando teminan luciendo tapado, sombrero y guantes, se arma tal batahola que algunas veces tienen que entrar policías con las pistolas en la mano para controlar al público enardecido (generalmente compuesto por señores mayores impecablemente desvestidos).

-Esta frase tiene exactamente cuarenta y cinco letras.

-Normalmente un optimista es alguien que no está bien informado.

-La cacería de patos va a ser un deporte el día que los patos tengan escopetas. Y los cazadores puedan volar, claro.


Buenas noches.


PD: ¡Ahhhhy...qué lindo el conejito, qué dulzura, con esas orejitas caídas, todo peludito y suavecito...ahhhh...ahhhh...!

Actualización: 29/10/2007. Eramos pocos...y Bruno también me concedió el premio. Ahora tengo seis. Sí, seis. Jeje. Muéranse de envidia.
Actualización 2 : 30/10/2007. Continúa la cosecha. Ahora es La Mascarada, (gracias, gracias, no somos dignos), que tiene un blog de chismes de espectáculos y noticias de la farándula quien me señala como acreedor de otro premio. Además, me llama "gurú". Me encanta. Ya fundé un partido político, ahora voy por la secta. Sospecho que vestido con túnica blanca y rodeado de querubines me vería estupendo.
(Me acabo de percatar de que no son todos el mismo premio, unos son "Blog del Día" y otros "Blogger del Día", pero no importa, ya tengo siete, siete, ¡siete!, ¿sabe?).


viernes, 26 de octubre de 2007

A votar, botarate.



El domingo hay elecciones presidenciales en Argentina.
Como un servicio al ciudadano, Los Sin-Logismos de Bugman presenta el PQNPPQPSQP (Preguntas Que No Preguntaron Pero Que Podría Ser Que Preguntaran) electoral.













P: ¿Si entro al cuarto oscuro cantando "Durazno a cuarenta el ciento" me anulan el voto?
R: No, querido ciudadano. Usted se refiere seguramente a lo que se llama "voto cantado", que pese a su nombre no requiere que usted entone melodía alguna. Se denomina así al hecho de declarar a viva voz a qué candidato ha de favorecer con su sufragio, o portar elementos de propaganda proselitista. Por ejemplo, si grita "Lo voy a votar al Licenciado Pandolfi, y los que no lo voten son todos unos imbéciles", esto es voto cantado. Si lo dice con voz de barítono y con la melodía de un aria de Puccini, también. Y si se queda callado pero lleva una camiseta con la leyenda "Pandolfi Presidente, y ríase la gente", también. Pero nada le impide entrar cantando un tango, una guaracha o la marcha de San Lorenzo.


P: ¿Antes de depositar el sobre en la urna, le tengo que dar propina a las autoridades de la mesa?
R: No, estimado ciudadano, esa no es la costumbre. Y si alguna autoridad pretende darle propina a usted, mientras le guiña un ojo y le da un sobre ya cerrado, rechácela cortésmente.


P: Una tía mía me dijo que en su época hasta los muertos votaban. ¿Es obligatorio exhumar al abuelo y llevarlo a votar?
R: No, ciudadano. Su tía se refiere a algún procedimiento irregular aprovechando los errores en los padrones electorales. Deje a su abuelo tranquilo, que además ya debe estar medio deteriorado como para andar transportándolo.


P: ¿Es verdad que si voto en blanco ese voto lo cuentan igual y se lo dan al que va ganando?
R: No, ciudadano, eso no es cierto. Se cuentan solamente los votos válidos, o sea los que no están vacíos.


P: ¿Entonces si en el sobre pongo una foto de Bob Esponja, no está vacío y Bob Esponja puede ser Presidente?
R: No, ciudadano, usted no está muy informado, ¿verdad? Se requiere que adentro del sobre haya una boleta electoral de las que encontrará en el cuarto oscuro. De lo contrario su voto será nulo y tampoco contará para el escrutinio, a los efectos prácticos será igual que el voto en blanco.


P: ¿Y si pongo una empanada adentro del sobre?
R: Usted no es muy astuto, ciudadano, le acabo de decir que tiene que haber una boleta.


P: ¿O sea que si pongo adentro del sobre la boleta de la tintorería sí vale?
R: No, tontuelo, no. Una boleta electoral. ¿Tiene usted problemas para comprender textos sencillos?.


P: ¿Y si todo el mundo pone una boleta de la tintorería?
R: Es igual, estúpido. Con que un solo ciudadano haga un voto correctamente emitido alcanza, y ese solo ciudadano elegirá al Presidente. No sea pavote, vote bien.


P: ¿Pero si tooooooodoooos, pero tooooodooooos ponen la boleta de la tintorería, y ni uno solo la de un partido político?
R: A ver imbécil. No puede pretender que tooooodoooos tengan la misma tara mental que usted. Hay ciudadanos responsables, y hay gente que tiene interés en que gane algún candidato en especial. Y gracias a los paparulos irresponsables como usted esos van a decidir quién lo va a gobernar por los próximos cuatro años. ¿Le parece bien? ¿Eh? ¿Le parece bien dejar que otros decidan por usted?


P: Yo quiero que me gobierne Bob Esponja. ¿Qué tengo que hacer?
R: ¡Pero no, pedazo de idiota, ignorante, tarado! ¡Bob Esponja no es un candidato! ¡Bob Esponja es un dibujo animado! ¡No existe! ¡Tiene que elegir entre los candidatos registrados!


P: ¿Y a Calamardo? ¿No puedo elegir a Calamardo? Es gracioso, Calamardo.
R: ¡Es lo mismo! ¡Tampoco existe! ¡¿Qué le pasa, se golpeó la cabeza?! ¡Tonto, más que tonto!


P: Uh, qué carácter. Bueno, entonces dígame a quién voto.
R: No, no puedo hacer eso, salame. Usted tiene que elegir, de eso se trata. Mire, elija al que le parezca más honesto, más trabajador, más capaz. O si no le termina de convencer ninguno, al que menos le disguste. ¡Pero elija uno, no sea estúpido! ¿¿Cómo se lo tengo que decir??


P: ¿Puedo votar a otro candidato pero decirle al presidente de mesa que protesto porque me hubiera gustado votar a Bob Esponja?
R: Ufffff. Sí, si quiere haga eso. Lo van a mirar raro, pero haga eso, no hay problema.


P: ¿Y si al final gana Bob Esponja y yo me siento mal porque no lo voté?
R: ¡¡¡NOOOOOOO!!! ¡¡¡BOB ESPONJA NO PUEDE GANAR!!! ¡¡No es candidato!! ¡¡Idiota, idiota, mil veces idiota!!


P: ¿Ah, usted es uno de esos que hacen encuestas y le dicen a la gente quién va a ganar? ¿Y entonces si ya sabe quién va a ganar para qué votamos? Yo me quiero quedar en casa viendo Bob Esponja.
R: ¡¡NOOO!!¡No soy de las encuestas!¡Y es mentira que se sabe quién va a ganar!¡Los encuestadores también se equivocan!....Ahhhh...Espere...Ahhh....ya me tranquilicé. Mire, tarambana, usted en su infinita imbecilidad dijo algo cierto. Si las encuestas fueran absolutamente confiables, no habría necesidad de ir a votar. Pero como en las encuestas no le preguntan a todos, pero a todos todos a quién van a votar, puede que muchos a los que no le preguntaron voten a otro candidato que el que dicen los encuestadores que va a ganar, y entonces gana otro. Además, la gente miente en las encuestas. Yo lo hago todo el tiempo.


P: ¿En las encuestas figuraba Bob Esponja?
R: Mire imbécil rematado, maldito montón de carne y huesos sin cerebro, cabeza de chorlito, adoquín con pelos, se lo voy a decir por última vez. Bob Esponja es un personaje de dibujos animados. Ningún encuestador serio le preguntaría si va a votar a Bob Esponja. ¡¡¡PORQUE BOB ESPONJA NO PUEDE PRESENTARSE A ELECCIONES PRESIDENCIALES!!!! ¡¡¡ME ENTIENDEEE!!!!


P: ¿Oiga, no le va a hacer mal ponerse así? Un tío de mi cuñado una vez se puso así y quedó con un ojo mirando para allá y otro para acá, y ahora tiene que usar pañales.
R: ¿¿¡¡Y COMO QUIERE QUE ME PONGA!!?? ¡¡¡A USTED QUE LE IMPORTA!!! ¡¡¡ME PONGO COMO QUIERO!!! ¡¡¡MIRE, MIRE, ME PONGO COMO LOCO!!! ¿QUE VA HACER USTED? ¿EHE? ¿¿¿¡¡¡EHEEE!!!??? ¡¡AHORA TENGO QUE RECIBIR CONSEJOS DE UN DESCEREBRADO IDIOTA QUE NI SIQUIERA SABE QUE BOB ESPONJA....AAARRGHHHHH...EL PECHO...ME DUELE...ARGHHH!!!!


P: ¡Señor, señor! ¿Se siente bien? Uy, parece como el tío de mi cuñado, que se quedó con los ojos así...
R: Argghhh...Bob...Esponja....grfrrrrrfdgggg....


P: Oiga...¡ppstt! ¿Me escucha? ¡Eh! No, parece que no me escucha...En fin. Yo el domingo lo voto a Bob Esponja...
¡Vive en una piña debajo del mar!
¡Lalalalala lalalalalá!
¡Bob- Es -pon-ja! ¡Bob- es- pon- ja!



Buenas noches.


PD: Fuera de broma, el domingo vayan a votar, y voten bien. No sean botarates. No voten en blanco, no anulen su voto. Voten con alegría, con esperanza y con coraje, o voten con amargura, con los dientes apretados y al borde de las lágrimas. Pero de ninguna manera se entreguen, no regalen su derecho. Dejen por un día de ser simples habitantes de este pais y conviértanse en Ciudadanos. La política es demasiado importante como para dejársela a los políticos.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Bloggers eran los de antes

No me va a comparar, jovencito. Ahora todo el mundo tiene un blog. Yo empecé cuando muy pocos sabían lo que era eso. En esa época les decíamos weblogs. Y si uno le contaba a alguien que tenía un weblog, lo mandaba al médico porque creía que era una enfermedad tropical, o sabañones, o tos convulsa, o algo. Y por más que uno les explicara, nada, se lo quedaban mirando y a lo sumo le recomendaban un remedio casero contra el lumbago.

Claro, ahora es todo fácil, dos minutos y ya está todo andando, y uno va y les dice a sus amigos que abrió un blog y ellos le contestan "ah, qué bien" y no lo mandan al médico ni nada, pero en mis tiempos había que estar, ¿eh? ¡Cof, cof! Disculpe.

Ahora con eso del Nuevo Blogger, usted le pone cualquier firunduli al weblog (porque en mi época les decíamos weblogs, ¿sabía?) y le funciona así nomás. Que un firinduli que te dice la hora, otro que te muestra los comentarios, otro que te da la receta de la salsa portuguesa. Se hace click en un botón que dice "instalar firinduli" y ya está. Y si quiere ponerlo arriba lo agarra y lo corre con el mouse, y si quiere ponerlo al costadito, lo mismo.Pero en mi época...¡Ja! Si usted quería poner un firinduli, que encima había pocos y los hacían unos tipos de Ucrania o de Paraguay, me parece, , tenía que escribir código HTML en la plantilla ¡Código! ¿Sabe de qué le hablo? Y tenía suerte si el firinduli le salía en algún lugar que quedara bien y no rompía toda la plantilla y tenía que empezar de nuevo. ¡Cof, cof,cof! Disculpe, debo haber tomado frío.

Y entonces si uno había hecho todo bien y el firinduli le andaba, había que escribir como loco para que alguien lo leyera. Y no lo leía nadie, ¿sabe lo que le digo? ¡Nadie! Mire, mire, estas estadísticas son de mis primeros años, ¿ve? ¿Ve? Ninguna visita ¡Cero!¡Cero!. Y no vaya a creer que este fue un día raro, que se cortó Blogger, que se cortaba seguido y nadie pudo entrar, ¿eh? No, jovencito, tengo para mostrarle un montón de días sin una miserable visita al weblog (porque en esa época les decíamos weblogs, ¿sabe?).

Claro, ahora es fácil, habla mal de alguien y ya se le llena de gente que quiere hablar mal de esa persona, y a los dos días nomás ya está lleno de comentarios en cada entrada (porque en esa época a los posts les decíamos entradas, ¿sabe?). Ah...comentarios...mire, mire, ¿cuántos comentarios tiene esta entrada de mis primeros años? ¡Ninguno! Y esta, mire, ¡Ninguno! Y esta, y esta otra, y esta de más acá. Porque además, Blogger al principio no lo dejaba poner comentarios, ¿sabe?. No, tenía que instalarse un firunduli especial para que le pudieran dejar comentarios, y se pasabas horas tratando de configurarlo y todo para qué, si nadie le dejaba comentarios.

Y ojo que en mis tiempos se escribía, ¿eh? Nada de colgar un videíto de Youtube y a otra cosa, una fotito, dos líneas y sanseacabó, a disfrutar de la fama. No señor, había que escribir. ¡Es-cri-bir! ¿sabe lo que le digo?. Y después cuando uno publicaba no era como ahora que aparece en seguida, no señor. Había que esperar, y salía un cartelito que decía "publicando entrada, espere por favor" y dos por tres se trababa el proceso y el artículo se perdía en el ciberespacio. Por eso yo siempre escribía primero en el Notepad y después copiaba. Pero hasta que me avivé, se me perdieron un montón de cosas. Por ejemplo otro día se me perdió la llave del cajoncito del aparador del living, que ahí guardo todas las facturas, y no me acordaba si había pagado la luz o no. La busqué por todas partes pero no la encontré. Menos mal que nunca lo cierro con llave, al cajoncito.

Todavía recuerdo el día en que me enteré de que otro blogger había puesto un link a mi weblog (porque antes les decíamos weblogs, ¿sabe?) en el suyo . Me enteré de casualidad, googleando. Ah, me emocioné. No en ese momento no, ahora me emocioné. ¡Cof, cof,cof! Disculpe.

Ahora cualquiera te pone un link, pero en esa época era difícil, no crea. Y a veces uno le ponía a su weblog un link a otro porque el otro era famoso, y el otro no te daba ni la hora. Por eso los links eran como un premio. Ah, me emocioné. No, ahora no, aquella vez.

Yo al principio no sabía cuanta gente visitaba mi weblog (los llamábamos así, ¿sabe?) porque no era como ahora que se puede poner un contador de visitas como si fuera un firinduli cualquiera. Y entonces yo pensaba que todo el mundo me leía pero no me dejaban comentarios porque eran tímidos. Después vino el contador de visitas. Vino, se comió todos los sanguchitos, se tomó como cinco cafés, me contó unas anécdotas aburridísimas de unos balances que no le cerraban y se fue. Yo por eso de visita prefiero a un tipo con una profesión más interesante, ¿sabe?. Qué se yo, un astronauta. Nunca me visitan astronautas en mi casa.

Eran épocas muy duras para los bloggers, jovencito. Dos por tres uno se desilusionaba y abandonaba, y estaba todo lleno de cadáveres de weblogs (así los llamábamos antes, ¿sabe?). Pero yo no abandoné, seguí escribiendo a pesar de que el contador me decía que no venía nadie de visita, y yo le decía que mejor se aprendiera unos trucos de magia o algo para entretener a la gente porque no a todo el mundo le interesa la contabilidad. Rodríguez, se llamaba, el contador. Buen muchacho, un poco aburrido, pero buen muchacho.

Hablando de contadores, cuando le puse al weblog un contador de visitas me di cuenta de que no venía nadie a leer lo que yo escribía. Claro que también mandaba los artículos por e-mail (yo les digo artículos a las entradas, que vienen a ser los posts de ahora, nosotros les decíamos entradas, ¿sabe?) y entonces seguro que uno o dos los leían, pero claro, las visitas no se registraban porque esos tipos no visitaban el weblog (que es como llamábamos a los blogs en mi época, ¿sabe?). No me vistaban, caramba. Igual que los astronautas.

Pero no se muy bien cómo ni por qué la gente empezó a abir y leer weblogs por todos lados y se animó a dejar comentarios y todos empezaron a ponerles links a todos y ahora cualquiera se pone un blog (que es como les dicen ahora a los weblogs, ¿sabe?) y al rato nomás ya lo vienen a visitar todos. No, sé, a lo mejor también lo visitan astronautas.

Por eso jovencito, no me venga a decir a mí lo que es un blogger, que yo ya tenía weblog antes de que usted aprendiera a sonarse lo mocos. ¡Cof,cof,cof, aaaarghhh! Disculpe. Debe ser la humedad.
Ah, perdone, me parece que no me entendió. Yo le digo weblog pero usted lo debe conocer como blog. Porque en esa época a los blogs los llamábamos weblogs. ¿Sabe?

Buenas noches

lunes, 22 de octubre de 2007

Un caso para Elías Abermaister (parte tres)

Parte uno
Parte dos


Nos sentamos a la mesa junto a la ventana. Al parecer a Abermaister le gustaban las ventanas. El rabino tomó la carta y como al pasar me preguntó:

-¿Qué hace alguien como usted, sin ninguna experiencia en este tipo de deportes, cubriendo un campeonato de surf?

Me tomó por sorpresa. Parpadeé varias veces antes de replicar:

-¿Por qué dice que no tengo experiencia?

-¿La tiene acaso?

-No me contestó.

-Tampoco usted.

-Bueno, por empezar, nunca lo vi antes en un campeonato. Acepto que tal vez usted no sea especialista en surf sino en otros deportes náuticos, y que tal vez usted esté reemplazando a alguien, pero resulta que tampoco me encontré nunca con otro fotógrafo de su revista. Además está el asunto de la aleta.

-¿Qué aleta?¿Qué pasa con la aleta? -pregunté tratando de ganar tiempo mientras pensaba algo para salir del aprieto.

-Usted vió el cadáver y lo fotografió. Cuando le pregunté que veía en la fotografía me dijo que lo que le atravesaba el pecho era la aleta estabilizadora de una tabla de surf. Pero las aletas de las tablas de surf no son tan grandes como para atravesar un torso y sobresalir por el otro lado.-Lo dijo tranquilamente, sin ninguna malicia, como quien habla del tiempo. Me estaba acorralando. Con idéntica tranquilidad contesté:

-Bueno, parece que me ha atrapado. Es cierto, no soy un especialista. Es la primera vez que vengo a uno de estos torneos. Resulta que mi tío es director de la revista, que además va recién por su segundo número, y le pedí que me enviara a mí porque quería un viaje con todos los gastos pagados. -Me miró fijo durante unos segundos interminables.

-Entiendo, no es vergonzoso ser un principiante, no se preocupe. -dijo, y la mirada pareció suavizarse.
Continuó: -La aleta pertenece a alguna embarcación más grande, yo diría que una tabla de windsurf, más específicamente a una de la clase freeride.

-
Pero aquí no hay windsurfistas, ¿no?

-Aquí hay toda clase de chiflados deslizándose sobre el agua en toda clase de cosas.

-Pero yo nunca vi...

-Claro que no. La playa está cerrada para todos menos para los participantes del campeonato durante todo el día, a partir de las ocho de la mañana y hasta las siete de la tarde.

-¿Entonces?

-Entonces usted debería levantarse más temprano.

-¿Para ver windsurfistas?

-Y otros entusiastas que aprovechan las primeras luces del alba para salir a navegar, hasta que los organizadores del torneo los sacan del agua, a veces por la fuerza.-Sonrió, y agregó: -Yo me levanto temprano. Para entrenar. Igual que Halfbrain.

-Entonces, ¿el asesino es un windsurfista?

-Y otra vez con el asesino. ¿Por qué insiste con eso?.

-Claro-dije yo- A las personas les crecen en el pecho aletas de tablas de windsurf -remarqué la palabra intencionalmente-en forma espontánea. Desgraciadamente se mueren, pero sucede todo el tiempo.

-No es necesario el sarcasmo-repuso, algo molesto, cosa que me encantó.- Lo que pasó fue un accidente. Un accidente extraño, le concedo eso, pero no fue algo intencional.

-Mire, le creería más a la teoría del crecimiento espontáneo.

-No sea infantil. Está enojado porque lo puse en evidencia. Piense un poco, un asesinato necesita móvil, arma y oportunidad. Nos falta una, no hay ninguna razón por la cual alguien quisiera matar a Wilson Halfbrain.

-No puede saber eso.

-Claro que sí. Recuerde, que yo sí soy un experto en este ambiente.¿Además, para qué matarlo tan aparatosamente? Con ahogarlo hubiera bastado. Le apuesto que si simplemente hubiera aparecido ahogado el caso ya hubiera sido cerrado. Los únicos que cometen homicidios tan teatrales son los mafiosos. Y eso en las series de televisión.

-¿Un momento, entonces cuál fue el crimen? Usted dijo que había un crimen.

-El crimen fue no dar aviso a la policía. Quien por accidente le cayó encima a Halfbrain con su tabla se asustó y huyó.

Me quedé en silencio. La explicación no me gustó. El rabino se dio cuenta y cuando habló, parecía divertido:

-Lo veo desilusionado. Imagino que esperaba conspiraciones, asesinos y secretos peligrosos. La mayoría de las veces los misterios no son tales. Las cosas más estrafalarias ocurren por casualidad.

Yo no me iba a rendir tan fácilmente.

-¿Y qué dice la Policía?-le pregunté. -¿Ellos también creen que es un accidente raro?

-No les quedará más remedio-contestó.-Aunque lo más probable es que cierren el caso como "muerte dudosa" o algo así. Mañana nos van a interrogar a todos, no van a sacar nada en limpio, más que el hecho de que la mitad de las mujeres que están en este hotel conocían a Halfbrain íntimamente. Luego alguien notará el asunto de la aleta, rastrearán al fabricante, y tal vez lleguen hasta el windsurfista prófugo, que cumplirá su condena recogiendo basura en alguna autopista. De todas maneras hay un detalle que todavía me resulta curioso.

-¿Qué cosa?-pregunté esperanzado.

-La huella de la nutria.

-¡Eso! ¿Qué hay con la huella? ¿Tiene algo que ver con el ...eh...crimen?
-
No se, pero usted va a averiguarlo.

-¿Yo? Ahora que recuerdo, antes de venir a cenar usted me dijo que me iba a presentar a la nutria, ¿qué quiso decir?.

El rabino miró por encima de mi hombro, y sonrió antes de contestar: -Espero que no le moleste si tenemos compañía. Ahí viene la nutria, y va a cenar con nosotros. Naturalmente, usted invita.

Sin pensarlo me di vuelta y la vi entrar al restaurante. Era lo menos parecido a una nutria que pudiera esperarse. A menos que las nutrias sean unos ejemplares de cabellos largos y rubios como los que se ven en la publicidades de shampoo (me refiero a esos que ondean en cámara lenta), tengan unos ojos azules en los que uno podría nadar, y desplacen una anatomía capaz de hacer parpadear a un ciego.
El rabino me habló, pero yo no lo escuchaba. De a poco fui saliendo de mi atontamiento. Nunca estuve dentro de la onda expansiva de una granada, pero debe ser algo parecido. Como en sueños, el rabino me decía -Mírele los pies. No ahora no, lleva zapatos, después...usted sabe.

No, yo no sabía nada, lo supe más tarde, cuando Abermaister me presentó a Annette, periodista noruega de apellido impronunciable, cuando luego de una cena en la que yo no podía dejar de ver esos ojos imposibles y el no menos imposible cuerpo que los llevaba el rabino se excusó aduciendo ocupaciones de naturaleza privada, y en una de las noches más afortunadas de mi vida Annette me invitó a pasar a su habitación.

No puedo dejar de pensar en que todo había sido planeado. De otra manera no me explico cómo desperté en la cama de Annette con la convicción de haber muerto durante la velada, o por lo menos haber protagonizado un sueño salvaje en el que yo había estado canalizando el espíritu de John Holmes. Me dolía todo el cuerpo. Ella dormía con una pierna fuera de las sábanas, una pierna torneada por un artesano, modelada por un artista, rematada por el pie más...¿Pie? ¡De golpe me acordé, tenía que verle los pies! ¿Tendría pies de nutria? ¿Y eso qué? Vamos, que yo podría superar fácilmente ese detalle. Esa mañana no me habría importado si Annette no tuviera pies en absoluto.
Me levanté con cuidado, tratando de no hacer ruido y en cuatro patas me desplacé hasta dejar el rostro a escasos centímetros de sus pies. El que estaba al descubierto se veía pequeño, armonioso, tan perfecto y bello como el resto de su persona. Nada de nutrias ni patos, nada de membranas. Tenía que ver el otro. Se me ocurrió hacerle cosquillas para que se moviera. Apenas rocé su talón con mis dedos, hizo un movimiento de patada tan rápido que no tuve tiempo de esquivarlo. Casi me noquea. Se despertó y no me encontró, yo estaba tendido en el piso. Se levantó, y desde mi incómoda posición tuve una vista inmejorable de lo que había ido a observar.


La policía, tal como había predicho el rabino, nos interrogó a todos sin mucha convicción. Luego se nos informó que estábamos en libertad de irnos, aunque tal vez nos requirieran en el futuro si fuera necesario.
No había visto a Annette luego del desayuno, ni tampoco a Abermaister. Me fui a la playa y me senté en la arena a reflexionar sobre los últimos acontecimientos. Me sobresaltó la voz del rabino, que apreció por detrás sin que yo lo hubiera visto acercarse.

-Buenos días, Manchester, lo veo cansado pero feliz.-dijo con toda intención.

-Buenos días. -contesté- No se por qué lo dice.

-¿Ah, un caballero no tiene memoria, verdad? Muy elegante. Bueno, todo vuelve a la normalidad, supongo que usted deberá regresar a la redacción a llevar sus fotografías.

-Las fotograf...eh, claro, sí. -La verdad es que yo no estaba pensando en fotografías.

-¿Ha visto usted un ángel?

-¿Eh, de qué habla? -Por un momento pensé que se refería a Annette.

-¿Nunca hizo esto?-dijo, y al momento se echó en la arena de espaldas, y se puso a mover los brazos y las piernas arrastrándolos en círculos, como en una especie de extraña calistenia horizontal. Después se paró y me mostró la figura que había quedado en la arena, que parecía, en efecto, un angelito con
alas y todo.

-Claro, todos hicimos eso de niños. -respondí. -¿A qué viene eso?

-Mire.
Entonces apoyó una mano en la arena, y sin levantarla la hizo girar un poco a la izquierda y un poco a la derecha con la muñeca como ponto de apoyo. Después miró la huella y me preguntó: -¿No se parece a algo que usted haya visto?

Se parecía, pero no del todo. Se lo dije, y me pidió que esperara. Una ola barrió parcialmente la marca y entonces esta se alargó y entonces sí el parecido era notable. Me irrité.

-¡Si usted lo sabía desde el principio, si resolvió este asunto cinco minutos después de mirar el cuerpo, si la huella extraña era nada más que la de una mano luego deformada por el mar, tal vez de una mano de la propia víctima, me puede explicar para qué me necesitaba, para qué me hizo esa historia de las nutrias gigantes, para qué me hizo examinar los pies de Annette, para qué...!

-Cálmese, señor Manchester. No resolví esto en cinco minutos, y de veras que me ha ayudado, aún sin proponérselo. Cuando analizo un caso, frecuentemente converso con alguien y las conversaciones me ayudan a pensar. Las personas suelen inclinarse por lo mas evidente, y yo mentamente trato de refutarlas y es allí donde realmente empiezo a razonar. Además sus fotografías fueron invaluables.
No pensé en la huella de una mano hasta esta mañana cuando ví a unos niños haciendo angelitos. De otra manera le hubiera ahorrado lo de Annette...

-No me estoy quejando de eso-interrumpí.

-Naturalmente que no. -dijo maliciosamente-. En realidad eso fue una corazonada. He visto a Annette en docenas de oportunidades, y nunca la he visto descalza. Ni siquiera en la playa. Podía ser, y reconozco que era un tiro por elevación , que tuviera pies deformes. Al menos uno de ellos. No lo tiene, ¿verdad?

-No, no lo tiene.

-Es un alivio. Bien, señor Manchester, ha sido un placer compartir este ...eh...crimen con usted. -Me extendió la mano, sonriendo. Se la estreché. Después de todo, le debía el haber conocido a Annette.

-Tal vez nos veamos otra vez, rabino Abermaister. -le dije.

-Ah, confío en ello.-me contestó, y se fué caminando con la manos entrecruzadas detrás de la espalda y silbando.

Escuché mi nombre, y miré hacia el hotel, y era Annette que me saludaba agitando un brazo y me levanté apoyando una mano en la arena y me quedé un segundo mirando la huella. Después, sonriendo, fui corriendo hacia ella. Aún a lo lejos era una belleza casi irreal. En otros tiempos ejércitos enteros partieron a la guerra por una mujer así.

En comparación, mentirle a un rabino era un detalle sin importancia.


Buenas noches

jueves, 18 de octubre de 2007

Un caso para Elías Abermaister (parte dos)

(La parte uno está aquí abajo nomás)

Sonreí, evidentemente estaba bromeando. Pero él no sonreía, me miraba con toda seriedad.
-¿Y bien?-dijo.
-¿Qué cosa?-pregunté.
-¿Me va a ayudar o no?
-¿Lo dice en serio?
-Naturalmente.
-A ver, entonces resulta que, además de rabino y surfista, es detective.
-Bueno, yo no diría tanto. Es más bien como un hobby.
-¿Quiere decir que resuelve asesinatos en su tiempo libre?
-¿Asesinatos? ¿Quién habló de asesinato?
-Usted dijo crimen, es lo mismo.
-No exactamente. Todo asesinato es un crimen, pero no todo crimen es un asesinato. Ahora deme la película de su cámara.
-¿Perdón?
-Que me de la película de su cámara, a menos que quiera dársela a él.-A través de la ventana, señaló a un policía que venía caminando desde la playa, hablando por radio.
No tuve tiempo de pensar. En un segundo, la película salió de la cámara y fue a parar a su bolsillo. Ni siquiera recuerdo habérsela dado.
-Perfecto. Ahora mismo voy a revelar estas fotografías, antes de que nos confinen. Visíteme en mi habitación a las ocho. No, mejor yo lo visito a usted.-Se levantó y salió rápidamente por la puerta de atrás del bar, evitando cruzarse con el policía que ya cruzaba la entrada principal.

Innecesaria y enfáticamente, el oficial anunció que era de la Policía de Malibú. Luego nos advirtió que estábamos sujetos a la investigación, razón por la cual no se nos permitiría abandonar las instalaciones del hotel. Acto seguido me encaró y me dijo que me había visto tomando fotografías, y que por favor le entregara la película. Abrí la cámara y puse cara de sorprendido al descubrir que me había olvidado de cargarla.


El rabino Abermaister, ahora en su papel de detective aficionado, examinaba las fotos una a una, mascullaba algo ininteligible y después me las iba pasando. Escrutaba mi expresión mientras yo me concentraba tratando de parecer sagaz al tiempo que miraba las imágenes. Después me preguntó :
-¿Qué tenemos aquí?
-Un cadáver atravesado por la aleta estabilizadora de una tabla de surf.-Contesté .
-¿De veras?
-Eso parece.
-Hummmm. ¿Y esto?
-La huella de un pato, una gaviota, algún pajaro acuático.
-¿Por qué lo dice?
-Tiene membranas interdactilares.-Dije con suficiencia.
-Entiendo, si tiene patas de pato, pico de pato...
-No se ve el pico, pero debe ser un pato. Algo así.
-Un enorme pato, al parecer.
-Bueno, sí , es grande.
-Enorme. Diría que pesa unos cincuenta o sesenta kilos. Mire la profundidad de esa huella. Y qué tamaño.
-Será un pato sumamente gordo y grande.
-O uno sumamante alto y esbelto.
-Bueno, está bien, si no es un pato, será otro animal palmípedo. Una nutria, creo que hay nutrias de agua salada, ¿no?.
-Una nutria enorme y bípeda, qué interesante.
-Me rindo. ¿De qué estamos hablando?-El rabino empezaba a colmar mi paciencia.
-No lo se, ¿usted me creería si le digo que existen nutrias de cincuenta kilos que caminan en dos patas?
-Le diría que jamás escuché hablar de algo así, pero qué se yo de zoología.
-Curioso. Está dispuesto a creer sin pruebas.
-Usted debe saber más de eso que yo. Por algo es un rabino.-¡Te agarré!-Pensé con satisfacción.
Sonrió. Y después la sonrisa se volvió una risita, que evolucionó en una carcajada alegre, franca, contagiosa. Secándose las lágrimas, dijo: -No me equivoqué con usted. Para nada. Vamos.
El efecto de una carcajada compartida es devastador para la voluntad. Ni siquiera se me ocurrió negarme a acompañarlo. Solamente pregunté por curiosidad: -¿Adonde? No podemos salir del hotel.
-Pero sí podemos cenar, ¿verdad? ¿No tiene hambre?. Además, quiero que conozca a alguien.
-¿A quién?
-A una nutria bípeda, sumamente alta y esbelta.

(Continuará)


Buenas noches.






miércoles, 17 de octubre de 2007

Un caso para Elías Abermaister (parte uno)


Seleccionados al azar los comentarios que darían sustento a este artículo, comenzé a escribir y empezó a formarse una especie de cuento policial.

No pude resolver la trama en una sola interesante y breve entrega, de manera que tendrán que soportar más de una, pero esta vez prometo no pasar de tres.

Pensaba esperar hasta mañana para publicarla, pero ya está escrita la primera parte, qué demonios. Ojalá que algunos de ustedes reconozcan su aporte. No será tan difícil, no fui precisamente sutil.



Conocí al rabino Elías Abermaister en las playas de Malibú, California, cuando yo cubría como fotógrafo free-lance el Campeonato Mundial de Surf para la revista Deportes Mojados.
El rabino competía por el título, pero fue descalificado al negarse a surfear en sabbath. Fue una lástima, porque su performance hasta ese momento había sido impecable. Era algo digno de verse ese hombre pequeño y esmirriado balanceándose sobre la tabla con su cabeza cubierta con la kipá y el talit sobre los hombros.
Le tomé muchas fotografías, aunque al revelar las primeras sospeché que la cámara que me habían dado tenía un desperfecto: en todas ellas se veía la imagen borrosa de un ojo en primerísimo plano. Luego un colega australiano me recomendó que sostuviera el artefacto al revés, y el inconveniente pareció solucionarse solo.

La mañana en que debía hacerse la corrida final un macabro hallazgo nos conmocionó a todos.

Wilson Halfbrain, el participante estadounidense y favorito de todas las mujeres, yacía boca abajo en la arena, con su torso atravesado por la aleta estabilizadora de una tabla de surf. La aleta sobresalía por la espalda, lo cual le daba un extraño aspecto de hombre-pez.

El rabino Abermaister se encontraba junto a mí mientras yo tomaba una fotografía tras otra del grotesco cadáver, y deslizó en voz baja un comentario enigmático : "Si bien es cierto que quien come remolacha orina de color rojizo, no es cierto que funcione con cualquier verdura de ese color...". No resistí la tentación de preguntarle qué demonios quería decir.
-Que las cosas no son siempre lo que parecen-contestó, y me pidió que por favor le tomara una fotografía a unas huellas que parecían como de pato.
-¿Extraño, verdad?-murmuró-, y yo asentí más por cortesía que por comprensión. Luego se fue caminando, un poco encorvado y con las manos detrás de las espalda, mientras no dejaba de mascullar. Cuando ya se había alejado unos pasos, se volvió y me dijo: -¿Usted toma té?. Supongo que interpretó mi silencio como una tácita afirmación, y agregó: -Venga, lo invito a tomar un té. Usted paga, naturalmente.
Yo dudaba entre tomar más fotografías y aceptar la invitación del rabino, pero él insistió: -Halfbrain ya dijo todo lo que tenía que decir, que ciertamente, no era mucho.
Lo seguí al bar, mientras llegaba la policía y comenzaba a despejar la zona. El rabino sonrió mientras decía : -No van a encontrar nada, está todo perdido.

Sentado a la mesa junto a la ventana, con sendas tazas de té entre nosotros, yo me sentía un poco incómodo porque no se me ocurría ningún tema de conversación. Eso no parecía preocuparle al rabino que permanecía en silencio con los ojos entrecerrados, como en un trance. Carraspeé un poco para llamar su atención, y me presenté.
-Bug Manchester, fotógrafo.
Sonrió.
-Elías Abermaister, adivine a qué me dedico-contestó.
-Hasta donde sé, parece ser usted un rabino surfista-dije cautelosamente.
-Brillante, sencillamente brillante. Lo felicito. Me pregunto cómo se dio cuenta.
Me sentí un poco humillado, la verdad.
-Bueno, señor Manchester, me ha convencido con su impresionante poder de deducción, es usted la persona indicada para ayudarme.
-¿Ayudarlo a qué?-pregunté.
-A resolver este crimen, por supuesto.

(Continuará)


Buenas noches

lunes, 15 de octubre de 2007

La previa

Hace un tiempo a raíz de un comentario de uno de los distinguidos visitantes (Mensajero, de Gobierno Paralelo, no nos hagamos los misteriosos) se me ocurrió esta idea. Vamos a ver si funciona.

El asunto es así: los amables lectores comentan aquí como si el artículo estuviera escrito. Una vez lograda cierta cantidad de comentarios, yo escribiré algo que tenga que ver con los mismos. Traten de darme una pista, no sean malvados. Si escriben "¡Jojojo, qué verdad" eso es tan vago que cualquier tontería viene a lllenar los requisitos.

Si hay muchos participantes elegiré cinco comentarios al azar y con las pistas que me den haré lo mejor que pueda.

Adelante, pónganme en problemas, perdónenme la vida o ignórenme. El próximo artículo será, en parte, culpa suya.

Tendré en cuenta los aportes que dejen hasta el miércoles, y si me da la cabeza el jueves por la noche escribiré el dichoso artículo.

¿Por qué hago estas cosas? Porque es divertido, caramba.

Buenas noches.

jueves, 11 de octubre de 2007

Eufemismos

Cuando yo era (más) joven, al pequeño tubo de plástico a través del cual se sorben los líquidos contenidos en una botella se le llamaba pajita.
De un tiempo a esta parte esa palabra ha sido reemplazada por su equivalente en español neutro: sorbete. ¿Quiere un sorbete?, pregunta el comerciante que nos vende una botellita de gaseosa.
No hombre, quiero una pajita.


En algún momento nos volvimos locos. En algún momento se nos ocurrió que pajita tenía connotaciones sexuales pecaminosas, y aterrados por la posibilidad de que un tierno e inocente párvulo al solicitar el adminículo a un mercader degenerado fuera iniciado por este en los placeres de Onán, decidimos que salvaríamos al mundo hablando como idiotas.

Antes o después nos dimos cuenta de que llamarle ciego a una persona que no pudiera ver podía ser ofensivo, e inventamos aquello de no vidente.

Y ya abiertas las puertas de la estupidez no tuvimos freno, todo podía ser peyorativo, brutal y falto de delicadeza. El sordo tampoco nos escuchará si le decimos hipoacúsico, pero no importó. Ningún paralítico arrojará las muletas como en esas reuniones evangélicas del pastor milagroso al ser mentado como discapacitado motriz, pero ah, qué bien que nos sentimos nosotros.

La tontería ha calado hondo, incluso algunos de los grupos afectados la han abrazado y adoptado. Dígale a un representante de la raza negra que camina por las calles de alguna ciudad de Estados Unidos, negro, y probablemente le caiga a golpes mientras le informa que debe dirigirse a él con la denominación moderna de afroamericano.

Porque mucho, si no todo este estúpido asunto de los eufemismos políticamente correctos viene desde el país de Disney World y Mc Donalds.

Yo estoy hasta la coronilla de esto. No me parece que mientras usemos las palabras comunes para referirse a algo sin condimentarlas con adjetivos seleccionados se ofenda a nadie.

A ver si voy a sacar el revólver cada vez que alguien me diga pelado. Ah, no señor, persona con capilaridad diferencial, repítalo o lo mando al otro barrio.

¿Y qué vendrá después? Quién sabe:

Ladrón : Individuo contrario a la propiedad.
Estafador : Persona con ingenio impropiamente empleado.
Vago: Discapacitado laboral.
Estúpido : Persona con inteligencia alternativa.
Adúltero : Cónyuge de sexualidad distribuída.
Aburrido: De interés especial.
Ordinario: De calidad diferente.


Hace algunos años asistí a un taller de radio. El profesor, además de enseñarnos a nosotros cómo hacer un programa, daba clases a un grupo de muchachos con diversos grados de mogolismo. En una ocasión los trajo de visita, y se refería a ellos como mogólicos. No faltó la señora indignada que pidió la palabra para reclamar que se los llamara personas con Síndrome de Dawn. Me hubiera encantado tener a mano una cámara fotográfica para inmortalizar el rostro de la tilinga cuando uno de los chicos dijo: "Pero...es que somos mogólicos".


Buenas noches.

lunes, 8 de octubre de 2007

Carne de cajero (automático)


Me encantan todas las tecnologías que facilitan las cosas evitando que uno tenga que lidiar con empleados de carne y hueso.


La gente que se siente intimidada por la tecnología me resulta incomprensible. Las máquinas no pueden maltratarte, darte información errónea a propósito o insultarte por lo bajo. No se equivocan (sí lo hacen los humanos que las programan, pero eso es otra historia), no protestan, no hacen huelga, no se toman un café mientras nos hacen esperar.

Encuentro su fría eficiencia tremendamente confortante, en un mundo donde las personas no hacemos más que meter la pata y buscar a alguien a quien echarle la culpa.

Una de las máquinas con la que casi todos debemos interactuar de vez en cuando es el cajero automático.



Personalmente evito los cajeros automáticos (ATMs, en inglés Automatic Teller Machine) siempre que puedo y hago todas mis transacciones en forma electrónica o con tarjeta de débito. Pero como aún quedan algunos resabios de primitivismo que obligan a tener efectivo encima, algunas veces debo acudir a uno de estos simpáticos dispositivos.

Como hay menos cajeros automáticos que gente, en ocasiones debo esperar mi turno. Esto me ha servido para observar de qué forma los individuos interactúan con esta tecnología casi obsoleta, y clasificarlos:

a) El Gammer

Gracias a su dominio de juegos para PC y consolas, tiene amplia experiencia en toda clase de interfases humano-máquina. Se coloca frente al ATM con las piernas abiertas, afloja sus muñecas, coloca la tarjeta y ¡play! . Sus dedos vuelan por teclados y pantallas sensibles al tacto, usa las dos manos a la vez y mentalmente toma el tiempo que le lleva hacer una transferencia, pagar la luz y hacer una extracción para ver si puede batir su propio récord. Resopla y mira al techo cuando el sistema se toma todo un segundo en refrescar la información. A veces hace todo esto mientras nos mira de reojo, con una sonrisita irónica. Para él, todos los demás somos como monos en una nave espacial que apretan botoncitos cuando se encienden las lucecitas. Pero no nos ofrece bananas, porque además es antipático.

b) La Pretecno

Usualmente señora entrada en años, está enojada porque la obligan a usar este aparato infernal, en vez de ir a la caja donde un empleado que respira y transpira le hace toda el trámite mientras escucha sus comentarios acerca de la vida con una sonrisa falsa y fantaseando con irse a cultivar melones al Cáucaso. Odia a la máquina tanto como le teme. Presiona los botones en forma parsimoniosa y se detiene a cada paso a leer los mensajes informativos. Cuando tiene que tocar la pantalla lo hace con mucha fuerza, apoyando todo el cuerpo en su dedo. Ante cualquier duda, cancela todo y comienza otra vez. Y cuando digo comienza otra vez, digo desde el principio, extrayendo y volviendo a introducir su tarjeta. Normalmente no recuerda su contraseña y la debe buscar en uno de múltiples papelitos que lleva en su cartera. Es usual que busque solidaridad exclamando "¡Ay!" y mirando a su alrededor, pero si por ventura alguien se le acerca y le ofrece ayuda ella la rehusará con desconfianza. Porque es desconfiada, y por eso leerá treinta y cinco veces el recibo que le entrega el ATM y contará catorce veces el dinero, mientras todos los demás envejecemos.


c) El ATM Lover

Le encanta el cajero automático. Si fuera legal se casaría con uno. Hace todo, pero todo a través del aparato. Cuando le toca el turno saca una carpeta con docenas de cuentas a pagar, y disfruta escuchando los bips que suenan a modo de respuesta a su acciones como si fueran la voz de su amada. En el momento en que parece que ya ha hecho todo lo que se puede hacer con un ATM sin llamar la atención de la policía, saca otra tarjeta del bolsillo y vuelve a empezar. Sus dedos se deslizan suavemente por la pantalla táctil, como si la acariciara. Si nos toca el turno inmediatamente después de él, nos da un poco de asquito.

d) El Pretecno

Si bien está emparentado con La Pretecno, este es varón y no le teme a la máquina, la ve en cambio como un enemigo a doblegar. Cada vez que introduzca una contraseña errónea, cada vez que se equivoque en la secuencia en que debe apretar los botones, resoplará y se enojará con el aparato como si de un asunto personal se tratase. Suele manipular los mandos con cierta rudeza porque piensa que la delicadeza con los aparatos es cosa de afeminados. Frecuentemente llega al punto en que incapaz de obtener lo que desea del dispositivo, en lugar de solicitar la asistencia del personal del banco retira su tarjeta de un tirón y sea va echando humo por las orejas, no sin antes informarnos que el cajero "No funciona".

e) El que va por lana y sale trasquilado.

Este soy yo. Tengo un solo problema con los cajeros automáticos, que es el siguiente: más de la mitad de las veces lo que necesito es cambio. Billetes pequeños. Los comerciantes usualmente no están dispuestos a dártelo a menos que les compres algo, Y a veces ni así. Ir a la ventanilla del banco a pedir cambio es una pérdida de tiempo inaceptable, y además esta necesidad frecuentemente me asalta fuera del horario de atención. ¿Qué mejor entonces que ir al cajero y hacer un pequeño retiro?.
Bien, resulta que cuando trato de hacer eso, el cajero no tiene billetes pequeños y me sugiere amablemente: "Exprese su transaccion en múltiplos de cien millones". Pero yo quiero treinta pesos, caramba. Y me quedo sin cambio, y el banco me descuenta una comisión por la transacción falllida. Parece mentira, hacerme esto justo a mí, que me encantan las máquinas.

Buenas noches.



PD: ¿Vieron qué lindo el bichito de la foto del artículo anterior? Ayyyy...qué dulzura, todo peludito y pequeñito...ahhhh...)

viernes, 5 de octubre de 2007

Cositas Sueltas 10


-Lo bueno de ser esquizofrénico es que uno nunca se siente solo.

-Si todos los hombres del mundo nos tomamos de las manos...¿quién escribe el blog?

-El médico me recomendó caminar 2 kilómetros por día. Lo hice durante un año. Ahora estoy a más de 700 kilómetros de casa y extraño a mi familia.



-Buenos Aires es hidrosoluble.

-¡Doctor, mi hijo se tragó 25 aspirinas! ¿Qué hago?.
-Dele un dolor de cabeza.

-El matrimonio comienza con un príncipe besando a un ángel, y termina con una pelado diciéndole a una gorda que se corra de adelante del televisor.

-Cada vez que voy al cine y dan una película de la Fox, apenas aparece la imagen del número veinte gigante con la luces yo hago el chiste de decir "Uhhhh...ya la ví". Hasta ahora nadie se rió.

-Me dicen que repito las cosas. No lo creo.

-Me dicen que repito las cosas. No lo creo.

-En las películas estadounidenses los espías siempre se meten por lo conductos de ventilación. El día que alguien se avive y le ponga cerraduras a las salidas, se acaba Misión Imposible.

-Cuando vamos a comer a un restaurante a mi novia siempre le gusta más lo que pedí yo que lo que pidió ella. Caballerosamente, accedo al trueque de platos. Pero en secreto, yo siempre pido algo que no me gusta y así los dos estamos contentos.

-Se puede mentir un poquito, pero para mentir como un cochino hay que recurrir a las estadísticas.

-Unamuno decía que tal vez el cangrejo resolviera ecuaciones de segundo grado para su coleto. Pamplinas. No he conocido un cangrejo que pasara de la regla de tres compuesta.


Buenas noches.


PD: ¿Vieron que lindo el bichito de la foto? Ayyy..qué lindo el bichito...ahhhh...

martes, 2 de octubre de 2007

Me pica la oreja










Algunos de los distinguidos colegas bloggers han tenido la ambilidad de mencionarme en sus propios espacios
.








Stella diseñando una hipotética revista cuyos artículos serían blogs, se refiere a quien escribe en relación al flequillo, jocosamente por supuesto. (Después tuvo el delicado detalle de preguntarme si la chanza me había ofendido, claro que no Stella, yo se que la gente que tiene pelo en el fondo desea la suerte que tenemos nosotros, los orgullosos Pelados ).


El Lineman desafía a Sebastien Chabal, número quince del seleccionado de rugby de Francia, a medirse conmigo en singular combate , y me tiene fe, igual que cierto número de comentaristas. Lo que le sugiero es que empiece a organizar una colecta. Después de pelearme con semejante urso voy a necesitar algo de cirugía reconstructiva.


Caro me propone para un premio, nada menos que el de mejor blog, (International Weblogs Awards, o The BOBs, organizado por la Deutchse Welle) . Lo bueno: que haya pensado en mí para un premio tan prestigioso. Lo malo: que la inscripción ya está cerrada. Pero en el fondo, es mejor así. Ahora yo puedo decir que al ganador (sea quien fuere) se le allanó el camino porque no tuvo que competir conmigo.

(Ah...qué baño de ego me acabo de dar. Gracias).

Buenas noches
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