jueves, 30 de abril de 2009

Brevísimo

Recién me estaba fijando cuáles son las búsquedas en Internet que traen a la gente a este rincón y me encontré con esta gema:

"imagenes de portaretratos de floiggers sin fotos" 

Pasando por alto la ortografía, ¿no es genial? ¿Soy yo, o las personas están cada vez más majaretas?

Buenas noches. 


ACTUALIZACIÓN (01/05/2009): Mona Loca, en su blog La Mona en Seda, ha cometido el amabilísimo desatino de hacerme un reportaje. Si los a su vez amables lectores aún siguen preguntándose hasta qué grado de estulticia soy capaz de llegar, vayan y lean mis respuestas. Un papelón.
(Bah, no importa, esto no es más que una excusa para que conozcan el blog de La Mona, que se las trae).

ACTUALIZACIÓN (04/05/2009) : Me voy de viaje, esta vez por aquí cerca. Dejé un par de entradas programadas. La que se llama "cinco" va el viernes, tengan paciencia, hay una razón importante para que así sea. Los que ya la descubrieron a ver si disimulan, caramba. Por favor, por favor, no rompan nada.

domingo, 26 de abril de 2009

Naturalmente

La televisión muestra a un hombre al que han abandonado en un desierto, un bosque, una selva, una isla, una estepa, una montaña o cualquier lugar alejado de la civilización.
El hombre debe sobrevivir una semana, luego de la cual vendrán a rescatarlo. 
Mientras lo veo defendiéndose del clima, los insectos, los animales y las plantas, un único pensamiento viene a mi mente:
La Naturaleza nos odia.


Aquellas personas frecuentemente poco aseadas que insisten en que hay que vivir en armonía con la naturaleza me causan una mezcla de ternura y sospecha. 
No hay manera de vivir en armonía con la naturaleza, señores, a lo sumo podemos establecer ciertos límites en la guerra que desde el principio de los tiempos libramos contra ella.
Antes de que los ecologistas, naturistas, abrazadores de árboles y fanáticos de los  sahumerios comiencen a formar una alegre turba de portadores de antorchas y se pongan a discutir si conviene colgarme de una cuerda de cáñamo o si por esta vez podrían usar una de nylon para hacer patente la ironía, permítanme explicarme.

Si a usted o a mí nos dejan a solas con la naturaleza, lo más probable es que acabemos muertos. Más tarde o más temprano nos va a comer un oso o un cocodrilo, nos va a picar una víbora,  nos vamos a almorzar la planta más venenosa del barrio o nos vamos a sentar arriba de un escorpión. O también puede ser que nos caigamos por un precipicio, nos ahoguemos tratando de cruzar un río, nos succionen unas arenas movedizas o simplemente nos parta un rayo. Eso sin mencionar que tal vez nos hagamos un rasponcito de nada con una rama y a los dos días reventemos de una infección, o que nos caiga encima una gotita del juguito de una planta pinchuda y resulte que éramos alérgicos a eso y el shock anafiláctico deje nuestro cadáver tan horrendamente hinchado que ni siquiera la alimañas se animen a comérselo. Todo eso sin mencionar la deshidratación, los parásitos, o enfermedades que ni siquiera tienen nombre. 
Los tipos que sobreviven en esas condiciones están entrenados, son como tropas de elite en una batalla contra todo lo que los rodea. Y aún así a veces pierden.

Si la Naturaleza no nos ha matado a todos es porque no  tiene ganas. Sí, a veces hace como una tosecita o un estornudo y nos manda un tsunami o un terremoto o un volcán o un huracán o una inundación o alguna cosita igualmente simpática y se deshace de unos cuantos miles de parroquianos, pero en perspectiva esas gracias vienen a ser más o menos lo mismo que nosotros echándole veneno a un hormiguero. O sea, lo que decía al principio, por ahora no le dieron ganas de matarnos a todos de una vez.

Usted dirá que el potus que tiene en el departamento no ha mostrado ninguna actitud agresiva, que no conspira con el malvoncito del balcón para extrangularlo mientras duerme, que las cucarachas salvo su repugnancia intrínseca no han desplegado ninguna letalidad digna de ser notada. Que incluso tiene un gato que no le hace pis en la cama. Hombre, claro, las pequeñas muestras de naturaleza que usted tiene encerradas en el quinto piso de un edificio de acero y hormigón lleno de cables eléctricos, motores y cosas de plástico  no representan ninguna amenaza. Están fuera de su ambiente, son como prisioneros, es el caso inverso al del tipo en la selva. Si usted quiere riega las plantas con querosene, le da de comer al gato el veneno de las cucarachas y ... bueno, no sé muy bien qué hacer con las cucarachas, mientras se me ocurre algo vaya matándolas a pisotones. Y ya está, nada de Naturaleza. 

A nivel planetario esto es un poco más complicado. Sí, sí, ya sé, estamos envenenando los ríos, el aire y la tierra, la Tierra está poniéndose más caliente, o más fría, o más seca o más húmeda, se van a derretir los polos, el Ecuador se va a congelar y todo eso. 

Pero no importa lo que hagamos, la Naturaleza va a ganar al final. Resulta que nosotros somos unos seis mil millones de soldados, nada más. Y dentro de cada uno de nosotros hay un muchillón de bacterias, que juegan, obviamente para el otro bando. Así que aunque nos esmeremos en envenenar todo, aunque contaminemos todo el océano, eliminemos uno o dos millones de especies, usemos bolsas de polietileno y enterremos todas las baterías usadas en el jardín, aunque nos pongamos pesados y nos tiremos unas cuantas bombas atómicas por la cabeza, aunque rociemos ácido sulfúrico en todos los bosques y selvas, lo más probable es que los que se extingan en el proceso seamos nosotros. 

Y del otro lado, algo vivo, un microbio, un alga, una bacteria, una lechuga, un gusano, un cangrejo, una hormiga, garrapata, cucaracha (lo siento, al final no se me ocurrió nada para exterminarlas a todas) o ciempiés, va a trepar por sobre la pila de escombros malolientes que hemos de dejar como muestra de nuestro paso fugaz por la historia del planeta. (Bueno, si es una planta no va a trepar. A no ser que sea una planta mutante. Que también puede ser, después de todo enterramos las baterías en el jardín). 

Y seguirá con lo suyo, tranquilamente y sin molestar a nadie.

Buenas noches

lunes, 20 de abril de 2009

Material boy

Si usted quisiera venderme algo, debería saber que tengo una debilidad importante, una llave secreta que le dará acceso a las profundidades de mi presupuesto. No se trata de la moda, no tiene que ver con el status, no logrará tentarme con la exclusividad. Si usted mueve la palanca adecuada, el precio será un detalle sin importancia. Le daré una pista : tiene que ver con mi formación ingenieril.

Soy un loco de los materiales.


Para explicar a qué me refiero, expondré dos ejemplos. 

Ejemplo uno.

Bugman: -Buenas, quisiera ver unos cinturones.
Vendedor: -¿Para vos? 
B: (Un poco molesto por el tuteo)-Sí, para mí.
V:-Muy bien, mirá, tenemos estos de cuero de carpincho albino, cosidos a mano y lustrados con aceite de hígado de salmón, con hebilla en hierro forjada en Latvia.
B: (Revisando el cinturón)-Hum...está como desparejo acá en el borde, ¿no?
V:-Bueno, sí, es artesanal, no está hecho a máquina, esa es la gracia, ¿viste?
B:-Sí, pero está como torcidito acá, y la hebilla...tiene algo, como una rebaba, el hierro. ¿No está como un poco oxidado, también?
V:-Es hierro, forjado a mano, es lo último en Europa, se usa así, ¿por qué no te lo probás?
B:-Mmmmnnose...¿esto es una mancha?.
V:(un poco fastidiado)-Es el lustre, queda así. Es la gracia.
B:-Mhhhhhbueno...cualquier cosa vengo más tarde, gracias.

Nótese que el carácter artesanal no me emociona. Hay gente que se pirra por cualquier cosa hecha a mano por esforzados artistas de la producción individual. Yo no. Veamos el segundo ejemplo.

Ejemplo dos.

Bugman:-Buen día, necesito hacerme unos anteojos.
Vendedor: -Buen día .¿Los cristales solos o también te podemos ofrecer un marco?
B:(Un poco molesto por el tuteo)-Sí, también quiero el marco, el que tengo ya está muy gastado.
V:-Muy bien, te voy mostrando, tenemos estos de caparazón de tortuga, estos de acrílico, estos de aleación.
B:-A ver, mostrame los de aleación, ¿qué aleación es exactamente?
V:-Es titaluminium, aleación de titanio y aluminio.
Involuntariamente levanto una ceja. Trato de recordar si esa aleación existe, o si resulta que el vendedor sacó el nombre de una película de Viaje a las Estrellas. 
B:-Ajá...
V:-Probátelos. El material es buenísimo, resiste el calor hasta mis trescientos treinta grados, es totalmente inmune a la corrosión, es dos veces más duro que el acero y más flexible que el molibdeno. No lo afectan ni el ácido ascórbico ni los rayos gamma. 
B:(Intentando disimular el entusiasmo)-Pse...no sé...
V:(Seguro de haber encontrado el flanco débil)-Con este material se hizo la cerradura de la puerta del baño del transbordador espacial Challenger.
B:-Je,je...pero el Challenger explotó.
V:-Y lo único que se encontró intacto entre los restos fue la cerradura de la puerta del baño.
B:-¿Se puede pagar con tarjeta?

Nótese que en el segundo caso (casi verídico, por otra parte, salvo que la cerradura del baño del Challenger nunca fue encontrada) ni siquiera pregunté por el precio. La sola mención de un material aeroespacial decidió la compra. 

Usted puede intentar venderme un reloj de oro incrustado en diamantes y le diré que es una joya superflua y de mal gusto, pero ofrézcame uno de acero al cromo-vanadio con pulsera de fibra de carbono y me tendrá babeando todo el mostrador. 
Dígame que el cuchillo que me está mostrando se hace bajo pedido en un taller austríaco con los mismos métodos del siglo XVII y no podré reprimir un bostezo; descríbame el proceso industrial controlado por computadoras necesario para obtener la mezcla exacta de hierro y carbono con átomos de azufre y nanopartículas de cadmio que se utiliza para hacer la hoja y caeré rendido ante la majestad de la tecnología.

De manera que, señores vendedores, ya lo saben. Si quieren que les compre algo, debe tener almenos un material novedoso cuyo nombre suene futurista. Y si no, tiene que ser muy barato. Eso también funciona.

Buenas noches.

jueves, 16 de abril de 2009

Sin comentarios

Mientras pienso sobre sobre qué demonios escribir, o me decido a terminar y publicar alguno de los artículos que tengo en borrador, les traigo unos desvaríos que aparecieron en las primeras épocas de este blog, y que en su momento merecieron la indiferencia del público. Veamos si el tiempo los ha mejorado, o si realmente ameritan un "no comments".





Buenas noches.



 

viernes, 10 de abril de 2009

Cositas sueltas 19



-El plagio es una de esas ofensas que no podrían ser reparadas por la Ley del Talión (*).

-Mea culpa es salir de un baño público con salpicaduras en el pantalón.

-Tenía muchas ganas de terminar con la burocracia, pero resultó que había que hacer un trámite larguísimo.

-Me encanta la naturaleza. Lo único que me molesta son todos esos animales, insectos y plantas.

-Me pregunto de qué servirá tener trescientos cuarenta y cuatro amigos en Facebook, si no se les puede pedir dinero prestado.

-Los amantes de la teoría de la conspiración creen que hay un plan maligno detrás de todo. Yo no soy tan optimista.

-Muchas veces mientras estoy haciendo algo me asalta la idea de que debería estar haciendo otra cosa. Entonces abandono cualquier actividad y me voy a dormir una siesta. Uno no puede equivocarse mientras duerme una siesta.

-No me importaría para nada vivir en una simulación hecha por máquinas, como en la película Matrix. Así yo también podría hacer lo que hacen mis clientes, echarle la culpa de todo al sistema.

-Cualquiera pensaría que esta sería la cosita suelta número nueve de esta edición, pero no.

-La número nueve , es esta.




Buenas noches.



(*) Ojo por ojo, diente por diente.

sábado, 4 de abril de 2009

Fines del mundo eran los de antes



No me va a comparar, jovencito, no me va a comparar. Antes el fin del mundo era otra cosa. Y mire que yo pasé por varios fines del mundo, ¿sabe?. Sí, ya sé que el mundo no se terminó nada, es una forma de decir, como cuando uno dice "tengo tanto apetito que me comería un caballo", no quiere decir que uno se vaya a comer un caballo, porque dígame adónde se compra uno un caballo, y si se lo compra cómo lo cocina, no me va a decir que además se lo quiere comer crudo. Tenga cuidado, joven, no conviene comer carne cruda, que hay unos microbios malísimos para la salud que viven en la carne cruda y hay que ponerlos a la parrilla para que se mueran. Ahí está, ya me cambió de tema, yo lo que quería decirle era que antes los caballos eran otra cosa. No, no, el fin del mundo, estamos hablando del fin del mundo, joven, está bien  que tenga apetito, pero no se me distraiga, caramba.

Le decía que antes los fines del mundo eran algo como la gente, le decían que el martes que viene se acababa todo porque iba a pasar  el cometa González y nos iba a achicharrar como a los microbios esos que vienen en la carne cruda y que el mar se iba a evaporar y todos nos íbamos a morir cuando grandes bolas de fuego cayeran del cielo y aparte iban a explotar los volcanes mientras había terremotos, inundaciones, huracanes, ataques de Godzilla y monjas en motocicleta. Lo que se dice un señor fin del mundo, uno de esos que hacen que la gente entre en pánico y ande a los gritos en paños menores y compre latas de tomates. No faltaban esos que siempre quieren estar un paso adelante de todos y se mataban , de puro ansiosos, nomás.

Pero ahora con qué nos vienen. Que el calentamiento global, que al final no resultó tan calentamiento y para no quedar tanto como paparulos le cambiaron el nombre a cambio climatico, nos va  a matar en cincuenta o trescientos años. Que la contaminación de no se qué va a terminar con el planeta dentro de no se cuántas décadas, eso no es un fin el mundo, jovencito, eso es un cuento de viejas, mire si me voy a andar asustando de algo que va a pasar en muchicientos años, justo yo, que no puedo conseguir un crédito para cambiar la heladera porque me dicen que no voy a terminar de pagarlo. Me lo dicen jovencitos como usted, mocosos insolentes, ya van a ver cuando tengan mi edad y no les quieran dar un préstamo para comprar un miserable caballo para comer. No, yo no como caballos, ¿por qué me pregunta eso? ¿Se siente bien, joven? 

Porque aparte no dicen, qué se yo, "en mayo de tal año sonamos". Así por lo menos en abril de ese año salimos a romper vidrieras y a gritar un poco. No, es algo como "si las cosas siguen así, más o menos en unos cien años, o algo así, puede ser que las cosas se pongan un poco feas". ¿Se acuerda del agujero de la capa de ozono? ¿Que nos íbamos a cocinar vuelta y vuelta? ¿No se acuerda? Oiga, usted me preocupa, jovencito, no se puede vivir tan desinformado. Mire que por ahí viene el fin del mundo y usted ni se entera. 

Hablando de eso, antes el fin del mundo era otra cosa, ¿sabe?. El último fin del mundo más o menos decente fue en el año dos mil, ¿se acuerda? Decían que todo lo que andaba a pilas o se enchufaba se iba a romper y usted no iba a tener más plata en el banco y se le iba a caer un avión en la cabeza y todos los semáforos se iban a poner violetas, y la cafetera eléctrica le iba a explotar y la tele iba a pasar todo el día novelas con Alberto de Mendoza. Algo así, decían. Yo tengo un cuñado que en aquella época trabajaba con computadoras y esas cosas y estaba como loco, se compró como doscientos litros de agua mineral y se encerró en la casa porque decía que la gente se iba a volver loca y todos iban a andar a los tiros. Yo un poco me contagié y compré mucha agua mineral, también.  

Al final no pasó nada, creo que nada más hubo una viejita jubilada en Australia que le faltaron diez dólares del banco, o algo, pero vaya usted a saber, vio como son los viejos que se olvidan de todo, a lo mejor ya se los había gastado y no se acordaba. A mí eso no me hubiera pasado porque la plata no la pongo en el banco,  me dan desconfianza los bancos. Lo que sí es que después me la pasé tomando agua mineral, y me hacía el tecito con agua mineral, y me lavaba las patas con agua mineral, también, como hacen los ricos. Bueno, no se, no conozco a ningún rico, pero seguro que se lavan las patas con agua mineral. Sí, joven ya sé que no se dice patas. Se dice pieses.


Buenas noches.

 
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