miércoles, 3 de junio de 2009

No me van a callar

He sufrido un atentado, destinado claramente a amedrentarme, a hacer que me guarde ciertas verdades, a detener mis investigaciones. Evidentemente estoy molestando a alguien.



Ayer al caer el sol, me dirigía cansado pero feliz por haber desempeñado otro día de fecundas labores hacia la paz de mi hogar, conduciendo mi fiel automóvil (modelo 2002, 56 mil kilómetros reales, único dueño, todos los services, joya, nunca taxi, neumáticos nuevos, ¡impecable, oportunidad!) a la velocidad reglamentaria cuando una explosión me sustrajo violentamente de las profundas reflexiones que suelen acompañarme mientras conduzco.
Fue un ¡BOOOOM! seguido de un estruendoso ¡KATAFLAC-KATAFLAC-KATAFLAC-KATAFLAC!. Casi simultáneamente el vehículo comenzó a vibrar como una licuadora y se hizo difícil mantener el curso.
Mis años de entrenamiento para emergencias, unidos a mi proverbial sangre fría hicieron que reaccionara en forma lógica y razonable: me aferré al volante y comencé a gritar como enajenado: ¡ARRGHHHH! ¡VA A ESTALLAAAAR! ¡MORIRÉ HORRIBLEMENTE ABRASADO EN UNA BOLA DE FUEGO! ¡VAN A RECONOCER MI CADAVER POR LA DENTADURA Y TODO EL MUNDO SE VA A ENTERAR DE QUE TENGO UN DIENTE POSTIZOO! ¡MAYDAY! ¡MAYDAY!
Pero fue allí que mis conocimientos de Termodinámica empezaron a surgir espontáneamente, y recordé una de sus leyes : el fuego es calentito. Y nada de calor había en el habitáculo, muy por el contrario las exhalaciones que acompañaban a mis gritos se condensaban en el aire gélido (me salía humito por la boca como cuando hace frío, señores, tampoco es que escriba tan difícil).
Mientras tanto el ¡KATAFLAC-KATAFLAC-KATAFLAC-KATAFLAC! se había convertido en un ¡BLUMPBLUMPBLUMPBLUMP! un poco menos ruidoso. Entonces procedí a detener el automóvil en una calle lateral. No es que yo sea un maricastañas de esos que si el auto les hace un tiki-tiki lo llevan al mecánico, pero una cosa es un tiki-tiki y otra es un ¡BLUMPBLUMPBLUMPBLUMP! además de que venía precedido por el ¡BOOOOM! y el ¡KATAFLAC-KATAFLAC-KATAFLAC-KATAFLAC!.
Detenido que hube mi transporte, bajé del mismo (claro, no voy a bajar de otro, caramba) munido de una linterna que tengo la precaución de llevar siempre en la guantera justamente por si este tipo de eventualidades llegara a sucederme.
Inspeccioné minucosamente la parte de abajo del rodado, esperando encontrar un destrozo similar al que debe hacer un torpedo en un buque, un misil en una aeronave, un hipopótamo disgustado en una cristalería. Pero todo se veía normal, no había nada desprendido, roto o colgante.
Fue entonces que me percaté de que el neumático izquierdo trasero estaba completamente desinflado. Sentí un poco de alivio junto con la brisa helada que acariciaba mi testa reluciente. No era tan grave.
Me dispuse a reemplazar la rueda averiada por la de auxilio, y cuando la saqué la revisé atentamente, para ver si encontraba el elemento que tan violentamente la había herido de muerte.
Y allí fue cuando lo ví. Un trozo de metal pulido aparecía por una rasgadura de casi cinco centímetros en la banda lateral interna del neumático. Tiré de él con curiosidad, tenía que saber qué era.

No era un clavo. No era un tornillo. No era un proyectil balístico.
Era lo que ven la imagen.

Fotografía real del objeto extraído.

Sí señores, una llave para tuercas de 13 milímetros, de unos 14 centímetros de largo, estaba incrustada en mi neumático.

En el momento quedé tan soprendido que ninguna idea de cómo había llegado hasta ahí semejante objeto llegó a abrirse paso hasta mi conciencia. Pero luego, retomado el camino, empecé a atar cabos.
Veamos, cuando ustedes ven una llave de tuercas, ¿qué marca les viene a la mente? Vamos, es fácil. Pero, caramba, parece que ustedes nunca estuvieron en una ferretería. BAHCO(*), señores, BAHCO. Y ahora, si piensan en BAHCO, y en una ferretería, ¿no se les aparece una imagen?. Sí, sí, espero.
...
...
¿Nada? Bueno, tenemos un día de esos, parece. No me digan que no se acuerdan de los posters de BAHCO, con señoritas muy rubicundas con poca ropa, que invariablemente representaban...vikingas.
Voy a hacer una pausa para que asimilen la información, y para que los pocos de ustedes que no estén completamente perdidos tengan una epifanía.
Bien, ya está. Para el resto, ¿de dónde eran originarios los vikingos? Sí, hombre, sí, le costó pero llegó, ¿vió que con un esfuercito usted también puede?
En efecto, los vikingos provenían de Noruega. (Sí, también de Suecia, y de Finlandia, pero no tiene nada que ver).
Es evidente que este supuesto accidente no tuvo nada de accidental. Calculen ustedes las probabilidades de que una llave de tuercas les destroce un neumático mientras circulan tranquilamente por la calle. No, en serio, calcúlenlas ustedes, yo no se ni por dónde empezar. Como sea, deben ser ínfimas.
Ellos han querido dejarme un mensaje. Porque descubrí su secreto. Mejor dicho, uno de ellos. Sabía que me mantenían bajo estrecha vigilancia, han llegado alguna vez a secuestrarme (aunque luego se disculparon diciendo que había sido un lamentable malentendido), pero nunca se habían rebajado a una acción tan vil como la amenaza velada y la advertencia mafiosa.

No me importa. No me van a callar. No cejaré en mis esfuerzos por desenmascararlos, por decirle al mundo quiénes son realmente. Van a tener que hacer mucho más que esto.

¿Me oíste Harald?
¡No te tengo miedo!
¡Jeg er ikke redd!


Buenas noches


(*)Ya sé que BAHCO es una marca de herramientas suecas, no noruegas. Pero había posters de señoritas vikingas con herramientas BAHCO, y los vikingos eran noruegos. Sí, suecos y fineses también. Pero yo nunca dije nada de los fineses o los suecos. Aunque entre un finés y un sueco no hay tanta diferencia, son como los argentinos y los uruguayos. De todas maneras, entonces ¿qué tenían que encajarme los noruegos en la rueda para que yo entendiera que fueron ellos? ¿Un bacalao? ¿Un fiordo?Vamos, seamos serios, por favor.

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