¿Se acuerdan de este artículo? Bueno, lo hice de nuevo. No, el artículo no, ¿para qué iba yo a hacer eso? Lo que hice de nuevo fue escribir algo de esa forma: sin corregir, sin revisar, sin detenerme, todo de un tirón, pero ahora en forma de cuentito.
El cliente se acercó a la barra del bar y se sentó en uno de los taburetes. Llamó al barman.
-Buenos días, señor, ¿qué le sirvo?-dijo el barman.
-Buenos, días, ¿Cúal es su número?-respondió el cliente.
-¿Mi... qué?
-Su número, caballero, cuál es su número.
-No entiendo...¿qué número?
-El número que lo identifica a usted ante el resto de las cosas. El número que define su individualidad. El número, vamos.
-Yo...no sé, tengo un documento...¿es eso?
-Pero no, hombre, yo me refiero a...
El cliente se interrumpió. Le dedicó al barman una mirada entre incrédula y divertida. Sacudió la cabeza y le dijo:
-De manera que es usted un palabrista.
-¿Un qué?-preguntó el barman, cada vez más confundido.
-Un palabrista, una persona que no cree en los números.
-No, no soy...es decir...no creo que yo...es que yo uso números, yo sumo, resto, esas cosas...
El barman empezaba a mostrar el comportamiento culpable de cualquier infractor menor: empezaba a justificarse aún antes de conocer la supuesta infracción.
El cliente sonrió y continuó interrogándolo:
-Si no es usted un palabrista, tenga la bondad de indicarme entonces qué es usted.
-Bueno...yo soy un barman.
-Qué curioso.
-¿Qué es lo curioso?
-Que le pregunto que es usted y me contesta que hace usted. Cosa que además resulta evidente.
-Bueno, qué quiere que le conteste.
-Ya le dije, quiero saber qué es usted.
El barman se quedó mirando al cliente, o mejor dicho mirando algún punto situado infinitamente lejos y el cliente se encontraba casualmente en su línea de visión.
Reaccionó.
-Soy una persona-dijo, con un poco de orgullo de esa clase que se obtiene cuando se resuelve una ecuación especialmente compleja(*).
-Qué curioso-repitió el cliente.
-¿Qué?¿Ahora qué dije?
-Nada, nada. Simplemente me resulta curioso que usted se defina únicamente como parte de un colectivo de más de seis mil millones de individuos. La mayoría de la gente prefiere pertenecer a clubes un poco más exclusivos.
El barman se quedó en silencio. Otra vez escrutó el infinito. Pareció hacer algún tipo de esfuerzo intelectual tan intenso que el rostro se le puso carmesí. O tal vez estaba dominando el impulso de partir una botella en la cabeza del cliente. Pareció calmarse.
-Bien, caballero, entonces ¿qué se va a servir?-dijo con la esperanza de volver la conversación a sus dominios.
-Nada, gracias. Yo no bebo. -contestó el cliente.
Buenas noches
(*) Cosa que los palabristas nunca hacen , naturalmente
PD: ¿Vieron? El Proxicaptor ya tiene blog
El cliente se acercó a la barra del bar y se sentó en uno de los taburetes. Llamó al barman.
-Buenos días, señor, ¿qué le sirvo?-dijo el barman.
-Buenos, días, ¿Cúal es su número?-respondió el cliente.
-¿Mi... qué?
-Su número, caballero, cuál es su número.
-No entiendo...¿qué número?
-El número que lo identifica a usted ante el resto de las cosas. El número que define su individualidad. El número, vamos.
-Yo...no sé, tengo un documento...¿es eso?
-Pero no, hombre, yo me refiero a...
El cliente se interrumpió. Le dedicó al barman una mirada entre incrédula y divertida. Sacudió la cabeza y le dijo:
-De manera que es usted un palabrista.
-¿Un qué?-preguntó el barman, cada vez más confundido.
-Un palabrista, una persona que no cree en los números.
-No, no soy...es decir...no creo que yo...es que yo uso números, yo sumo, resto, esas cosas...
El barman empezaba a mostrar el comportamiento culpable de cualquier infractor menor: empezaba a justificarse aún antes de conocer la supuesta infracción.
El cliente sonrió y continuó interrogándolo:
-Si no es usted un palabrista, tenga la bondad de indicarme entonces qué es usted.
-Bueno...yo soy un barman.
-Qué curioso.
-¿Qué es lo curioso?
-Que le pregunto que es usted y me contesta que hace usted. Cosa que además resulta evidente.
-Bueno, qué quiere que le conteste.
-Ya le dije, quiero saber qué es usted.
El barman se quedó mirando al cliente, o mejor dicho mirando algún punto situado infinitamente lejos y el cliente se encontraba casualmente en su línea de visión.
Reaccionó.
-Soy una persona-dijo, con un poco de orgullo de esa clase que se obtiene cuando se resuelve una ecuación especialmente compleja(*).
-Qué curioso-repitió el cliente.
-¿Qué?¿Ahora qué dije?
-Nada, nada. Simplemente me resulta curioso que usted se defina únicamente como parte de un colectivo de más de seis mil millones de individuos. La mayoría de la gente prefiere pertenecer a clubes un poco más exclusivos.
El barman se quedó en silencio. Otra vez escrutó el infinito. Pareció hacer algún tipo de esfuerzo intelectual tan intenso que el rostro se le puso carmesí. O tal vez estaba dominando el impulso de partir una botella en la cabeza del cliente. Pareció calmarse.
-Bien, caballero, entonces ¿qué se va a servir?-dijo con la esperanza de volver la conversación a sus dominios.
-Nada, gracias. Yo no bebo. -contestó el cliente.
Buenas noches
(*) Cosa que los palabristas nunca hacen , naturalmente
PD: ¿Vieron? El Proxicaptor ya tiene blog
27 comentarios:
¿No somos nada?
Aplausos. Y de pie, por favor.
¿Así que lo escribió de un tirón nomás, son correcciones? Mire usted. Un prodigio, ¡que lo tirón!
Ahora me pregunto, ya que lo definí sin proponermelo, ¿usted qué es? ¿Y el proxicoso ese que ya forma parte de nuetras vidas?
Eso, sí, antes de contestarme, al menos sírvame una grapa.
Abrazo
sin palabras...
Yo se que soy.
Soy una boludista!!!
Antes era boludista anónima, pero después me hice un blog!
Yo quería tener candor...
Saludos!!
Al barman se le volvió a poner el rostro color carmesí, y sólo gracias a los reflejos del cliente, éste pudo esquivar por escasos centímetros la caja registradora lanzada por el sufrido camarero.
La señora que entraba en ese momento a tomarse un té, continúa en cuidados intensivos.
Segú fuentes solvetes, el cliente objeto de la furia del barman, declaró "yo sólo le pregunté por su número".
Segunda: sí, ya vi que el proxicaptor tiene blog. Luego lo leo y tal vez hasta incluya un vínculo en el blog que comparto con Tiburcia.
Primera: genial, Bugman. Si no fuera usted tan... 'especial', le recomendaría que se apuntara a metatextos.
Estaba pensando en alguna buena manera de saludar, pero con esto de no haber dormido desde hace dos días creo que me voy a limitar a un:
¡Hola Bugman! ¿Qué tal todo? Yo aquí, que he vuelto de mis forzadas vacaciones interneteras.
Sí, decididamente no estoy muy inspirado.
La historia me la he leído ya un par de veces y señalenme como a un idiota, pero no le veo el chiste. Lo mismo es el sueño o que soy cortito, qué le voy a hacer. Ahora me acostaré y al levantarme lo leeré de nuevo, a ver si saco algo en claro.
Que le sea leve.
Le diría algo, pero no encuentro mi número de identificación.
Yo soy un palabrista, por supuesto.
Pero si tuviera que definirme con un número, sería el 9000 (un poco mejor qye el 8000 pero dejando lugar a un 10.000)
Y sì, ese chiste se lo robé a Dilbert.
Saludos!
En el terreno de la lógica donde los "palabristas" podríamos hacer —y de hecho, hacemos— estragos, paradójicamente perdemos como en la guerra. Un abrazo.
que genial, dialogo!!!
ahora que real, siempre que nos preguntan que somos, contestamos a que nos dedicamos sin decir que somos, quizas no somos muchas veces mas que eso.
lleva a la reflexión.
yo soy de mi-
besos
Capitanfla, y a veces menos que eso.
Mariano, gracias, no será para tanto. Va grapa. Yo soy un proxicaptoriano, por supuesto.
Choripanboy, en efecto.
Stella, qué curioso. :)
Candorosa, vaya, yo quería tener un yate. Aquí me ve. Remando.
Pepe, lo que no queda claro es qué era la señora.
Thejab, no se se a qué se refiere con eso de que soy "especial". Cuando mi mujer me dice que soy "especial", por lo general es para no decir que tengo un carácter de los mil demonios.
MAzarbul, cómo anda, tanto tiempo. No se gate. La cosa no tiene chiste alguno. Lo único diferente es que la publiqué tal cual la escribí, sin retroceder y sin cambiar una sola coma. Es un experimento, nomás.
Bruno, es 47837957982750128347328452875752759752375975987298572
Debería acordárselo de memoria, caramba.
Señor F., ¿es decir que usted está certificado bajo normas ISO?
Profe, discrepo. Los que pierden en el terreno de la lógica no son palabristas, son charlatanes.
Cecydecedy, tal vez somos lo que hacemos. Tal vez no, pero la pregunta es de todos modos tramposa e injusta. (Preciosa autodefinición la suya) Un beso.
A la pipeta, me agregó un problema que no tenía. ¿Qué soy? Yo lo único que sé es que no quiero ser igual más que a mí misma, pero más que eso no me pidan.
Yo no soy un número. Ni una palabrista (aunque soy de letras, cierto). Soy una aspirante (a todo), ¿eso sirve?
Soy un palabrista.
En un exámen de estadística en la Universidad escribí tres carillas de palabras para regocijo de mis compañeros que habiendo ellos aplicado las matemáticas correspondientes esperaban que mi esfuerzo fuera reconocido con un 10....
Cero me puso el profesor. No era plabrista.
Para obtener "respuestas" hay q involucrarse con la pregunta,sería de parte del caballero(cliente q pregunta) algo asi:
mi número es X y ¿el suyo?
también un palabrista ¿cómo ud?
y soy un ....camello jodido
aja ja aj aja ja ja ja
Si fuese el barman le contestaría -definime vos q te interesa rotularme,a mi me basta con quererme.
Bugman: interprete 'especial' como: alguien que es demasiado bueno y lo sabe, por lo tanto le basta su propio espacio para expresarse, hacer y deshacer... (luego escribo el resto)
Bugman: interprete 'especial' como: alguien que es demasiado bueno y lo sabe, tanto así que le basta su propio espacio para expresarse, hacer y deshacer. Es más, ni siquiera le interesa formar parte de otros espacios.
7
¿a que clase de bares está yendo usted?
slds
A
pues yo no sé qué seré exactamente.. lo que sí sé es que, a veces mejor, a veces peor, soy única.
Besos. Angie.
Bugaman: Le pido, le solicito, lo intimo, le ruego, le imploro: Quiero la numeraci'on obligatoria YA.
Mi incapacidad innata para recordar nombres y mi asombrosa capacidad para recordar todos los numeros telefonicos que he tenido en mi vida (y han sido mas de siete), las patentes de autos de amigos, candidatos, cretinos que me encerraron en la calle, los codigos postales de cuanto barrio y ciudad he habitado y/o visitado; motivan mi pedido.
No quiero mas nombres!!!
Numeremonos del primero al ultimo.
Fila uno, fila dos.
Tema uno, tema dos.
Que lindo como me acordaria de todo...
Salute (la ausencia de acentos tiene una razon de ser, que ahora no recuerdo. Pero la tiene!).
NTI, no se preocupe por definirse. No es un problema. Tampoco me tome tan en serio. El artículo es una pavada, como de costumbre.
Aspirante, por supuesto que sirve. Bienvenida, aspire tranquila que aquí somos limpitos.
Mensajero, imagino que la Elegía de la Distribución de Probabilidad Hipergeométrica debe haber sido un éxito editorial.
Dispersa, pero con esa actitud el barman espantaría a los clientes. Ahora entiendo por qué el Bugman`s Pub fue un fracaso.
Thejab, con toda franqueza le digo que me considero medianamente competente. No mucho más que eso.
Y sí me siento enormemente cómodo aquí en mi casa, pero no es que no tenga interés en participar de otros espacios, es que no tengo tiempo.
(Se agradece el elogio, la parte que entiendo como tal).
Fernan, ya me parecía que lo conocía de antes.
Ajenjo, a la clase que tiene barmans no numerados. Lugares poco recomendables por donde los mire.
Angie, usted es Angie, y con eso es suficiente. No hay otra Angie igual a usted. Ni hubo, ni habrá.
Pizcuiza, lo mejor de todo es que si las cosas fueran como usted solicita, en lugar de reglas mnemotécnicas tendríamos algoritmos. Un paraíso, para quien sepa apreciar.
Fantástico Bugman!!! Me parece un gran gran homenaje al "Señor Porcel", aquel célebre personaje que el genial Landrú escribía (y dibujaba) para las revistas de hace 50, 60, o 70 años!!!
En mi caso, al Sr. Porcel lo conocí en los veranos de mi niñez y adolescencia, pues transcurrían en una casa que mis abuelos tenían en "la costa", que estaba llena de revistas viejas (viejísimas) en la que uno podía encontrar esta clase de perlas.
Por si Ud. no lo tiene presente (aunque me costaría creerlo), le dejo un ejemplo cualquiera que acabo de buscar en internet:
=======================
–¿Qué le pasa? –preguntó el veterinario.
–No pone huevos de Pascua –dijo el señor Porcel.
–¿No pone qué? –interrogó extrañado el veterinario.
–Huevos de Pascua. ¿No entiende? ¡Huevos de Pascua!
–Pero los huevos de Pascua son de chocolate... –respondió el veterinario.
–¡Valiente descubrimiento! –exclamó el señor Porcel–. ¿Acaso yo he dicho que los huevos de Pascua no son de chocolate?
–No, no –respondió sorprendido el veterinario–. No entiendo. ¿Por qué quiere que la gallina ponga huevos de Pascua?
–Si yo no quiero que la gallina ponga huevos de Pascua –explicó el señor Porcel–. Sólo he dicho que no los pone, que no es lo mismo.
–Pero las gallinas no ponen huevos de Pascua –balbuceó el veterinario.
–Entonces, ¿quién los pone? ¿Los gallos? –preguntó Porcel.
–No, no... los gallos no –tartamudeó cada vez más confundido el veterinario.
–¿Y las águilas?
–No. Las águilas tampoco. Francamente, no sé lo que usted pretende. ¿Para qué trajo a su gallina?
–¿Mi gallina? –preguntó el señor Porcel–. ¿De dónde ha sacado semejante disparate? Esta gallina no es mía.
–¿Que esta gallina no es suya? –dijo el veterinario abriendo mucho los ojos.
–No, no es mía. Recién la encontré en la calle.
–¿Se puede saber, entonces, para qué diablos vino? –gritó fastidiado el veterinario.
–¡Para decirle que esta gallina no pone huevos de Pascua! –chilló a su vez Porcel.
–¡Y a mí qué me importa! –replicó el veterinario.
–A mí tampoco. Ya le he dicho que esta gallina la encontré recién en la calle. ¿Se cree que a mí puede importarme algo una gallina que ni siquiera conozco?
–Pero es que... –murmuró el veterinario.
–¡Pero un demonio! –rugió el señor Porcel–. Francamente, si esta gallina no puede poner huevos de Pascua, paciencia. Nadie se va a morir por eso. Además, yo no recuerdo haber visto nunca una gallina que pusiera huevos de Pascua. ¿Le interesa tanto que esta gallina los ponga?
–No... no –dijo transpiran-do el veterinario–. Lo que pasa es que...
–¡Lo que pasa un cuerno! –bramó el señor Porcel–. ¡Ya me tiene harto con las gallinas y con los huevos de Pascua! Si usted no tiene nada que hacer vaya a molestar a otros, que yo soy un hombre de trabajo y no puedo perder todo el día oyendo tonterías.
Y el señor Porcel, enfurecido, tomó la gallina, se fue del consultorio dando un portazo, salió a la calle y le preguntó a la vendedora de una boutique:
–¿Vende biquinis para gallinas?
Licenciado Palotes, claro que conozco a Landrú, y me alegra haberle hecho esta especie de homenaje involuntario. (Otro personaje que me encantaba era Rogelio, el hombre que razonaba demasiado).
A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.
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