miércoles, 26 de noviembre de 2008

Grandes Olvidados (III). Robert Rightman




El Equipo de Investigación de Los Sin-logismos de Bugman llevaba meses jugando al truco y tomando mate sin siquiera simular que se estaban ocupando de algún caso. Les di un ultimátum, y esto es lo que me trajeron.







El abogado Robert Rightman se recibió con honores en la Universidad de Wichita, Kansas, en diciembre de 1964. Durante su ceremonia de graduación se produjo un curioso incidente: cuando el Decano estaba por entregarle la medalla de honor, la rechazó alegando que en un examen del segundo año de la carrera un profesor le había dado por válida una respuesta relativa a un juicio, pero él posteriormente había investigado y comparado precedentes y había llegado a la conclusión de que se había equivocado, por lo tanto, no merecía la nota que le habían puesto y tampoco la medalla. El viejo Decano Schwartz improvisó una palabras sobre el valor de la honestidad, la posibilidad de corregir los errores que a veces comete la Justicia y la conveniencia de cerrar la boca cuando nadie nos pregunta nada, y le encajó la medalla casi por la fuerza.


El episodio no pasó inadvertido para Martin Murchison, socio del estudio jurídico Murchison, Murchison, Murchison, Murchison y Murchison(*) (también conocido como The Fabulous Murchison's Five, o simplemente The M-5) , uno de los más prestigiosos de Wichita, que se encontraba en la ceremonia en virtud de ser de los principales benefactores de la Universidad.
Murchison le ofreció trabajo a Robert allí mismo, que no dudó ni un instante en aceptar la oferta. Nadie se negaba a The M-5.

Tres meses después, el nóvel letrado hacía su debut en el Juicio La Ciudad de Wichita versus Paul Giancarletti, donde se destacó fulminando pruebas, demoliendo testimonios, refutando pericias y citando numerosa jurisprudencia. Luego de su alegato final, el jurado no tardó ni diez minutos en dar el veredicto. Paul Giancarletti fue condenado a quince años en la Prisión Estatal de Wichita.  Y eso que el Fiscal pedía una multa de 50 dólares y seis horas de trabajo comunitario.

Los Murchison estaban furiosos. Rightman no solamente había arruinado un caso prácticamente ganado sino que lo había hecho a propósito. Porque las pruebas fulminadas, los testimonios demolidos y las pericias refutadas habían sido precisamente los de la defensa. El fiscal prácticamente no había dicho nada. Interrogado, Rightman respondió con toda franqueza:  "Giancarletti era culpable, hubiera sido una injustica que saliera absuelto". 
Unos sorprendidos Murchison le explicaron que su trabajo era defender a quienes lo cantrataban, sin importar su culpabilidad, y Rightman salió del estudio indignado. Abandonó su puesto ese mismo día, y en su carta de renuncia escribió: "No se sirve a la Justicia ocultando o falseando la Verdad".

Andrew, el más viejo de los Murchison, tuvo que ser atendido por un médico cuando a raíz del ataque de risa que le provocó la lectura de la nota se resbaló de su silla y cayó al piso.

Poco tiempo después, Robert fue citado por la Oficina del Fiscal de Distrito. Creyendo que su actuación en el juicio Giancarletti se explicaba por un deseo ferviente de ver a los criminales tras las rejas, le ofrecieron trabajo. Aceptó.

El juicio de William Tampert, acusado de asesinato en primer grado, en segundo grado, en curso preuniversitario y MBA en asesinato, será recordado por la comunidad jurídica de Wichita como uno de los más extraños de los que se tenga memoria. Aún hoy por los pasillos de la Corte se suele decir "No me vengas con un Tampert" cada vez que alguien hace o dice algo totalmente contrario a lo esperado.

Y es que Robert Rightman, el abogado demasiado íntegro, demostró toda su impresionante capacidad en ese caso.  El juicio terminó con seis condenas y una absolución. Los condenados fueron tres testigos de la Fiscalía, dos peritos de la Corte y el propio Fiscal, por ocultamiento de pruebas, falso testimonio, prevaricarto, ludibrio, halitosis, incitación al eutraperlio e intento de asesinato (el Fiscal, promediando una de las últimas audiencias, se arrojó encima de Robert y comenzó a estrangularlo). William Tampert fue absuelto de todos los cargos en su contra.

Cuando los oficiales se llevaban al Fiscal esposado, pasaron junto al responsable del insólito desenlace. Con la mirada perdida, el ahora reo le preguntó a Robert : "¿Por qué?", y él respondió: "No se sirve a la Justicia ocultando o falseando la Verdad". Lo curioso fue que pronunció las palabras "Justicia" y "Verdad" con mayúsculas.

Esa fue la última intervención de Robert Rightman en cualquier tribunal conocido.

 
El equipo de Investigación de LSB asegura haberlo visto en la playa de Ipanema, en Río de Janeiro, vendiendo choclos a los turistas. Dicen haberlo ubicado reconstruyendo meticulosamente una serie de pistas a lo largo de los años, y que lo reconocieron por viejas fotografías. Me presentan como prueba que la edad aproximada del viejo que hablaba el portugués con un leve acento extrajero era de unos sesenta y cinco años  (coincidente con la edad que Robert tendría hoy) y que, como su  íntegra naturaleza lo hubiera dictado, en vez de convencer a los potenciales clientes de las bondades de su producto, les advertía que los choclos no estaban muy frescos y que su margen de ganancia por unidad era bastante considerable.

Pero yo sospecho que me hicieron un cuento para que les pagara una semana en Río.


Buenas noches.



(*) Curiosamente, los cinco Murchison no eran hermanos. Eran primos.

sábado, 22 de noviembre de 2008

El alemán, el inglés, el ruso.

Los hombres vivimos bajo la amenaza de un triunvirato que acecha nuestros años maduros. Se compone de un alemán (Alzeheimer), un inglés (Parkinson) y un ruso (Próstata).

Hace algunos años, acercándome despreocupadamente hacia la fecha en la que habría de completar la cuarta década de mi vida, noté que la frecuencia de mis visitas a los lugares excusados aumentaba significativamente.  Como cualquier hombre que se precie de tal no le dí la menor importancia ni pensé en hacerme revisar por un profesional, sobre todo porque la experiencia indica que cuando uno va al médico entra con una molestia indefinida y sale con una enfermedad de nombre rarísimo.
Pero cuando ya no pude terminar una frase sin descargar mi vejiga, y habiéndome enterado por casualidad que el famoso y excéntrico astrónomo  Tycho Braile había muerto justamente por aguantarse las ganas de orinar (Sí, mi mente pergeña las asociaciones más estrafalarias. Son casi asociaciones ilícitas), entonces me armé de coraje y pedí turno con un urólogo.
El facultativo me escuchó durante unos cinco minutos mientras yo me retorcía en mi asiento, y me asignó una extensa pero convencional batería de análisis. Me hice extraer sangre, oriné dentro de un frasquito, esperé los resultados y volví.
El doctor miró y asintió, me dijo que mi nivel de colesterol era envidiable y que el nivel de antígeno prostático, que viene a ser una especie de heraldo del ruso, no indicaba ningún problema. Probablemente lo mío era un inflamación prostática pasajera,  debía evitar los picantes, tomar mucho líquido y seguir mi vida normal.
Yo suspiré aliviado, porque hay un detalle de la visita al urólogo que todo hombre que está cerca de los cuarenta conoce y teme.
No debí ni siquiera pensarlo. Como si mi diálogo interior se hubiera producido en voz alta y le hubiera hecho recordar al galeno la falta de un procedimiento insoslayable, el muy hijo de Hipócrates dijo de la misma despreocupada manera con que uno suele hablar del clima :"Igual, por las dudas, vamos a hacer un tacto".
Me señaló la camilla y comenzó a ponerse un guante de látex en una mano que se me antojó realmente grande. Mientras él untaba con gel anestésico aquella extremidad que crecía ante mis ojos, yo experimentaba la forma más elevada de la meditación : la disolución corporal total.
Me acosté en la camilla de cúbito ventral. "No", me dijo el manazas, "al revés, y bájese los pantalones y los calzoncillos". Mi inquietud se transformó en temor. Y este en pánico. El pánico dio lugar a la curiosidad, porque las aterradoras historias que cuentan aquellos que han pasado por situaciones similares nunca describen la posición de la víctima. 
Allí estaba yo, boca arriba en una camilla, con las rodillas flexionadas como una parturienta, a punto de ser sometido a un procedimiento médico legítimo que hubiera preferido evitar. "No puede ser", pensaba, "que en una época en la que existe la resonancia nuclear magnética, el ultrasonido, la endoscospía y el Ipod un médico apele a la arcaica técnica de palpar un órgano para evaluar su estado". No podía ser, pero estaba sucediendo. Yo tenía los ojos fuertemente cerrados, calculé que ver la cara del profesional mientras me horadaba sin siquiera decirme que me quería, sin antes invitarme a cenar ni a ver una película me podía dejar profundas secuelas mentales.  
 
Y entonces, hizo la pregunta.
 
"¿Qué siente?"
 
Mil respuestas se agolpaban en el conducto que lleva desde el cerebro hasta las cuerdas vocales, se empujaban, se daban codazos, levantaban la mano y gritaban "¡A míiiii , elígeme a míiii!". Estaban allí, en alegre desorden, la grosería ramplona (siento que me está metiendo un dedo en el ano), la duda dilatoria (¿a qué se refiere, doctor?), la negación protectora (absolutamente nada, ¿está usted haciendo algo allí abajo?), la curiosidad científica (¿qué es exactamente lo que debería sentir?) y por supuesto, la respuesta óptima, el chiste (creo que es amor, doc).
Pero me limité a describir mi incomodidad evidente y ningún dolor identificable.
Y de pronto, para mi alivio, todo terminó. El hombre que hacía instantes había llegado donde nadie había llegado jamás, se sacó el guante, se lavó las manos y me dió unas toallas de papel para que me higienizara precariamente. Segundos después, yo estaba fuera del consultorio recuperándome de la novedosa experiencia con una receta en la mano y el antifonario completamente adormecido. 
"No es nada, no se preocupe. Tómese estos desinflamatorios y vuelva para un control de rutina en tres meses", me había dicho el urólogo. 
 
Sí, claro. Ya voy. Pero por las dudas, doctor, si no llego, empiece sin mí.
 
Buenas noches.
ACTUALIZACIÓN 26/11/08: Parece mentira, ni que lo hubieran hecho a propósito. Miren lo que acaban de publicar los muchachos de No puedo Creer que lo Hayan Inventado.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Me tomo un memento

Mientras me recupero emocional y financieramente de la reciente campaña (Adenoz, tengo aquí unos recibos que me gustaría revisar con usted), aprovecho la oportunidad para dar cumplimiento a un pedido de Dull, que me pasó un meme (si usted no sabe lo que es un meme, no importa, pero qué fuera de sintonía que está. Debería estar avergonzado. A ver si se entera. No se puede vivir en una media. Ah, claro, ya entiendo, usted es uno de esos que se las dan de intelectuales porque no usan reloj y no ven televisión. Bueno, bueno, vaya tranquilo, tómese un té de laurel y siéntese en su sillón de caña malaca a leer a Dostoievski. Nosotros seguimos aquí con nuestras nimiedades, espero que no le moleste).

Decía que me pasaron un meme y se titula “Siete particularidades de mi persona".

Suponiendo que al referirse a particularidades se trata de consignar aquellas cosas que son propias y nos definen o al menos nos hacen pertenecer a una selecta minoría, y tratando infructuosamente de recordar si alguna vez no he respondido alguna cosa muy similar, me decanto por las siguientes:


1) Tengo gran capacidad para acumular electricidad estática en mi cuerpo. Cada vez que me bajo del auto tengo que tocar algún metal para descargarme, aunque me resulta mucho más divertido tocar a otra persona.

2) A pesar de ser zurdo, aprendí (es una forma de decir) a jugar al golf como diestro. No puedo sacarme de la cabeza la idea de que tal vez si hubiera empezado como zurdo jugaría un poco mejor.

3) Me enfurece que me peguen con la palma de la mano en la nuca. Pierdo totalmente la noción de represalia proporcional, respondo con golpes de puño sin que medie proceso mental alguno.

4) Además de la habilidad de mover mis cejas por separado recientemente documentada en video, puedo mover mis orejas (las dos juntas, tampoco soy un fenómeno de feria).

5) Nací el día 16 del mes 6 del año 1966. Sin embargo se me esperaba unos diez días antes, de manera que mi fecha de natalicio bien hubiera podido ser 6-6-66. En resumen, me perdí de tener un papel protagónico en el Apocalipsis por llegar tarde.

6) Fui al cine a ver la película de Bob Esponja, y ni siquiera llevé a un sobrinito como excusa.

7) Uso el teléfono celular para hablar por teléfono.


Cumplido, estimado Dull. Pero fiel a mis retorcidos principios no voy a designar a nadie para que continúe la cadena, por las razones que he expuesto muchas veces. O tal vez una. Pero que las he expuesto, las he expuesto.

Buenas noches.


martes, 18 de noviembre de 2008

Una más, y no incordiamos más.

Sí, ya sé, que ya estuvo bien, que los premios estos les tienen las gónadas por el suelo.  Pero este video lo tenía casi terminado, lo tuve que editar un poquito nada más. Bueno, bastante. Digamos, la mitad. Me quedó muy bonito y no lo quería desperdiciar. Con esto ya está, listo. No hablo más del asunto. 

(Mecachi, ¿y ahora qué escribo?)

PD: ¡Gracias Democracia China!





Qué barbaridad, me estaba olvidando de algo importantísimo:

Buenas noches.

domingo, 16 de noviembre de 2008

sábado, 15 de noviembre de 2008

Último momento

    "Vinieron los sarracenos,

      y nos molieron a palos.

     Que Dios protege a los malos,

     cuando son más que los buenos".

 

 

 "¡Somos dignos, somos dignos!"   (Thejab)

viernes, 14 de noviembre de 2008

Bugman-tomas falsas

Alea jacta est, la suerte está echada. Si hasta ahora no hicimos nada bueno para que el Jurado nos elija, no lo vamos a hacer ahora.

Mañana a esta hora ya se sabrá el resultado, yo voy a pasar todo el día lejos de mi computadora jugando un torneo de golf (en el que tengo aún menos posibilidades de ganar) así que me voy a enterar por la noche.

Los muchachos de Bitácoras.com me pidieron que les enviara un video agradeciendo el premio, por si acaso. Me imagino la alegría de los muchachos de la competencia si acaso tuvieran que aguantarse mi cara saliendo en pantalla gigante como una especie de Big Brother con acento porteño.

Tuve que grabar el video a las apuradas y muy temprano por la mañana antes de salir a trabajar. A pesar de mi entrenamiento actoral, no me salió al primer intento.
Mientras esperamos la seguramente sabia decisión del Jurado (me reservo el derecho a cambiar de opinión), disfruten de las tomas falsas.

(¿La versión final? Bueno, si me dan un premio se las muestro ).

Buenas noches.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Bricolaje II


Supongamos que un día nos levantamos de la cama  decididos a arreglar de una vez por todas ese maldito indoro que gotea y adereza nuestras noches con un constante "pliquiti-pliquiti-plic". 

Supongamos también que somos uno de esos hombres chapados a la antigua que se sienten levemente emasculados si tienen que recurrir a los servicios de un especialista para que haga lo que ellos podrían hacer perfectamente.

Entonces inflamos el pecho, nos arremangamos y sacamos nuestra caja de herramientas (si usted no tiene caja de herramientas no siga leyendo, vaya tranquilo, vaya, léase unos poemas, corte algunas flores y retoze desnudo por el prado) y desenroscamos, golpeamos, desarmamos, descubrimos, forzamos y manipulamos hasta que encontramos  que el origen del problema está en un pedacito de metal que enrosca en otro pedacito de metal, y que está rajado. Y felicitándonos por nuestra pericia para diagnosticar pérdidas en inodoros que hacen "pliquiti-pliquiti-plic", vamos raudamente a la ferretería más próxima a conseguir el repuesto.

Allí nos atiende un individuo mal entrazado y con aspecto de estar sufriendo de cólicos renales que escucha nuestra explicación de "es un cosito redondo de metal que va en el cañito que sale de atrás del inodoro y se enrosca en la parte del tubo que se mete en la pared" exteriorizando una mezcla de desprecio, asco e indiferencia. (Sí, los ferreteros tienen mala traza, pero son muy expresivos). Luego de permanecer en silencio el tiempo suficiente para hacernos sentir como  una especie de insecto especialmente repugnante, el homínido realiza un contraataque letal : "¿Quiere una cupla Hunchtington doble con boquilla expansiva, o una  Wercester estándar?"

Acusamos el golpe. Parpadeamos. Balbuceamos. "Es como un tubito..."

Nuestro contrincante entrecierra su ojillos porcinos. Paladea el momento. Le estamos alegrando el día, ha encontrado una presa fácil, una víctima inerme, el ciervo que tiene una pata más corta y no puede correr. Continúa interrogando. "¿De qué marca es el inodoro?"

Ah, eso sí lo sabemos. "Zenitram". Ahí tiene, no nos va a agarrar tan fácilmente.

"¿Línea Módena, Florencia, Venecia, Roma, Sicilia o Córcega?", pregunta el muy listo. 

Definitivamente lo está disfrutando. Demonios. No sabíamos que los inodoros tuvieran tanto pedigree. Nos rendimos. "¿Y si mejor le traigo la pieza?".

Un par de horas después (el maldito tubito que enrosca en el otro tubito se resistía) volvemos a la ferretería y depositamos con cierta violencia el pedazo de metal sobre el mostrador. 

"¿Qué es esto?", pregunta el empleado, mirando el origen de nuestro desvelo sin tocarlo, como si fuera material radioactivo. En parte lo comprendemos. Lo que llevamos está cubierto de incrustaciones, presenta signos de haber sido extraído con herramientas inadecuadas por un operario muy torpe, tiene el aspecto de una reliquia del Titanic.

Explicamos nuevamente un poco avergonzados: "Es el tubito de la parte de atrás del indoro, que se conecta con el..." no nos deja terminar. Se va hacia el fondo del local, abre cajoncitos y más cajoncitos llenos de piezas estrafalarias mientras resopla y murmura. Unos minutos después vuelve con algo reluciente que se parece tanto a lo que trajimos como una Ferrari a un Ford A.

Lo miramos. Nos mira. "Es la cupla Wercester de un inodoro Zenitram línea Módena", dice, y se queda tan contento. Tímidamente, preguntamos "Pero...¿sirve lo mismo?. Parece un poquito más grande". "Es lo mismo", contesta mientras lo envuelve en papel de diario y nos lo deja ahí sobre el mostrador. Suponemos que hay una especie de superstición entre los ferreteros que indica que no hay que entregar la mercadería en mano del cliente. Pagamos, decimos "gracias" y "buenas tardes" e interpretamos que el resoplido con que nos obsequia es una especie de saludo.

Ya enfrentados con el inodoro, con la brillante cupla Wercester en una mano y una llave inglesa en la otra (si usted no tiene una llave inglesa, no se preocupe, deje de leer esto que no es para usted, vaya, vaya a jugar con su colección de "pequeños ponys") dedicamos las próximas tres horas a intentar unir tres partes que no parecen estar diseñadas para acoplarse tan alegremente. Blasfemamos, transpiramos, pero nada. Tal como los sopechábamos, no era un cupla Wercester lo que hacía falta, tal vez sea un niple Martiglade, un codo Fishborne o un pedazo de estopa, pero definitivamente no es una cupla Wercester.

Ahora bien, llegados a este punto tenemos dos opciones. La primera es volver a la ferretería indignados a increpar al Lord of the pipes por su error, quien probablemente nos desarme diciendo "Ah, otra cosa no tengo", y la segunda es hacer gala de nuestro ingenio y arreglarnos con lo que tenemos. 

La satisfacción de lograr algo por nuestros propios medios sorteando toda clase de dificultades, sufriendo la carencia de medios adecuados, batallando y superando nuestra propia impericia es comparable al sexo, incluso al sexo en el que participa otra persona además de nosotros.

Esa noche nos acostamos y disfrutamos del silencio, hemos doblegado al inodoro rebelde mediante el uso de nuestra inteligencia superior y unos cinco kilogramos de un producto sellador que encontramos en el fondo de un cajón de la cocina. La pérdida ha sido amordazada por un ingente bodoque de pasta que lentamente irá fraguando hasta convertirse en algo indistinguible del metal, y probablemente sea más duradero que éste. Hemos triunfado.

A la madrugada nos despertamos debido a una urgencia urinaria, vamos al baño, nos aliviamos rápidamente y presionamos el botón de descarga del inodoro. Regresamos a la cama como zombies.

Y entonces lo escuchamos.

"Pliquiti-pliquiti-plic".



Buenas noches.
 





lunes, 10 de noviembre de 2008

Hasta la burbuja que viene

El toletole mayúsculo que el mundo está experimentando estos días se debe a la existencia de algo llamado burbuja inmobiliaria que acaba de hacer ¡plop!.

Tarde o temprano las cosas habrán de calmarse, como viene pasando desde siempre.

Pero mientras tanto, incluso en este preciso momento, otras burbujas están inflándose, y puede que usted mismo esté insuflando sin saberlo.

El Grupo Único de Recopilaciones Universales (G.U.R.U.) de Los Sin-logismos de Bugman ha extrapolado las tendencias que se están produciendo ahora mismo, y ha hecho varios pronósticos. Después pidieron una pizza, y me la cobraron a mí.

* La Burbuja Lavandera, o Bubble-Rap

La creciente tasa de divorcios continuará duplicándose cada año hasta llegar un momento en el cual las parejas comenzarán a tramitar la separación antes del matrimonio. Esto producirá millones de hombres viviendo solos y demandando los servicios de lavanderías automáticas. El negocio de las lavanderías crecerá exponencialmente, hasta que en algún momento la cantidad de calcetines perdidos (es un hecho que el 65% de los calcetines enviados a las lavanderías desaparecen y terminan en alguna clase de mercado negro) será tan alta que los hombres dejarán de usarlos, les saldrán ampollas en los pies y aumentará el ausentismo laboral.

Sin embargo, esto nada tendrá que ver con el colapso de las lavanderías, que se producirá por el aumento del jabón en polvo.

* La Mc Burbuja

Los locales de comida rápida que ya surgen como hongos después de la lluvia por todo el planeta continuarán medrando. La gente comerá cada vez más por la angustia que le provocarán las sucesivas explosiones de otras burbujas, hasta que finalmente esta también estallará. Nos referimos a la gente.

* La Burbuja Celular, o Movilbuja

La tendencia actual de fabricar teléfonos celulares con más y más prestaciones de dudosa utilidad se intensificará, junto con la irracional necesidad de la gente de obtenerlos. Asimismo las compañias continuarán sus campañas de mercadeo agresivo, llegando a ofrecer teléfonos celulares en las maternidades donde los recién nacidos podrán firmar contratos de servicio con la huella de su pie derecho. Pero la calidad de las llamadas no mejorará en absoluto, hasta el punto en que será más práctico entenderse a los gritos que mediante los telefonitos. En ese momento un visionario patentará un nuevo dispositivo de comunicaciones: dos latas unidas por un hilo.

* La Burbuja del LCD (mal llamada "burbuja lisérgica", por un error de tipeo)

Los televisores de pantalla de cristal líquido (LCD) continuarán bajando de precio y aumentando de tamaño. Llegará un momento en el que será más barato comprar televisores gigantes que construir paredes, y entonces empezarán a surgir los "lcdificios". El constante bombardeo de imágenes desde los cuatro costados producirá una idiotización colectiva y un gran porcentaje de la población morirá ahogada en su propia saliva. Desgraciadamente para los productores de televisores, este porcentaje incluirá a todos los técnicos, ejecutivos y operarios de sus fábricas.

* La Burbuja de los Blogs, o Blogbuja

Muchos bloggers descubrirán que es más fácil citar a otros bloggers que producir contenido propio. Lentamente irá creciendo la cantidad de blogs que se refieren a otros blogs. Después de algunos años apenas diez bloggers estarán produciendo todo el contenido del mundo, y luego cinco, después tres y finalmente uno solo. Y un día, un comentarista lo acusará de plagio.

Buenas noches

PD: Hoy, 10 de noviembre, es el Día del Dibujante. Aprovechen y saluden al gran CEO, estupendo exponente del oficio y distinguido lector de este blog.

Finalistas



Acaban de anunciar los finalistas en la categoría "Mejor Blog de Humor" de los Premios Bitácoras.com 2008, y estamos entre los tres elegidos. Ahora solo queda esperar la decisión del Jurado.




¡GRACIAS!

(Angie, ¿ya eligió vestido para la ceremonia?)

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Seguimos en campaña

Faltan dos días para el cierre de las votaciones en el concurso Bitácoras.com 2008 y si bien hasta ayer estábamos segundos en nuestra categoría (Mejor Blog de Humor), lo cual nos habilitaría para ser finalistas, no hay que cantar victoria aún. Por eso le pedí a un amigo que grabara este mensaje. 



 

¿Y? ¿Qué está esperando para votar? ¿La carroza? ¿El helicóptero? ¿El soborno? (después hablamos).

Actualización 07/11/2008, 12:26 :Ya está, terminó. No se puede votar más. Lo que deba ser, será. Ahora a esperar que el lunes anuncien los finalistas.  

lunes, 3 de noviembre de 2008

Si tiene un problema, búsquese otro

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ULTIMO MOMENTO. COMUNICADO DE ADENOZ, JEFE DE CAMPAÑA

(Directamente desde el bunker del candidato Bugman o Bugbun)"

Comunicado de Prensa: Siendo las 20:44 del supermartes, informamos que Los Sin-logismos ha pasado a ocupar el segundo puesto en el concurso de Bitácoras, mostrando una tendencia irreversible. Igualmente seguimos pendientes y nuestros fiscales continúan monitoreando el proceso para evitar irregularidades.

"Señores, nuestra prédica está dando frutos. El cambio de timón, a último momento, de nuestro candidato, muestra resultados sorprendentes. Pero todavía falta para el viernes! NO nos quedemos de brazos cruzados!Que los votos no se venden solos!

Me voy, que me llama Felisa, la rubiecita de la nocbuc, quien está llevando un control estricto de los sondeos y no sabe como se hace para poner la arroba. Ay, que débil soy. Es que uno se pierde en sus píer... en sus ojos. Además de que tengo el "si" fácil. Sevemo. ¡¡A votar!!

Este blog continúa con su programación habitual, gracias por su atención.

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Hace algunos años tuve que ir de urgencia a un lugar a hacer una cosa (no voy a entrar en detalles porque después ustedes se distraen y empiezan a hacerme preguntas que no vienen al caso. Cualquier cosa después les cuento).

Cuando salí para este lugar, no había agua en el departamento de SU que habitaba en esos días. Fui refunfuñando donde tenía que ir a hacer lo que tenía que hacer (y no, no les cuento nada, qué costumbre, caramba, no es el tema, en otra ocasión tal vez, no insistan) y regresé un día después para darme cuenta de que había dejado abierta una canilla del baño y mi hogar estaba en condiciones ideales para convertirse en un set de la película "Waterworld".

Con valor y resignación enfrenté la catástrofe, pero en un instante de descuido mientras sacaba una bolsa de papeles mojados se cerró la puerta principal y las llaves quedaron adentro. Y yo afuera, descalzo, húmedo y dudando entre llorar desconsoladamente, reirme histéricamente y comenzar una nueva vida como exitoso pordiosero.

No hice nada de eso, conseguí que un vecino me prestara el teléfono, llamé a un amigo al que le había dado una copia de las llaves de mi casa por si acaso alguna emergencia me encontraba de viaje (yo viajaba mucho en esos días) y cuando llegó a rescatarme de mis circunstanciales miserias, tuve una revelación:

Para poner en perspectiva un problema, no hay nada mejor que tener otro.

Cuando al fin pude ingresar a mi hogar, poco me importó que estuviera convertido en una ciénaga maloliente, que la alfombra estuviera llena de charcos, que una sutil pero persistente corriente de agua amarronada discurriera desde el nivel superior (mi departamento de SU tenía un entrepiso) hacia la sala como una especie de derrame tóxico. Había experimentado el temor de tener que pasar la noche acurrucado ante mi puerta del lado de afuera, y ahora podía darme el lujo de una ducha y un sueño reparador en una cama tibia.

Ahora bien, si esta manera de enfrentar un inconveniente sólo sirviera en los casos en que usted tiene que partir hacia cierto lugar para resolver cierto asunto (que no, que no les voy a decir) y al regreso encuentra su casa inundada, estaríamos reduciendo lo que debe ser un servicio a la comunidad al simple relato de una anécdota de limitado interés. No lo permitiremos. Brindaremos, en cambio, algunos ejemplos de la aplicación de esta técnica aclarando que el problema de segundo orden habrá que provocarlo, ya que el azar no suele ser, por definición, algo en lo que se pueda confiar.

-El auto le hace un ruidito raro: rómpale una ventanilla.

-Le molestan los zapatos nuevos: use ropa interior dos talles más pequeños.

-El perro de su vecino no lo deja dormir: cómprele un trombón a su hijo.

-Su mujer no lo deja en paz: búsquese una amante como la de Atracción Fatal.

-Le cayó mal el guiso de lentejas con chorizo colorado: emborráchese con vino barato.

-Tiene una mancha en la corbata: pierda un zapato.

-Le duele mucho la cabeza: martíllese un dedo.

-La gente lo mira fijamente por la calle debido a que tiene orejas muy grandes: píntese el pelo de verde.

-Usted es emo: hágase flogger.

-Debido a un malentendido, usted está preso: exprese a los gritos sus dudas sobre la virilidad del resto de los reclusos.

No nos extenderemos más en las posibles aplicaciones de esta estrategia, en primer lugar porque la suponemos perfectamente comprendida, y en segundo porque se nos acaba de tapar el inodoro y para relativizar el inconveniente le prendimos fuego a las cortinas.

Buenas noches.

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