lunes, 1 de octubre de 2012

El vientre de un blogger. (I)


En gran medida, somos criaturas de costumbres. Algunas usanzas son dictadas  por la conveniencia, otras por la necesidad o la simple repetición, y otras, por qué no, por el placer derivado de ejercerlas.
El cuerpo humano, merced a complicados mecanismos de los cuales apenas nos enteramos, provee cierto número de conductas que  genéricamente podrían clasificarse como "tareas de mantenimiento". Expulsar los deshechos que resultan del proceso digestivo es una de ellas.


Con helvética regularidad y satisfactoria eficiencia, mi cuerpo se ocupaba de esos asuntos de una manera tan conveniente, que salvo emergencias originadas en un abrupto y desequilibrante cambio de dieta o en el ataque de un agente patógeno, se podía poner en hora un reloj basándose en la oportunidad de mi visita matutina a los servicios.

Tal eficacia evacuatoria me mantuvo toda mi vida alejado de conceptos tales como laxante, purga, estreñimiento, tránsito lento. Difícil tarea representaba para mí experimentar  empatía con un ser humano imposibilitado de realizar sus expulsiones sin esfuerzo.

Y un día entre los días,  sin previo aviso, sin existir una transformación paulatina, una decadencia gradual o al menos una catástrofe justificatoria, tan arbitrariamente como suceden las maldiciones y las auditorías fiscales, mi excelencia en los ventrales menesteres, simplemente se esfumó. 
Las sesiones matutinas se convirtieron en un ejercicio de futilidad, y la actividad de mi tracto digestivo, algo de lo que era tan poco consciente como de los latidos de mi corazón o del hecho de respirar comenzó a ocupar más y más espacio en mis reflexiones.

¡Oh, época dorada de aurorales deyecciones, oh, privilegio peristáltico, maravilla intestinal, oh, mágicas entrañas!
Como un amante que descubre la valía de su pareja luego de perderla, como un niño que ha perdido su infancia, así me encontraba. Y con un humor de perros, claro. De perros estreñidos.
Al principio me lo tomé con calma. Incluso los mejores amantes habrán tenido sus percances durante los lances venéreos, unos días de desequilibrio en las tripas no eran para hacer una cuestión de estado.

Pero el desbalance entre lo comido y lo descomido continuó, y entonces hice lo que cualquier persona decente que tiene en cuenta su salud hace en estos casos: investigar en Internet.
Gracias a la red de redes, que nunca miente, que todo lo sabe y todo lo publica, conseguí unas siete mil recetas caseras para curarme el estreñimiento y unos cuatrocientos diagnósticos para mi condición, que abarcaban desde una maldición gitana hasta el envenenamiento con las secreciones de una planta que crece en el Tibet, a unos 4000 metros sobre el nivel del mar en una maceta que tiene un primo segundo del Dalai Lama en un balcón de su casa, pasando, claro está, por alternativas más probables y menos risueñas.

Imposibilitado de procesar tal cantidad de información sin caer en la locura, hice lo segundo que cualquier persona decente que tiene en cuenta su salud hace en estos casos: ignorar el problema un tiempito, a ver si se arreglaba solo.

Pequeña digresión: esta conducta perece irresponsable, pero en el fondo, a no ser que el síntoma sea que uno se acaba de amputar un brazo con una motosierra, es parecida al procedimiento médico estándar. Ellos nos revisan, y si no están seguros del diagnóstico nos recetan algún placebo y nos hacen regresar a verlos en dos semanas. Qué otra cosa sino confiar en la muchas veces inexplicable y siempre maravillosa capacidad de de autoreparación del cuerpo humano es eso.

La estrategia de la ignorancia no dio resultado. Podríamos decir que la ignorancia nunca es una buena estrategia, pero aquí no estamos intentando educar a las masas, apenas si estamos relatando mis miserias.
El asunto es que el balance continuó siendo netamente positivo, y empecé a preguntarme donde estaba acumulando reservas de dudosa calidad. Aunque palpar mi vientre tenso como un tambor podría haberme dado una pista. Caramba, lo que no había podido lograr con vigorosos ejercicios abdominales lo estaba obteniendo con relleno sanitario.

La siguiente etapa lógica en la evolución del paciente que aún se resiste a serlo de manera oficial, es probar con toda clase de remedios caseros para su dolencia. 
Fueron días de yogures mágicos, purés, panes integrales, frutas, verduras, evitar carnes y grasas, todos procedimientos que en el mejor de los casos pueden haber colaborado en convertirme en el cadáver más saludable del cementerio, pero que no contribuyeron un ápice a la desopilación buscada.

Era hora de darle una oportunidad a la ciencia, es decir automedicarme con un laxante de venta libre.
Mentiría si dijera que no hubo un cambio. Pero no en el sentido esperado, ya que si bien mis exportaciones fueron igual de exiguas, mutaron grandemente en su calidad. Para peor. Lo que antes eran unos pequeños trocitos de material compacto, ahora eran unas cuantas gotas de tristeza semilíquida. Que además eran acompañadas por un despliegue sonoro francamente exagerado. Mucho ruido, y nada que se pareciera ni remotamente a la más humilde de las nueces.

Y entonces, sólo entonces, luego de haber agotado todas las alternativas, con la seguridad de no padecer una molestia pasajera, sino por el contrario, representar un desafío médico, un enigma científico, algo a lo que no tuvieran más alternativa que ponerle mi nombre, con la secreta convicción de padecer el aún no descubierto síndrome de Bugman, acudí a un doctor.

(Continuará)

Buenas noches.

PD: Casi me olvido...¿ya votó por este blog en los Premios Bitácoras? Haga click en el botón, arriba, a la derecha de la pantalla. No sea ídem, por favor.







15 comentarios:

Anónimo dijo...


Lo suyo es un Himno a la Escatología y a la vez un canto de libertad para los encadenados turistas de Berazategui. Sin su aporte personal se encuentra alicaído el Río de la Plata.

Libertad para nuestros compañeros navegantes, que alivian nuestro pesado tránsito por la vida!

Que se mejore mon ami.

Saludos desde Paris.

Leonor dijo...

Primero iba a aplaudir su vuelta al blogueo; después vi que era apenas el comienzo de un relato y no lo aplaudo nada.
Esto de postear a lo estreñido no está bueno, sépalo. A ver si se destapa y nos escribe el resto pronto!
Saludos desde la orilla de enfrente, Leni.

Klaus Pieslinger dijo...

Otra posible causa puede estar estrechamente (sic) relacionada con el Calentamiento Global:

Si hizo la consabida investigación en Internet, habrá encontrado que tal variación climática se sustenta en la teoría del Palo de Hockey, sí?

Bueno, entonces más vale que olvide lo que estaba tratando de decirle. Y sáquese esa atroz imagen de su cabeza.

Elvis dijo...

La regularidad no tiene precio. El papel higiénico si. Piense como lo haría un economista. Su balance sigue siendo positivo...
Saludos.

Dany dijo...

Pienso que la segunda parte del relato va a ser muy cloacal. No me la pierdo por nada.

Cambie su alimentación.......y no busque nada médico en internet. La mayoría de las búsquedas lo llevan a la palabra "casos de muerte" y al lector a un cagazo marca cañon. Pensándolo bien quizá le sirva al final jajajaj

Abrazo!!!

Hugo dijo...

Mucho fernet con Coca.

Si no lo ablanda al menos se alcoholiza, y todos sabemos que el alcohol es la solución a todos los problemas de este mundo.

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Ya le he votado, señor don patrón.

Nefertiti dijo...

Definitivamente espero con ansias la segunda parte jajaja. Me estoy imaginando la escena de Ben Stiller en "Mi novia Polly"

carancho dijo...

Don Bugman:
ojo con las obstrucciones intestinales. No quiero darle cagazo, pero...
O a lo mejor necesita uno.
Cagazo, digo.

Viejex dijo...

Le deseo de corazón que se mejore, aún a riesgo que el final de esta historia sea una verdadera inmundicia.

Neidorf ! dijo...

Sin duda es alguna maldición, pero no de los gitanos, sino de aquellos que insistimos con que... el papel higiénico vá para atrás !!!
Y no insistas con lo contrario o te vas a inflar como un pez globo asustado...

Bugman dijo...

Anónimo desde París, la historia continúa. Ojalá los navegantes vernáculos se unan a sus colegas parisinos en las oscuras aguas del Sena.

Leonor, ya vendrá. estas cosas mejor digerirlas en etapas. O no digerirlas. Mejor sí, retener no es bueno.

Klaus, Klaus, Klaus, ay.

Elvis, el problema del balance positivo es la contabilidad de los activos tóxicos.

Dany, algo de eso hay, o mucho de eso. Causas de muerte hay muchas, pero esto no es vida, le garantizo.

Hugo, soy abstemio. Casi, bah. Pero le juro que probé de todo. No, eso no.

Relato, ¡muchas gracias!

Nefertiti, más que una escena, imagínese un corto, un documental, un mediometraje, un asco, bah.

Carancho, todas esas malas noticias ya las he recibido y digerido evacuando las consultas correspondientes. Eso sí que he evacuado, consultas.

Viejex, es un verdadero desafío contar esta historia manteniendo la elegancia. Y lo que viene es peor.

Neidorf, le aseguro que limpiarme era el último de mis problemas. El asunto era ensuciarme.


Princesa Adora dijo...

Solo te diré.. SOS UN CAPO escribiendo!!!
Cada que leo un post tuyo, (aunque no te comente seguido) se lo leo en voz alta a mi compañero de oficina.. y juntos nos reímos, no de Ud. eh!!!

Saludos!!

Bugman dijo...

Princesa Adora, no se qué contestarle ante tanta amabilidad, "muchas gracias" me parece muy poco.

JuanRa Diablo dijo...

¿Y usted pide un voto para los Premios?

Lo que debería pedir es que hagamos votos a Santa Catalina Laxa, patrona de los apurados, prietos y contritos.

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