jueves, 27 de mayo de 2004

Una de monstruos

Cuando yo era niño, en canal 11 de TV (hoy Telefé) los sábados pasaban tres o cuatro películas seguidas . Eran los famosos "Sábados de Súper Acción", que nos tenían medio idiotizados frente a la pantalla blanco y negro (que en realidad formaba las imágenes con diversos tonos de azul grisáceo) durante toda la tarde.

Las películas solían formar todas las veces un "combo" más o menos parecido : Una de vaqueros o de guerra, (que en Semana Santa era reemplazada por una de romanos)una cómica con Jerry Lewis y Dean Martin, alguna otra de relleno, y la que más me gustaba que era o de marcianos o de monstruos.

Invariablemente, la de monstruos era japonesa, se ve que los orientales no creen en los platos voladores.

Claro que eran malísimas, los monstruos gigantescos eran tipos adentro de trajes grotescos ( repita "trajes grotescos" varias veces, hasta que se le trabe la lengua) que no tenían la más mínima expresión facial a no ser por un leve movimiento de los ojos y a los cuales hasta podía adivinarsele el cierre relámpago en la espalda. Los actores (aunque supongo que ningún japonés serio debe haber confesado su participación en estas películas, digo, no me lo imagino diciendole a una mina que trataba de levantarse : "Sí, preciosa, yo era la polilla gigante que echaba fuego por la nariz en "El terror de la lana virgen", mientras alza la ceja derecha y juguetea con los hielos de su vaso),caminaban por un escenario que representaba alguna ciudad en miniatura y la hacía pomada entre pisotones, fuegos, o extraños vapores explosivos que les salían de las fauces y que daban la impresión de que el bichejo se había comido un matafuegos. Proferían unos chillidos que seguramente provenían del disco "3 chillidos monstruosos para su película", porque no recuerdo haber escuchado mayor variedad que esa.

Las valerosas fuerzas armadas del Japón intentaban en vano combatir a estos mutantes con unos tanques que parecían de juguete (creo que en verdad eran de juguete, por qué los reyes magos nunca me trajeron un tanque japonés antimonstruo?) y disparaban algo que a los animalejos estos ni les resecaba el cutis, pero les resultaba muy molesto, de manera que pisaban o hacía explotar con alguna de sus emanaciones a los tanquecitos. A veces también les mandaban avioncitos que tiraban bombitas o cohetitos y ahí nomas el mostrenco los bajaba a zarpazo limpio.
Todo esto los bichos lo hacían en cámara un poco más lenta que lo normal,probablemente para acentuar su supuesta gigantez. ( Esto de que lo enorme se mueve lentamente se ha convertido en una convención del género, pero es completamente falso. Piénsenlo, si así fuera, jamás nadie hubiera podido matar un solo mosquito).

Lo mejor era cuando aparecía un segundo monstruo que tenía alguna cuenta sin saldar con el primero, y se armaba una especie de "Titanes en el ring" entre las bestezuelas, solo que más divertido. Eso sí,nunca mataban a nadie que se viera (salvo tal vez a los pilotitos de los avioncitos y a los tripulantitos de los tanquecitos), porque las ciudades que machacaban estos muchachos en sus retozos parecían absolutamente desprovistas de transeúntes, vehículos o civiles de ninguna clase. Un detalle extraño es que los edificios que reducían a escombros tampoco tenían vidrios.
Aparentemente los ponjas construían ese tipo de ciudades en las que no vivía nadie con el único propósito de servir de monstruoso lugar de esparcimiento, y así evitar que las creaturas se ensañaran con Tokyo, Kyoto, Nagasaki o Hyroshima (no me acuerdo del nombre de más ciudades japonesas, sepan disculpar).

Eventualmente un científico descubría el punto débil del engendro salido del mar o de algún volcán en donde había estado dormido por millones de años hasta que les tiraron una bomba atómica cerca y se despertó de la siestita con ganas de hacer pis y romper ciudades, y lograban matarlo o por lo menos hacerlo correr hasta su escondite (con lo cual quedaba todo listo para "El regreso de...").

Repito, eran unas películas espantosas, con actores de cuarta y argumentos infantiles, pero hace algún tiempo tuve la oportunidad de volver a ver una de ellas, y me pareció maravillosa.
Y es que los japoneses de verdad quieren a sus monstruos. En algún momento de la trama, siempre hay alguien que nos explica que el bicho no es malo, sino que está confundido porque está fuera de su hábitat, y que lo único que hace es defenderse. A pesar de las limitaciones de los disfraces de sus criaturas, el director siempre se esfuerza en mostrarnos que cuando al fin lo están derrotando, el animalito está sufriendo (a veces hasta lloran). Uno no puede dejar de sentir simpatía por los monstruos, por más edificios y tanques que se hayan cargado en la película.
Una evidencia concluyente de este cariño nipón por sus bestias es que todas, pero absolutamente todas, tienen nombre. Y no un nombre genérico pseudocientífico (es un "horriblisaurio supináptero"), sino nombres propios. Todos recordamos a Godzilla, pero no es el único. Una somera investigación por Internet me trajo a Gamera, Gigan, Mothra (que creo que era la polilla gigante), Battra, Ghidorah, Rodan. Tenían
hasta canciones, miren lo que encontré :

" Mosura, ya! Mosura,
Dongan kasakuyan,
indo muu.
Rusuto uiraadoa,
Hanba hanbamuyan,
Randa banunradan,
Tonjukanraa,
Kasaku yaanmu! "

Algunos de ellos, como Godzilla antes de que lo agarraran los yankies, hasta se volvieron buenos y pelearon contra los monstruos malos.

Vaya pues mi homenaje para aquellos directores y actores japoneses, indudablemente ingenuos, decididamente malos, pero fundamentalmente honestos, que supieron entretenerme tantas tardes de sábado. Y mi más respetuosa reverencia a los pobres tipos que se enfundaban en los supongo incomodísimos trajes para encarnar esos monstruos inverosímiles que destruían ciudades de cartón y a pesar de todo, se hacían querer.

Buenas noches.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me sumo al homenaje, con el entusiasmo de ese niño que supo disfrutar con asombro e imaginación esa sarta de "chinadas" de origen japonés..

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