Mientras esperamos que a Alice y a Juan los visiten las musas (oigan, no es para tanto, en serio, relájense y gocen), les presento un nuevo capítulo de "El Grito Desesperado de Bugman"
Ya hace un mes que te fuiste, Marita. Y no me atreví a tocar nada en mi departamento, todo está exactamente igual que como lo dejaste, porque se que un día de estos vas a entrar por esa puerta y todo va a volver a ser como antes.
En la mesita de luz todavía está el vaso donde dejabas la dentadura postiza por las noches, ni siquiera me atreví a cambiar el agua. Me entretengo viendo a los pequeños animalejos que han aparecido allí, como por arte de magia. ¡Hemos creado vida, Marita! Hasta les puse nombre, aunque me cuesta distingirlos unos de otros. No, no te voy a decir cómo se llaman, será una sorpresa.
Aunque ahora tengo toda la cama para mí solo, sigo durmiendo acurrucado en un rincón, como cuando estabas y ocupabas casi todo el espacio disponible. A veces me despierto sobresaltado por las noches, igual que cuando me gritabas con esa voz aguardentosa tan tuya "¡Imbécil, estás roncando!".
Ah, Marita. Las cosas que hacíamos en esa cama. Desde ahí, acostada, te encantaba ver la lucha libre en la televisión, comiendo pollo con la mano. Mientras escribo esto acaricio una a una las muchas manchas de grasa que quedaron en el colchón. Si hasta me parece estar escuchando las risotadas con que festejabas cada evolución de los luchadores, y las protestas de los vecinos. Ahora paso la mano sobre la cicatriz que me dejaste el día que quise cambiar el canal y me tiraste con el velador. ¡Cómo te reías cuando el médico de urgencias me suturaba la herida!. Extraño tanto esa risa tan inconfundible, mezcla de graznido y cristales rotos.
Todavía sigo recibiendo esos llamados telefónicos misteriosos sobre los que prometí no preguntarte después de que me rompiste dos dedos. La culpa fue toda mía Marita, no debí ser tan curioso. La verdad es que estabas en todo tu derecho a no contarme quiénes son El Pata de Catre, El Runfla, El Carnicero y El Cicatriz.
Marita, qué solitario y enorme se ve este departamento desde que no estás. Y silencioso, sobre todo silencioso. Tu presencia era polifónica. A veces trato de simular esos ruidos vitales, esa algarabía incesante caminando por toda la estancia y eructando, pero mis tristes intentos ni siquiera se comparan con esos estruendos magníficos que provenían de tus entrañas y hacían temblar los vidrios de las ventanas, esparciendo al mismo tiempo unos aromas que persistían, que aún persisten.
Todo me recuerda a tí, Marita. Un hipopótamo bostezando en el zoológico, un documental sobre ballenas, un guiso de mondongo, un pájaro muerto en la calle y aplastado por un automóvil. Es curioso cómo se disparan los recuerdos.
¡Ay, Marita, cómo te extraño! Pero se que volverás, y te espero. Ahora que ya no te gastas mi sueldo apostando a los caballos estoy ahorrando algo de dinero y en poco tiempo más lograré reunir lo suficiente para comprarte esos guantes de box que tanto querías.
La esperanza de ver tu sonrisa cuando te los calces hace más llevadera mi espera.
Buenas noches.
En la mesita de luz todavía está el vaso donde dejabas la dentadura postiza por las noches, ni siquiera me atreví a cambiar el agua. Me entretengo viendo a los pequeños animalejos que han aparecido allí, como por arte de magia. ¡Hemos creado vida, Marita! Hasta les puse nombre, aunque me cuesta distingirlos unos de otros. No, no te voy a decir cómo se llaman, será una sorpresa.
Aunque ahora tengo toda la cama para mí solo, sigo durmiendo acurrucado en un rincón, como cuando estabas y ocupabas casi todo el espacio disponible. A veces me despierto sobresaltado por las noches, igual que cuando me gritabas con esa voz aguardentosa tan tuya "¡Imbécil, estás roncando!".
Ah, Marita. Las cosas que hacíamos en esa cama. Desde ahí, acostada, te encantaba ver la lucha libre en la televisión, comiendo pollo con la mano. Mientras escribo esto acaricio una a una las muchas manchas de grasa que quedaron en el colchón. Si hasta me parece estar escuchando las risotadas con que festejabas cada evolución de los luchadores, y las protestas de los vecinos. Ahora paso la mano sobre la cicatriz que me dejaste el día que quise cambiar el canal y me tiraste con el velador. ¡Cómo te reías cuando el médico de urgencias me suturaba la herida!. Extraño tanto esa risa tan inconfundible, mezcla de graznido y cristales rotos.
Todavía sigo recibiendo esos llamados telefónicos misteriosos sobre los que prometí no preguntarte después de que me rompiste dos dedos. La culpa fue toda mía Marita, no debí ser tan curioso. La verdad es que estabas en todo tu derecho a no contarme quiénes son El Pata de Catre, El Runfla, El Carnicero y El Cicatriz.
Marita, qué solitario y enorme se ve este departamento desde que no estás. Y silencioso, sobre todo silencioso. Tu presencia era polifónica. A veces trato de simular esos ruidos vitales, esa algarabía incesante caminando por toda la estancia y eructando, pero mis tristes intentos ni siquiera se comparan con esos estruendos magníficos que provenían de tus entrañas y hacían temblar los vidrios de las ventanas, esparciendo al mismo tiempo unos aromas que persistían, que aún persisten.
Todo me recuerda a tí, Marita. Un hipopótamo bostezando en el zoológico, un documental sobre ballenas, un guiso de mondongo, un pájaro muerto en la calle y aplastado por un automóvil. Es curioso cómo se disparan los recuerdos.
¡Ay, Marita, cómo te extraño! Pero se que volverás, y te espero. Ahora que ya no te gastas mi sueldo apostando a los caballos estoy ahorrando algo de dinero y en poco tiempo más lograré reunir lo suficiente para comprarte esos guantes de box que tanto querías.
La esperanza de ver tu sonrisa cuando te los calces hace más llevadera mi espera.
Buenas noches.
27 comentarios:
Impresionante. Me he reido casi como Marita.
Le dejo un abrazo, querido Bugman, y de paso le agradezco los recuerdos (Ud. sabe)
Espero, por mi bien no haberme cruzado nunca con Mr. Bugman. Digo, por si Marita quiere reasumir y acaso recuerda mis finos rasgos.
Me encanta esta sección! y lo dije desde la primera vez que la vi.
Supongo que habrá buscado las uñas de Marita en la alfombra, oliendo el pañuelo con el que se secaba las axilas cuando no quería bañarse y cosas por el estilo, que uno hace en momentos como este.
Saludos Mr Bugman,, y no desespere porque el día que menos lo espere Marita va a entrar por esa puerta que alguna vez cruzó para irse...
Esto se parece mucho al blog depresivo que Ud. describió en un post anterior y tanto gustó a Renegado.
Me sumo al gusto.
¿Puedo decir "bizarro"?
¿No? Ah, bueno, entonces digo "sinlogístico y bugmaniano" (y espero que note la diferencia a su favor, ya que no se trata de sinónimos).
conozco una mujer asi, si, si.
Atiende una Mesa de Entradas.
paaste cuando peudas por mi bló, qeurido bugman. hay algo para ti en mi ultimo articulo. besos.
Cualquiera podría enamorarse de Marita, no entiendo..cómo la dejaste escapar!! imperdonable, la hubieses metido en una jaula.
Su presencia era polifonica...
ajajajajjaa me morí!!!
Muy pintoresca la Martita!! :P
Cómo para no esssssstrañarla a la Marita!
No desespere, seguro que Marita no encuentra a nadie que se deje romper los dedos con tal sumisión.
Felicidades, ha estado fantabuloso (¿o era fenomenástico?)
Este...
Creo que todos hemos pasado por situaciones similares.
En un momento de dolorosa soledad hasta llegué a quitarle importancia a todos los defectos que tenía ella (la que se fue), llegando a pensar, "bueno, pero después de todo no era tan hija de remilp..tas".
Siga con el sagrado deber de mostrar a la sociedad tal cual es.
Saludos.
genial bugman, simplemente genial.
Comenzé a sospechar de Marita después del prolongado viaje hacia Puerto Madryn, donde no contestó ni uno de mis llamados.
Al regresar había perdido su flamante dentadura, y a mi pregunta de porqué, contestó lacónicamente:"fue una ola".
Y hora como una estocada final, leo su post, señor Bug.
Usted la describe magistralmente.
Sòlo puede haber una, entre tantas mujeres comunes y desvaidas, como ella. Mi Marita.
Pero nobleza obliga. Enamorado como estoy y deseando para ella la verdadera felicidad, renuncio a su amor y se la devuelvo presto, incapaz de retenerla junto a mí.
Guardaré su recuerdos, que como Ud. y su colchón bien saben, son imborrables.
Atentamente.
Todo bien Bugman,pero..por lo que más quiera ¡¡No vaya a beberse ESE vaso!!(puaj)
Mire usted, qué coincidencia: a mí me pasa que, aunque ahora duermo (muy bien) acompañado, me tiendo a lo largo y ancho del colchón como si estuviera solo...
Retiro mi comentario anterior respecto al 'post del año' y nomino en su lugar este post.
Acá entre nos, Bugman... ¿no le parece que puede afectar gravemente la sensibilidad de quien se encuentre deprimido por situación similar y llegue a leer el grito?
PS: Por cierto, había olvidado mencionar... ¡Qué hermosos bichitos los que pone usted en 'cositas sueltas', tan tiernos, mírelos, tan pequeños...
Bugman, lo acompaño en su pena, ya no hay mujeres como ella.
Me recomendó su blog la Bruja Maruja, y no se equivocó la muy turra... ¡está buenísimo!
Qué mas decir que espero el momento de ser idolatrada por un hombre cual Marita por ud. Conmovedora descripción de un extrañante.
Recuerda a "tira a mamá del tren"?
Ésa no sería su Marita?
Y de paso pregunto: Quién no tiene una "Marita" en el ropero?
Yo no, pero tengo un par de "maritos" que madre mía... es la envidia desde el cielo de la Lady Di, sin ir más lejos.
Saludos.
Realmente gráfico...por casualidad no quedó ninguna prenda negra con las axilas digamos...no limpias? Ay Jevú!
La descripción de Marita coincide con una vecina mía!...escalofríos sentí! ajajaj
Por otro lado...Mr Bugman, sabe que lo aprecio y humildemente le pido que pase por lanegradice y mire el post "Gracias a Abuela Cyber"
Beso enorme!
Musa, lo que se dice musa, jamás se me ha acercado ninguna.
Pero imaginar a Marita (e inevitablemente desearla) me ha dado nuevos bríos, de modo que lo intentaré...
Es increible como uno recuerda y añora cada uno de esos defectos de la persona amada, mucho mas que sus virtudes...
No se preocupe Mr Bugman, she will come back...
Gracias a todos por sus comentarios. Estoy siendo víctima una vez más de la conspiración noruega y me han cortado el servicio de Internet en mi casa. espero que no sea el preámbulo de una nueva abducción. En todo caso, en este momento le estoy robando tiempo y recursos mi empleador (que vengo a ser yo) y nada me molesta más que me roben recursos y tiempo, de manera que me excuso por no contestarles uno a uno, como me gusta y suelo hacerlo. Volveremos.
Si no me va a contestar personal e individualmente no le digo nada, salvo que este post está muy bueno!
Es que, se acostumbra uno a la buena vida, a las atenciones femeninas que solo saben prodigar ellas y después uno se queda sin norte. No desespere, Sr. Bugman, volverá. Mientras tanto, puede usted buscar un sucedáneo que le permita sobrevivir hasta su regreso (el de Marita), visitando la Penitenciaría Psiquiátrica más cercana. No lo considere una traición a Marita, un hombre tiene sus necesidades. Y, al fin y al cabo, fue ella quien se marchó.
Bugman, si me permite el atrevimiento ya que no soy un "comentarista acreditado" en su blog, pero después de dar el veredicto yo creo que Ud. debería explicar mejor la anécdota del jacuzzi y las señoritas.
Creo que hablo por todos cuando digo: "EL PUEBLO QUIERE SABER DE QUE SE TRATA"
me gusto tu relato, me reí y lo disfrute, imagine a Marita y entiendo que estes triste y que su ausencia te cale hasta los huesos, pero ella regresara algun día a llenar de su aroma y de su fuerte voz aguardientosa toda la casa, mientras tanto se fuerte y sigue ahorrando para los guantes que le encantaran, eso es algo casi garantizado, jajaja
me habian recomendado mucho este blog y la verdad es que me encanto, lo seguire leyendo always
Aries 19, bienvenida y muchas gracias. (No se quién le habrá recomendado este blog, pero tal vez es tiempo de que revise sus amistades, alguien no la quiere mucho que digamos)
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