
Si usted es usuario de la red de subterráneos de la ciudad de Buenos Aires, habrá notado que en todos los vagones hay un cartelito indicando que en caso de emergencia puede pedir ayuda marcando "*31416" en su teléfono celular.
Aquellos de entre mis amables lectores que tengan inclinación hacia las ciencias o simplemente buena memoria habrán notado que el numerito les resulta familiar.
Por supuesto, es el famoso Pi (eliminada la coma decimal), que representa el valor del cociente entre la longitud de una circunferencia y la longitud de su diámetro.
¿Por qué eligieron ese número? ¿Qué les hizo pensar a los encargados de la empresa de subterráneos de Buenos Aires que la gente en general tiene presente al querido Pi (y por consiguiente recordarán el número de emergencia) como si todo el tiempo anduvieran ocupados en asuntos geométricos?
Suponemos que algún profesor desocupado fue parte de la comisión encargada de asignar el dichoso número. Nos imaginamos a este personaje con una fuerte personalidad, o por lo menos con una tenacidad a prueba de balas. ¿Habrá hecho alguna otra propuesta, por ejemplo el número e, base de los logaritmos neperianos (2,7182), o la constante de Stefan-Boltzmann o la de Planck, que hicieran que Pi resultara sencillo en comparación? (1)
Como sea, le hicieron caso, y es así que ahora para pedir ayuda en el subterráneo más le vale a usted que haya memorizado el *31416 o tenga la suficiente formación científica para establecer la regla mnemotécnica de Pi.
A mí el asunto me plantea un problema. El valor de Pi no es, estrictamente 31416, o mejor 3,1416. Resulta que este simpático numerito tiene infinitos decimales. En el año 1994 se lo calculó con 16 mil (si quieren verlo aquí está, les presento a Pi con 16 mil decimales ) y en 2000 lo escribieron con 5 millones (no, no tengo ganas de mostrárselos). Mi formación ingenieril me exigió que en algún momento de mi vida registrase en mi sesera a Pi con 9 decimales (3,141592653), y desde entonces me ha quedado marcado a fuego. Por eso para mí la mnemotecnia funcionaría en forma inexacta.
En efecto, sabiendo que el número de emergencia es de 5 dígitos, mi primera reacción sería marcar a Pi tal como lo conozco hasta llegar a 5 posiciones, o sea *31415 en vez de *31416. Mala cosa. Los del subterráneo decidieron aplicarle a Pi un redondeo simétrico en lugar de truncado (o sea si el dígito significativo siguiente a la posición donde queremos truncar es mayor o igual a 5, sumamos uno, si no, lo dejamos igual, y como en este caso tenemos 3,14159, al redondear simétricamente queda 3,1416)(2).
Así las cosas, la regla mnemotécnica sería para mí algo como: "Pi, redondeado simétricamente al cuarto dígito decimal significativo, multiplicado por 10 elevado a la cuarta potencia para eliminar la coma decimal". Estarán de acuerdo conmigo en que como regla mnemotécnica es un asco.
Otra alternativa podría ser andar por ahí con una circunferencia, y en caso de emergencia medirle la longitud, el diámetro y usar una calculadora para obtener el cociente, previa programación de la misma para que me diera el resultado convenientemente truncado. Pero tengo la impresión de que si estuviera intentando salir de un vagón en llamas , sufriendo un ataque cardíaco, o un malhechor estuviera apuntándome con un revólver la concentración y tranquilidad necesarias para completar el citado procedimiento serían bastante difíciles de conseguir.
¿Y por qué no memoriza el dichoso número de emergencias y se deja de incordiar? se estarán preguntando ustedes, mis amables lectores. Porque no. Porque el que propuso ese número, y precisamente ese, es un tipo con inquietudes científicas. Me parecería una falta de respeto aprendérmelo así nada más, memorizándolo como si fuera el teléfono de una pizzería cualquiera, anotarlo en un papelito o guardarlo en la agenda del teléfono celular.
Antes que eso, ante una catástrofe subterránea prefiero gritar ¡SOCORRO! como cualquier persona sensata.
Buenas noches.
(1) Si no tiene la menor idea de a qué diantres me refiero, no se preocupe. Miles de millones de personas están como usted, y ahí andan, felices por la vida.
(2) Insisto, no se preocupe.