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El lector "Ronaldus XVI" me presiona para que escriba. Claro, como si a uno se le ocurrieran cosas todos los días. Es como si a uno en medio de una reunión le espetaran :"Me dijeron que sos muy espontáneo, a ver, se espontáneo". Así no se puede, señores. Igual la culpa es mía por criticar a todos los que tienen un blog y escriben tres cosas llevados por el entusiasmo inicial y después lo abandonan a su suerte. Nada, que no se me ocurre nada de interés general para mi escasísimo público. ¿Qué hago, no me dejo presionar y espero una inspiración que probablemente no llegue nunca? ¿O escribo cualquier pavada para ganar tiempo?
Ma sí, yo agarro lo primero que se me ocurra y lo pongo, total a nadie le importa:
Títulos de libros que me gustaría escribir
-Coma de todo y...¡engorde!
-Setenta y tres maneras de pinchar una aceituna.
-Cómo hacer dinero (Guía práctica del falsificador).
-La ameba como animal de compañía.
-El gran libro de la pelusa.
-Chistes de fiordos.
-Cultivo del pie de atleta.
-Enciclopedia del chorizo.
-La dieta de la madera balsa.
-Esto tiene gusto raro (Manual del envenenador).
-Yo, yo ,yo y yo somos felices los cuatro.
-Escultura en puré.
-No quiero, no me gusta, no me importa (Haciendo amigos)
Qué se yo...a mí me pareció gracioso.
Buenas noches.
domingo, 21 de agosto de 2005
jueves, 28 de julio de 2005
Letra pequeña
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Si entre los amables lectores hay alguien que tuvo que firmar alguna vez un
contrato con alguna empresa que presta algún servicio, habrá notado
que está redactado en forma cuidadosamente confusa, que tiene 2345
cláusulas escritas en letra apenas macroscópica y que su lectura
completa provoca estrabismo, alopecía y halitosis. Por lo tanto las
más de las veces el firmante se encomienda a San Defensa del
Consumidor y firma a sabiendas de que si algo pasa que se desvíe
apenas de la normalidad durante la duración del contrato, sufrirá
indecibles penurias. Está en la naturaleza humana creerse a salvo de
las peores catástrofes. De otra manera nadie contraería matrimonio.
La letra pequeña de los contratos es ya parte del folklore, y uno la
asimila con una mezcla de fe y estoicismo. Palabras más, palabras
menos, dice siempre lo mismo: "¡Ahora eres nuestro! ¡Muejejejejeeee!
(Algunas veces "¡muejejejeje!" puede ser reemplazado por un
restallante "¡gil!").
Esta práctica aparentemente engañosa y taimada sin embargo tiene el
propósito de... bueno, de ser engañosa y taimada.
La tendencia a gritar las buenas noticias y murmurar las malas en
cualquier comunicación destinada a engatusar incautos (nosotros) no
solo no ha menguado con los años sino que se ha extendido. De entre
las profundidades de los más oscuros estudios de las más abjectas
criaturas (naturalmente me refiero a los abogados), una especie de
nueva generación de letras pequeñas ha surgido.
¿Han escuchado con atención cualquier aviso de radio que nos informe
alegremente de cualquier clase de oferta?. Al final el locutor acelera
hasta la exasperación su cadencia anunciándonos las limitaciones de
tal oportunidad. Ejemplo:
"¡Traiga tres tapitas de Cocucha Esfervescente y llévese gratis una
cáscara de mandarina!"
y a continuación el locutor dice susurrante y monocorde: "promociónsoloválidaparaelsectorantárticoargentinodurantelos
mesesdeinviernosiesquesepodruceuneclipselunaryelparticipantesepresenta
disfrazadodeodaliscahastaacabarstockdedosmandarinas".
Otro:
"¡Asegure su auto en Seguros Raffles % Lupin y duerma tranquilo!"
Y después:
"elseguronocubreningunaclasedeaccidenteroboincendioninadaquelepaseasu
automoviloacualquieradesusocupantesanoserqueseadestruidoporelimpactode
unaerolitoduranteunaneviscaenlarepublicadelcongo"
La televisión no presenta mejor panorama. Cuando una crema facial
promete reducir las arrugas hasta en un 64 % lo primero que nos
preguntamos es cómo demonios hacen para calcular ese porcentaje.
¿Acaso buscan a una persona que tiene exactamente cien arrugas
y después de usar el menjunje cuentan cuántas le quedan?
Cuántas personas de cien arrugas deben encontrarse para hacer
una estimación estadística confiable?.¿Habrá mucha de demanda
de personas de cien arrugas para experimentar los efectos de
las cremas faciales?
Bien, si se fijan muy cuidadosamente verán que al pie de la pantalla
aparecen unas manchitas borrosas que se mueven a gran velocidad
de derecha a izquierda. No, no es que otra vez su vecino le
esté robando el cable otra vez, es la explicación que buscábamos.
Dice algo así:
"Resultados obtenidos en una encuesta a 2 personas una de las cuales
ni siquiera sabía de lo que le estábamos hablando y la otra estaba
en medio de un partido de fútbol y nos parece que no nos escuchó nada".
Claro que a pesar de todo la gente compra Cocucha Esfervescente y
guarda las tapitas, contrata los seguros de Raffles y Lupin y
se embadurna con cremas faciales, porque todos tenemos ganas
de creer que algo bueno nos va a pasar. Y si perdemos la fe en
las gaseosas, los seguros y las cremas...
qué nos queda, caramba.
Buenas Noches
(El autor no garantiza que sea de noche en el momento en que usted lea el artículo precedente).

Si entre los amables lectores hay alguien que tuvo que firmar alguna vez un
contrato con alguna empresa que presta algún servicio, habrá notado
que está redactado en forma cuidadosamente confusa, que tiene 2345
cláusulas escritas en letra apenas macroscópica y que su lectura
completa provoca estrabismo, alopecía y halitosis. Por lo tanto las
más de las veces el firmante se encomienda a San Defensa del
Consumidor y firma a sabiendas de que si algo pasa que se desvíe
apenas de la normalidad durante la duración del contrato, sufrirá
indecibles penurias. Está en la naturaleza humana creerse a salvo de
las peores catástrofes. De otra manera nadie contraería matrimonio.
La letra pequeña de los contratos es ya parte del folklore, y uno la
asimila con una mezcla de fe y estoicismo. Palabras más, palabras
menos, dice siempre lo mismo: "¡Ahora eres nuestro! ¡Muejejejejeeee!
(Algunas veces "¡muejejejeje!" puede ser reemplazado por un
restallante "¡gil!").
Esta práctica aparentemente engañosa y taimada sin embargo tiene el
propósito de... bueno, de ser engañosa y taimada.
La tendencia a gritar las buenas noticias y murmurar las malas en
cualquier comunicación destinada a engatusar incautos (nosotros) no
solo no ha menguado con los años sino que se ha extendido. De entre
las profundidades de los más oscuros estudios de las más abjectas
criaturas (naturalmente me refiero a los abogados), una especie de
nueva generación de letras pequeñas ha surgido.
¿Han escuchado con atención cualquier aviso de radio que nos informe
alegremente de cualquier clase de oferta?. Al final el locutor acelera
hasta la exasperación su cadencia anunciándonos las limitaciones de
tal oportunidad. Ejemplo:
"¡Traiga tres tapitas de Cocucha Esfervescente y llévese gratis una
cáscara de mandarina!"
y a continuación el locutor dice susurrante y monocorde: "promociónsoloválidaparaelsectorantárticoargentinodurantelos
mesesdeinviernosiesquesepodruceuneclipselunaryelparticipantesepresenta
disfrazadodeodaliscahastaacabarstockdedosmandarinas".
Otro:
"¡Asegure su auto en Seguros Raffles % Lupin y duerma tranquilo!"
Y después:
"elseguronocubreningunaclasedeaccidenteroboincendioninadaquelepaseasu
automoviloacualquieradesusocupantesanoserqueseadestruidoporelimpactode
unaerolitoduranteunaneviscaenlarepublicadelcongo"
La televisión no presenta mejor panorama. Cuando una crema facial
promete reducir las arrugas hasta en un 64 % lo primero que nos
preguntamos es cómo demonios hacen para calcular ese porcentaje.
¿Acaso buscan a una persona que tiene exactamente cien arrugas
y después de usar el menjunje cuentan cuántas le quedan?
Cuántas personas de cien arrugas deben encontrarse para hacer
una estimación estadística confiable?.¿Habrá mucha de demanda
de personas de cien arrugas para experimentar los efectos de
las cremas faciales?
Bien, si se fijan muy cuidadosamente verán que al pie de la pantalla
aparecen unas manchitas borrosas que se mueven a gran velocidad
de derecha a izquierda. No, no es que otra vez su vecino le
esté robando el cable otra vez, es la explicación que buscábamos.
Dice algo así:
"Resultados obtenidos en una encuesta a 2 personas una de las cuales
ni siquiera sabía de lo que le estábamos hablando y la otra estaba
en medio de un partido de fútbol y nos parece que no nos escuchó nada".
Claro que a pesar de todo la gente compra Cocucha Esfervescente y
guarda las tapitas, contrata los seguros de Raffles y Lupin y
se embadurna con cremas faciales, porque todos tenemos ganas
de creer que algo bueno nos va a pasar. Y si perdemos la fe en
las gaseosas, los seguros y las cremas...
qué nos queda, caramba.
Buenas Noches
(El autor no garantiza que sea de noche en el momento en que usted lea el artículo precedente).
martes, 12 de julio de 2005
Este mundo se cae a pedazos, diantres!
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Este mundo dista de ser perfecto. Solamente dentro de mi departamento hay una multitud de cosas que no funcionan del todo bien. Esta es una lista preliminar:
Mi teléfono celular tenía una pequeña falla y lo llevé a reparar. Ahora tiene una falla generalizada, y hace 15 días que está en el service.
Mi estufa dejó de funcionar justo cuando empezó a bajar la temperatura.
La luz del baño parpadea y a veces se apaga justo cuando la puntería es un factor determinante. Debería cambiar la lamparita, pero está a punto de separarse de la base y tengo miedo de que me quede la base enroscada al artefacto, y después tenga que desarmar todo.
El agua de la ducha sale en dos modalidades: hirviente o helada. Regularla a temperatura soportable requiere varios minutos de ajustes micrométricos de las canillas, sufriendo en el proceso toda la amplitud térmica posible en mi cuerpo desnudo.
Cuando enciendo la computadora no puedo escuchar algunas estaciones de radio, porque se empieza a escuchar un zumbido de alta frecuencia que perfora los tímpanos.
La pileta del lavatorio se desagota perezosamente, dejando prolijamente esparcidos los residuos de cualquier operación de lavado de dientes o afeitado.
Las luces de la escalera están mal cableadas, de manera que no es posible el sorprendente efecto de encenderlas al iniciar el ascenso o descenso y apagarlas una vez concluído el traslado.
El microondas a veces se apaga inopinadamente, y muestra en el display unos ominosos jeroglíficos.
El teléfono del living hace ruido de fritura.
Uno de los ventiladores de mi computadora emite un "grgrgrgrrrrrrrr" constante.
La pileta de la cocina se tapa apenas pasa por la rejilla algo de mayor tamaño que la ceja de un jején.
La heladera no enfría. Apenas, refresca.
El reproductor de DVD decide que algunas películas no son dignas de verse, y se niega a reproducirlas redondamente.
La batería de mi computadora portátil está completamente muerta, de manera tal que la mayor ventaja de una computadora portátil (poder utilizarla en cualquier parte) está anulada.
El borde inferior de la puerta de entrada se está acercando al piso lentamente, ahora ya no es posible que el encargado del edificio me pase sobres por debajo.
Supongo que podría arreglar yo mismo algunas de estas cosas, y llevar a reparar oreemplazar otras, pero todo es inútil. Según mi experiencia, la reparación de algo dispara inmediatamente un mecanismo de compensación cósmico que hace aparecer una falla en algo que hasta ese momento funcionaba razonablemente bien. Así que no tengo más remedio que convivir con las averías lo mejor que pueda. Por eso, ahora los dejo, porque tengo que untarme con grasa de ballena para poder pasar la noche sin congelarme mientras duermo.
Buenas noches.

Este mundo dista de ser perfecto. Solamente dentro de mi departamento hay una multitud de cosas que no funcionan del todo bien. Esta es una lista preliminar:
Mi teléfono celular tenía una pequeña falla y lo llevé a reparar. Ahora tiene una falla generalizada, y hace 15 días que está en el service.
Mi estufa dejó de funcionar justo cuando empezó a bajar la temperatura.
La luz del baño parpadea y a veces se apaga justo cuando la puntería es un factor determinante. Debería cambiar la lamparita, pero está a punto de separarse de la base y tengo miedo de que me quede la base enroscada al artefacto, y después tenga que desarmar todo.
El agua de la ducha sale en dos modalidades: hirviente o helada. Regularla a temperatura soportable requiere varios minutos de ajustes micrométricos de las canillas, sufriendo en el proceso toda la amplitud térmica posible en mi cuerpo desnudo.
Cuando enciendo la computadora no puedo escuchar algunas estaciones de radio, porque se empieza a escuchar un zumbido de alta frecuencia que perfora los tímpanos.
La pileta del lavatorio se desagota perezosamente, dejando prolijamente esparcidos los residuos de cualquier operación de lavado de dientes o afeitado.
Las luces de la escalera están mal cableadas, de manera que no es posible el sorprendente efecto de encenderlas al iniciar el ascenso o descenso y apagarlas una vez concluído el traslado.
El microondas a veces se apaga inopinadamente, y muestra en el display unos ominosos jeroglíficos.
El teléfono del living hace ruido de fritura.
Uno de los ventiladores de mi computadora emite un "grgrgrgrrrrrrrr" constante.
La pileta de la cocina se tapa apenas pasa por la rejilla algo de mayor tamaño que la ceja de un jején.
La heladera no enfría. Apenas, refresca.
El reproductor de DVD decide que algunas películas no son dignas de verse, y se niega a reproducirlas redondamente.
La batería de mi computadora portátil está completamente muerta, de manera tal que la mayor ventaja de una computadora portátil (poder utilizarla en cualquier parte) está anulada.
El borde inferior de la puerta de entrada se está acercando al piso lentamente, ahora ya no es posible que el encargado del edificio me pase sobres por debajo.
Supongo que podría arreglar yo mismo algunas de estas cosas, y llevar a reparar oreemplazar otras, pero todo es inútil. Según mi experiencia, la reparación de algo dispara inmediatamente un mecanismo de compensación cósmico que hace aparecer una falla en algo que hasta ese momento funcionaba razonablemente bien. Así que no tengo más remedio que convivir con las averías lo mejor que pueda. Por eso, ahora los dejo, porque tengo que untarme con grasa de ballena para poder pasar la noche sin congelarme mientras duermo.
Buenas noches.
Claro, porque ellos no se equivocan nunca...
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La lectora autodenominada GLADY me hace notar que en mi último artículo se deslizó un error de ortografía: en vez de parentesco, que es la forma correcta, escribí parentezco.
Lo irónico del caso es que se trataba de un articulo denunciando justamente el mal uso del idioma.
Ya está. Ya lo admití. Caramba.

La lectora autodenominada GLADY me hace notar que en mi último artículo se deslizó un error de ortografía: en vez de parentesco, que es la forma correcta, escribí parentezco.
Lo irónico del caso es que se trataba de un articulo denunciando justamente el mal uso del idioma.
Ya está. Ya lo admití. Caramba.
martes, 5 de julio de 2005
Hablando bien y pronto
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Los argentinos hablamos un lenguaje que tiene cierto parentesco con el español o castellano,a tal punto que es probable que nos entendamos casi sin dificultades con , pongamos por caso, un uruguayo.
Pero incluso este dialecto vernáculo es atacado sin piedad por toda clase de individuos privados y públicos que por pereza, ignorancia o esnobismo se regodean en sus escasos vocabularios y sus insolventes construcciones verbales haciendo retorcer en sus tumbas a Cervantes y a Quevedo, y lo que es más importante, dándome un tema para este artículo.
Además, los adolescentes actuales utilizan un vocabulario harto reducido, de tal modo que resulta dificultosa la comprensión de un escrito perpetrado por uno de ellos. Si le sumamos la costumbre que tienen de enviar mensajes por medio de sus teléfonos celulares empleando para ello una jerga ad hoc que transforma palabras completas en siglas apenas descifrables, pronostico que de aquí a 10 años no va a ser posible entendernos. Imagínense una carta de presentación dirigida a un potencial empleador escrita por estos semi analfabetos:
" Sr ke me va a dar trabjo:
Me presento en la presnte para pedir laburo espero ke me lo de. Bueno, eso, nada.Ke le vaya bien.Krlos"
Si usted quiere distinguirse de esa caterva de personas malhablantes (y ni qué hablar de los que escriben), preste atención a los siguientes ejemplos:
Bajo ningún punto de vista.
Caramba, ¿qué necesidad hay de situarse en tan incómoda posición, cuando es mucho más confortable y gramaticalmente correcto evaluar el asunto de que se tratare desde el mencionado punto?
Tan es así.
No, mi estimado, esto no es correcto. Tan así es, que hasta suena horrendo a los oídos de cualquier catedrático. Ni se le ocurra tampoco decir o escribir tal es así, porque entonces el catedrático se abrirá las venas con uno de los tonos del Diccionario de la Real Academia
Española, vigésima edición.
Hace algunos años atrás.
En este caso, menos es más. Es decir, algo sale sobrando. ¿No le suena mejor hace algunos años, o unos años atrás? Por supuesto que le suena mejor, porque es correcto.
Pienso de que sí.
Uno no piensa de algo, uno piensa algo. No como el individuo que dijo esto. No me pregunte qué pienso de él.
Agua e hielo.
Tuve que dicutir este caso recientemente. Ante la regla de utilizar "e" como conjunción copulativa en reemplazo de "y", aparecen como excepción las palabras comenzadas en "hie", por mucho que protesten los chacales y hienas que depredan el español.
¿Para qué, ponen una coma, aquí?
Cierta gente no puede evitar la tentación de partir en dos (o en tres, o en cuatro) cada una de sus oraciones con un abuso de comas. No voy a reproducir aquí los buenos usos del simpático signo, pero recuerde, menos es más.
El senador Gargiullo y su "esposa", concurrieron a la ceremonia.
¿No es verdad que de esta frase surge cierta duda sobre si la mujer que acompañaba al senador Gargiullo era efectivamente su esposa?. Esto sucede cuando se hace uso indiscriminado de las comillas, que deberían aplicarse con más prudencia. No es verdad que se utilicen para destacar palabras. Y si me molesta leer algo que rezuma comillas por los cuatro costados ni se imaginan el desagrado que me producen esas gentes que intentan ponerlas en el lenguaje hablado haciendo gestos con los dedos mayor e índice de cada mano extendidos en forma de "v", y luego doblándolos hacia adentro. Este gesto a todas luces estúpido se hace con las manos a la altura de la cabeza, de modo que la cara quede entre las dos. Evítelo, por favor.
Podemos resumir este artículo con el conocido aforismo : Hablar (y escribir) bien, no supone esfuerzos extraordinarios, y reporta beneficios desproporcionados.
Buenas Noches
martes, 21 de junio de 2005
El tiempo pasa...nos vamos poniendo esdrújulos
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Buenas Noches
Hace algunos días se cumplieron 39 años desde mi natalicio. Si bien es reconfortante recibir el saludo de amigos, familiares y empresas que nos cuentan entre sus clientes, resulta por lo menos curioso que a uno lo feliciten tan efusivamente por algo por lo cual no se tiene mayor mérito, siendo que cualquier papanatas sin oficio ni beneficio es capaz de cumplir años en forma sucesiva mediante el sencillo trámite de mantenerse con vida, asunto que al menos en esta época de la historia no parece tan complicado.De todas maneras soplé las velitas de la torta primorosamente decorada y si bien me falta todavía un año para ser un cuarentón con todas las de la ley, me puse a reflexionar sobre las delicias de la mediana edad.
El avance de la ciencia permite que hoy un muchacho de mi edad sea todavía considerado "joven" (con la notable excepción de las empresas de medicina prepaga, que nos pasan a la categoría "geronte" a los 36 añitos). A esta edad se supone que todavía podemos hacer todo lo que hacíamos a los 20, aunque nos duele un poco más y lo hacemos menos. No me vengan con la experiencia, la calidad y todas esas paparruchadas, porque vamos, muéstrenme un mortal que diga no quiere volver a los 20 años y yo les voy a mostrar a un mentiroso.
Una de las cosas que suceden cuando pasa el tiempo, es que los jóvenes parecen más jóvenes. Por ejemplo, ahora las niñas de 18 años tienen 14, pero como compensan porque tienen un lomo de 25, en realidad les damos 21. O sea, en cualquier momento vamos presos.
La vida se llena de palabras esdrújulas : próstata, hígado, úlcera, crédito...
Ahora tenemos unos parentescos de nombres espantosos : somos concuñados, yernos o nueras.
El cuerpo se nos pone polifónico : cruje, rechina y se queja.
Dejamos algo que nos hace mal. Por ejemplo, yo dejé de beber, cosa que me costó muchísimo porque nunca fui muy adepto a la bebida.
Por las noches, dormimos. Por las mañanas, tenemos sueño.
Nos da por hacer deportes extremos para demostrar que todavía podemos. Yo estoy tomando clases de golf.
Cuando decimos que nos pasamos todo el domingo en la cama, significa exactamente eso.
Sentimos una satisfacción casi malsana cuando nos encontramos con viejos conocidos a los que no vemos desde hace 20 años y comprobamos que están más destruídos que nosotros.
Se supone que a los 40 nos da una crisis y nos hacemos los pendejos. En las películas el tipo se compra un auto deportivo. Yo me parece que voy a dejar de pagar la patente.
Miramos noticieros por televisión.
Los desconocidos nos tratan de "usted".
Sin embargo, estoy convencido que la mejor edad es la que se tiene. Porque, mis amables lectores...que alternativa nos queda?
Buenas Noches
jueves, 2 de junio de 2005
Crónicas de viaje: Viva las Vegas! (Tercera y Ultima Entrega)
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Como ando escaso de material, les encajo este artículo que no me convencía mucho, pero decidí terminarlo porque me daba pereza pensar en otra cosa. Sepan disculpar.
Resumen de lo publicado: estuve en Las Vegas.
Una de las previsibles consecuencias de realizarse tantas convenciones simultáneamente en Las Vegas, fue que no había habitaciones de hotel disponibles para toda nuestra estadía. El recurso desesperado que encontramos fue reservar alojamiento en un hotel en una ciudad de los alrededores. Lo malo de de un centro de entretenimiento construído en el medio del desierto es que que virtualmente no tiene alrededores: tenemos la ciudad de Henderson, que es realidad un suburbio, y...nada más que pueda llamarse propiamente ciudad, en un radio de 100 kilómetros. En consecuencia, el lugar escogido para pasar los días excedentes de nuestra estadía (la convención a la que asistíamos ya había terminado, pero yo no podía volver a casa porque tampoco conseguimos lugar en ningún vuelo razonablemente directo) fue la ciudad de Laughlin, a 95 millas (aproximadamente 150 km) al sur de Las Vegas. Mi socio me abandonó para atender unos asuntos en Miami, de manera que mis dos días de forzadas vacaciones en ese lugar hubieron de ser solitarios.
La historia de esta ciudad es más o menos así: En 1930 el gobierno norteamericano autorizó la construcción de la represa Davis, al sur del estado de Nevada. La construcción, vaya uno a saber por qué empezó en 1942 y se interrumpió inmediatamente, supongo que por la Segunda Guerra Mundial. En 1946 se reanudaron las obras, y los trabajadores necesitaban donde quedarse, así que a alguien se le ocurrió hacer un hotelito. En 1953 se terminó la bendita represa, y el hotel quedó abandonado, hasta que en 1966 un tipo llamado Don Laughlin, que ya era dueño de un club en Las Vegas tuvo la idea de comprar esas tierras y hacer un hotel grandote con casino, aprovechando que se había legalizado el juego en Nevada. El hotel aún existe y es el Riverside, y en 1968, cuando el correo de Estados Unidos necesitó un nombre para darle existencia postal a la localidad (que ya contaba con otro hotel-casino), Don Laughlin dijo "Llámenle Riviera", pero tal vez por una confusión, se le bautizó Laughlin.(Se que ustedes son bastante perezosos para investigar, así que hagamos de cuenta que esta es la verdadera historia de la ciudad, y no una colección de hechos notablemente inexacta que obtuve de fuentes dudosas y estoy citando de memoria).
El asunto es que este lugar en medio de la nada creció hasta tener unos 10 hoteles de respetables dimensiones, todos con su correspondiente casino al estilo Las Vegas. Claro que entre Laughlin y Las Vegas hay tantas semejanzas como entre un traje de Armani y el delantal de un carnicero. Si Las Vegas es un show gigantesco con mujeres peligrosas para la salud y bebidas muy baratas, en cambio Laughlin es un show muy barato, con mujeres gigantescas y bebidas peligrosas para la salud. (Espero que les guste el juego de palabras, trabajé toda una semana en él).Aquí no había tragos gratis para los jugadores, ni espectáculos de nivel internacional. En Las Vegas todos trataban de conseguir entradas para ver a Celine Dion, a unos 200 dólares por barba, mientras que por los pagos del bueno de Don, uno podía tener el privilegio de ver, por unos módicos 25 dólares, a la cantante internacional...."Charo"! (No, yo tampoco se quién es).
En los casinos de Laughlin hay maquinas tragamonedas de 5 centavos, y aceptan moneditas, cosa que aparentemente es bien sabida y aprovechada por los infaltables jubilados que se eternizan frente al hipnotizante espectáculo del azar con fines de lucro. Jubilados, sí, muchos, muchos jubilados. Se ve que este paraje es una especie de alternativa para los ancianos timberos a los que no les da el cuero para apostar a lo grande.
Llegué a Laughlin un jueves por la noche, y me fui a dormir temprano después de cenar comida chatarra en una hamburguesería cercana. Más allá de la calle principal, que como tributo al genio creativo de los lugareños se llama "Casino Drive", no pude percibir que hubiera gran cosa en el pueblito, pero lo atribuí a que era de noche, venía de manejar 150 km en completo estado de tensión porque no quería perderme (perderse en una ruta desconocida en el estado de Nevada a las 10 de la noche puede ser algo desagradable) y tenía que encontrar el hotel.
Por la mañana del viernes, mirando por la ventana de mi habitación situada a unos respetables 23 pisos de altura tuve un panorama un poco más claro de lo que se extendía más allá de los hoteles: nada. Podía ver la ruta de entrada, una planta de energía cercana y el desierto. Y eso era todo.
Ante la alternativa de quedarme encerrado en la habitación viendo publicidades de abogados latinos que asesoran a sus clientes también latinos sobre la forma de declararse en quiebra (el crédito en EEUU es una tradición, todo el mundo vive pagando cuotas, pero por alguna razón los latinos como nosotros parece que no captamos que si las cuotas que hay que pagar superan nuestros ingresos, algo anda mal, al punto que uno de los consejos que se dan en la TV local es poner la tarjeta de crédito en una bolsa llena de agua y congelarla para evitarse compras compulsivas), ante este panorama, decía antes de ese paréntesis horriblemente extenso, agarré mi Ford Focus alquilado y me volvía a Las Vegas, no para jugar (que eso lo podía hacer localmente) sino para otra actividad igualmente peligrosa para las finanzas: visitar un "Outlet". Los "outlet" se supone que son una especie de shopping centers con ofertas de liquidación. En términos de un argentino que añora los años de una moneda artificialmente fuerte (les recuerdo a mis lectores no argentinos que durante años el peso argentino se cotizó a la par del dólar, sí, en serio...) esto significa que la ropa está rebajada de unos precios ultrajantes a unos precios que son nada más que carísimos. De todas maneras recorrí el lugar con fe, y algunas cosas compré. Un detalle: ya lo dije antes, pero los norteamericanos son MUY grandes. El talle "small" de ellos me queda grande, y llegué a comprarme una remera (camiseta) de talle grande...para niños. Y me queda un tanto holgada.
Después de dar rienda suelta a mi ímpetu consumista con la moderación que exigía mi humilde condición, manejé los 150 km de vuelta para advertir que al lado de mi hotel en Laughlin había un Outlet EXACTAMENTE IGUAL. Bueno, al menos estuve ocupado tres horas en la ruta, que si no me hubiera vuelto loco.
El sábado decidí recorrer los alrededores, en busca de vida humana. Y me topé con un hotel solitario a unos 20 km, con unas instalaciones más que respetables (había hasta una cancha de golf que imagino debe costar una fotuna en mantenimiento, piensen en los tiernos cuidados que hay que prodigarle a ese césped como alfombra para que crezca en tan inhóspitos parajes). Lo más destacable era que había una especie de feria, y fue la primera concentración de humanos reunidos en torno a lago que no fuera un casino que yo había visto en mucho tiempo. La feria tenía gran variedad de ropa, herramientas y todo tipo de cosas para granjeros, y había muchos personajes con botas y sombreros de vaquero recorriendo los puestos. Me pregunto qué demonios sembrarán estos tipos en semejante aridez. También había una orquesta que tocaba polcas, y los omnipresentes viejitos bailando al son del acordeón y las trompetas. Parecían de lo más felices, la verdad.
No aguanté más de media hora tanta alegría, así que agarré el auto otra vez y seguí dando vueltas por horas. Encontré una especie de condominio, barrio privado o algo así que se veía abandonado por sus habitantes. Lo único vivo que se me cruzó fue un pájaro de los llamados "road runner" ("correcaminos"), el cual no se parece en mucho al de los dibujos animados, salvo por el penacho arriba de la cabeza.
Por una ruta angosta y deteriorada llegué a una ciudad cuyo nombre no recuerdo ahora, y unos carteles anunciaban el "Museo de la ruta 66". Ya sé, no suena muy emocionante, pero les juro que a esa altura yo estaba dispuesto a ver el Campeonato Internacional de Comedores de Uñas con tal de sacarme el aburrimiento que me cubría casi tanto como el polvo de la ruta. Bien, lo busqué, lo seguí buscando, de pronto se acabó la ciudad cuyo nombre no recuerdo y del museo ni noticias. Seguro que es espectacular, pero su financiamento debe correr peligro si está tan escondido, muchachos de la ciudad Cuyo Nombre no Recuerdo.
Acabo de releer todo este artículo, y me di cuenta de que refleja muy fielmente el espíritu de Laughlin: es aburridísimo. De manera que no los torturo más.
Buenas noches.
martes, 10 de mayo de 2005
Críticas Cinematográficas en Cinco Palabras
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Ahora que la entrada de cine está cada vez más cara, y que las entradas de dinero están cada vez más escasas, no es cuestión de ir a ver una película y clavarse con tremendo bodrio (ya probé, el boletero se niega a devolverte la plata).
Las críticas cinematográficas que ofrecen los diarios y revistas son largas y aburridas, llenas de referencias como "El director, que nos deleitara con "La Garza que Tenía Sueño",retoma aquí el tema de la inmarcesibilidad cósmica, pero con un toque epistemológico algo más ingenuo". Convengamos en que esto no nos sirve para saber si vemos la película o nos quedamos en casa jugando al tute.
Como un servicio más a mis amables lectores, ofrezco esta sección de Críticas Cinematográficas en Cinco Palabras", una verdadera hazaña de síntesis e imaginación, sobre todo considerando que de algunas de las películas en cuestión ni siquiera vi el afiche.
Cruzada
"Unas batallas de la hostia".
Star Wars: Episodio 3
"Sí, Darth Vader tiene asma".
Robots
"Alguien ganó mucho dinero acá".
La llamada 2
"Como la uno, pero peor".
Miss Simpatía 2
"Sandra Bullock necesitaba plata urgente".
Whisky Romeo Zulu
"Y ese ruidito qué es?"
Boogeyman
"Afanando con las de terror".
Próximamente, reseñas de Clásicos de la Literatura Universal en seis palabras.
Buenas Noches
Las críticas cinematográficas que ofrecen los diarios y revistas son largas y aburridas, llenas de referencias como "El director, que nos deleitara con "La Garza que Tenía Sueño",retoma aquí el tema de la inmarcesibilidad cósmica, pero con un toque epistemológico algo más ingenuo". Convengamos en que esto no nos sirve para saber si vemos la película o nos quedamos en casa jugando al tute.
Como un servicio más a mis amables lectores, ofrezco esta sección de Críticas Cinematográficas en Cinco Palabras", una verdadera hazaña de síntesis e imaginación, sobre todo considerando que de algunas de las películas en cuestión ni siquiera vi el afiche.
Cruzada
"Unas batallas de la hostia".
Star Wars: Episodio 3
"Sí, Darth Vader tiene asma".
Robots
"Alguien ganó mucho dinero acá".
La llamada 2
"Como la uno, pero peor".
Miss Simpatía 2
"Sandra Bullock necesitaba plata urgente".
Whisky Romeo Zulu
"Y ese ruidito qué es?"
Boogeyman
"Afanando con las de terror".
Próximamente, reseñas de Clásicos de la Literatura Universal en seis palabras.
Buenas Noches
miércoles, 4 de mayo de 2005
Cumplimos un año!
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Bueno, no "cumplimos", yo cumplo un año. No, tampoco, el que cumple un año es este blog. Los que reciben estos mensajes por mail (porque se suscribieron a la lista de distribución y nunca entran acá) deben estar pensando qué demonios es un "blog". Bueno, un blog es esta especie de página de Internet, pero es un poco distinta a una página porque...bah, no importa. Tampoco importa qué es una lista de distribución, ni un Yahoo! group ni nada de nada.
Lo que importa es que en mayo se cumple un año desde que escribí el primer mensaje. Un año escribiendo tonterías para que ustedes se diviertan. Qué barbaridad.
Y nadie me invitó a un programa de televisión, ni me hicieron notas en los diarios ni salí en la tapa de ninguna revista. Ni una mísera tarjeta de felicitación, me mandaron.A ustedes les parece?
Un día de estos voy a lanzar un desafío del tipo: "Si no recibo un mensaje de por lo menos 20 personas diciendo que me leen, no escribo nunca más". Pero temo que nadie me mande el famoso mensaje, o peor aún, temo que me lo mande mucha gente y entonces me sienta presionado a escribir más seguido.
"Que los cumpla feliz,
que los cumpla feliz,
que los cumpla
este bloooooog.
Que los cumpla feliz!"
Próximamente, un artículo de verdad.
Buenas Noches.
Lo que importa es que en mayo se cumple un año desde que escribí el primer mensaje. Un año escribiendo tonterías para que ustedes se diviertan. Qué barbaridad.
Y nadie me invitó a un programa de televisión, ni me hicieron notas en los diarios ni salí en la tapa de ninguna revista. Ni una mísera tarjeta de felicitación, me mandaron.A ustedes les parece?
Un día de estos voy a lanzar un desafío del tipo: "Si no recibo un mensaje de por lo menos 20 personas diciendo que me leen, no escribo nunca más". Pero temo que nadie me mande el famoso mensaje, o peor aún, temo que me lo mande mucha gente y entonces me sienta presionado a escribir más seguido.
"Que los cumpla feliz,
que los cumpla feliz,
que los cumpla
este bloooooog.
Que los cumpla feliz!"
Próximamente, un artículo de verdad.
Buenas Noches.
lunes, 4 de abril de 2005
Esto es Inteligencia Artificial y lo demás son paparruchadas!
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Escribir estas tonterías, aunque no parezca, implica un esfuerzo considerable. Mi formación ingenieril me dicta que cualquier esfuerzo humano es pasible de ser minimizado gracias a la tecnología. Con esto en mente diseñé un robot capaz de escribir por mí. Como primera prueba, le indiqué que reescribiera la primera parte del último artículo publicado. Sí, es cierto, tal vez el Buggerbot 1.0 tenga una pequeña falta de estilo literario, pero a que si no les aviso ni se dan cuenta:
Mis pequeños lectores propuso artículo transmitido por lo tanto a tormenta fuera de 4, puntales cuál como tortugas de la colisión. Muy bien, el Sr. Divertido, espera que éste él tenga un gusto más. Si así no tales, entonces le propongo lecturas más agradables como estirón de la guía del teléfono Chañar inclinado o gerencia de ventaja de Aspiflex aspirador de 75 aspiradores.
En la mejor manera, si aquél a la cual a algo de ustedes no les tienen el deseo de leer artículo que precede esto, se situó en Valles. Como al cual deduciré las gracias de la película, la materia de esta ciudad seré los juegos del caso en todas las maneras concebibles. Sitúase en los valles fértiles y ser tomado a una excursión en el casino no increíble; ellos por todas las partes. A los hoteles del lo que es zaparrastroso para no tener su reunión de la rueda de los cuadros, del veintiuna, del cristal de Baccarat, el punto y el banco, póker, pai del surco, es cuál va (él que no invita a aquél los demonios) y está mucho, sino mucho, que causamos a tragamonedas. Y estos aparatejos vuelve infernal, lugar a fagocitan con los sonidos con los cuales uno podría jurar que ellos correspondencia. Habrá las máquinas de 5 céntimos, de 25 céntimos y de 1 dólar. Apresúrelo que es posible perder afirmado que sorprende allí. Verán, no seré el fanático de estas cosas, sino será situado en los valles fértiles y no aposté aunque un pequeño derecho, en el par de los casos por los cuales 4 a muy al dólar en las máquinas 5 de estos centavitos fijos pues para para tener minutos de emoción.No creo que minutos siguieron completamente. Las mayorías humilladas deben considerar porque la mujer que dió gratuito para beberla no hace más mejor el de nivel evidente amarrado a mi, deben tener un aspecto de un poco confiable. En todo caso, él no era fijo para darlo a la propina. El éxito sonréió una vez a mí: ganaron como 6 dólares. Que llegué para perder inmediatamente en las maneras. El mejor de maquinita es sensible, sus pérdidas y ellas en la posibilidad un aumento sin el cual el movimiento del músculo ellas dado impresión en el trabajo en la línea de la producción de hornada. Botones afuera que deben observarse al menos para implicar a veces, y un determinado juego simultáneamente en 2 ó 3 máquinas. Cálculo que si el determinado distrajo las tentativas de jugar en uno de tragamonedas, el hecho que comprueban, allí luego ser degollado un monedita. Maquinitas será favoritos viejos algunos. Allí los basan a las horas, jugando, que asumen, sus salidas a la pensión. Se liberará que ellos tiene salidas a la pensión más bien que el nuestro.
Muy bien retrasado
Mis pequeños lectores propuso artículo transmitido por lo tanto a tormenta fuera de 4, puntales cuál como tortugas de la colisión. Muy bien, el Sr. Divertido, espera que éste él tenga un gusto más. Si así no tales, entonces le propongo lecturas más agradables como estirón de la guía del teléfono Chañar inclinado o gerencia de ventaja de Aspiflex aspirador de 75 aspiradores.
En la mejor manera, si aquél a la cual a algo de ustedes no les tienen el deseo de leer artículo que precede esto, se situó en Valles. Como al cual deduciré las gracias de la película, la materia de esta ciudad seré los juegos del caso en todas las maneras concebibles. Sitúase en los valles fértiles y ser tomado a una excursión en el casino no increíble; ellos por todas las partes. A los hoteles del lo que es zaparrastroso para no tener su reunión de la rueda de los cuadros, del veintiuna, del cristal de Baccarat, el punto y el banco, póker, pai del surco, es cuál va (él que no invita a aquél los demonios) y está mucho, sino mucho, que causamos a tragamonedas. Y estos aparatejos vuelve infernal, lugar a fagocitan con los sonidos con los cuales uno podría jurar que ellos correspondencia. Habrá las máquinas de 5 céntimos, de 25 céntimos y de 1 dólar. Apresúrelo que es posible perder afirmado que sorprende allí. Verán, no seré el fanático de estas cosas, sino será situado en los valles fértiles y no aposté aunque un pequeño derecho, en el par de los casos por los cuales 4 a muy al dólar en las máquinas 5 de estos centavitos fijos pues para para tener minutos de emoción.No creo que minutos siguieron completamente. Las mayorías humilladas deben considerar porque la mujer que dió gratuito para beberla no hace más mejor el de nivel evidente amarrado a mi, deben tener un aspecto de un poco confiable. En todo caso, él no era fijo para darlo a la propina. El éxito sonréió una vez a mí: ganaron como 6 dólares. Que llegué para perder inmediatamente en las maneras. El mejor de maquinita es sensible, sus pérdidas y ellas en la posibilidad un aumento sin el cual el movimiento del músculo ellas dado impresión en el trabajo en la línea de la producción de hornada. Botones afuera que deben observarse al menos para implicar a veces, y un determinado juego simultáneamente en 2 ó 3 máquinas. Cálculo que si el determinado distrajo las tentativas de jugar en uno de tragamonedas, el hecho que comprueban, allí luego ser degollado un monedita. Maquinitas será favoritos viejos algunos. Allí los basan a las horas, jugando, que asumen, sus salidas a la pensión. Se liberará que ellos tiene salidas a la pensión más bien que el nuestro.
Muy bien retrasado
viernes, 1 de abril de 2005
Crónicas de Viaje : Viva Las Vegas! (Segunda Entrega)
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Unos de mis escasos lectores me sugirió que el último artículo era tan aburrido como una colisión de tortugas. Muy bien, Señor Divertido, espero que este le guste más. Si no es así, le sugiero lecturas más amenas, como la Guía Telefónica de Chañar Ladeado o el Manual de Uso de la Aspiradora Hoover Aspiflex 75.
Bien, por si alguno de ustedes no tiene ganas de leer el artículo que precede a este, estuve en Las Vegas.Como podrán deducir gracias a las películas, el negocio de esta ciudad son los juegos de azar en todas las formas imaginables. Estar en Las Vegas y no pisar un casino es casi impensable; están por todas partes. Hasta el más zaparrastroso de los hoteles tiene su colección de mesas de ruleta, blackjack, baccarat, punto y banca, poker, pai-go poker (no me pregunten qué demonios es) y muchos, pero muchos "slots", que nosotros llamamos "tragamonedas". Y eso es lo que hacen estos aparatejos infernales, se fagocitan los "quarters" con unos sonidos que uno podría jurar que son de satisfacción. Hay máquinas de 5 centavos, de 25 centavos y de 1 dólar. La velocidad con que se puede perder dinero sentado ahí es asombrosa. Verán, yo no soy un fanático de estas cosas, pero estar en Las Vegas y no apostar aunque sea un poquito es casi una profanación, así que en un par de ocasiones invertí todo un dólar en las máquinas de 5 centavitos dispuesto a tener unos minutos de emoción. No creo que haya durado un minuto completo. Lo más humillante fue ver cómo la mujer que daba bebidas gratuitas a los apostadores ni siquiera se me acercó, debo tener aspecto de poco solvente. En todo caso, no estaba dispuesto a darle propina. La fortuna me sonrió una vez : gané como 6 dólares. Que procedí a perder en forma inmediata. Los apostadores de maquinita son notables, aceptan sus pérdidas y sus eventuales ganancias sin que se les mueva un músculo. Dan la impresión de estar trabajando en una línea de producción en serie. Aprietan los botones a veces sin siquiera mirar, y algunos juegan en dos o tres máquinas simultáneamente. Calculo que si algun distraído intenta jugar en una de las tragamonedas que ellos controlan, puede ser degollado con una monedita. Las maquinitas son las preferidas de las ancianas. Están allí sentadas por horas, jugándose,supongo, sus jubilaciones. Claro que ellas tiene mejores jubilaciones que las nuestras.
Es muy fácil perder la noción del tiempo en un casino de Las Vegas. Cuidadosamente, mantienen la misma iluminación durante todo el día, y no hay relojes a la vista. Escuché un diálogo entre una de las camareras y un cliente, donde este último le pregntaba la hora, y ella contestaba "It´s gambling time" (es hora de jugar).
Además de los slots y las mesas (donde los apostadores sí se entusiasman), hay un sector donde se puede apostar a los deportes. Ahí la gente apuesta a los resultados del fútbol, básquet, caballos, lo que se les ocurra. Se diría que hasta timbean con los hoyos de un juego de golf.
Las Vegas es caro, sobre todo para un latinoamericano devaluado. Hay sin embargo en algunos hoteles restaurantes económicos del tipo "all you can eat", o sea "tenedor libre". Allí fuimos más de una noche, a pagar la friolera de 16 dólares por barba para atiborrarnos de camarones y patas de cangrejo. A propósito de las patas de cangrejo, nunca lleven a una dama a comer eso en su primera cita. El espectáculo de un caballero destrozando esos tubos acorazados para obtener su pulpa con la única ayuda de sus manos y dientes es francamente desagradable, y decir la mejor de la frases románticas con la barbilla chorreante de jugo de limón y filamentos de carne de crustáceo arruina el efecto.
Otra característica propia de esta ciudad es su clima extremadamente seco, típica del desierto que la rodea. Si a esto unimos pisos alfombrados por todas partes, obtenemos grandes cantidades de electricidad estática que se acumula en nuestros cuerpos y que se descarga cada vez que tocamos algo con conexión a tierra. Es notable el espectáculo de gente pegando saltitos cada vez que se saluda, agarra un picaporte o un pasamanos. En la exposición que fue el motivo de este viaje, los desdichados que debíamos hacer demostraciones de nuestros productos nos las veíamos en figurillas para disimular las pequeñas electrocuciones en frente de los clientes, y debíamos descargarnos preventivamente antes de darles la mano. A raíz de esto, desarrollé una curiosa forma de relacionarme con los objetos que me rodeaban, tocándolos siempre con prevención y retirando la mano como si estuvieran hirviendo. Sí ya sé, todos hemos pasado alguna vez por la experiencia de echar alguna chispa, y hemos sobrevivido lo más bien, pero si les pasara eso cada 10 minutos promedio, les aseguro que empezarían a portarse de forma rara, como las ratas de laboratorio. Saben cuántos voltios tiene una chispita de esas? Aproximadamente muchísimos.
El ajetreo del día unido al hecho de que nuestros ritmos circadianos estaban un poco desajustados por el cambio de horario (5 horas de diferencia con Buenos Aires) hacía que la mayoría de las noches mi socio y yo estuviéramos durmiendo a más tardar a las 10 de la noche. Pero como en esas latirudes a las 6 de la tarde ya estaba oscuro, eso no impidió que una vez terminado el trabajo diurno en una oportunidad fuéramos a conocer un bar situado en el hotel MGM Grand, que tenía el sugestivo nombre de "Coyote Ugly"(Coyote Feo). Hay una película del mismo nombre que trata de unas mujeres que atienden un bar que también se llama así, y en la película las mujeres son todas infartantes y bailan arriba de la barra (o algo así, no ví la película, estoy contándoles el argumento a partir de haber visto la carátula del video), así que fuimos. ChicaS había, sí. Pero lo más abundante eran americanos borrachos, a razón de 15 a 1. Las chicas bailaban arriba de las dos barras que tenía el bar, es verdad, y eran francamente impresionantes, pero además bailban junto a ellas algunas de las parroquianas más audaces (o más beodas) lo cual no era un espectáculo tan agradable. Por un lado uno debe admirar la audacia que promueve el alcohol al hacer que una señora que debería estar haciendole la cena al marido o viendo la telenovela estuviera en cambio sacudiéndose a la vista de todos mientras la bañaban en cerveza, pero el show daba un poquito de verguenza ajena. Sobre tierra quedaban pocas mujeres, una se me acercó arrastrando a su blonda y sonriente compañera y me dijo algo que no entendí. Sospecho que debe haber sido algo así como "mi amiga rubia está completamente borracha, no querés aprovecharte de ella?"porque ante mi momentáneo desconcierto se dirigió al muchacho parado al lado mío, y acto seguido arrojó a la rubia literalmente en sus brazos, luego de lo cual se entraron a besar y toquetear como si no hubiera un mañana (la rubia y el muchacho, la amiga entregadora se fue a bailotear arriba de la barra). Quién dijo que los americanos no son románticos.Enfrente nuestro, un poco por debajo se presentaba otra atracción. Dos chicas que hacían honor a la segunda parte del nombre del bar (pista: no eran coyotes). Una de ellas era llamativamente simétrica, era tan ancha como alta. Las dos bailaban juntas y ejecutaban unos movimientos que en mujeres con 50 centímetros más de estatura y menos de cintura podrían interpretarse como sensuales. Además aprovechaban la cercanía de humanos masculinos para frotarse contra sus cuerpos, pero al parecer nadie estaba lo suficientemente borracho como para agradecer el contacto. En un momento las perdí de vista y un instante después sentí algo que me recorría la espalda...no era un escalofrío, era la más esférica de las dos bailarinas entusiastas, que me acariciaba con una manita regordeta. Halagado y horrorizado por partes iguales, le sonreí caballerosamente a la criatura y decidí que ya era suficiente diversión por esa noche. Salimos de allí con mi socio, nos tomamos el trencito elevado que nos acercó a nuestro hotel, donde me bañé un poco más concienzudamente que de costumbre, y nos fuimos a dormir tardísimo. Como a las 10 y media.
Buenas noches
jueves, 24 de marzo de 2005
Crónicas de viaje: Viva Las Vegas! (Primera Entrega)
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Si les digo que tuve que viajar a Las Vegas por cuestiones laborales probablemente ustedes piensen que tengo algo que ver con la industria del juego o del espectáculo. Pues bien, eso es cierto, pero no de la forma divertida. Como mi compañía provee software para control de cines, y se hacía en esa ciudad una convención donde se reúnen todos los exhibidores cinematográficos de Estados Unidos y gran parte del resto del mundo, allí fuimos a ver si conseguíamos clientes.
En estas convenciones hay dos castas netamente diferenciadas: potenciales compradores y potenciales vendedores. Los compradores son tratados a cuerpo de rey, invitados a toda clase de actividades divertidas y agasajados con regalos aportados por la otra casta, los vendedores. Claro que hay vendedores y vendedores. Están los gigantes coprporativos como Sony, Coca Cola o Paramount, que se dan el lujo de organizar cocteles con la presencia de artistas famosos, y estamos nosotros que sudamos la gota gorda para pagarnos los pasajes y la impresión de unos
miserables folletos. De manera que llegamos a la que los americanos llaman "Sin City" (la Ciudad del Pecado) un poco escasos del combustible que impulsa cualquier clase de hedonismo en estos tiempos: dinero.
Desde el aire, Las Vegas se ve como una mediana extensión llena de edificaciones bajas excepto por una zona alargada con edificios muy notables por su tamaños y formas. Se trata de Las Vegas Boulevard, llamado también el Strip. A lo largo de esa avenida se alinean los principales hoteles-casinos (una cosa es inseparable de la otra en esta parte del globo). Una vez en tierra, son reconocibles los más famosos por haberlos visto en viejas películas: el Flamingo, el Stardust, el Frontier (con el vaquero de neón moviendo su antebrazo) y los más modernos, que son realmente impresionantes. Estos últimos tienen una tema que los identifica: así, el Luxor
está inspirado en el antiguo Egipto, pirámide de cristal de cincuenta metros de altura y esfingie haciendo juego incluídas, el Excalibur es un castillo medieval, el Aladdin es un palacio de las "Mil y una Noches", el Paris tiene su enorme reproducción de la torre Eiffel y el Arco del Triunfo, New York New York semeja el perfil de Manhattan, el Venetian tiene sus góndolas y su imitación del Palacio Ducal y el Ceasar´s Palace no tiene nada que ver con las ensaladas sino con la antigua Roma, al punto que los espectáculos que se ofrecen allí se realizan en una especie de Circo Máximo.
En la semana en que debíamos estar allí se realizaban varias convenciones simultáneamente (evidentemente a todo el mundo le gusta ir a Las Vegas por cuenta de sus compañias) de modo que fue casi un milagro conseguir una habitación compartida con mi socio en un hotel que en comparación con el resto resultaba modesto : el Treasure Island, cuyo tema era algo así como los piratas, a juzgar por la laguna con barcos y el espectáculo un tanto berreta que protagonizaban allí unas señoritas ligeras de ropa y unos individuos poco entusiastas unas dos veces al día. Porque cada hotel tiene su propio show característico que se realiza en la parte que da a la
calle, al menos los principales. El Bellagio tiene unas aguas danzantes sencillamente impresionantes, el Mirage tiene un volcán que entra en una simulada erupción cada media hora a partir de la caída del sol (ingeniosamente ejecutada con agua y luces que acompañadas de unos fueguitos aquí y allá crean una ilusión bastante convincente), el Ceasar´s tiene unas estatuas que cobran vida, y el Treasure las mencionadas piratas.
Hay que decir que las dimensiones de estos hoteles son fabulosas. Adentro además de unas 3000 habitaciones promedio en las torres principales de una treintena de pisos tienen el infaltable casino ubicado estratégicamente de manera que no pueda evitarse pasar por él al irse a la habitación, un teatro donde se ofrecen espectáculos de nivel internacional (a precios internacionales, no piense en menos de cien dólares para ver cualquier cosa). piletas, restaurantes, bares, paseos de compra, clubes nocturnos, centros de convenciones,
gimnasios y en general todo lo necesario para que el turista con tiempo y dinero ocupe su tiempo en gastar dinero.
Para hacerse una idea de las dimensiones colosales de estos complejos, diré que para llegar desde nuestro hotel hasta el Bally´s, donde se hacía la convención a loa que debíamos asistir debíamos cruzar tres hoteles más y eso nos llevaba unos buenos 25 minutos caminado a buen ritmo y aprovechando que entre el Treasure island y el Mirage había un trencito que aceleraba el trayecto.
Las gentes que pululaban por estos lugares (muchas,pero muchas personas) tenían un tamaño acorde al escenario. Yo no se si es la alimentación, la genética o una combinación de ambas, pero los norteamericanos son en general grandotes, tirando a osos. A esto se suman unas panzas de dimensiones pantagruélicas, no he visto tantos gordos y gordas juntas en toda mi vida. Si bien yo tengo una estatura respetable (1.78 m), allí me veía como un enano desnutrido. Afortunadamente son llamativamente amables, si por casualidad te bloquean el paso o entran
accidentalmente en contacto físico, se apresuran a murmurar "excuse me", y esto vale para todos, hasta los de aspecto que harían aflojar los esfínteres si nos los cruzáramos en un callejón oscuro.
Sobre las características de los jugadores, la forma en que hacen que uno se quede la mayor cantidad de tiempo en los casinos, los precios vejatorios, el cocktel en que nos colamos, mi atracción sobre el sexo opuesto y mi estadía en una ciudad situada a unos 150 km de Las Vegas les contaré en las siguientes entregas.
Que una vez que tengo un tema para escribir pienso sacarle todo el jugo posible.
Buenas noches.
miércoles, 16 de febrero de 2005
VAMOS A LA PLAYA OH, OH, OHOHOHO!
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Acabo de regresar de los cuatro días de vacaciones que me permito tomar cada cuatro años,y por razones que no viene al caso enumerar aquí, estuve en un lugar de la Costa Atlántica Argentina cuyo nombre prefiero reservarme.
El asunto es que como casi todos los lugares de la Costa Atlántica Argentina Cuyos NombresPrefiero Reservarme, este tiene como principal atractivo turístico una de esas grandes extensionesde arena linderas con grandes extensiones de agua salada que el común de los mortales denomina "playa".
En la lista de todas las actividades de este mundo en las cuales me declaro incompetente en absoluto puedo ubicar en un lugar destacado aquella que indica cómo disfrutar de este curioso lugar.
Verán, por la razón que fuera no me resultan particularmente agradables las sensaciónes de la arena introduciéndose en cada rincón de mi anatomía incluyendo órganos internos por obra y gracia de la acción de un viento omnipresente y pertinaz, la de los pies quemados por la misma arena calentada a temperaturas de ebullición por un sol asesino del cual debo cuidarme en razón de tener una piel particularmente delicada,la del dolor físico que produce el intentar introducirse en un mar que solamente resulta soportable para criaturas árticas o antárticas, y la de escuchar multitud de pregones de vendedores ambulantes y berridos, chillidos, llantos, gritos y sonidos indescriptibles que produce una multitud de niños y adultos mezclados en una masa de cuerpos semidesnudos no necesariamente agradables de ver.
Por fortuna yo contaba con una de esas construcciones de madera y lona que llamamos carpa, aunque por el precio que cobran bien podrían llamarlo "mini palacio" y equiparlas con aire acondicionado, yacuzzi, pantalla de TV gigante y servicio de valet. Este pequeño reducto se convirtió en mi refugio en las horas en que el sol se presentaba en toda su crueldad, que por supuesto eran las horas en que uno llegaba a la playa. En efecto, me sentaba a disfrutar dentro de lo posible de la lectura del diario del día, a la sombra y bien protegido hastaque se hacía la hora en que los dermatólogos autorizan a exponerse a los rayos ultravioleta. Claro que esto era precedido por una tediosa y minuciosa aplicación de protector solar factor 3 millones, que es más o menos lo mismo que recubrirse con teflón salvo que los huevos fritos se quedan pegados. Resguardado gracias a la química, me desplazaba hasta una silla o reposera o lona o cualquier superficie apta para depositar mi humanidad, y me dedicaba a...nada. No me malinterpreten, no soy una de esas personas que no pueden disfrutar de un momento de ocio, lo que pasa es que creo que esos preciosos momentos deben producirse en un entorno medianamente confortable. Cegado por el reflejo solar que me obligaba a mantener los ojos entrecerrados como un japonés soñoliento, con el pecho sobrecalentado y la espalda refrigerada, siendo sometido a la accción abrasiva de los agentes erosivos naturales, y ante la proximidad obligada de gentes de pelaje variopinto (recuerden que detesto las multitudes de más de tres personas), mis posibilidades de relajación se vieron seriamente comprometidas.
Las mujeres están mejor dotadas para estas anti-actividades. Ellas se echan al sol a cualquier hora y a no ser que exista una enorme conspiración y en secreto lo detesten tanto como nosotros, disfrutan de parecer bultos informes o atractivos según el caso durante largas horas en las que solamente se mueven para exponer distintos distritos de su cuerpo a la acción de los rayos, obteniendo con el tiempo su recompensa más preciada, una piel bronceada.
Yo prefiero que el bronceado (que en mi caso no se produce, paso del blanco níveo al colorado tomate y de ahí a la caída simultánea de todo mi epitelio previa parada por la estación del ardor insoportable) sea el producto subsidiario de una actividad cualquiera al aire libre. Pero qué se hace cuando no hay nada que hacer?
Cuando niño me pasaba gran parte del día metido en el mar helado, y disfutaba como un desaforado de los revolcones que las olas me provocaban con los dientes castañeteando y los labios violáceos hasta que ya no sentía las piernas y empezaba a sentir sueño como los náufragos del Titanic.
De adolescente, la actividad podía ser deportiva, ya sea jugar al volley o recorrer 56 kilómetros de playa a pie intentando junto a mis amigotes que una mujer nos prestara un mínimo de atención.
Pero llegando a los 40, con una calva notoria y en la compañía de mi novia, mi hermano, mi cuñada y tres de mis sobrinos más una amiguita, hay cosas que simplemente ya no resultan viables.
Los niños siempre serán niños, péro ahora tienen unas ideas de lo que el entretenimiento deba ser que resultan al menos desconcertantes. Cómo puede ser que pidan ir al cibercafé a jugar juegos de computadora o al pool (sí, había un local con mesas de pool en la playa) en vez de chillar como locos al entrar corriendo al mar congelante?
La idea de que uno tiene que aprovechar las cosas que no tiene en casa cuando se desplaza 400 kilómetros justamente para encontrar esas cosas no significa nada para ellos. Y justifican sus acciones con una lógica extraña. Tuve una discusión con uno de ellos que insistía en afirmar que si dejaba un recipiente con helado a la sombra de la carpa por espacio de media hora mietras iba a la pileta (sí, también hay una pileta a pocos metros del mar, pareciera ser que los concesionarios se esfuerzan en ofrecer actividades alternativas porque intuyen que esto de la playa es una enorme mentira colectiva) éste no se iba a derretir. De nada valió que yo recordara que mi única nota sobresaliente de mis épocas de Universidad había sido justamente en Termidinámica en intentara resumirle los principios de esta ciencia al nivel de comprensión de un párvulo de 6 añitos, él insitió en que "si lo dejaba a la sombra no se iba a derretir". "Muy bien", le dije, convencido de que la comprobación empírica daría por tierra con sus absurdas teorías. Regresado que hubo de su excursión natatoria, el susomentado pequeñuelo recuperó su recipiente y con evidente placer procedío a comer? beber? su semilíquido contenido. Con toda dulzura le dije "ves que sí se derritió?", y como toda respuesta obtuve un "no". Tal vez deberíamos habernos puesto de acuerdo en cuanto a la definición de "derretido" antes de confrontar nuestras tesis, quién sabe para el niño un helado derretido se volvía fluorescente, se evaporaba o burbujeaba. El asunto es que me vi atrapado en el clásico pseudo problema de definición frente a un individuo que apenas me llega a la cintura.
Hay sin embargo, un momento en el que la playa me resulta tolerable. Es cuando se está poniendo el sol, y la mayoría de las personas comienzan a retirarse. Un día a esa hora nos pusimos a jugar al fútbol con mi hermano y los niños (escribo "jugar al fútbol" como una aproximación en virtud de la mejor comprensión de mis amables lectores, lo que yo puedo hacer con una pelota no se parece ni remotamente a la práctica de este popular deporte). Pero claro, en ese momento apareció mi cuñada vestida como una expedicionaria al Polo Norte con estalactitas de hielo en la orejas y quejándose del frío. Y se acabó la diversión.
Creo que con la playa ocurre lo mismo que con los alcauciles, los riñones y las ensaladas. A nadie le gustan, pero en algún momento se instaló la idea de que "debían" gustar. Y allí vamos todos a llenarnos de arena hasta las gónadas, disimulando nuestra incomodidad y diciendo a cada rato "aaahhhh, esto es vida!" mientras pisamos un pescado podrido. Y ni nos damos cuenta, porque ya no sentimos los pies.
Buenas noches.
El asunto es que como casi todos los lugares de la Costa Atlántica Argentina Cuyos NombresPrefiero Reservarme, este tiene como principal atractivo turístico una de esas grandes extensionesde arena linderas con grandes extensiones de agua salada que el común de los mortales denomina "playa".
En la lista de todas las actividades de este mundo en las cuales me declaro incompetente en absoluto puedo ubicar en un lugar destacado aquella que indica cómo disfrutar de este curioso lugar.
Verán, por la razón que fuera no me resultan particularmente agradables las sensaciónes de la arena introduciéndose en cada rincón de mi anatomía incluyendo órganos internos por obra y gracia de la acción de un viento omnipresente y pertinaz, la de los pies quemados por la misma arena calentada a temperaturas de ebullición por un sol asesino del cual debo cuidarme en razón de tener una piel particularmente delicada,la del dolor físico que produce el intentar introducirse en un mar que solamente resulta soportable para criaturas árticas o antárticas, y la de escuchar multitud de pregones de vendedores ambulantes y berridos, chillidos, llantos, gritos y sonidos indescriptibles que produce una multitud de niños y adultos mezclados en una masa de cuerpos semidesnudos no necesariamente agradables de ver.
Por fortuna yo contaba con una de esas construcciones de madera y lona que llamamos carpa, aunque por el precio que cobran bien podrían llamarlo "mini palacio" y equiparlas con aire acondicionado, yacuzzi, pantalla de TV gigante y servicio de valet. Este pequeño reducto se convirtió en mi refugio en las horas en que el sol se presentaba en toda su crueldad, que por supuesto eran las horas en que uno llegaba a la playa. En efecto, me sentaba a disfrutar dentro de lo posible de la lectura del diario del día, a la sombra y bien protegido hastaque se hacía la hora en que los dermatólogos autorizan a exponerse a los rayos ultravioleta. Claro que esto era precedido por una tediosa y minuciosa aplicación de protector solar factor 3 millones, que es más o menos lo mismo que recubrirse con teflón salvo que los huevos fritos se quedan pegados. Resguardado gracias a la química, me desplazaba hasta una silla o reposera o lona o cualquier superficie apta para depositar mi humanidad, y me dedicaba a...nada. No me malinterpreten, no soy una de esas personas que no pueden disfrutar de un momento de ocio, lo que pasa es que creo que esos preciosos momentos deben producirse en un entorno medianamente confortable. Cegado por el reflejo solar que me obligaba a mantener los ojos entrecerrados como un japonés soñoliento, con el pecho sobrecalentado y la espalda refrigerada, siendo sometido a la accción abrasiva de los agentes erosivos naturales, y ante la proximidad obligada de gentes de pelaje variopinto (recuerden que detesto las multitudes de más de tres personas), mis posibilidades de relajación se vieron seriamente comprometidas.
Las mujeres están mejor dotadas para estas anti-actividades. Ellas se echan al sol a cualquier hora y a no ser que exista una enorme conspiración y en secreto lo detesten tanto como nosotros, disfrutan de parecer bultos informes o atractivos según el caso durante largas horas en las que solamente se mueven para exponer distintos distritos de su cuerpo a la acción de los rayos, obteniendo con el tiempo su recompensa más preciada, una piel bronceada.
Yo prefiero que el bronceado (que en mi caso no se produce, paso del blanco níveo al colorado tomate y de ahí a la caída simultánea de todo mi epitelio previa parada por la estación del ardor insoportable) sea el producto subsidiario de una actividad cualquiera al aire libre. Pero qué se hace cuando no hay nada que hacer?
Cuando niño me pasaba gran parte del día metido en el mar helado, y disfutaba como un desaforado de los revolcones que las olas me provocaban con los dientes castañeteando y los labios violáceos hasta que ya no sentía las piernas y empezaba a sentir sueño como los náufragos del Titanic.
De adolescente, la actividad podía ser deportiva, ya sea jugar al volley o recorrer 56 kilómetros de playa a pie intentando junto a mis amigotes que una mujer nos prestara un mínimo de atención.
Pero llegando a los 40, con una calva notoria y en la compañía de mi novia, mi hermano, mi cuñada y tres de mis sobrinos más una amiguita, hay cosas que simplemente ya no resultan viables.
Los niños siempre serán niños, péro ahora tienen unas ideas de lo que el entretenimiento deba ser que resultan al menos desconcertantes. Cómo puede ser que pidan ir al cibercafé a jugar juegos de computadora o al pool (sí, había un local con mesas de pool en la playa) en vez de chillar como locos al entrar corriendo al mar congelante?
La idea de que uno tiene que aprovechar las cosas que no tiene en casa cuando se desplaza 400 kilómetros justamente para encontrar esas cosas no significa nada para ellos. Y justifican sus acciones con una lógica extraña. Tuve una discusión con uno de ellos que insistía en afirmar que si dejaba un recipiente con helado a la sombra de la carpa por espacio de media hora mietras iba a la pileta (sí, también hay una pileta a pocos metros del mar, pareciera ser que los concesionarios se esfuerzan en ofrecer actividades alternativas porque intuyen que esto de la playa es una enorme mentira colectiva) éste no se iba a derretir. De nada valió que yo recordara que mi única nota sobresaliente de mis épocas de Universidad había sido justamente en Termidinámica en intentara resumirle los principios de esta ciencia al nivel de comprensión de un párvulo de 6 añitos, él insitió en que "si lo dejaba a la sombra no se iba a derretir". "Muy bien", le dije, convencido de que la comprobación empírica daría por tierra con sus absurdas teorías. Regresado que hubo de su excursión natatoria, el susomentado pequeñuelo recuperó su recipiente y con evidente placer procedío a comer? beber? su semilíquido contenido. Con toda dulzura le dije "ves que sí se derritió?", y como toda respuesta obtuve un "no". Tal vez deberíamos habernos puesto de acuerdo en cuanto a la definición de "derretido" antes de confrontar nuestras tesis, quién sabe para el niño un helado derretido se volvía fluorescente, se evaporaba o burbujeaba. El asunto es que me vi atrapado en el clásico pseudo problema de definición frente a un individuo que apenas me llega a la cintura.
Hay sin embargo, un momento en el que la playa me resulta tolerable. Es cuando se está poniendo el sol, y la mayoría de las personas comienzan a retirarse. Un día a esa hora nos pusimos a jugar al fútbol con mi hermano y los niños (escribo "jugar al fútbol" como una aproximación en virtud de la mejor comprensión de mis amables lectores, lo que yo puedo hacer con una pelota no se parece ni remotamente a la práctica de este popular deporte). Pero claro, en ese momento apareció mi cuñada vestida como una expedicionaria al Polo Norte con estalactitas de hielo en la orejas y quejándose del frío. Y se acabó la diversión.
Creo que con la playa ocurre lo mismo que con los alcauciles, los riñones y las ensaladas. A nadie le gustan, pero en algún momento se instaló la idea de que "debían" gustar. Y allí vamos todos a llenarnos de arena hasta las gónadas, disimulando nuestra incomodidad y diciendo a cada rato "aaahhhh, esto es vida!" mientras pisamos un pescado podrido. Y ni nos damos cuenta, porque ya no sentimos los pies.
Buenas noches.
martes, 4 de enero de 2005
Felices Fiestas? Y bueh...
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Ya que han pasado las fiestas, permitanme decirles lo que opino de ellas:
Vamos a ponerlo claro desde el principio. No me gustan las fiestas de fin de año. No se apodera de mí el famoso "espíritu navideño", tan mentado en cuanto engendro hollywoodense se estrene o repita en estos días, en donde los malísimos se vuelven buenos o son castigados y los buenos obtienen su recompensa.
No encontrarán en mi casa u oficina árboles ,lucecitas parpadeantes, guirnaldas, campanitas, Papanueles, pesebres, cintas rojas, muérdagos, angelitos o adornos de algún tipo que refiera a la Navidad.
Tampoco participo de la superstición general que indica que las gentes deben encontrarse antes de que termine el año. Vamos, estuvimos esquivando a un montón de individuos durante 11 meses y medio, qué hace que en los últimos 15 días cambiemos de opinión y nos den una ganas locas de reunirnos con ellos? En mi caso, nada, no me dan ganas. Y a las personas que sí nos agradan las seguiremos viendo el próximo año, de manera que no hace falta cargar con reuniones forzadas unos días que de por sí suelen venir complicados.
No me parece tan extraordinario el cambio de dígito en la fecha, siendo que viene ocurriendo desde hace milenios por más que los profetas del Apocalipsis en pantuflas anticiparan el fin cada 100, 1000 o cualquier número de años que se les ocurra.
Verán, si su vida es miserable el 31 de diciembre, lo seguirá siendo el 1 de enero.
En realidad el 1 de enero (y el 25 de diciembre) la vida es un tanto miserable para todo el mundo. Es que esos días no hay nada, pero nada para hacer. No son como un feriado cualquiera, no se puede leer el diario en la cama comiendo medialunas y llenándose el ombligo de miguitas, porque no hay ni diarios ni panaderías abiertas. Salir a la calle en medio del calor sofocante (porque siempre hace un calor sofocante) nos hace acordar a los protagonistas de esas películas de "ultimo-sobreviviente-en-la Tierra". Las calles desiertas y sucias, los comercios cerrados, la pesadez y el sopor hijos de los excesos culinarios de la noche anterior, todo se combina en una masa caliente pegajosa y pesada que nos aplasta. Si no se tiene la precaución de aprovisionarse adecuadamente en los días previos, y no se cuenta con las sobras de la noche anterior porque uno no fue el anfitrión de la tertulia, podemos sumar a todo lo anterior la convicción de que en cualquier momento nos comemos la mascota (nuestra o de algún vecino) acompañada de una ensalada de potus.
Tan deprimentes son los días posteriores a las festividades como insoportables los previos.
Está el asunto de la logística: Dónde y con quiénes pasamos la Nochebuena o víspera de Año Nuevo? La tía Eulogia no quiere poner la casa porque está podrida de que los parientes le dejen todo hecho un chiquero y caigan con las manos vacías o con un paquete de garrapiñadas poniendo cara de magnánimos, el otro vive en un monomabiente, el de más allá se va de vacaciones el 20 (y es el más vivo de todos), qué hacemos con el primo Andrés que siempre se emborracha y hace papelones pero no lo vamos a dejar solo justo ahora que se divorció, si va la yegua de Martita yo ni aparezco y Carlitos se vovió a casar y no se qué decirle a la ex que siempre la invitamos. Si por casualidad estos asuntos se resuelven mediante negociaciones que dejarían exhausto al Secretario General de la ONU, todavía queda el problema del transporte. Que si vas en auto pasame a buscar, que no puedo conseguir un maldito remise y cómo me vuelvo y a mí no me gusta manejar esas noches porque está lleno de borrachos y no me mires así yo apenas me mojo los labios para brindar y si ese año me descompuse fue porque el champagne era muy ordinario.
Está el asunto de los regalos : A quién le regalamos y a quién no, cuánto gastamos, qué compramos? Una regla podría ser restringir los destinatarios de obsequios a aquellas personas que se encuentren físicamente presentes en la Nochebuena en el mismo lugar que nosotros y a los que nos una un parentesco de al menos segundo grado o un afecto de primer orden. Claro que de esta manera se puede terminar en bancarrota si es que se tiene una de esas familias que procrean como conejos. Una estrategia en esos casos puede ser hacer regalos baratos así nos alcanza para todos, pero dónde demonios encuentra uno el tiempo para buscar algo de buen gusto para cada una de las personas de un grupo de 15 que cubre todo el espectro de edades, sexos, intereses y manías que se pueda imaginar, con la restricción de que no se puede gastar más de 5 pesos en cada regalo?. Dan ganas de hacerlos pasar a todos en fila e ir dándoles los 5 pesos para que se compren lo que quieran, caramba. Se podría excuir del conjunto a aquellos que vienen ignorando olímpicamente el verbo "regalar" unido a nuestro nombre desde 1975, pero resulta demasiado violento. Por supuesto que yo siempre espero a último momento para comprar regalos, así que tengo que pasar por la experiencia de ser apretujado, frotado, empujado, pisoteado, estirado, sofocado, maltratado, manoseado y golpeado por una masa informe y orgánica que se desespera por comprar un par de medias. No puedo describir lo desagradable que me resulta esto. Yo prefiero lidiar con la humanidad en porciones manejables, de no más de tres individuos.
Los únicos que la pasan bien en Navidad son los niños. Reciben un montón de regalos y no tienen que corresponderlos, no tienen que participar de ninguna manera de las operaciones de transporte y organización, y en general está ajenos de todos los trastornos colaterales. Me parece bien que se les diga que un señor gordo de barba blanca que vive en el Polo norte los estuvo vigilando durante todo el año tomando cuidadosa nota de todas su acciones y clasificándolas en "buenas" y "malas" (los niños no son partidarios del relativismo), y con esas anotaciones realiza un minucioso balance que si resulta positivo tendrá como premio un regalo que se ha tenido la precaución de solicitar por correo, y que todos los niños buenos reciben este regalo la misma noche entregado personalmente por el señor de barba blanca que para la ocasión utiliza un trineo volador y allana nuestras moradas sin orden judicial.
Sí, señor, está bien que los niños crean en Papá Noel.
Que para hacerse cínicos, tienen toda la vida.
Buenas Noches
Vamos a ponerlo claro desde el principio. No me gustan las fiestas de fin de año. No se apodera de mí el famoso "espíritu navideño", tan mentado en cuanto engendro hollywoodense se estrene o repita en estos días, en donde los malísimos se vuelven buenos o son castigados y los buenos obtienen su recompensa.
No encontrarán en mi casa u oficina árboles ,lucecitas parpadeantes, guirnaldas, campanitas, Papanueles, pesebres, cintas rojas, muérdagos, angelitos o adornos de algún tipo que refiera a la Navidad.
Tampoco participo de la superstición general que indica que las gentes deben encontrarse antes de que termine el año. Vamos, estuvimos esquivando a un montón de individuos durante 11 meses y medio, qué hace que en los últimos 15 días cambiemos de opinión y nos den una ganas locas de reunirnos con ellos? En mi caso, nada, no me dan ganas. Y a las personas que sí nos agradan las seguiremos viendo el próximo año, de manera que no hace falta cargar con reuniones forzadas unos días que de por sí suelen venir complicados.
No me parece tan extraordinario el cambio de dígito en la fecha, siendo que viene ocurriendo desde hace milenios por más que los profetas del Apocalipsis en pantuflas anticiparan el fin cada 100, 1000 o cualquier número de años que se les ocurra.
Verán, si su vida es miserable el 31 de diciembre, lo seguirá siendo el 1 de enero.
En realidad el 1 de enero (y el 25 de diciembre) la vida es un tanto miserable para todo el mundo. Es que esos días no hay nada, pero nada para hacer. No son como un feriado cualquiera, no se puede leer el diario en la cama comiendo medialunas y llenándose el ombligo de miguitas, porque no hay ni diarios ni panaderías abiertas. Salir a la calle en medio del calor sofocante (porque siempre hace un calor sofocante) nos hace acordar a los protagonistas de esas películas de "ultimo-sobreviviente-en-la Tierra". Las calles desiertas y sucias, los comercios cerrados, la pesadez y el sopor hijos de los excesos culinarios de la noche anterior, todo se combina en una masa caliente pegajosa y pesada que nos aplasta. Si no se tiene la precaución de aprovisionarse adecuadamente en los días previos, y no se cuenta con las sobras de la noche anterior porque uno no fue el anfitrión de la tertulia, podemos sumar a todo lo anterior la convicción de que en cualquier momento nos comemos la mascota (nuestra o de algún vecino) acompañada de una ensalada de potus.
Tan deprimentes son los días posteriores a las festividades como insoportables los previos.
Está el asunto de la logística: Dónde y con quiénes pasamos la Nochebuena o víspera de Año Nuevo? La tía Eulogia no quiere poner la casa porque está podrida de que los parientes le dejen todo hecho un chiquero y caigan con las manos vacías o con un paquete de garrapiñadas poniendo cara de magnánimos, el otro vive en un monomabiente, el de más allá se va de vacaciones el 20 (y es el más vivo de todos), qué hacemos con el primo Andrés que siempre se emborracha y hace papelones pero no lo vamos a dejar solo justo ahora que se divorció, si va la yegua de Martita yo ni aparezco y Carlitos se vovió a casar y no se qué decirle a la ex que siempre la invitamos. Si por casualidad estos asuntos se resuelven mediante negociaciones que dejarían exhausto al Secretario General de la ONU, todavía queda el problema del transporte. Que si vas en auto pasame a buscar, que no puedo conseguir un maldito remise y cómo me vuelvo y a mí no me gusta manejar esas noches porque está lleno de borrachos y no me mires así yo apenas me mojo los labios para brindar y si ese año me descompuse fue porque el champagne era muy ordinario.
Está el asunto de los regalos : A quién le regalamos y a quién no, cuánto gastamos, qué compramos? Una regla podría ser restringir los destinatarios de obsequios a aquellas personas que se encuentren físicamente presentes en la Nochebuena en el mismo lugar que nosotros y a los que nos una un parentesco de al menos segundo grado o un afecto de primer orden. Claro que de esta manera se puede terminar en bancarrota si es que se tiene una de esas familias que procrean como conejos. Una estrategia en esos casos puede ser hacer regalos baratos así nos alcanza para todos, pero dónde demonios encuentra uno el tiempo para buscar algo de buen gusto para cada una de las personas de un grupo de 15 que cubre todo el espectro de edades, sexos, intereses y manías que se pueda imaginar, con la restricción de que no se puede gastar más de 5 pesos en cada regalo?. Dan ganas de hacerlos pasar a todos en fila e ir dándoles los 5 pesos para que se compren lo que quieran, caramba. Se podría excuir del conjunto a aquellos que vienen ignorando olímpicamente el verbo "regalar" unido a nuestro nombre desde 1975, pero resulta demasiado violento. Por supuesto que yo siempre espero a último momento para comprar regalos, así que tengo que pasar por la experiencia de ser apretujado, frotado, empujado, pisoteado, estirado, sofocado, maltratado, manoseado y golpeado por una masa informe y orgánica que se desespera por comprar un par de medias. No puedo describir lo desagradable que me resulta esto. Yo prefiero lidiar con la humanidad en porciones manejables, de no más de tres individuos.
Los únicos que la pasan bien en Navidad son los niños. Reciben un montón de regalos y no tienen que corresponderlos, no tienen que participar de ninguna manera de las operaciones de transporte y organización, y en general está ajenos de todos los trastornos colaterales. Me parece bien que se les diga que un señor gordo de barba blanca que vive en el Polo norte los estuvo vigilando durante todo el año tomando cuidadosa nota de todas su acciones y clasificándolas en "buenas" y "malas" (los niños no son partidarios del relativismo), y con esas anotaciones realiza un minucioso balance que si resulta positivo tendrá como premio un regalo que se ha tenido la precaución de solicitar por correo, y que todos los niños buenos reciben este regalo la misma noche entregado personalmente por el señor de barba blanca que para la ocasión utiliza un trineo volador y allana nuestras moradas sin orden judicial.
Sí, señor, está bien que los niños crean en Papá Noel.
Que para hacerse cínicos, tienen toda la vida.
Buenas Noches
martes, 28 de diciembre de 2004
BALANCE DE FIN DE AÑO? CONTRATE A UN PROFESIONAL
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Existe una malsana costumbre que aflora en esta época del año y que consiste en hacer un balance personal. Cual si fuéramos una empresa, ponemos en una columna los aspectos positivos del período, en otra los negativos y así, más o menos arbitrariamente decidimos que éste fue un buen o mal año.
Por supuesto que yo estoy en contra de tal cosa, como ya habrán podido imaginar.
En mi humilde opinión (bueno, está bien, mis opiniones no tienen nada de humildes) las técnicas contables deben quedar circunscriptas a los inhóspitos parajes de los números y ser ejercidas por personas desalmadas, es decir, contadores.
Y es que ellos saben hacer esas cuentas incomprensibles que dicen que si a uno le deben plata eso es bueno y se considera como si ya le hubieran pagado, por más que nuestro deudor esté juntando caracoles en una playa de Australia.
Verán, todos los años yo le digo a mi contador que me haga la Declaración Jurada del Impuesto a las Ganancias. Le pido que ejerza algo de su magia negra y logre que yo pague lo menos posible, como hace todo ciudadano en su sano juicio. Antes de darle mis papeles yo hago una cuenta estimativa: digamos que calculo que cobré 50 y gasté 30, entonces me quedan 20 y le tengo que dar al Gobierno, 8. Pero él aplica deducciones, prorratea alícuotas, actualiza coeficientes, ingresa débitos y anticipos, compensa créditos y débitos y al final, oh, maravillas, me dice que pague 6. Claro que al final me cobra 2 por sus servicios, con lo cual termino pagando 8, que es exactamente lo que yo había calculado. Y por supuesto no me quejo porque para mí es más importante tener razón que ahorrarme unos pesos.
En el caso de los balances personales, los términos de las ecuaciones son espantosamente subjetivos. Para alguien, haber estafado a 25 personas puede ir en la columna de "Haber", mientras que para otro haber pisado una cucaracha va directamente a "Debe" y será una deuda pendiente por las próximas tres reencarnaciones.
En general los balances personales terminan siendo deficitarios, más que nada porque queda mal decir que nos fue estupendamente en medio de la reunión anual del Grupo de Autoayuda para los que ni Siquiera Llegan a la Lona.
Para terminar de una vez con estas valoraciones inexactas, propongo que se contrate a todo un Contador Público para hacer el balance personal. Pero como en general ellos están entrenados para tratar de demostrarle al Fisco lo mal que nos fue, se los debe instruir para que hagan un "Antibalance". El objetivo es que el ejercicio tenga un resultado netamente positivo. Puede ser que les resulte un poco difícil al principio, siendo estas gentes tan rígidas en sus razonamientos, pero con un poco de práctica pueden llegar a poner un signo "menos" donde había un "más" y viceversa. Una buena forma de adiestrarlos es comenzar por ponerle los zapatos al revés.
Así, donde uno hubiera puesto "Aumenté 35 kilos", nuestro Contador escribirá "Tuve un impresionante éxito en la lucha contra la desnutrición". Van viendo cómo funciona?
Como servicio a los señores Contadores que están leyendo esto, y desean entrenarse para confeccionar antibalances personales, van otros ejemplos:
Donde decía: "Vendí el anillo de matrimonio para comprar vino"
Debe decir: "Me defendí de potenciales ladrones al deshacerme de joyas superfluas"
Donde decía: "No fuí ni un solo día al gimnasio"
Debe decir: "Cuidé mi cuerpo protegiéndolo de lesiones deportivas"
Donde decía: "Me gasté un dineral en estupideces"
Debe decir: "Ayudé a la reactivación de la economía"
Donde decía: "Perdí mi trabajo por llegar tarde 32 veces"
Debe decir: "Combatí la rutina buscando nuevos horizontes"
Donde decía: "Descuidé mi higiene personal al punto en que la gente me evita"
Debe decir: "Me liberé de absurdos convencionalismos"
Donde decía: "Perdí todos mis ahorros al invertirlos en bonos Q flotantes de Namibia"
Debe decir: "Ayude a combatir la pobreza de una de las naciones menos afortunadas"
Donde decía: "Mi novia me dejó por mi mejor amigo"
Debe decir: "Ayudé a formar una pareja feliz"
Donde decía: "Me pasé todo el año escondiéndome en la empresa para evitar que me encarguen trabajo"
Debe decir: "Evité cometer errores que podrían costarle caro a mis empleadores"
Donde dice: "Me tocó vivir en este país"
Debe decir: "..."
En conclusión, es preferible no hacer balance alguno, pero si tienen que hacerlo, por lo menos déjenlo en manos de un profesional entrenado.
Se los recomiendo yo, que naturalmente, tuve un año espléndido.
Buenas Noches
Por supuesto que yo estoy en contra de tal cosa, como ya habrán podido imaginar.
En mi humilde opinión (bueno, está bien, mis opiniones no tienen nada de humildes) las técnicas contables deben quedar circunscriptas a los inhóspitos parajes de los números y ser ejercidas por personas desalmadas, es decir, contadores.
Y es que ellos saben hacer esas cuentas incomprensibles que dicen que si a uno le deben plata eso es bueno y se considera como si ya le hubieran pagado, por más que nuestro deudor esté juntando caracoles en una playa de Australia.
Verán, todos los años yo le digo a mi contador que me haga la Declaración Jurada del Impuesto a las Ganancias. Le pido que ejerza algo de su magia negra y logre que yo pague lo menos posible, como hace todo ciudadano en su sano juicio. Antes de darle mis papeles yo hago una cuenta estimativa: digamos que calculo que cobré 50 y gasté 30, entonces me quedan 20 y le tengo que dar al Gobierno, 8. Pero él aplica deducciones, prorratea alícuotas, actualiza coeficientes, ingresa débitos y anticipos, compensa créditos y débitos y al final, oh, maravillas, me dice que pague 6. Claro que al final me cobra 2 por sus servicios, con lo cual termino pagando 8, que es exactamente lo que yo había calculado. Y por supuesto no me quejo porque para mí es más importante tener razón que ahorrarme unos pesos.
En el caso de los balances personales, los términos de las ecuaciones son espantosamente subjetivos. Para alguien, haber estafado a 25 personas puede ir en la columna de "Haber", mientras que para otro haber pisado una cucaracha va directamente a "Debe" y será una deuda pendiente por las próximas tres reencarnaciones.
En general los balances personales terminan siendo deficitarios, más que nada porque queda mal decir que nos fue estupendamente en medio de la reunión anual del Grupo de Autoayuda para los que ni Siquiera Llegan a la Lona.
Para terminar de una vez con estas valoraciones inexactas, propongo que se contrate a todo un Contador Público para hacer el balance personal. Pero como en general ellos están entrenados para tratar de demostrarle al Fisco lo mal que nos fue, se los debe instruir para que hagan un "Antibalance". El objetivo es que el ejercicio tenga un resultado netamente positivo. Puede ser que les resulte un poco difícil al principio, siendo estas gentes tan rígidas en sus razonamientos, pero con un poco de práctica pueden llegar a poner un signo "menos" donde había un "más" y viceversa. Una buena forma de adiestrarlos es comenzar por ponerle los zapatos al revés.
Así, donde uno hubiera puesto "Aumenté 35 kilos", nuestro Contador escribirá "Tuve un impresionante éxito en la lucha contra la desnutrición". Van viendo cómo funciona?
Como servicio a los señores Contadores que están leyendo esto, y desean entrenarse para confeccionar antibalances personales, van otros ejemplos:
Donde decía: "Vendí el anillo de matrimonio para comprar vino"
Debe decir: "Me defendí de potenciales ladrones al deshacerme de joyas superfluas"
Donde decía: "No fuí ni un solo día al gimnasio"
Debe decir: "Cuidé mi cuerpo protegiéndolo de lesiones deportivas"
Donde decía: "Me gasté un dineral en estupideces"
Debe decir: "Ayudé a la reactivación de la economía"
Donde decía: "Perdí mi trabajo por llegar tarde 32 veces"
Debe decir: "Combatí la rutina buscando nuevos horizontes"
Donde decía: "Descuidé mi higiene personal al punto en que la gente me evita"
Debe decir: "Me liberé de absurdos convencionalismos"
Donde decía: "Perdí todos mis ahorros al invertirlos en bonos Q flotantes de Namibia"
Debe decir: "Ayude a combatir la pobreza de una de las naciones menos afortunadas"
Donde decía: "Mi novia me dejó por mi mejor amigo"
Debe decir: "Ayudé a formar una pareja feliz"
Donde decía: "Me pasé todo el año escondiéndome en la empresa para evitar que me encarguen trabajo"
Debe decir: "Evité cometer errores que podrían costarle caro a mis empleadores"
Donde dice: "Me tocó vivir en este país"
Debe decir: "..."
En conclusión, es preferible no hacer balance alguno, pero si tienen que hacerlo, por lo menos déjenlo en manos de un profesional entrenado.
Se los recomiendo yo, que naturalmente, tuve un año espléndido.
Buenas Noches
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