lunes, 14 de agosto de 2006

Volareeeee!



Acabo de regresar de un viaje de negocios desde Boston, vía Nueva York. Desgraciadamente no pude disfrutar de una visita turística a la ciudad, y digo desgraciadamente porque lo poco que pude vislumbrar me hace suponer que Boston es una de las ciudades más hermosas de la costa este de USA. Pero como mi viaje fue pagado por clientes, no tuve mucha oportunidad de protestar por el hecho de que me hicieran trabajar todos los días, y de que mi percepción de tan histórica urbe se limitara a un hotel al borde de una autopista que había que tomar todos los días para ir a la oficina, a desayunar, a almorzar y a cenar. No me dejaron solo un minuto, y en esas condiciones no es fácil perderse por las calles como me gusta hacer a mí en ciudades que visito por primera vez. Me hicieron sí, el honor de invitarme a un famoso restaurante llamado Union Oyster House, que reclama para sí el privilegio de ser el más antiguo de Estados Unidos, donde me comí una langosta yo solito destrozándola con unas pinzas ad hoc y luciendo un primoroso babero de plástico con el crustáceo rojo como decoración.
Mientras estaba allí, se produjo el intento de atentado terrorista en Londres, dirigido a aviones que volaban hacia USA. Esto puso en estado de alerta a todos los aeropuertos estadounidenses, y las medidas de seguridad, que ya eran molestas, se intensificaron.

Así las cosas, el viernes a las 10 de la mañana me encontraba en el aeropuerto internacional Logan, de Boston, dispuesto a tomar un avión hacia Nueva York a las 6: 30 de la tarde, donde haría la combinación para llegar a Buenos Aires. Despaché mi equipaje rápidamente, y pregunté si a raíz de las nuevas revisiones de seguridad las cosas se estaban demorando un poco más que de costumbre. El empleado de la aerolínea me dijo que probablemente tendría que correr un poco en NY si quería alcanzar mi vuelo de conexión a tiempo. Esto me intranquilizó y dio por tierra con mis planes de aprovechar las horas que tenía disponibles para irme hasta la ciudad y dar un paseo, así que pregunté si no me podían incluir en un vuelo más temprano. No podían. Pero me podían poner en lista de espera, que es como decir que si alguien no se presenta a tomar el avión yo podría ocupar su lugar. Estúpidamente dije que sí, y eso me condenó a quedarme como un idiota esperando el vuelo de las 2 de la tarde, con el previsible resultado de que no hubiera lugar y ya fuera tarde para hacer el paseo pero temprano para abordar mi avión. Así fue que estuve unas simpáticas 8 horas vagando por Logan, de suerte que me sentí una especie de Viktor Navorsky (el personaje de Tom Hanks en "La Terminal"). Les puedo contar como son las 5 terminales del aeropuerto de Boston, dónde están los baños y el restaurante, el exacto lugar donde la alfombra tiene una mancha descolorida de quién sabe qué cosa y los minutos que tarda la cinta transportadora en llevarte desde la terminal E a la A. Podría haber aprovechado para escribir algo, pero como suele suceder, mi laptop se había quedado sin baterías y el lugar estaba repleto de gente que observaba a la gente con diversos grados de intimidación, por lo cual no me pareció prudente sentarme en el piso al lado de cualquier enchufe a aporrear el teclado.

Me dediqué un par de horas a contar los distintos uniformes que adornaban el panorama: estaban los siempre omnipresentes muchachos de la TSA (Agencia de Seguridad del Transporte), unos efectivos de la Guardia Nacional armados hasta los dientes, los del escuadrón de explosivos de la Policía Estatal con sus perros, los policías regulares (con sombreros tipo canadiense), unos agentes del FBI, Policía Militar y no me hubiera extrañado nada ver a los Hombres de Negro, un par de X-Men y tres o cuatro superhéroes de la Liga de la Justicia. Es que estas gentes se ponen sensibles, vea. La gran novedad era que no se podía transportar líquidos ni geles en la cabina del avión, así que además de sacarse los zapatos, el cinturón, todo lo que se llevara en el bolsillo y desparramar toda la electrónica personal por arriba de la mesa en el security checkpoint antes pasar a la sala de embarque, ahora también te cacheaban de líquidos. Todo porque a los terroristas esta vez se les había ocurrido llevar explosivos líquidos. No se qué va a pasar el día que descubran un plan para hacer bombas con dientes. Probablemente vamos a tener que desdentarnos antes de volar.

Luego de la larga espera me dirigí a donde me revisarían un poco más concienzudamente que de costumbre, pasando la inspección sin problemas porque había tenido la precaución de guardar la pasta de dientes y el perfume en el equipaje que fue a la bodega. Pero otras personas no habían sido tan astutas, y ahí nomás las despojaban de shampúes, gotas para el oído, maquillajes y todo lo que no fuera sólido. Y cuando digo "las despojaban" me refiero a que eso no se lo devolvían más. Recuerdo la consternación de un caballero viendo como su frasco de perfume de 50 dólares era arrojado al contenedor de los giles.

Pasado el escrutinio, estuve tentado de hacer una broma y gritarles "¡Idiotas, mi cuerpo está compuesto de líquido en un 80%!", pero la ausencia de sentido del humor de estas gentes es proverbial, de manera que balanceando las probabilidades de provocar una carcajada memorable o pasar cinco años preso en Guantánamo, preferí volver a ponerme mis zapatos en completo silencio.

A uno estas cosas le parecen un tanto sobreactuadas y hasta ingenuas. Imagino que si uno llega a destino bien peinado, con el aliento fresco y oliendo a Polo Ralph Laurent, inmediatamente es detenido.

En Nueva York yo esperaba unas larguísimas colas en la revisión de seguridad, y seguramente unos empleados nerviosos y medio brutales. Ya había visto lo que le pasaba a un mexicano que en Boston había comentido la osadía de no entender inglés, al que le gritaron y se lo llevaron aparte para un examen profundo. Ni me pregunten. Tengo una imaginación muy activa. Sin embargo, en la Gran Manzana los agentes de la TSA estaban distendidos, hacían bromas, me hablaron en castellano y me preguntaron por Maradona. Todo fue rápido y amable. A lo mejor porque mi avión salía de USA, y encima con destino a un país de por allá abajo no se preocuparon demasiado.

Hay gente que me acusa de provocar catástrofes diversas cuando viajo. La leyenda tal vez provenga de que yo estaba en vuelo cuando ocurrió el accidente de Lapa, salí de Colombia justo un día antes de que pusieran una bomba en el shopping donde estaba trabajando, esquivé por poco un par de huracanes y otras cosas. Y claro, ahora esto. Pero no es mi culpa, señores, pasan cosas todo el tiempo, y alguna vez se da la casualidad de que yo ando cerca.

No se donde vamos a ir a parar con esto de la seguridad. Si sigue la tendencia, va a llegar el día en que debamos viajar desnudos y sin equipaje, y al subir al avión a los que tengan la suerte de ir en primera clase les darán una batas de seda y a nosotros los parias de la clase turista unas de hospital, descartables. Tal vez tengan la amabilidad de permitirnos llevar nuestros pasaportes en una bolsa de plástico transparente (ya lo hicieron en Londres) y quién sabe que cosas tremendas nos harán en las revisiones de seguridad. Piénsenlo. ¿Dónde puede transportar cosas peligrosas un humano desnudo? Solamente ruego que tengan la decencia de contratar agentes con manos pequeñas.

Buenas noches

7 comentarios:

Anónimo dijo...

yo sé que puede sonar un poco fuerte lo que voy a decir, bugman, pero imagine esta escena. a ud., porque es ud. el protagonista de, por ponerlo de una forma, el relato, y porqué no, ya que estamos, del viaje de referencia, y desde ya, claro, de su propia vida. a ud., decía, en el aeropuerto de boston o de minneápolis o de tulsa, algún orgulloso guardián de la ley le dice, en perfecto inglés 'algún líquido para declarar?'. es entonces, y a eso iba, donde el protagonista, ud., debe responder 'of course!', para luego, en una mezcla de pasos de breakdance y movimientos epileptoides, sacudirse los genitales movido por fuerzas superiores a su comprensión y raciocinio, y proceder, ante la azorada mirada de parte del pueblo norteamericano, y con una rapidez abrumadora, a eyacular como un babuino adulto, para luego caer desmayado sobre el piso.
nada, eso.
acepte este respetuoso saludo.
JH

Bugman dijo...

JH: Mire que se me habrán ocurrido cosas para decirle a los de seguridad que gracias a mi instinto de autoconservación me guardé para mí. Pero hacer eso, eso le juro que no se me había cruzado ni a 20 kilómetros de mi mente. Sin embargo, el episodio sería memorable, digno de figurar en el libro "100 Escándalos Para Protagonizar Antes de Morir".
Ay, y yo que tenía un blog ATP...
He visto que en mi ausencia me perdonó el microondas y solamente me dejó un grafitti que dice "Bugman se la come". Le agradezco el gesto.

Gustav dijo...

Si este blog ya dejó de ser ATP les pido me disculpen pero me voy a desabrochar los pantalones que me están matando.
Es que me los tuve que comprar un número más chico porque en el mio no tenian, asi que... ahhh... que alivio... bueno, disculpen, disculpen, pueden seguir charlando.

Norberto dijo...

Bugman, hablaba usted algo de que al final todos llevamos liquido adentro y que la mayoria de nuestro cuerpo es liquido, y eso me hace acordar una ridiculez que he escuchado hace poco. Algo del orden de no beber vino despues de comer sandia porque nos morimos.
Me habian dicho que cuando uno va a hacer un viaje debe tomar la precaucion de orinar antes porque en un choque es muy posible que al tener la vegiga llena esta se reviente. Bueno, en el caso de un avion no sería tan problematico, primero porque hay baño y segundo porque despues de un accidente de avion la vegiga si no explota solo la podra usar el beneficiario de un transplante de organos.

Bugman dijo...

Norberto, eso es nuevo para mí, y mire que vengo subiendo y bajando de aviones desde hace unos cuantos años...
Con el mismo criterio deberían recomendarnos lo mismo antes de viajar en auto, ren, colectivo, barco, monopatín, bicicleta, remociclo, aladelta, carrito con rulemanes, roller blades, alfombra mágica ocualquier otro vehículo. Yo suelo orinar antes de subir al aeroplano, pero nada más porque los baños de los aviones son incómodos y la succión que hace el inodoro cuando se aprieta el botón me impresiona.

Norberto dijo...

A mi tambien me impresiona la succion de cuando se aprieta el boton del baño de los aviones, pero a pesar de que se vuele a xx pies de altura (no se cuantos metros pero es muy alto) me impresiona tambien pensar que los deshechos cloacales puedan llegar a ser expulsados del avion asi como apretamos el boton. No soy muy conocedor de su funcionamiento pero quisiera suponer que va todo a un tanque y que no sera arrojado en caida libre... quisiera que el granizo siga siendo blanco y no de otro color

Bugman dijo...

En efecto, Norberto, los detritos se guardan en un tanque y son descargados en cada aeropuerto con unos tubos que se conectan a una escotilla diseñada a tal efecto. Yo también pensaba que era como en los trenes viejos, que uno levantaba la tapa del inodoro y veía las vías, pero no.

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